Fue el jueves 11 de diciembre de 1890 a las dos de la mañana en el hospital de la Grave, referente en la atención primaria materna, situado en el barrio Saint Cyprien de la ciudad de Toulouse. Ese día, asistida por la partera Jenny Bazin, que firmaría el acta de nacimiento, Marie Berthe, una planchadora de 24 años dio a luz a un niño al que llamó Charles Romuald Gardes.
La mujer y su bebé vivían en el 4 de la rue Canon D’Arcole, en la ciudad de Toulouse, en la casa de Marius Barrat, alejada de su pueblo natal, donde su familia la repudió y despreció por la vergüenza que significaba ser madre soltera. Porque en la partida de nacimiento, el padre figuró como desconocido, ya que no lo quiso reconocer.
Marie Berthe había nacido el 14 de junio de 1865. Sus padres Jean Gardes y Hélene Cinegonde Camares, propietarios de una modesta sombrerería, se habían separado y su mamá con los años se volvería a casar, aunque otras versiones aseguran que el padre murió cuando ella era aún niña.
Sus hermanos habían peleado en la Primera Guerra Mundial y el menor había muerto en el campo de batalla. Su familia conservaba su uniforme.
El padre de la criatura sería Paul Lasserre, de entonces 24 años, que había nacido el 1 de agosto de 1866 en Toulouse y que murió el 20 de noviembre de 1921. Por 1890 Paul trabajaba como ingeniero en Papeteries Sirven, en Toulouse, donde Berthe era obrera de limpieza y planchado. Allí se conocieron, se enamoraron a sabiendas que era un amor prohibido por las diferencias sociales.
No se sabe si ella partió sola a América y era probable que lo haya hecho con allegados íntimos, por la arriesgada aventura de cruzar el Atlántico con una criatura de dos años.
Llegó al país el 11 de marzo de 1893, a bordo del Dom Pedro, procedente de Burdeos, cuando Gardel tenía 26 meses. Ella declaró ser francesa, planchadora, católica, viuda, de 27 años, y su documento era su pasaporte n° 24.
En Buenos Aires, por una recomendación de una amiga de Toulouse, consiguió trabajo en un taller de planchado que dirigía la francesa Anais Beaux, en la calle Montevideo, entre Corrientes y Lavalle. Las dos mujeres serían amigas inseparables para toda la vida.
El 2 de abril de 1901 Carlos entró a la Escuela Pío IX de los salesianos, donde formaban artesanos. El chico asistía al taller de encuadernación, y sobresalía en el coro. Sus estudios primarios los completó en el Colegio San Estanislao, Tucumán 2646.
Vagaba mucho por las calles y desaparecía por temporadas, asociándose con lo que la policía definía como “malas compañías”, pero siempre volvía al conventillo de la calle Corrientes 1553, donde vivía con su madre.
Según su prontuario policial, registra una entrada a la policía por estar junto a otros individuos que delinquían, un pedido de paradero hecho por su madre y otra entrada por haberse hecho la rabona en el colegio. También registraba una detención en Florencio Varela.
De adolescente comenzó a frecuentar teatros donde se ganaba la vida como utilero y subiendo y bajando telones, y ya recitaba poemas gauchescos. Sus amigos lo alentaban a estudiar canto. Solía frecuentar el Teatro Apolo, en Corrientes al 1300, donde su mamá hacía trabajos de lavandería.
La vinculación con la política
De joven, Gardel frecuentaba la fonda de O’Rondeman, de Humahuaca y Agüero, cuyos propietarios eran Yiyo, José Constancio, José Cielito y Félix Traverso. Ahí iba a comer puchero mientras escuchaba los discos de Enrico Caruso. Los Traverso lo querían mucho.
Los hermanos respondían a Pedro Cernadas, un político muy cercano a Alberto Barceló, reconocido dirigente conservador e intendente de Avellaneda. En Balvanera Oeste manejaban el comité de la calle Anchorena, entre Tucumán y Zelaya. Dicen que Constancio Traverso y Gardel estaban ligados al Partido Asociación Popular que, en la novena sección acaudillaba el dramaturgo Gregorio de Laferrere.
