Cuando era una adolescente, Francesca Gnecchi visitó un sexshop pro primera vez junto a su mamá. “Ella es una genia, me ayudó a elegir mis primeros juguetes y fue clave en mi educación sexual -explica la mujer en diálogo con Infobae-. Mis amigas en esa época venían a mi casa y le preguntaban cosas a mi vieja. Yo, además, le mostraba lo que me había comprado. También, miramos juntas con las chicas las primeras películas porno o eróticas. Eso era un montón para la época”.
Pese a que Francesca dice que no podría imaginarlo a sus 18, en ese momento estuvo la piedra inicial de lo que hoy es su emprendimiento Erotique Pink. Pasaron muchos años, hoy Gnecchi tiene 40, y tras varios años en el mercado del sexo, su proyecto fue elegido como el mejor del mundo por los XBIZ Europa Awards 2024. Se trata de los premios más importantes de la industria para adultos. Una vez al año se eligen los tops en categorías que van del cine porno, actores, actrices hasta los productos de placer, entre otras.
Camino al top mundial
“Ya en 2023 habíamos estado entre los diez mejores, pero jamás me imaginé que iban a elegir a Erotique. Competimos con los grandes jugadores de Europa y Estados Unidos -admite Francesca-. Creo que vieron en nosotros algo distinto en nuestra propuesta”. El emprendimiento de Gnecchi no es un sexshop tradicional. “Intenté salir del clásico local oscuro o escondido dentro de una galería. Sitios a los que no se acercaban las mujeres, por ejemplo”, explica. La mujer armó un espacio erótico cultural único en América Latina. Se trata de unos 80 metros cuadrados ubicados en el corazón de Palermo Hollywood, entre cafés de especialidad y bares. Allí, se combina una galería de arte erótico, un espacio para el dictado de talleres de educación sexual y una boutique con artículos que van desde vibradores, lencería erótica hasta elementos para practicar BDSM, por ejemplo.
Gnecchi cumplió con las premisas que tenía para un sexshop. No lo quería de colores rojos o negros, ni escondidos en el fondo de una galería comercial rodeado de otros locales vacíos. Erotique Pink tiene mucha luz y estantes a la vista en los que se exhiben juguetes sexuales, máscaras y lencería. El piso es de cemento alisado y una puerta gigante y liviana permite el acceso a este mundo de fantasías sexuales. “Nosotros vendemos con asesoramiento. Muchos sexólogos recomiendan Erotique para las terapias. Yo o mis amigas probamos cada nuevo artículo que ingresa al stock para tener la experiencia de primera mano y poder contar cómo funciona con precisión”.
Un sexshop fuera de lo común
Además, en los sexshops tradicionales los productos se exhiben en vitrinas muchas veces cerradas con llave o sin chance de poder tocarlos. “En Erotique Pink todo se prender y probar -cuenta Francesca-. Nosotros somos una guía en el negocio, pero al final el que elige es el cliente. También se puede experimentar toda la parte de cosmética, lubricantes, aceites y cremas”.
Luego de la primera visita a un sexshop y su iniciación sexual junto a su mamá y amigas, Francesca empezó a estudiar periodismo en la Universidad de Lomas de Zamora. “Igual siempre tuve claro que quería ser emprendedora. Primero tuve una agencia de comunicación durante unos 10 años. Y luego empecé con un blog propio con contenido sobre sexualidad”, cuenta Francesca.
Gnecchi quería especializarse, pero no convertirse en sexóloga. Entonces, cursó una diplomatura en el Centro de Estudios de la Sexualidad de Chile, focalizada en sexualidad humana. Luego, también hizo el posgrado de Periodismo Digital de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, TN y Google. Así, Francesca descubrió que además de escribir sobre sexo, podría crear un proyecto sustentable. “A mi blog sobre sexualidad, le incluí una sección de una tienda en la que empecé en el 2017 a vender algunos productos. Además, para esa misma época abrí Facebook e Instagram para subir contenidos. Así nació Erotique Pink”.
Durante la pandemia de coronavirus todo se aceleró y Francesca se dio cuenta que había un negocio para explorar. “Fue una explosión de ventas muy grande. Apenas se abrió la chance busqué este espacio para armar el sexshop que soñaba”, revela Gnecchi.
