La pianista y productora musical que se reinventó con la tecnología y hoy su emprendimiento factura 30 millones de pesos al mes

Antes de abrirse camino en el mundo tech, Florencia Schenone tocaba instrumentos y daba clases de canto. El colapso de la industria discográfica con la llegada de Internet la llevó a replantearse su carrera. Se reinventó gracias al marketing digital y la publicidad online, dos áreas que le dieron la posibilidad de fundar su propia empresa y soñar con expandirse por Latinoamérica

Guardar
"Cuando la industria sufrió una
"Cuando la industria sufrió una transformación enorme con la llegada de Internet que afectó radicalmente el modelo de negocios basado en la venta de discos, tuve que reinventarme”, dijo Florencia

En un sector tan competitivo como la tecnología, y en un país donde emprender es todo un desafío, Florencia Schenone es un testimonio de perseverancia y obstinación. Cuando inició su carrera en el rubro, a principios de siglo, no tenía ni la experiencia ni el capital suficientes; lo único que le sobraban eran ganas de progresar. Hoy, esta mujer de 39 años lidera su propia empresa que factura $30 millones por mes y permite conectar a los usuarios con profesionales independientes y trabajadores calificados que realizan distintas tareas para el mantenimiento del hogar.

Su desarrollo profesional fue autodidacta y construido a través de cursos especializados. “Yo era productora musical y pianista, y mi sueño era trabajar para grandes compañías discográficas. Pero en 2003, cuando la industria sufrió una transformación enorme con la llegada de Internet que afectó radicalmente el modelo de negocios basado en la venta de discos, tuve que reinventarme”, recordó sobre la falta de oportunidades laborales en su anterior rubro.

Apenas egresó del secundario se puso a estudiar en la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA), donde se formó como técnica en sonido y grabación, complementando su interés por la calidad y el proceso de creación musical. En paralelo, comenzó la carrera de Administración de Empresas, en la Universidad Católica Argentina (UCA), pero solo hizo dos años.

Mientras terminaba sus estudios, aprendió a tocar la guitarra, el bajo y el piano. Y para mantenerse daba clases de canto en una escuela cerca de su casa. Todo lo llevaba adelante sin sobresaltos, hasta que su padre le hizo una advertencia. “Te vas a morir de hambre, más vale que te dediques a otra cosa”, le aconsejó.

El colapso de la industria discográfica con la llegada de Internet aceleró la decisión de replantearse su carrera, sumado a que con el tiempo entendió que los productores de música no tenían la vida que ella había soñado. “Lo más rentable no era dedicarse a la grabación de discos, sino ser manager y eso significaba que mi vida iba a ser de noche, acompañando artistas. Y yo no quería eso”, admitió.

“Yo quería estar más en la parte intelectual del armado de un disco que tenga ciertas características, que tenga valor, y que también sea pegadizo y se venda”, explicó. Fue así como le empezó a fascinar el impacto que tenía la tecnología en la música, y a hacer que un tema suba lugares en un ranking gracias a las plataformas digitales. “Todo esto lo terminé de entender cuando hablé con un productor de Los Pimpinela, que me dijo que la música se iba a reconfigurar”, añadió.

Inquieta y curiosa, Florencia empezó a explorar el mundo digital y a entender cuál sería su impacto en la música. Su primer empleo fue de asistente del CEO de una empresa de publicidad digital, un sector que le ofrecía un futuro más estable y en crecimiento.

El capital inicial que recibió
El capital inicial que recibió Florencia para fundar su primera empresa vino de parte de sus padres y familiares. "Me prestaron 100 mil dólares", recordó

Estudió community management y estrategias de pauta digital en plataformas como Google y Facebook, además de formarse en estrategias de marketing digital. Esos cursos le permitieron avanzar rápidamente en su carrera en tecnología, transformándose en una especialista en publicidad de performance móvil, lo que finalmente la impulsó a fundar su primera empresa, que obviamente no tenía ninguna relación con su profesión anterior.

Florencia no tuvo al inicio de su emprendimiento el apoyo de un fondo de inversión, ni contactos influyentes que abrieran puertas. El primer capital vino de su familia. “Fundé mi empresa en 2010 con el que era mi esposo en ese momento y el éxito nos acompañó. Firmas de renombre nos contrataron para que les brindáramos servicios de tecnología publicitaria innovadora y económica adaptada para smartphones”, contó la emprendedora que vive en el barrio porteño de Recoleta.

“Se trataba de una modalidad innovadora en la que no se cobraba a los clientes por colocar anuncios tradicionales en sitios web o plataformas, sino por acciones específicas realizadas por los usuarios finales, como descargar una aplicación o completar formularios. Esa táctica resultaba atractiva para grandes empresas que querían resultados concretos y medibles en sus campañas de adquisición de clientes”, explicó Florencia. La compañía llegó a facturar hasta dos millones de dólares al año.

Pero ese ascenso fulgurante no estuvo exento de sombras. En medio de ese auge, en plena pandemia, una empresa los demandó por fraude. La denuncia sostenía que uno de sus proveedores había manipulado los datos de descargas de la aplicación, generando registros falsos de usuarios y cobrando por ellos como si fueran reales. “Aunque nosotros no tuvimos nada que ver directamente con la manipulación, nuestra empresa era la responsable ante el cliente de la integridad de los servicios publicitarios”, admitió.

