Delfina Del Bianco era súper familiera y muy compañera de su mamá. Cada fin de semana, a pesar de que no tenía que madrugar, se levantaba temprano para hacerle el desayuno a sus papás. “Teníamos una cafetera de cápsulas, de esas modernas, y ella aprendió a usarla sola. Le encantaba llevarnos el café a la cama. Era su forma de empezar el día, haciéndonos felices”, recordó Silvia, su mamá.
En su mundo infantil, ese café era como una especie de regalo en agradecimiento a todo lo que hacían por ella, principalmente por haberle pagado con mucho esfuerzo el viaje de egresados a San Clemente del Tuyú.
El 28 de diciembre de 2019, unos minutos antes de subirse al micro para emprender ese tan anhelado viaje junto a sus compañeros de la Escuela N° 41 Vera Peñaloza, una inocente pregunta que le hizo su mamá marcaría el comienzo de una tristeza infinita y un cambio de hábito que persistirá hasta el último de sus días tras el accidente vial que terminó con la vida de su hija.
“¿Y ahora quién me va a hacer el café, que vos no vas a estar?”, bromeó Silvia. Y Delfina, sonriente y pícara como de costumbre, le contestó que iba a tener que prepararlo ella misma. “A partir de ese momento, nunca más me hice café”, admitió completamente quebrada y con la voz entrecortada.
Ese fue el último diálogo que mantuvo con ella quien partió a las 3 de la madrugada desde la puerta del colegio -en la localidad bonaerense de Benavídez- con todo el contingente para estar a las 8 de la mañana en Mundo Marino, donde harían la primera excursión.
“Ella estaba muy emocionada. Era su primer viaje con sus amigas y estaba feliz. Nos abrazó y nos dio muchos besos antes de subirse al micro. Desde que llegamos a la escuela, estaba haciendo chistes, sacando fotos con sus compañeros, disfrutando de cada segundo”, recordó Silvia.
Cuando llegó el momento de partir, Delfina se sentó en la parte trasera, donde la algarabía del grupo se hacía sentir más fuerte. Desde allí, la nena buscó a sus padres desde la ventanilla, y comenzó a saludarlos con las manos. “Nos hacía corazoncitos con los dedos y tiraba besos. Me acuerdo que la mirábamos y nos reíamos, porque estaba tan contenta… En su cara se veía la emoción, la alegría, las ganas de vivir esa experiencia. Fue un momento hermoso y la última vez que la veríamos con vida”, relató la mujer.
La peor noticia de su vida, confirmada por la televisión
Lo que siguió fue un golpe devastador. Tres horas después de esa emotiva despedida, Silvia recibió un mensaje de Whatsapp de la maestra. “Nos llegó la ubicación del micro y la información de que habían tenido un accidente. Decía que, por favor, los papás que pudieran viajar lo hicieran. Todo fue muy confuso al principio, nadie sabía bien qué había pasado ni la gravedad de la situación”, señaló.
La noticia los tomó por sorpresa. Inmediatamente, su esposo José dejó de lado sus planes de ir a trabajar y juntos se subieron al auto para dirigirse al hospital de Chascomús, donde habían trasladado a las víctimas.
Durante el trayecto, los mensajes de los otros padres no paraban de llegar. Hasta que un llamado de su hija mayor, Agustina, los dejó perplejos. “Mamá, decime que lo que están diciendo en la tele es mentira”, le suplicó a Silvia, que no lograba entender nada. “Dicen que Delfina es una de las dos víctimas fatales”, le confirmó Agustina.
“Fue un golpe tremendo, no podía creerlo. Nos enteramos por Agustina, porque en la televisión ya habían dado los nombres y nosotros ni siquiera habíamos llegado al hospital”, recordó.
El impacto de la pérdida de Delfina fue abrumador. Desde hace 5 años la familia Del Bianco se encuentra sumida en un dolor indescriptible. “Mi vida se detuvo completamente el 28 de noviembre de 2019. Delfina está presente todos los días y cuando se acercan fechas clave, como el aniversario del accidente o su cumpleaños, me quedo en mi casa. Trato de guardarme, que no me vea nadie”, se sinceró Silvia.
