Para el reconocido infectólogo Fernando Polack, la puesta en marcha de su proyecto “Alamesa” significaba una gran apuesta. No solo por todo lo que implicaba el complejo hecho de lanzar un emprendimiento, sino porque además sabía que lo que estaba materializando era una idea disruptiva en Argentina: un restaurante atendido solamente por personas neurodiversas, el único de este estilo en la región.
En febrero de este año, a pocos días de que el local abriera sus puertas al público en el barrio porteño de Cañitas, Polack aún no podía imaginarse cómo iba a ser la recepción de su iniciativa en la gente. Sin embargo, esa duda que en aquel momento generaba muchos escenarios posibles, hoy finalmente tiene una respuesta: el ambiente creado dentro del local ubicado en la calle Maure al 1600 logró construir una atmósfera tan sana y amigable que hace que nadie quiera quedarse afuera.
Ocho meses después del ingreso de los primeros comensales, el impulsor de la idea asegura en diálogo con Infobae que su restaurante “reúne lo mejor de Argentina”, en referencia a que su ambiente genera un clima de unión que deja de lado cualquier tipo de diferencias. “Por eso nuestra premisa es que siempre haya lugar para todos”, señaló sobre el local donde trabajan 40 jóvenes con capacidades diferentes.
Todos ellos tienen en promedio 27 años y se identifican bajo el adjetivo “neurodiversos”, el cual incluye distintas condiciones como el espectro autista, problemas madurativos y algunos otros que aún no están totalmente caracterizados.
En el restaurante, los chicos cubren todas las tareas: desde la recepción de los clientes, hasta la atención en las mesas, la caja y la cocina. “Les abrió las puertas a un futuro distinto. Cualquier persona con una discapacidad, una vez que cumple los 18 años, tiene una vida enmarcada por actividades ya pautadas o acompañados de sus papás. Muchas veces lejos de vínculos sociales. En cambio, Alamesa les muestra, tanto a ellos como a gente con sus mismas características, que pueden tener una vida diferente a esa”, explicó Polack a este medio.
Durante estos primeros meses en funcionamiento, el infectólogo -que llevaba al menos dos años trabajando en la idea y cuya hija Julia, de 25 años, es una de las que trabaja en el local- comprobó la importancia de que los jóvenes neurodiversos se sientan productivos y, sobre todo, independientes. Con el equipo del restaurante como ejemplo, señaló: “Tienen un trabajo en blanco, cobran su sueldo y lo gastan como quieren. Además, tienen roles fundamentales en el local, no secundarios, con lo cual asumen su responsabilidad y se sienten importantes”.
En este sentido, también remarcó como un pilar clave para una integración real el hecho de que en el ambiente del trabajo los chicos formen un grupo de amigos y entables vínculos sociales que puedan seguir fuera del ambiente laboral. Una experiencia de la que muchas veces quedan excluidos porque no son considerados en el mundo profesional.
De marzo a noviembre, Alamesa logró ser reconocido en el mundo gastronómico porteño por su excelente atención, obteniendo una puntuación de 4.9 puntos sobre 5 en las recomendaciones de Google. Además, ya tiene más de 120 mil seguidores en su cuenta de Instagram y brindó atención a decenas de famosos, como Abel Pintos, quien hace pocas semanas fue comensal y causó revuelo entre los jóvenes trabajadores que son fanáticos de él. “Estaban felices”, recordó Polack sobre aquel día.
Lo más importante de este balance es que el restaurante se convirtió en un ejemplo y una motivación para chicos con otras discapacidades, quienes ven en el personal del lugar una nueva posibilidad para ellos. El dato fundamental es, desde la apertura del local, Polack ya recibió más de 1.400 currículums de jóvenes que manifestaron sus ganas de trabajar allí.
La cantidad de solicitudes motivó al infectólogo a entablar diálogos con el Poder Ejecutivo y Legislativo a fin de avanzar en la creación de leyes que incentiven a los empresarios y emprendedores a contratar jóvenes con capacidades distintas, según reveló a Infobae. Un paso que será fundamental para profundizar un cambio de paradigma que ya comenzó. “El tema de la discapacidad no es ajeno a nadie y en general une a todos. No hay diferencias en este sentido”, indicó.
Para la creación de Alamesa, Polack estuvo varios años trabajando. Todo se originó con una idea que fue tomando forma hasta que finalmente se materializó. En una entrevista anterior con este medio, había detallado: “Varios temores nos acechan a los padres de jóvenes con neurodiversidad y esos miedos se intensifican una vez que los chicos pierden el espacio simbólico que les da la inserción escolar. El primero de esos miedos es la incertidumbre que intuimos en el futuro de nuestros hijos cuando nosotros no estemos más. Y de ese temor habla todo el mundo. Pero la mayor angustia, rara vez verbalizada, es ver a nuestros hijos ingresar en la edad adulta hacia un larguísimo devenir sin propósito claro”, dijo.
Y recordó sobre el surgimiento: “Las familias viven inundadas de palabras de sus psicólogas, maestras, terapistas, directoras; palabras de quien sintiera que debía, quería o tenía algo que decir. Y ahí, yo me cansé de tanta meta-existencia y le dije a mi hija: ´Basta de palabras, vamos a trabajar´. Así nació Alamesa”.
El proceso previo a la inauguración, las averiguaciones y la creación de un esquema de trabajo que sea aplicable al proyecto del restaurante que Polack planeaba quedó registrado de comienzo a fin en un documental producido por el director Juan José Campanella y su equipo, el cual muestra desde el trabajo realizado hasta el día en que el local finalmente abrió sus puertas. El film será presentado próximamente en Alamesa y también estará disponible en salas de cine y plataformas.
Las reservas se hacen a partir de la cuenta de Instagram @alamesaresto o Google Maps: alamesaresto