“Dormía en la Plaza Once desde que era chico, con mi mamá y mi papá”, “Paraba en los cajeros automáticos del microcentro”, “Me echaron del trabajo y no pude pagar más el alquiler”, “En la calle, la noche es violenta”. Estas frases aparecen en las voces de los protagonistas del documental Proyecto Matías, de Ícona. María Oneto, directora de la ONG dialogó con Infobae antes del estreno del film en una de las salas del Palacio Libertad (ex CCK). “Queremos demostrar que la mejor política social es dar trabajo. Nuestro objetivo es descomprimir el sistema asistencial”.
El proyecto consistió en que 18 personas que estaban en situación de calle o de vivienda muy precaria convivan durante 60 días en una casa de San Telmo. En esos dos meses, las personas se capacitaron con el objetivo de reinsertarse en el mercado laboral formal, que incluye sólo a 4 de cada 10 puestos de trabajo.
Se llama Matías porque Matías se llama el hombre en situación de calle con el que Oneto y sus hijos conversan desde hace unos cuatro años cerca de su casa, en Balvanera. “Lo ayudamos todo el tiempo, pero no vemos cambios en él. Ahí se me ocurrió la idea de generar este puente para la reinserción laboral”, sostiene la presidenta de Ícona.
La búsqueda de un futuro
Los 18 participantes pasaron un proceso de selección que se ve en el documental. Cada uno de ellos tuvo un tutor o tutora que los acompaña y los sostiene ante los problemas que surgieron durante la convivencia. “Hicimos 33 entrevistas con empresas. Esto da casi tres por participante -explica Oneto-. Se capacitaron y también hubo espacio para la diversión. Fuimos al cine y cantamos. El objetivo era que logren una integración social total”.
“Creo que el Estado se equivocó respecto de cómo abordar las diversas problemáticas que implica la pobreza. Este proyecto intentó aislar una variable, la de la inserción laboral, y ocuparse de manera intensiva para resolverla. Vinculamos a los participantes que fueron seleccionados con distintos actores del sector privado y ya hay 15 de 18 con alta de AFIP”, explica Oneto.
En el comienzo del film se ve al equipo de selección que intenta dar con los mejores aspirantes que puedan conseguir trabajo. Camila Estigarribia lideró ese proceso y habla durante el film. “Decidimos poner tutores porque cada persona es diferente, no somos todos iguales. Y cada uno necesitaba un requerimiento especial para poder amoldarse a vivir en comunidad durante estos dos meses”, explica la joven.
“Contemplamos que se tratara de una persona en situación de calle o en una situación habitacional compleja, que no fuera una persona que estuviera atravesando una situación de consumo activa en este momento, porque se trata de un proceso de reinserción laboral y no de recuperación de adicciones, y que no estuvieran atravesando un proceso de salud mental comprometido”, sostiene Estigarribia en una parte del documental.
Los participantes esperan afuera de la casa en una mañana que parece fría (se grabó durante agosto y septiembre en San Telmo, Buenos Aires). La puerta se abre e ingresan con unas pocas pertenencias. Damián Lotártaro vivía en una casa abandonada en el conurbano bonaerense junto a su perra. “La encontré en una plaza toda desnutrida. Cuando la limpiaba con un trapo me miró con sus ojitos. Creo que me decía gracias. Desde ese día creo que vivo gracias a ella”. Damián entró a la casa junto a su perra. Imposible dejarla Esa fue su condición.
Carlos Ramírez asistió al estreno, al igual que otros participantes del Proyecto Matías. Esta todo vestido de negro, incluida su corbata, y huele a perfume. Durante el proceso se cortó el pelo. Aquí, pudo cumplir su sueño de convertirse en técnico en refrigeración. Muestra con orgullo la tarjeta que lo habilita para ejecutar garantías de equipos de aire acondicionado en garantía. Posa para la foto.
El sueño de Carlos
Carlos fue echado de un trabajo de un día para el otro. Era vigilador nocturno. “Aguanté como pude el alquiler durante 4 meses y después a la calle. Dormí en el parador de Cáritas y muchas noches directamente en alguna plaza. El tiempo es muy cruel en la calle. Unos 15 parecen como más de un mes”, relata en el film.
Apenas se enteró de la convocatoria, Carlos no lo dudó. Se capacitó y ya trabaja en mantenimiento de una clínica porteña. “Tiene todos los pergaminos para salir adelante”, sostiene Oneto. Carlos ya vive en una pensión en Caballito. Su próximo paso es comprarse las herramientas para lanzarse a trabajar por cuenta propia.
“La idea era enfocarnos en poner en contacto a quienes fueron seleccionados para estar en la casa con el sector productivo. De entrada entendieron que el objetivo de esta iniciativa tenía que ver no con el asistencialismo sino con la reinserción laboral. Pensamos en una casa en la que accedieran a bienes nuevos y con los que van a quedarse al salir de acá porque eso dignifica mucho”, explica Oneto.
Los primos de la Isla Maciel
Iván Falero vive en la Isla Maciel. Tiene 28 años y empezó a trabajar en cocinas como bachero. Entró a la casa junto a su primo Ariel.
“Acá conviviendo con más personas y asistiendo a las capacitaciones creo que mejoré mi comunicación, mi vocabulario y también aprendí cosas nuevas para el mundo del trabajo”, cuenta Iván en el film. Empezó a trabajar en una planta que presta servicios de certificación de seguridad a otras industrias, en Chacarita.
Ariel, en tanto, también vive en la Isla Maciel y tiene un hijo, Samuel de 8 años. Ariel empezó a trabajar en la misma planta que Iván. Ahora vive cerca de su hijo en Maciel y los sábados cuando su trabajo se lo permite va a la cancha a ver a San Telmo.
Ariel le gusta la música y su sueño es ser cantante. Como parte del proyecto, los documentalistas lo ayudaron a registrar un videoclip de su canción “Que Dios bendiga a los míos”. Al final de la película se lo ve a Ariel con la camiseta de su club recorrer las calles de la Isla Maciel mientras canta su tema.
A Carlos también le gusta la música. Y obtuvo una certificación como profesor de salsa y bachata. “El objetivo de la casa era la reinserción laboral. Y también la reinserción social. Mantener condiciones de aseo, por ejemplo para ir a las entrevistas laborales. A esto se agrega la interacción social como ese proceso de integración -explica Oneto-. Para el año que viene, el objetivo de Ícona es generar una agencia de trabajo. Como un centro de día. Allí, vamos a conectar a las personas que necesitan con las empresa que requieran personal”.
Juan Carlos Nunez pasó miles de problemas durante toda su vida. A su familia le quitaron la casa en la que vivía en Isidro Casanova. Su papá murió. Vivió mucho tiempo en hoteles hasta que fue echado de su trabajo y no pudo afrontar más los gastos. “Sabía que no me merecía la vida que me tocaba. Quería algo mejor”, sostiene.
A Nunez se lo ve cara a cara con un empresario en una entrevista laboral. El dueño de la compañ{ia le pregunta de qué le gustaría trabajar y si tenía alguna condición. “Puedo en cualquier horario. El que me toque”. Enseguida, el empresario se levanta y lo abraza. Su sueño se había hecho realidad. Había salido de la calle. Ahora todo dependía de él.