En la página 153 de la primera edición del libro “Conocer a Perón”, Juan Manuel Abal Medina habla de las jornadas previas al 17 de noviembre de 1972. Ese día -hace 52 años- se produjo el primer regreso de Perón al país luego de su exilio y la proscripción provocados por la dictadura iniciada en 1955.
Abal Medina eligió para ilustrar cómo era el espíritu de aquellos momentos un texto de José María Castiñeira de Dios quien integró la comitiva que fue a buscar a Perón a Europa. El General vivía en Madrid, España, pero el avión que lo devolvió a la Argentina luego de más de 17 años de exilio, partió desde Roma. Castiñeira de Dios fue uno de los integrantes de la delegación que acompañó a Perón en su regreso.
El historiador peronista señala: “El día de la partida hacia Madrid, desde Ezeiza, fue una verdadera fiesta. Éramos más de un centenar y medio de militantes que, cada uno en su campo de actividad, había dado sus batallas, siempre en nombre y por amor al pueblo. Nos saludábamos y nos abrazábamos como jóvenes que salían hacia una expedición largamente soñada, sin medir riesgos. Nos rodeaban y nos empujaban los periodistas, los fotógrafos y camarógrafos, pero nosotros estábamos en otra cosa: habíamos sido honrados para cumplir la misión de retornar con el Líder después de su largo destierro, no tanto por haber sido expulsado de su propia Patria, sino por haber sido separado de su pueblo que lo esperaba con los brazos abiertos. La comitiva que se trasladó en el vuelo de Alitalia para acompañar a Juan Domingo Perón en su retorno del destierro estuvo integrada por 24 presidentes provinciales del Partido Justicialista y del distrito de Capital Federal, miembros en retiro del Ejército, Marina, Fuerza Aérea, del empresariado, de la CGT, de las 62 Organizaciones, ex funcionarios, ex legisladores, intelectuales, científicos, artistas profesionales, sacerdotes y deportistas. La lista había sido aprobada por Perón y se había conformado no con los mejores militantes, aunque todos ellos lo eran, y en grado sumo, sino convocando a quienes podían ser representativos de los diversos campos de actividad de la comunidad peronista. ¡Se hubiera necesitado más de mil aviones para trasladar a los millones de peronistas que se jugaron por el General en esos largos diecisiete años de su destierro! No fue exilio, fue destierro en el sentido estricto de la palabra: «Pena que consiste en expulsar a alguien de algún lugar o territorio determinado para que, temporal o perpetuamente, resida fuera de él». Y el pueblo, y nosotros, lo habíamos liberado de su ostracismo”.
Pasó más de medio siglo de aquel 17 de noviembre de 1972 cuando el General Perón volvió al país. La foto más simbólica de ese momento muestra-en blanco y negro- la sonrisa siempre gardeliana de Perón, su brazo derecho en alto, el gesto de felicidad, paraguas en mano, de José Ignacio Rucci, y la cara de preocupación de Abal Medina.
Esa foto fue publicada por todos los medios de comunicación de entonces. Perón había vuelto. La lluvia no había detenido a las decenas de miles de peronistas fueran a recibir a Ezeiza al líder proscripto. La dictadura de Alejandro Lanusse, sin embargo, impidió el contacto entre las masas y el General. Evitaron la llegada de los manifestantes a Ezeiza. Perón había regresado. Su vuelta definitiva al país se concretaría en junio de 1973, en una jornada teñida por la violencia que se apropió de la zona de Ezeiza en la que el General iba a hablarles a los argentinos.
Juan Manuel Abal Medina, el joven abogado de origen nacionalista y de mirada preocupada en la foto de la llegada del General era el secretario General de Movimiento Peronista. Un tejedor político que tenía como misión contener a los sectores en pugna dentro del justicialismo. Buscó un equilibrio permanente entre Montoneros y el peronismo tradicional. Un balance entre la Tendencia y los “sindicatos de Perón”. Entre la “juventud maravillosa” y las huestes de José López Rega. Fue perseguido por la dictadura que derrocó al gobierno de Isabel Perón. Pasó seis años dentro de la Embajada de México en la Argentina hasta que en 1982 consiguió salir del país e inició el exilio en el país que le había dado refugio en Buenos Aires.
