Si cierra los ojos, Joanna Lohman es capaz de recordar el instante en que el fútbol apareció en su vida: todavía era una niña y jugaba con su hermano y otros niños. Los entrenaba la madre de uno de sus amigos. “Sin saberlo, desde muy chica recibí un mensaje poderoso: una mujer podía ser la entrenadora de un equipo mixto”, dice. En ese entonces, nadie imaginaba que esa pequeña llegaría a ser una figura en la Selección de Estados Unidos, la más exitosa de la historia. Mucho menos que, tras su retiro en 2019, terminaría luchando por algo más grande que cualquier trofeo: la inclusión de las mujeres y la diversidad en el deporte.
A fines de octubre, Lohman estuvo de visita por Buenos Aires y participó de distintas actividades, entre ellas, la Marcha del Orgullo y una charla sobre deporte, género y diversidad organizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y la Embajada Americana en nuestro país. “Me sentí muy feliz de estar allí para el ‘Orgullo’ y de usar la diplomacia deportiva para dar visibilidad al colectivo LGBT y a los derechos que seguimos exigiendo y mereciendo. Fue realmente significativo trabajar con el embajador, Marc Stanley, y la Embajada de Estados Unidos en Argentina. Sentí que estábamos mostrando la unidad detrás de los Derechos Humanos y la Igualdad”, dice Lohman a Infobae.
“Creo que Argentina comparte similitudes con los Estados Unidos en términos de la situación política actual y cómo la comunidad LGBT siente que sus derechos podrían estar retrocediendo en lugar de avanzando. En ese sentido, ver a millones de personas en la Marcha del Orgullo, protestando y celebrando, fue muy impactante. Y, aunque valoro el progreso que se ha logrado, creo que todavía hay un largo camino por recorrer”, agrega la activista y destaca que lo que dice es “a criterio personal”.
Quién es Joanna Lohman
Joanna nació el 26 de junio de 1982 en Silver Spring, Estado de Maryland. Su primer gran salto deportivo lo dio cuando cumplió nueve años y entró al equipo de fútbol femenino de su ciudad. Desde entonces, la pelota se convirtió en el centro de su universo. No solo jugaba, sino que vivía el fútbol con una pasión que atravesaba cada entrenamiento y cada partido. Su talento la llevó a la Universidad de Penn State, un sueño posible gracias al Título IX, una normativa sancionada en 1972 que prohíbe la discriminación por género en la educación y, por extensión, en los deportes. “Sin esa ley, probablemente nunca hubiera llegado a donde estoy”, dice.
Pero el camino de Lohman no fue solo ascendente. Cuando estaba a un paso de convertirse en jugadora profesional, un giro inesperado sacudió sus planes: la liga de fútbol femenino en Estados Unidos quebró. Lejos de desalentarse, Joanna armó las valijas y salió al mundo, a jugar en clubes extranjeros; hasta que en 2012 nació la National Women’s Soccer League (la máxima división del fútbol profesional femenino en los Estados Unidos) y, con ella, la oportunidad de regresar a su país.
Volvió y lo hizo con tanta fuerza que, su despedida en 2019, con la camiseta del Washington Spirit, fue un homenaje más que merecido. “El fútbol fue una parte importante de mi camino hacia la autoaceptación. También me sirvió como una vía para establecer mi verdadera identidad”, aseguró en ese momento la atleta, una de las primeras futbolistas profesionales en declararse abiertamente lesbiana.
Ya fuera de la cancha, Lohman asumió su visibilidad como una responsabilidad. Desde entonces, dedica su tiempo a promover la inclusión de las mujeres y de las personas LGBT en el deporte.
—En comparación con otros países, ¿cuál es tu opinión sobre Argentina en términos de derechos LGBT?
—Me sorprendió gratamente lo progresista que es Argentina en términos de derechos LGBT y lo temprano que aprobaron el Matrimonio Igualitario en su país. Es increíble. Sin embargo, con la situación política actual que atraviesan actualmente, al igual que los Estados Unidos con la reciente victoria de Donald Trump, es difícil celebrar ese progreso cuando creés que las cosas pueden retroceder si no alzamos la voz, generamos conciencia y fomentamos la aceptación de las minorías.
—Siempre mencionás la gran influencia que tuvo el Título IX en tu carrera. ¿Cómo creés que esa normativa sigue impactando en el desarrollo del deporte femenino hoy?
