A Donald Watson le bastó escuchar los gritos de un chancho y ver cómo su tío le clavaba un puñal en el cuello, avivando que serían la cena familiar, para decidir nunca más volver a comer animales. Tenía 12 años y unos minutos antes, ese cerdo correteaba a su lado. Él mismo había acariciado ese cuello que antes sus ojos se había convertido en una cascada de sangre.
No pudo dormir. La mirada desesperada de ese animal pasó a vidriosa hasta quedar entumecida. Esa secuencia lo persiguió por días. Por años, quizás. En 1944, luego de abandonar la Unión Internacional Vegetariana decidió fundar la Sociedad Vegana y proclamar al veganismo como una posición ética contra el uso, abuso y explotación de todas las especies animales. Pero fue Leslie Cross quien, luego de 7 años, terminó por definir la doctrina del veganismo: “El ser humano debe vivir sin explotar a los demás animales”. Se fundó el movimiento que actualmente representa al 10 % de la población del mundo.
Uno de ellos es el actor Joaquin Phoenix, vegano desde sus 3 años. La 93ª edición de los Premios Óscar significó para él el punto más alto de su carrera: había interpretado por primera vez al Joker y se llevó todos los aplausos. Desde su día de estreno ya se lo señalaba como nominado a la estatuilla que finalmente lo consagró como “Mejor Actor”, en 2020.
Fue su gran momento y decidió utilizar las cámaras para recordar a su hermano y, sobre todo, para invitar a reflexionar a todo el mundo: por primera vez en ese escenario se habló de los derechos de los animales. A los presentes, como a toda la audiencia, no les quedó más que escuchar.
“Nos sentimos con el derecho de inseminar una vaca y cuando ella da a luz, le robamos a su bebé”, advirtió. Al salir de allí del salón, junto a su ahora esposa, la actriz Rooney Mara, pidió hamburguesas veganas y las comieron sentados en unos escalones, alejados de la multitud. A las pocas horas, participó de una acción directa con el grupo Los Angeles Animal Save.
El niño asustado que inició un movimiento y la definición que le dio el fabricante de alimentos
Darse cuenta de que la finalidad de esos animales en la granja donde pasaba los veranos era terminar en las brasas lo paralizó y lentamente fue cayendo en cuentas: vacas, gallinas, ovejas y caballos estaban allí para morir o, con suerte, para servir a su tío, granjero. No fue un cambio temporal: a los 12 años se hizo vegetariano y a los 18 años, Donald dejó de lado todos los derivados de origen animal.
Hasta ese momento, 1943, formaba parte de la Vegetarian Society de Londres, junto a su amigo, Leslie Cross, fabricante de productos alimenticios. Cross cuestionó: “la leche y sus derivados son productos del dolor, el sufrimiento y la interferencia abominable a la ley del amor” y Watson argumentó que para las vacas la pérdida de sus crías es comparable a la pérdida de un hijo para una madre humana. Luego, indagó entre los demás miembros si también rechazaban los lácteos por lo que significaba ese consumo para los demás animales. De igual manera, rechazaron los huevos, pero la guerra que padecía Europa en ese momento hizo que prácticamente no existieran en los mercados. Así, comenzaron a usar diferentes términos para identificar a quienes se oponían al consumo de lácteos.
Ya en 1944, continuando en ese diferenciación, se crea el término “vegano”, tomando el principio y fin de vegetariano. Para afianzar la idea, Watson y Sally Shrigley pidieron a la Vegetarian Society crear un subgrupo, lo cual no tuvo éxito. Nació la Vegan Society: el 1 de noviembre de 1944 se escribió el primer manifiesto de esa sociedad, que resultó ser una primera idea de lo que sería el veganismo. Ese mismo día se publicó el primer volumen de “The Vegan News”, una publicación manuscrita y copiada a máquina en la que expusieron su pensamiento: la abolición de la explotación animal.