“Hasta dejé de festejar mi cumpleaños. Justo cumplo el 26 de febrero, un día antes que ella. Es un mes muy particular, donde se juntan tres fechas terribles (el 27, por el día del cumple de Delfina; y el 28, por el día del accidente), en los que prefería estar bajo tierra”, admitió Silvia.
“Hay momentos en que me levanto y todo me molesta, estoy de mal humor. Pero después pienso que tengo que seguir viviendo porque tengo a mi otra hija y a mi marido que me necesitan. Lo intento, aunque sea muy difícil”, señaló Silvia.
“Delfina era una nena sencilla, sin pretensiones. No le interesaban los lujos ni las modas. Era fanática de la youtuber Lyna Vallejos y le gustaba jugar a Roblox. Tenía una personalidad tranquila, era generosa y siempre agradecida”, la describió.
Entre sus pasatiempos, Delfina también encontraba en la lectura una fuente de alegría. “Era fanática de los libros de Lyna y tenía casi toda la colección. Podía pasar horas leyendo en su cuarto, era su forma de desconectarse”, contó.
Delfina, además, tenía una relación especial con su hermana mayor, con lo que se llevaba, 8 años. Aunque la diferencia de edad las mantuvo distantes en los primeros años, al crecer comenzaron a disfrutar más tiempo juntas. Agustina, ya trabajando, se convirtió en una especie de protectora y cómplice. Fue ella quien, con el dinero de su primer empleo, le compró las zapatillas y el bolso que Delfina llevó al viaje de egresados.
Una estrella amarilla para recordar a las dos víctimas fatales del accidente
Este 7 de diciembre, la familia de Delfina del Bianco viajará hasta el lugar donde volcó el micro, en kilómetro 141 de la ruta 2, para poner una estrella amarilla y conmemorar a las dos víctimas fatales del accidente. La otra fallecida es Mía Soledad Morán, de 12 años.
“Se dijo que Mía era la mejor amiga de Delfina, pero eso no es cierto. Eran muy buenas compañeras, se llevaban bien y compartían mucho en la escuela, pero no eran íntimas. Mía nunca vino a casa a dormir ni tenían ese tipo de relación. Era una amistad del colegio, nada más”, aclaró Silvia, que además desmintió que viajaran en el mismo asiento. “Delfina iba sentada con Nazira, otra de sus amigas, que gracias a Dios solo resultó herida y no le quedó ninguna secuela grave”, agregó.
Sin embargo, a otros chicos le quedaron cicatrices visibles en el rostro y en el cuerpo, y algunos necesitaron múltiples cirugías para recuperarse. También están aquellos que aún permanecen con dificultades de movilidad y hay una nena que sufrió la amputación de un brazo.
“Hay chicos que todavía siguen con traumas psicológicos y no pueden volver a subirse a un colectivo. Cada vez que ven uno, sienten pánico, como si volvieran a estar en ese momento. Tienen pesadillas recurrentes del accidente y no logran dormir bien. Otros se hacen pis encima, algo que no les pasaba antes”, describió Silvia.
En el cementerio de Benavídez, donde descansan los restos de Delfina, su familia la recuerda con amor y nostalgia. Su hermana Agustina lleva tatuado un corazón con piernas y brazos, un símbolo que para ellas encapsula la esencia de Delfina: “Era un corazón con patas”, aseguró su madre.
A 5 años de la tragedia, el vacío sigue siendo cada vez más inmenso. A pesar de que la justicia condenó al chofer del micro a 3 años y 8 meses de prisión efectiva, Silvia sigue enojada porque recién a principios de diciembre lo detuvieron. “Está alojado en una comisaría de José C. Paz a la espera de que le designen una cárcel para cumplir la condena”, contó. Su bronca también pasa porque este hombre nunca se contactó con ella ni con su esposo para pedirles disculpas o darles el pésame.
“La extrañamos todos los días. Era la luz de nuestra casa, siempre agradecida, siempre cariñosa. No hay palabras para describir cuánto la amamos y cuánto la extrañamos”, concluyó su mamá.