Enviada Especial a Riad. El planeta en el que vivimos tiene, según las últimas estimaciones, 8.200 millones de habitantes. Cada año, 3.000 millones de esos habitantes son afectados por la degradación del suelo y las sequías: se trata de un impacto que recae, anualmente, sobre el 37% de la población de la Tierra. Es que cada año se degradan más de 100 millones de hectáreas de suelo de tierra y, por eso, se estiman pérdidas económicas de más de 6 billones de dólares. Además, ese deterioro implica peores condiciones para el agua y para los alimentos.
Ese fue el panorama que Abdulrahman Al-Fadhley, ministro de Medio Ambiente, Agua y Agricultura de Arabia Saudita, definió como “urgente” este lunes. Lo hizo en su condición de ministro saudí, pero sobre todo lo hizo como flamante presidente de la COP16, la 16ª Conferencia de las Partes que organiza la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés) en Riad, capital de Arabia Saudita, y que se inauguró en la ceremonia en la que Al-Fadhley fue nombrado en ese rol.
La cumbre, que se había realizado por última vez en Costa de Marfil hace dos años, tendrá en esta edición la máxima cantidad de participantes de su historia, y se espera que sean parte de algunas de las actividades el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el del Banco Mundial, Ajay Banga.
“Esta COP será un momento histórico para limitar la degradación de la tierra y la sequía en todo el mundo”, aseguró el funcionario saudí, que preside la conferencia que se extenderá hasta el 13 de diciembre y que está organizada por el organismo de las Naciones Unidas dedicado a luchar contra el deterioro constante del suelo que habitamos. Según el último informe de la UNCCD, el 46% de la superficie terrestre -casi la mitad del suelo- está clasificada como “tierras áridas”. En el arranque de la cumbre que se propone combatir la desertificación, la UNCCD ratificó uno de sus objetivos: recuperar 1.500 millones de hectáreas para 2030.
La COP16 se lleva a cabo en la capital de un país en el que un tercio de la superficie es desierto. Hay que viajar sólo una hora en auto desde el centro de convenciones en el que se realiza la conferencia, en una de las zonas de mayor movimiento de Riad, hasta Arena Roja, una de las zonas desérticas más solicitadas por los turistas que visitan esta capital. Sesenta minutos por una de todas las autopistas que surcan esta ciudad de calles bordeadas por palmeras y por casi ninguna otra vegetación. Pero, más allá de los kilómetros cuadrados de arena que atraen turismo, hay en este país y en el mundo cada vez más desertificación del suelo.
Las sequías también son cada vez más frecuentes. En 2024, casi el 50% de la superficie de tierra sufrió al menos un mes de sequía extrema, según el observatorio Lancet Countdown especializado en cambio climático. Es otra de las preocupaciones en las que se centrarán los funcionarios públicos, ONGs, científicos, instituciones financieras y empresas privadas que participan de esta cumbre. Se espera que participen unas 10.000 personas en total, bajo el lema “Nuestra tierra, nuestro futuro”.
“Te di todo pero no tengo más. Te nutrí, te alimenté. Tomaste todo de mí, hasta que la vida ya no fue posible. Me convertí en polvo, pero no tiene por qué seguir siendo así. Puedo renacer, pero no puedo hacerlo sola. Puedo convertirme de polvo a pasto. Voy a llamar de nuevo, por favor atendeme”, se escuchó este lunes en el video institucional con el que la UNCCD dio por iniciada su cumbre. La remitente del video, la tierra, se mostraba en las imágenes cada vez más deteriorada, más seca, con menos posibilidades de sostener vida.
“Tenemos que restaurar la tierra, frenar la desertificación y las sequías. Tenemos que ir más lejos y más rápido”, dijo Alain-Richard Donwahi, representante de Costa de Marfil y presidente de la COP15, antes de cederle el mandato al ministro árabe que ostentará ese rol durante dos años.
Escoltados por una bandera de la ONU y otra de Arabia Saudita, los funcionarios que dieron por inaugurada esta cumbre instaron a que se establezcan leyes internacionales para mitigar las sequías y la desertificación, así como programas de cooperación económica internacional para conseguir ese objetivo. “Es fundamental ocuparnos de esto para que no se siga deteriorando la calidad de vida”, enfatizó Donwahi, y usó la misma palabra que su par saudí: “Esto es urgente”.
África y América Latina, las zonas más complicadas
La cumbre en Riad coincide con el 30º aniversario del organismo de Naciones Unidas dedicado especialmente a luchar contra la desertificación. El país anfitrión, Arabia Saudita, anunció algo así como un puntapie inicial de las acciones que se espera que ponga en marcha esta cumbre. El proyecto, llamado Alianza Mundial de Riad para la Resiliencia ante la Sequía, propone la mejora de los sistemas de alerta temprana de sequías, así como la mitigación de sus riesgos y, sobre todo, la cooperación económica internacional para atender más rápidamente aquellas zonas que presentan los peores deterioros. “Es mucho más rentable adoptar un enfoque proactivo para prevenir las sequías que uno reactivo para reparar su daños”, explicó el ministro saudí en el auditorio principal de la cumbre.
Los anfitriones anunciaron también que financiarán el funcionamiento de los primeros diez años de la Alianza Mundial: para eso se destinará 150 millones de dólares. El secretario ejecutivo de la UNCCD, Ibrahim Thiaw, celebró la iniciativa durante la apertura de la cumbre, y sostuvo: “El 85% de las personas afectadas por la sequía vive en países de ingresos bajos y medios. Es una responsabilidad colectiva del mundo globalizado liberar a todos de este deterioro”.
Más de 55 países se declararon en emergencia por sufrir sequías entre 2020 y 2023. Casi el 40% de la superficie de África sufrió sequías devastadoras entre 2016 y 2019, y ese escenario se profundiza. En América Latina y el Caribe los pronósticos son similares: para ese mismo período, el 37,9% del suelo se vio afectado.
Detrás de la sequía viene la crisis hídrica y alimentaria, en un círculo vicioso cada vez más peligroso. Eso es lo que los funcionarios que inauguraron esta cumbre califican como una urgencia. Eso que ya impacta en la vida cotidiana de casi el 40% de la humanidad, y que, si no se mitiga, sólo empeorará.