En 1946, Watson fue elegido para presidir la Vegan Society y en 1949, Leslie Cross publica el artículo “In Search of Veganism”, abordando la definición del veganismo como “el principio de la emancipación de los animales de la explotación a la que les somete el ser humano”. Recién en 1951, Cross (vicepresidente de la Vegan Society) da forma a la definición real: “El veganismo es un principio: el hombre no tiene derecho a explotar a las criaturas para sus propios fines”. Ahondando en su teoría sostuvo que “el objetivo de la sociedad será poner fin a la explotación de los animales por el hombre”. Más tarde, amplió el término e incluyó los demás aspectos de la vida, no sólo la alimentación.
Finalmente en 1974, 27 años después, Cross reafirma la definición: “Veganismo significa y siempre significará la filosofía del que ser humano debe vivir para su propio progreso sin explotar a los animales”.
“Dos años antes de que formáramos una sociedad democrática, literalmente dirigí el espectáculo. Por la respuesta que tuve, miles de cartas, siento que si yo no hubiera formado la Sociedad, alguien más lo habría hecho, aunque podría haber tenido un nombre diferente. La palabra vegano fue inmediatamente aceptada y se convirtió en parte de nuestro idioma y ahora está en casi todos los diccionarios del mundo, supongo”, recordó Watson, nacido en 1910 en Mexborough, un pueblo minero en Yorkshire del Sur, en Inglaterra, y en una familia en la que todos se alimentaban de animales, como era costumbre. durante la última entrevista que brindó el 15 de diciembre de 2002.
A los 34 años fundó The Vegan Society y acuñó el término “vegano”, definiendo una “filosofía de vida basada en la empatía y la justicia hacia los animales”, recordó el carpintero, oficio que heredó de su padre. Desde ese espacio, publicaba el periódico mensual—que él mismo realizó a mano— y fue pionero en exigir que se reconociera a los animales su capacidad de sentir, lo que recién sucedió el 7 de julio de 2012 con la Declaración de Cambridge.
Durante sus 95 años de vida, Watson abogó por la abolición de toda forma de explotación animal, un ideal que creció hasta convertirse en un movimiento global. A pesar de los desafíos sociales con los que se encontró, nunca dejó de lado sus principios, convencido de que el veganismo representaba algo más profundo que modas pasajeras. “Tener la conciencia tranquila”, decía, era la mayor ventaja. El legado de Watson y Cross se consolida como el rechazo a cualquier forma de crueldad hacia los animales y continúa expandiéndose globalmente, inspirando tanto a nuevas generaciones como a comunidades enteras hacia un cambio más consciente.
Usar el micrófono en los Óscar para hablar de las vacas
Joaquin Phoenix no siempre tiene un libreto en las manos. Muchas veces, las ocupa con pancartas, banderas y alguna reproducción de animales mutilados a causa de alguna industria. Esto significa que además de vegano es activista por los derechos de los animales: fue portavoz de las organizaciones PETA y de Animal Equality, y reclama políticas a favor del medio ambiente y también de Amnistía Internacional.
Además, puso voz a documentales como Earthlings, uno de los más impactantes, en el que él mismo narra cómo los seres humanos utilizan a otras especies animales para su propio beneficio.
Sin dudas, uno de sus momentos cumbres fue cuando luego de recibir su primer Óscar como “Mejor Actor”, por el Joker, utilizó su tiempo para agradecer en escasos segundos, pero puso todo su énfasis en llevar su activismo por los animales sobre ese escenario.
“El mayor regalo que me ha dado el cine es la oportunidad de usar mi voz para los que no la tienen”, inició su discurso. “Creo que, ya sea que hablemos de la desigualdad de género o el racismo o los derechos de los homosexuales, o los derechos de los indígenas, o los derechos de los animales, estamos hablando de la lucha contra la injusticia. Estamos hablando de la lucha contra la creencia de que una nación, un pueblo, una raza, un género, una especie, tiene el derecho de dominar, usar y controlar a otro con impunidad”, continuó y fue interrumpido por una ovación.
Con un gesto, pidió no aplaudir sino escucharlo. Se lo notaba concentrado y buscando, quizás, a manera de decir todo lo que por años militó en pocas palabras. “Muchos de nosotros somos culpables de una visión egocéntrica del mundo, y creemos que somos el centro del universo. Entramos en el mundo natural y lo saqueamos por sus recursos. Nos sentimos con derecho a inseminar artificialmente una vaca y robar su bebé, aunque sus gritos de angustia sean inconfundibles”.