Las acusaciones de fraude no solo afectaron su reputación, sino que también pusieron en riesgo su negocio y su futuro en el sector. Aunque lograron probar que no fueron responsables de la maniobra fraudulenta y que el problema radicaba en un proveedor externo, el daño estaba hecho. El escándalo se divulgó ampliamente, afectando la confianza de otros clientes y complicando las posibilidades de la empresa para continuar operando. “Este episodio marcó un punto de inflexión en mi vida profesional. La empresa nunca se recuperó del todo y, finalmente, con mi socio-marido decidimos cerrar esa etapa y buscar un nuevo camino”, señaló

Actualmente, Florencia está al frente
Actualmente, Florencia está al frente de Manno, una app que conecta usuarios con profesionales que brindan servicios de mantenimiento para el hogar

Resurgir de las cenizas fue la única opción viable. Y aunque ya se había divorciado de su esposo decidieron volver a emprender juntos poniendo en marcha un modelo de app de servicios, que él ya venía planeando desde hacía meses. “La app Manno, que está por cumplir 4 años, permite conectar a trabajadores independientes con clientes, creando un sistema en el que las calificaciones y la reputación de cada proveedor de servicios para el hogar juegan un papel decisivo al momento de contratar”, precisó Florencia, quien hizo hincapié en su idea de “democratizar el acceso al trabajo en sectores desatendidos”.

Manno no nació en el entorno más favorable. Florencia y su socio destinaron tiempo y dinero para desarrollar una tecnología robusta, una plataforma que no compitiera solo por precio, sino por calidad de servicio. Para ello, necesitaron un sistema de calificación que asegurara la confianza de los usuarios en un entorno donde las expectativas de los clientes suelen ser bajas. “Al principio, Manno era un proyecto en el que perdíamos dinero mes a mes. Los pocos ingresos que generaban se reinvertían en promociones y cupones para atraer usuarios y convencer a los trabajadores de la app de que valía la pena ofrecer su mejor servicio”, recordó.

En ese contexto, Florencia enfrentó tiempo de sacrificios. Fueron tres años y medio en los que ni siquiera pudo pagarse un sueldo. Su vida personal se vio transformada: ser madre y empresaria le exigía días interminables, sin horarios, y una resistencia emocional que nunca imaginó necesitar. “Ver cómo cada mes no podía sacar ni un peso me desgastaba”, confesó. Durante ese periodo, el crecimiento de la aplicación fue lento y frustrante; Florencia dependía de sus ahorros y seguía buscando alternativas para mantener a flote su sueño.

Después de años de trabajar sin descanso, lograron captar el interés de empresas que comercializan electrodomésticos y equipos electrónicos en general con la propuesta de Manno. “Con esas alianzas logramos contratos de instalación de productos comprados por los clientes y el cambio fue inmediato. La app comenzó a generar ingresos regulares, y empezamos a crecer de manera exponencial”, enfatizó. El reconocimiento y la confianza en la marca aumentaron gracias al feedback positivo de los usuarios, con calificaciones promedio de 4.8 sobre 5.

En 2023, haber sido finalista del Women in Entrepreneurship, fue un punto crucial en la vida profesional. “Es un programa de Endeavor exclusivo para mujeres emprendedoras de todo el país cuyo objetivo es ayudarnos a potenciar nuestro negocios, generar contactos y fortalecer nuestra presencia en el ecosistema emprendedor”, especificó Florencia.

Durante el programa de tres meses, ella accedió a una formación intensiva que le proporcionó conocimientos clave en finanzas, asuntos legales y desarrollo de negocios, esenciales para fortalecer su capacidad emprendedora y su visión empresarial. “Me dio la posibilidad de conocer a grandes referentes del sector tecnológico, como Marcos Galperín, de Mercado Libre, y ejecutivos de Globant”, ejemplificó.

Florencia junto a otras mujeres
Florencia junto a otras mujeres emprendedoras en el rubro de la tecnología

Florencia también recibió una capacitación completa para perfeccionar sus habilidades en planificación de negocios, financiamiento y presentación ante inversores. Aprendió a preparar un pitch sólido y un business plan atractivo, herramientas que luego utilizaría para mejorar y proyectar su app hacia nuevas oportunidades de expansión.

Actualmente, Manno cuenta con una base de más de 30.000 usuarios y 3.000 trabajadores activos. “Llevamos publicadas más de 14.000 tareas en la plataforma. Desde albañilería y plomería hasta instalación de aires acondicionados y reparación de computadoras”, especificó Florencia.

“Fue como ver una luz al final del túnel. Sabíamos que iba a llegar el momento en que podríamos sostenernos y también remunerar nuestro esfuerzo”, se enorgulleció. “La empresa pasó de facturar 400.000 pesos mensuales a 30 millones de pesos al mes, impulsada por nuevas alianzas estratégicas con grandes marcas de retail y una creciente base de usuarios”, agregó.

Los planes de Florencia incluyen traspasar las fronteras de CABA, el AMBA, La Plata, Córdoba y Rosario para llegar a ciudades como Mendoza y Tucumán en los próximos meses. “Para el próximo año esperamos abrir una ronda de inversión para entrar en el mercado de Chile o México”, adelantó.

La historia de Florencia Schenone es la de una mujer que se abrió camino en el sector de la tecnología. Una emprendedora que superó las dificultades con la fuerza de su carácter, la inteligencia para adaptarse a los cambios y una determinación férrea. En la vida personal, también hizo sacrificios: trabajaba de sol a sol, combinando la maternidad con un proyecto que demandaba todo su tiempo y energía. Hoy, esa apuesta empezó a dar frutos, y su éxito inspira a muchas mujeres que ven en ella un ejemplo de lo que se puede lograr, aún en un ambiente hostil.

Guardar