La Cueva de las Manos cumple 25 años como Patrimonio de la Humanidad: las hipótesis de cómo se pintaron

Ubicada en Santa Cruz, es considerada como el museo arqueológico a “cielo abierto” más impactante de Argentina. En 1999, la Unesco le otorgó el reconocimiento que garantiza su preservación y realza su importancia global

Cueva de las manos, otro asentamiento argentino que puso en crisis la teoría del poblamiento tardío

“La Cueva de las Manos alberga un conjunto excepcional de arte rupestre, ejecutado entre los años 13.000 y 9.500 a.C. La cueva debe su nombre a las huellas de manos estampadas en sus paredes con una técnica similar a la de impresión con plantilla. Además de estas figuras, posee numerosas representaciones de especies aún vivas de la fauna local, más concretamente de guanacos. Los autores de las pinturas bien podrían haber sido los antepasados de las comunidades de cazadores-recolectores de Patagonia”, define la Unesco al sitio arqueológico argentino que hace 25 años fue declarado Patrimonio de la Humanidad.

Enclavada en el corazón de la Patagonia argentina, en la provincia de Santa Cruz, la Cueva de las Manos es un tesoro arqueológico y cultural que revela aspectos esenciales de la vida de los primeros habitantes de la región hace miles de años, y eso la transforma en uno de los sitios más enigmáticos que alberga el país.

Entre sus paredes de piedras, y con pigmentos de colores rojos, blancos y negros, quedaron inmortalizadas algunas escenas que dan cuenta de las costumbres, creencias y cómo fue la vida de aquellos pueblos originarios: guanacos corriendo, escenas de alguna cacería y patrones geométricos parecen narrar las historias de sus vidas cotidianas, además de sus creencias y cómo era el entorno. Un sinfín de manos estampadas da nombre al sitio que desde 1999 goza del reconocimiento que garantiza su preservación y realza su importancia global.

El Parque Provincial Cueva de las Manos, Patrimonio de la Humanidad (@ojosideral.natureph)

Geográficamente, este sitio arqueológico está ubicado en el profundo cañón del río Pinturas, al noroeste de la provincia de Santa Cruz; a 88 metros de altura, en la Estancia Cueva de las Manos, entre las localidades de Perito Moreno y Bajo Caracoles. La cueva tiene 20 metros de profundidad, 10 metros de alto y 15 metros de ancho, y es de difícil acceso.

La Cueva de Las Manos se destaca por la complejidad del arte rupestre, que permite entender cómo vivieron nuestros antepasados

Las voces del pasado

Al ver en detalle el arte de la Cueva de las Manos es difícil pensar en la inexistencia de un deseo real por dejar un testimonio vivo para las futuras generaciones. Luego de que fueran documentadas por primera vez por el perito Francisco Moreno, en 1876, durante una expedición científica, se comenzó a estudiarlas más a fondo durante el siglo XX debido a su enorme valor arqueológico y artístico.

Lo más llamativo por aquello años —y hasta la actualidad— es la técnica extraordinaria que utilizaron para pintar en esas paredes de piedras porque a pesar de los miles de años de distancia aún se conservan, pese a las inclemencias del clima de la zona: está ubicada en medio del cañadón del río Pinturas, con el característico paisaje árido, montañoso y ventoso que a veces amenazan a la riqueza artística de su interior.

Entre los distintos estudios que se realizaron sobre las pinturas de las manos en negativo, se pudo determinar que predominan las extremidades izquierdas porque los artistas utilizaron la otra para soplar los diferentes pigmentos a través de tubos hechos de hueso. Los colores predominantes —rojo, ocre, blanco, amarillo y negro— fueron obtenidos de óxidos minerales mezclados con grasa animal o saliva, y eso ayudó a que las imágenes lleguen hasta nuestros días.

El lugar fue utilizado por diversas generaciones de pueblos originarios

Eso ayudó a los investigadores a reconstruir la historia. Las pinturas son atribuidas a grupos de cazadores-recolectores que habitaron la actual región patagónica. Entre las técnicas de caza, principalmente, emplearon la persecución de guanacos, especie autóctona que aún habita esa zona. Esas escenas de la cacería que muestran a las figuras humanas persiguiendo animales, reflejan las habilidades artísticas del pueblo y también sus aspectos culturales.

Algunos estudios realizados en las diferentes capas de pintura dieron cuenta de que el lugar fue utilizado por diversas generaciones de pueblos originarios, lo que indica una ocupación continua durante al menos 4.000 años. Además de su valor artístico, la cueva también contiene herramientas, restos óseos y materiales arqueológicos que permitieron seguir reconstruyendo parte de su historia.

