Adrián y Jésica llevan más de una década juntos. Viven en Comodoro Rivadavia y tienen un hijo de 6 años. Él trabaja en una oficina y ella es ama de casa. Su vida de pareja dio un vuelco en un viaje a Buenos Aires hace unos 3 años. Habían ido a ver la obra Sex de José María Muscari y casi sin pensarlo o llevados por la curiosidad de ahí pasaron a un boliche swinger, cercano a la sala en la que vieron la obra. “Ya habíamos hablado del tema. Del morbo de vernos con otras personas - explica Adrián en diálogo con Infobae-. Lo hicimos cuando viajamos a la Capital porque acá en Comodoro es imposible. No hay ni boliches para eso. Es todo mucho más reservado”.
La pareja iba de la mano a la salida de la obra de Muscari. Estaban impactados por los cuerpos semidesnudos de los artistas que bailaban cerca del público. En ese momento, se miraron y decidieron recorrer ese camino. Muchas veces hoy, cuando ya tienen un camino hecho en el mundo del swinger, vuelven a recordar ese momento. La noche que cambió sus vidas para siempre. “Entramos a lo desconocido. Era todo nuevo para nosotros. Pero decidimos con Jesi que lo íbamos a hacer. Siempre todo consensuado entre los dos”, recuerda Adrián.
Entrar al mundo swinger
“Desde el primer momento encontramos un ambiente muy distendido, sin violencia y de mucho respeto por la otra persona -resalta Jésica-. Todo empezó por una curiosidad de mi pareja. Y yo decidí acompañarlo en esta aventura”. Esa noche, en el boliche de Palermo, dieron el primer paso. Allí, entre las luces violetas, iban de la mano mientras observaban como otras parejas o tríos se besaban en los sillones de los reservados. “Algo hicimos esa noche, no mucho -recuerda Adrián y se sonríe-. La idea era ver qué nos pasaba si veíamos a nuestra pareja besar a otro hombre o mujer. Darnos cuenta si eso nos daba celos. Pero fue todo lo contrario, fortaleció aún más nuestra relación”.
¿Qué pasó cuando volvieron a Comodoro Rivadavia? “Sentíamos que es un viaje de ida. Que ya no podíamos volver atrás. Pero en nuestra ciudad no es tan fácil. No todos están preparados para entender qué tipo de relación tenemos con Adri”, explica Jésica. Entonces, la pareja empezó a tejer redes y trató de evitar las miradas conservadoras que los podían señalar. Tanto es así, que apenas se animaron a pasar una foto para esta nota. Primero habían seleccionado algunas selfies, pero luego se arrepintieron. Apenas se los ve con la cara blureada en un bar oscuro de Comodoro. El resto de las imágenes de esta nota son recreaciones realizadas con Inteligencia Artificial para evitarle problemas a Jésica y Adrián.
Ser swinger en donde se conocen todos
El primer paso en Comodoro fue acercarse a través de las redes sociales a otra pareja que tenía muchos años en el mundo swinger de la Patagonia. Ellos le abrieron las puertas al intercambio en esta ciudad chica donde la mayoría de las personas se conocen. “Tenemos un Instagram juntos y nos anotamos en una página que es como una aplicación de citas para swingers -explica Jésica-. Acá los encuentros se dan en bares comunes. Ahí, tenemos las primera charla y acercamiento, para luego avanzar si hay química entre los cuatro”.
“Somos muy respetuosos del gusto de los dos para que se concrete el encuentro. Nos fijamos en la higiene y buena onda. Que tengan buena conversación y gustos en común. No puedo estar con una chica, si a Jesi no le copa la otra parte de esa pareja. Sería una falta de respeto”, admite Adrián.
En general las citas de a cuatro en Comodoro terminan o en alguna de las casas o en un hotel alojamiento de los pocos que hay en la ciudad. “Después, nos cruzamos en la puerta del colegio o en el supermercado y como si nada hubiera pasado -explica entre risas Jésica-. Ahora, ya tenemos varias parejas amigas acá con la que nos encontramos cada tanto y la pasamos muy bien”.
La mujer cuenta que una de sus mejores amigas, “nos conocemos desde el jardín de infantes”, entró con su marido en el mundo swinger. “Nos llevamos muy bien, nos conocemos casi de memoria. Pero ya dijimos con Adri que no vamos a hacer nada con ellos. No nos vamos a sentir cómodos. Mejor preservar la amistad de tantos años”, explica la chica.
El código de los swingers indica que la relación es de pareja a pareja. No está bien visto que el hombre o la mujer intenten mantener un romance con la otra parte a espaldas de sus parejas. “A veces, se manda algún mensajito de más. Se da más en el caso de los hombres que creen que pueden enamorar a todas las mujeres con las que se cruzan -sostiene Jésica-. Otra cosa que sucede las primeras veces es que ellos ven que sus parejas se empiezan a reír y a tocar con otra persona y se arrepienten. Eso es porque todavía tienen un espíritu de posesión que no está bueno”.
La nueva vida swinger
Tan fuerte fue el cambio de esta pareja desde su ingreso al mundo swinger que el año pasado se casaron por iglesia y civil. “Se lo pedí en un boliche de intercambio de parejas de Buenos Aires, en medio de los reservados. No pudimos sacar fotos porque no se permite entrar con celulares. Así que no quedó registro de ese momento”, cuenta Adrián.
Tras los encuentros, Jésica y Adrián suelen tener charlas en lo que se cuenta todo lo que vivieron en esos momentos. “No nos callamos nada. Hablamos de los detalles, del sexo y de cómo la pasamos con la otra persona - confiesa Jésica-. A mí, al principio me costaba soltarme. Sentía que no podía contarle todo. Pero bueno después me acostumbré”.
Jésica y Adrián arrancaron desde cero y aceleraron muy rápido. Primero fue intercambio de parejas en habitaciones separadas, luego todos en el mismo espacio y también en algunas oportunidades incorporaron otra mujer a la pareja. “Antes jamás se me hubiera ocurrido algo así. No tenía ningún interés en tener relaciones con otra chica -admite Jésica-. Pero bueno, se dio y ahora la verdad no me arrepiento porque me gusta”.
La pareja mantiene su secreto, aunque muchas veces creen que ya mucha gente sabe de sus encuentros swingers. “Yo se lo conté a mi familia, pero sin entrar en detalles. Ellos no tienen problema - explica Adrián-. Además, siempre que puedo recomiendo el intercambio a algún amigo sin contarle todo. Le digo que fortalece la pareja, que es mucho mejor que escaparse solo y ser infiel. Que después de cada encuentro aumenta el amor por tu pareja”.
Desde Comodoro Rivadavia, el matrimonio suele visitar Buenos Aires. Ya forman parte de la Asociación Swinger Liberal Argentina, una organización que agrupa a las personas que practican el intercambio de parejas. “Somos como los referentes del grupo para nuestra ciudad”, cuenta Jésica.
Jésica y Adrián ya planean nuevos encuentros con otras parejas. “Algunas que llegan de pueblo vecinos y si hay onda las recibimos directamente en nuestra casa”, explican. Se despiden de Infobae y salen abrazados por la costanera. Si cualquiera los viera, diría que el intercambio de parejas fortaleció la relación. Se los ve enamorados como el primer día - hace 13 años que están juntos-. “Es cuestión de probar”, lanzan como desafío a dúo y hacen un guiño cómplice.