Lejos de motivos políticos, en la madrugada del 11 de diciembre de 1915, Gardel fue baleado en la puerta del Palais de Glace, donde se daba cita la juventud y la bohemia porteña para bailar tango de salón.
Un hombre, luego de decirle “ya no vas a cantar más mi moro” le disparó al pecho. Aparentemente, la agresión había sido por una cuestión de polleras. Gardel tenía relaciones con Giovanna Retana, ex cantante de Enrico Caruso. En el país era conocida como La Ritana o madame Jeanne o Jeannette y era dueña de un local de baile en la calle Viamonte. Al parecer fue gracias a esta muer que el dúo Gardel – Razzano comenzó a actuar en el lujoso restaurante concert Armenonville, en Alvear y Tagle.
Pero la mujer tenía pareja: Juan Garesio, hombre del hampa porteña quien no toleró la relación y mandó a pegarle un tiro.
Gardel fue llevado al Hospital Ramos Mejía, donde el doctor practicante Ricardo Donovan, luego de hacerle las curaciones y ver que evolucionaba favorablemente, determinó que no podía quitar el proyectil, alojado en su pulmón izquierdo.
Fue Juan Nicolás Ruggiero, el pistolero de Barceló, quien intercedió para poner paños fríos: obtuvo de Garesio la promesa de que no lo mataría a Gardel y Ruggiero lo mandó al joven cantante a Tacuarembó, para alejarlo de la escena por un tiempo.
Gardel, en agradecimiento a las gestiones de Ruggierito, cerraba junto a Razzano los actos políticos del Partido Conservador, en tiempos en que los partidos políticos echaban mano a los números artísticos para convocar gente. El radicalismo hacìa lo propio con Gabino Ezeiza o José Betinotti.
Fue Barceló, amo y señor de Avellaneda el que le consiguió la documentación para que el cantante, que para Francia era un desertor, pudiera hacer las giras por el exterior. La cédula de Gardel lo da nacido el 11 de diciembre de 1890 en la ciudad bonaerense.
El último lugar donde Gardel cantó en nuestro país antes de iniciar la gira donde encontraría la muerte fue en el Teatro Roma, en esa urbe del conurbano, bien pegada al Riachuelo.
Su papá Lasserre se había casado y había formado una familia en Francia. Cuando enviudó, luego de finalizada la primera guerra mundial, viajó a la Argentina para ofrecerle su apellido al hijo al que no había reconocido. Así se lo hizo saber a Berta. “Mirá vieja, yo ya no lo necesito, vos podés hacer lo que quieras…”, respondió el cantante, quien ya tenía un nombre. Cuando el hombre regresó por una respuesta, ella le respondió que no había nada más que hablar.
En 1927, Carlos le compró a Ramón Gorina la casa de Jean Jaurés 735, donde la madre viviría con Anais Beaux y su esposo Fortunato Muñiz. Antes habían ocupado un departamento de la planta baja de Rodríguez Peña 451 pero se mudaron hastiados porque todos le tocaban el timbre pensando que allí vivía el encargado del edificio. Entre 1926 y 1927 vivieron en un departamento en Rincón 137.
Cuando su hijo era famoso, Berta regresó a Toulouse y se reencontró con su familia. Los años transcurridos y el hecho de que su hijo fuera una estrella internacional, echaron en el olvido el desprecio por el que había tenido que abandonar el país.
Ella estaba en Toulouse cuando su hijo murió en Medellín, y le extrañó que hubiera muerto en un accidente de aviación: él tenía terror a volar y le había prometido a la madre que no se subiría a un avión.
Berta se distraía yendo al cine una vez por semana a ver las películas de su hijo, y religiosamente iba a llevarle flores al cementerio de la Chacarita. Murió en su casa de Jean Jaurés, que en 2003 se transformaría en museo, el 7 de julio de 1943. Ella, que se deleitaba escuchar a su hijo cuando pasaban por la radio sus discos, afirmó: “yo siempre lo espero, me parece que le voy a llevar el matecito a la cama, como siempre, para despertarlo”.
Fuentes: Carlos Gardel, la veerdad de una vida, de Armando Defino; Primer Diccionario Gardeliano, de José Barcia, Enriqueta Fulle y José L. Macaggi