Fue el topógrafo y arqueólogo Carlos Gradin quien en 1964 comenzó a explorar la zona de Cueva de Las Manos y en 1973, auspiciado por el Conicet, formó un equipo con Ana María Aguerre y Carlos Aschero, quien sigue vinculado al lugar, para realizar distintas investigaciones científicas. Ese trabajo fue fundamental para quienes lo siguieron.

Una de las impactantes figuras humanas que aún pueden verse (SONY DSC)

La Cueva de las Manos tiene 6.800 años de uso (9300-2500 AP —antes del presente—) en que se han superpuesto distintos estilos, diferenciándose por colores distintos en las superposiciones de uno sobre otro”, aseguró Aschero, el arqueólogo que aún sigue las huellas de nuestros antepasados.

El también investigador del Conicet asegura que el arte rupestre de Cueva de las Manos tiene una antigüedad de “por lo menos” 9.400 años y es uno de los sitios de la Argentina con más reincidencia de pinturas sobre pinturas. “Es lo que yo llamo una suerte de archivo de la memoria de los cazadores recolectores”.

Aschero fue quien en 2018 hizo un descubrimiento fascinante con su equipo. Durante una excavación en la Puna catamarqueña encontraron artefactos de piedra, mechones de pelos humanos y dos huesos de un perezoso gigante extinto. Ese mechón tiene una antigüedad de 40 mil años, lo que pone en discusión las teorías dominantes que aseguran que los seres humanos llegaron a América hace 14 mil o 17 mil años atrás.

El paisaje que rodea a la Cueva de las Manos, en Santa Cruz

Patrimonio de la Humanidad

Que un sitio reciba la nominación de “patrimonio de la humanidad” es un privilegio y un prestigio, pero también conlleva una gran responsabilidad ya que implica asumir la tarea de conservarlo y protegerlo, además de seguir investigándolo para que su legado pueda enriquecer el conocimiento y la educación de las generaciones presentes y futuras.

La Cueva de las Manos forma parte de un ecosistema arqueológico que convierte a la región patagónica en un museo a cielo abierto. Pese a su belleza y gran impacto, no es lo único que se destaca en el lugar: la flora y fauna silvestres, junto con el cañadón del río Pinturas, logran un cuadro natural conmovedor para quienes lo visitan.

En 1995, el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) del Ministerio de Cultura de la Nación inició el programa “Documentación y Preservación del Arte Rupestre Argentino” bajo la coordinación científica de Diana Rolandi, María Onetto y Mercedes Podestá y asesoramiento de Carlos J. Gradín. Dos años más tarde, el organismo elevó la propuesta de nominación a la Lista del Patrimonio Mundial, a través de la Dirección Nacional de Patrimonio de la Secretaría de Cultura, la cual se aprobó y en 1999, Cueva de las Manos del Río Pinturas, fue inscrita porque cumplía con el criterio cultural, asociado a los sitios arqueológicos.

En esa declaración, la Unesco destacó el sitio por ser un testimonio único de las primeras expresiones artísticas humanas en América del Sur y por su papel en la transmisión de conocimientos y tradiciones. La preservación de este lugar es fundamental, ya que no solo contribuye al estudio de los orígenes de la humanidad, sino que también fortalece la identidad cultural de la región.

Entre los criterios que llevaron a su inclusión en la lista de la Unesco se destaca que la cueva es un ejemplo sobresaliente de arte rupestre que ilustra un periodo importante de la prehistoria. Además, su entorno natural —el cañadón del río Pinturas— crea un marco paisajístico de gran belleza, lo que aumenta el valor cultural del sitio.

La Cueva de las Manos recibe a cientos de turistas (Florian von der Fecht)

Turismo

Cada año, la Cueva de las Manos atrae a miles de visitantes interesados en explorar el pasado remoto. El sitio forma parte del Parque Nacional Patagonia y tiene guías especializados que ofrecen recorridos interpretativos, explicando el contexto histórico y cultural de las pinturas.

A pesar de su protección, el sitio enfrenta constantes desafíos como la erosión natural, el vandalismo y el impacto del turismo. Para esto, las autoridades locales y organizaciones internacionales trabajan en conjunto a fin de implementar medidas de conservación (control del acceso, la instalación de senderos delimitados y la educación de los visitantes).

Para ese fin también realizaron escaneos en 3D de las pinturas para crear réplicas digitales y permitir a los investigadores estudiarlas sin intervenir directamente en la cueva. Además, estas reproducciones fueron usadas para acercar el arte rupestre a personas de todo el mundo.