Los militares, apenas asumidos, destrozaron su estudio de abogados y también su casa. No quedó un solo papel de los valiosos que poseía. Ni los personales ni los archivos del Movimiento. Allí, por ejemplo, había cartas de Perón a Abal Medina y a Héctor J. Cámpora en la que el líder indicaba cómo debía ser el tono de la campaña presidencial de 1973 que finalmente llevó a la Casa Rosada al “Tío”. “Cámpora presidente, Perón al poder” era la consigna que explicaba el modo de conducción del General.
Pero hay algunas piezas históricas que Abal Medina conservó. En realidad alguien las guardó para él y como no se las dio inmediatamente en aquellos días agitados de noviembre de 1972, llegaron hasta la actualidad. Sobrevivieron a la rapiña y la destrucción de la dictadura de Videla y Cía.
Abal Medina consiguió hacerse de varias publicaciones del 17 y del 18 de noviembre de 1972 en la que aparece, pelo engominado y gesto adusto, cerca del General en el momento en que volvió a pisar suelo argentino luego de 17 años de exilio.
Abal Medina explicó a Infobae cómo fue que logró preservar esas reliquias informativas del día del regreso de Perón.
“A los pocos días del 17 de noviembre de 1972 un querido amigo, cuyo nombre no es necesario revelar, pidió verme. Fue difícil en esos días, pero pude recibirlo y ahí me entregó para mi sorpresa las tapas de todos los periódicos que relataban los históricos sucesos del regreso, todos ellos ilustrados por la foto que pasaría a la historia”, señaló Abal Medina.
“Recuerdo que le agradecí tan grato presente, pero le pedí que las conservara él hasta que el General se hubiese ido del país así yo podría tener un poco de tiempo para ordenarlas en conjunto con toda la documentación de esos días para incorporar todo al Archivo del Movimiento. No pudimos coincidir y él retuvo ese material para entregármelo en el futuro. Fue una suerte”, explicó.
“Poco después del 24 de marzo de 1976 el lugar en el que entonces residía, la casa de Callao y Quintana donde vivían mis hijos mayores y mi estudio de la calle Reconquista, fueron saqueados por fuerzas militares que se robaron, entre muchas otras cosas, toda la documentación del Movimiento que yo guardaba junto con los recuerdos de aquellos años intensos. Enorme fue mi sorpresa cuando años después en uno de los primeros viajes que hice al país ese amigo me buscó y me entregó esas tapas que yo creí perdidas para siempre. Me relató que había intentado una y otra vez devolvérmelas pero que al andar yo siempre a las corridas sus intentos habían sido, felizmente, infructuosos”, agregó Abal Medina.
Las publicaciones que el amigo de Abal Medina preservó son:
- El diario La Razón del 17 de noviembre de 1972, cuyo título es: “Llegó Perón”.
- El número 477 de la revista Así del 17 de Noviembre de 1972. El título es: “Perón en la patria”.
- El ejemplar del diario Clarín del 18 de noviembre de 1972. En la tapa se lee: “Perón se traslada hoy a su nueva residencia”.
- El diario Crónica del sábado 18 de Noviembre de 1972. “Fue puntual la llegada a Ezeiza. No está preso: Perón en libertad de acción puede hablar en un estadio”.
- Una edición extra de la revista Siete Días Ilustrados publicada el 21 de noviembre de 1972. La nota principal lleva el siguiente título: “Un documento histórico: Perón en la Argentina”.
- La revista Hechos. Actualidad en el mundo del 21 de Noviembre de 1972. “Bienvenido mi general: historia gráfica de un regreso esperado”, dice la tapa.
Esos ejemplares que llegaron a manos de Abal Medina están ahora en el Museo Histórico Nacional. El dirigente que fue un estrecho colaborador de Perón donó el material -por sugerencia de su hijo Juan Manuel- para engrosar la colección de objetos simbólicos de la vida cotidiana, la cultura, la política y la economía de Argentina del siglo XX.
El dueño del gesto adusto en la recordada foto del día del retorno, Abal Medina, que en marzo próximo cumplirá 80 años, explica por qué donó las publicaciones: “Las he atesorado como uno de mis objetos más queridos todos estos años, pero entiendo que su mejor función será estar en el Museo Histórico Nacional para recordarles para siempre a los argentinos esa inmensa gesta del Regreso que el General Perón y el pueblo peronista protagonizaron ese inolvidable noviembre de 1972″.