Al mismo tiempo, la mujer se tentó con el mundo del tantra. “Esto es mucho más que sólo la conexión sexual. Es eso, pero también elementos de meditación y budismo -sostiene Francesca-. En ese momento, tenía una pareja que no se copó con este tipo de conexión. Seguimos un tiempo más y después cortamos”. En ese sentido, la mujer explica que no hace falta que sus potenciales parejas se dediquen a este tipo de prácticas. “Me costaría mucho encontrar un hombre así - cuenta con una sonrisa Francesca-. Entonces, salgo y voy metiendo fichas sobre sexo tántrico a medida que nos conocemos”.
Especialista en sexo tántrico
El ingreso de Gnecchi al tantra significó un cambio en su vida que, a su vez, la impulsó a hacer crecer Erotique Pink, su emprendimiento. “Primero fui a un taller, como fuia muchos otros por mi curiosidad. Ahí descubrí en estas prácticas un mundo totalmente distinto, alejado de la sexualidad basada en la genitalidad. Me capacité y me convertí en facilitadora de sexualidad tántrica”, explica la mujer.
Cada mes, unas 300 personas se suman a los talleres de Erotique Pink, que suceden detrás de las cortinas que separan ese espacio exclusivo del negocio. El objetivo de Francesca es abarcar todo el abanico que existe de prácticas sexuales. Para eso, Gnecchi convocó a los referentes de cada área para que dicten talleres.” Empezamos con cuatro por mes y hoy somos una especie de escuela donde a la gente le genera confianza asistir. Hacemos talleres para parejas, para personas mayores, para la comunidad LGTB, incluso para gente con discapacidades. También tenemos opciones más lúdicas para despertar la parte sensorial. En todos fomentamos la comunicación, el consentimiento y el respeto hacia el cuerpo del otro, ya que en muchos hay interacción en duplas”, explica la mujer.
Los precios de los talleres arrancan en 18.000 pesos. “La dinámica es de mucho respeto en lo que sucede en esas clases. Nadie se sobrepasa, ni hace algo indebido. Todo se aclara desde el principio - explica Francesca-. Hacemos encuentros para parejas, para la comunidad LGTB, incluso para gente con discapacidades y para los que quieren probar el poliamor también".
Detrás de esos cortinados oscuros, en un espacio amplio una vez por semana se dan clases de masturbación. “En este caso, es un taller práctico también. Cada persona experimenta con su cuerpo, mientras sigue las indicaciones de la persona a cargo", revela Gnecchi. Otros de los talleres más concurridos es el de BDSM. “También son prácticos. Por ejemplo, una persona quiere probar el uso del látigo. Y otra quiere sentir lo que es recibirlos. Todo se hace en un ambiente seguro, controlado por especialistas".
Francesca, en tanto lidera otro taller de sexo tántrico. Allí, los que concurren también tienen una clase práctica de caricias y de cómo dejar la genitalidad de lado en el momento de tener un encuentro con otra persona. Los talleres, además, de espacios de juego y conocimiento sexual, son también momentos para conocerse con otras personas. “Funciona como un tinder cara a cara -explica Francesca-. Cuando empecé con el proyecto pensé que solo iba a ser para mujeres, pero hoy el público es combinado entre ambos sexos. Y lo interesante es que las personas que podés encontrar acá con total seguridad tienen una cierta apertura y deconstrucción. A los que ya vienen en pareja les suele pasar que descubren algo que no sabían que a su pareja le gustaba o que después de hacer algún taller se animan a tener nuevas charlas".
Otro de los eventos muy esperados de este sexshop, es el Erotique Experience. Esa noche, el espacio se convierte en una especie de teatro del sexo. “Hay mesitas, servimos buenos vinos y mientras tanto se dan los shows que pueden ser de BDSM hasta sexo tántrico con dos participantes", cuenta Gnecchi. Francesca exhibe el trofeo que ganó este año, pero no se detiene. Ya piensa en el futuro de su negocio. “La idea es armar un sistema de franquicias. Me ofrecieron abrir un sexshop para la comunidad gay y otro Erotique Pink en la zona norte del conurbano”, sostiene. Mientras proyecta, Gnecchi también sueña con que su marca llegue a alguna ciudad de Europa. La mujer recorre con la mirada todo el espacio de su negocio. Quizás en algún momento vuelva a su mente aquella imagen de cuando era apenas una adolescente y su mamá la llevó por primera vez a un sexshop. Quizás los destinos si están marcados, aunque cueste creerlo.