Los vecinos del barrio Luis Agote de Rosario fueron sorprendidos este miércoles por la noche al ver luces de colores en el cielo rosarino. En principio creyeron que se trataba de un Objeto Volador no Identificado, como se suele asociar cuando este tipo de fenómenos ocurre cerca de la atmósfera. Pero poco después se supo que se trataba de dos paracaidistas vestidos con luces de colores.
Los más curiosos captaron el momento a través de videos que compartieron en “X”, donde se puede escuchar el tono de sorpresa preguntándose de qué se trata, mientras otros aseguran que se trata de Ovnis. Exclamaciones como “están girando… coordinados”.
La secuencia comienza con dos luces en el cielo, una claramente color azul y otra que pasaba del color verde al blanco. Debido a que el cielo estaba totalmente despejado, las dos personas que sobrevolaban entre los edificios, se podían ver con facilidad.
Otros testigos del momento dijeron a Rosario3 que vieron “luces verdes y azules en el cielo como un fogonazo que se dividió en tres.”
Los causantes de este revuelo resultaron ser dos hombres que se movían en parapente, con trajes luminosos. El primero en aterrizar en el cantero central de la avenida costanera Estanislao López, llevaba luces azules en sus pantalones y se podía ver fogonazos tipo bengala mientras descendía.
En tanto, su compañero, estaba completamente iluminado de verde, dado que las luces estaban esparcidas en todo el cuerpo.Afortunadamente, no había transeúntes caminando sobre el área en el que cayeron. Sin embargo, por el horario en que ocurrió este inusual hecho, muchas personas se encontraban haciendo ejercicio en los alrededores.
Además, se puede ver varios autos circulando por Av. Carballo, incluso también un ciclista, frente al complejo de torres “Dolfines Guaraní”, que se compone de dos edificios gemelos: Maui y Dolfines, de 45 pisos cada uno y 137 metros de altura. Todo ocurrió en la zona conocida como Puerto Norte, muy cerca del parque y del río.
Al momento, se desconoce el nombre de los hombres que protagonizaron el vuelo, uno en un parapente con los colores de Rosario Central y el otro de Newell’s Old Boys, los dos equipos representativos del futbol local.
Un salto que rompió el récord
En un intento por establecer un nuevo récord mundial, los argentinos Alejandro Montagna y Marcelo Vives realizaron un salto nocturno en caída libre desde una altitud de 13.000 metros, superando así la marca anterior. Este evento tuvo lugar en Estados Unidos y fue el resultado de un año de preparación y una considerable inversión económica. La hazaña los convierte en los primeros en lograr un salto nocturno a gran altitud desde tal altura, según información disponible.
La obsesión de Montagna y Vives por experimentar la sensación de caer libremente desde un avión a miles de metros de altura se remonta a 25 años atrás. Sin embargo, el salto desde 13.000 metros representa un desafío mucho mayor que los saltos tradicionales desde 2.000 o 3.000 metros, que suelen durar unos 45 segundos. Para alcanzar esta nueva meta, los saltadores utilizaron un avión capaz de ascender rápidamente a la estratósfera equipados con tubos de oxígeno para soportar las condiciones extremas.
El récord anterior de salto nocturno a gran altitud pertenecía a Andy Stumpf, quien en enero de 2019 saltó desde 36.000 pies, aproximadamente 10.973 metros. La motivación de Montagna y Vives fue superar esta marca y alcanzar un nuevo nivel en el paracaidismo nocturno, impulsados por el deseo de romper barreras y explorar nuevos límites.
La preparación para este salto incluyó no solo el entrenamiento físico y técnico necesario, sino también la logística de coordinar un vuelo a tal altitud y las medidas de seguridad requeridas para un salto de estas características. La combinación de estos elementos permitió a los argentinos lograr su objetivo y establecer un nuevo estándar en el mundo del paracaidismo.
“Al principio, durante el primer minuto, Marcelo y yo no sabíamos si estábamos sobre la zona de aterrizaje o no. La visual era muy confusa desde tanta altura. Igual ya no había nada que hacer. Pero Taylor (el tercer paracaidista) que conoce muy bien la zona, rápidamente identificó las luces de una prisión grande que está a unos 5 km, y al sur de eso vio las balizas de rescate marino que habíamos puesto sobre la pista”.