—El Título IX fue una legislación innovadora que permitió el desarrollo de los deportes femeninos en Estados Unidos. Fue la base sobre la cual las mujeres pudimos despegar. Sin ella, probablemente nunca hubiera llegado a donde estoy. Hoy, con el crecimiento del deporte femenino, se entiende que fue solo una pieza del rompecabezas que seguimos armando. Nos tomó 50 años llegar a donde estamos ahora, lo cual refleja el trabajo constante y sostenido que venimos haciendo como atletas femeninas.
—Con la reciente victoria de Donald Trump sobre Kamala Harris, ¿te preocupa que esta regulación pierda fuerza?
—Sí. Me preocupa que con Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, muchas regulaciones y políticas sociales relacionadas con los Derechos Humanos puedan perder relevancia o su base legal. Por eso, es muy importante que continuemos luchando y nos unamos como comunidad, ya que sentimos que nuestros derechos están amenazados. Cuando Trump asumió su primer mandato, eso impulsó la Marcha de las Mujeres en Washington a principios de 2017. A diferencia de aquella vez, creo que estamos en un momento de reflexión sobre qué significa su vuelta para nuestro país y cómo vamos a seguir adelante.
—En tu opinión, ¿cuál es el mayor obstáculo que enfrenta el fútbol femenino en la actualidad y cómo podría superarse?
—El mayor obstáculo siguen siendo el sexismo y la misoginia. Es un sistema construido por hombres, para hombres, y estamos desmontando décadas de discriminación. Cambiar la cultura lleva tiempo, ya que durante muchísimos años se creyó que nadie quería ver deportes femeninos porque las mujeres no eran ni rápidas, ni fuertes ni hábiles. Ahora estamos creando nuestra propia narrativa, mostrando que todo el mundo ve deportes femeninos, lo cual no solo se refleja en el rating sino en la asistencia a los campos de juego. Poco a poco, estamos deconstruyendo esa cultura.
—Desde que comenzaste tu carrera, ¿qué cambios notás en la percepción de los deportes femeninos y LGBT?
—Los deportes femeninos han crecido de una manera que nunca imaginé. El fútbol femenino está explotando alrededor del mundo con ligas en Argentina, Inglaterra, España y Alemania. En cuanto a la comunidad LGBTIQ+, hemos visto avances en los deportes femeninos, pero no en los masculinos, donde la homofobia sigue siendo un gran problema.
—¿Y sobre los atletas trans? ¿Cómo sugerís que las federaciones deportivas equilibren la competencia con una inclusión justa?
—La inclusión de personas trans en el deporte es un tema clave, sobre todo en Estados Unidos, ya que despierta mucha polarización. Hay muchos que hablan sin estar informados. De momento, se está manejando Federación por Federación. En mi opinión, creo que en el nivel escolar los atletas deberían participar según el género con el que se identifican. Luego, en los niveles universitarios, profesionales y olímpicos, deben establecerse reglas justas y de sentido común que hagan sentir más equitativa la participación, tanto para los atletas trans como para los atletas con los que compiten. Es fundamental no discriminar, especialmente, a los jóvenes trans, quienes enfrentan mayores tasas de suicidio, ansiedad y depresión. No me parece justo quitarles su derecho humano a participar en el deporte con el género con el que se identifican.
—¿Qué consejo le darías a los deportistas jóvenes que quieren alzar la voz por la igualdad?
—El consejo que les daría es que tienen que estar listos para asumir los riesgos y las posibles consecuencias que puedan surgir. Los tiempos drásticos requieren de medidas drásticas. Así que, si realmente quieren ver un cambio dentro de su deporte, tienen que alzar la voz. Hoy pueden hacerlo a través de las redes sociales, pero no de manera individual. Yo les recomiendo que encuentren a una persona, a dos o tres que piensen igual y empiecen a “hacer ruido”, Empiecen a sacudir los árboles para ver qué cae. Comiencen a visibilizar la discriminación y, juntos, podrán generar un cambio significativo.
—Si mirás hacia atrás, ¿alguna vez imaginaste que te ibas a convertir en un referente por la inclusión de las mujeres en el fútbol y los derechos LGBT en el deporte?
—No, nunca lo imaginé. Soy parte de una generación que atravesó muchos fracasos en el fútbol femenino. Sobreviví a dos ligas fallidas para poder jugar en una tercera. Y, cuando me retiré, no estábamos en un lugar donde tuviéramos muchos seguidores o mucha audiencia en televisión. Por eso, ser testigo del crecimiento actual me parece increíble, porque fui una jugadora que realmente luchó por generar conciencia, popularidad y crecimiento, pero no pude verlo durante mi carrera. Así que estoy emocionada por el futuro y por las oportunidades que tendrán las próximas generaciones, entre ellas, la de mi hija Luna. Creo que solo seguirá creciendo más y más.