A eso agregó que piensa que las personas tienen miedo de los cambios porque creen que tienen que renunciar a algo, pero los seres humanos son tan creativos e ingeniosos que “cuando usamos el amor y la compasión como principio, podemos crear, desarrollar e implementar cambios que son beneficiosos para todos los seres y el medio ambiente”.
Phoenix es vegano desde los 3 años. Ver cómo mataban a un pez fue el motivo. Quedó impactado. “No quiero causar dolor a otro ser vivo”, dice cada vez que recuerda esa situación. El aclamado actor participa activamente de acciones, campañas y publicidad que ponen de manifiesto el sufrimiento de los animales.
Así, participó de acciones directas (poniendo su propio cuerpo) en activismos del grupo Animal Equality, con el que denunció los efectos de la ganadería industrial en el planeta y los animales. “Cuando se es testigo del horror que viven los animales a puerta cerrada en las granjas y mataderos de todo el mundo es imposible no sentirse afectado y darse cuenta de que hay que hacer algo drástico para detenerlo”.
Durante una de esas acciones, hizo foco en la responsabilidad que cada persona tiene en la lucha contra el cambio climático: “A veces creo que no se está hablando lo suficiente sobre el impacto de la industria cárnica y láctea en el cambio climático. La gente no está en pánico y debería estarlo. Son tiempos difíciles”, advirtió el actor.
En 2005 narró el documental Earthlings (Terrícolas) de Shaun Monson, que describe cómo la industria trata a los animales. También protagonizó Guardianes de la Vida, un cortometraje desde el cual reclamó la necesidad imperativa de tomar acciones para contrarrestar la emergencia climática. Phoenix es también promotor y productor de la película The Animal People, que trata sobre activismo y derechos animales.
En 2018, Dominion fue parte del documental australiano dirigido por Chris Delforce que aborda el abuso animal en varias maneras y ámbitos, como animales de granja. También fueron parte su mujer, Rooney Mara, y la cantante Sia.
En enero de 2020, a pocos días de llevarse el Globo de Oro como mejor actor por su interpretación del Guasón, fue detenido por la policía, junto a un grupo de manifestantes, acusado de obstruir la vía pública mientras realizaba la marcha Fire Drill Fridays, que concientiza acerca del cambio climático, convocada por Jane Fonda. No fue todo, a horas de consagrarse llevarse el premio a mejor actor en los SAG, participó de la vigilia del activismo de Los Angeles Animal Save, y le dio de beber agua a unos cerdos antes de entrar al matadero. A los dos días de consagrarse con el Óscar por esa película, Phoenix salvó a una vaca y a su cría destinadas a un matadero: “Nunca más van a sentir la crueldad del ser humano”, dijo conmovido en un video difundido por la organización Farm Sanctuary.
Antes de “vegano”
Aunque no tenía nombre propio, quedaron registros de pensamientos y posturas que dan por hecho la postura de abstenerse al consumo de productos de origen animal antes del siglo XX.
Ya en 1830, se registró la palabra “vegetariano” para referirse a quienes no comían ningún producto animal y cuya alimentación estaba basada en plantas, lo que hoy se conoce por su término anglosajón “plant based”.
Desde el siglo XIX, la idea de una alimentación sin productos animales comenzó a tomar forma como una propuesta ética de respeto y cuidado hacia todos los seres.
Décadas más tarde, voces como las del escritor Rupert Wheldon y la activista Muriel Davies comenzaron a cuestionar el sufrimiento y la explotación animal, despertando una sensibilidad que cruzaba lo ético y lo estético, la compasión y la lógica. En 1944, Donald Watson, desde la Vegan Society, declaraba ante la prensa que “una vaca siente la pérdida de su cría con la misma tristeza de una madre humana, un llanto que algunos no logran oír y otros nunca podrán ignorar”.
Esa convicción se convirtió en un movimiento que se extiende por el mundo, una resistencia silenciosa y creciente cuyo impacto es evidente: naciones como India, donde un 12,5% de la población vive bajo filosofías que honran la vida animal.
En Latinoamérica, el despertar es palpable: en Brasil, un 2,1% de las personas eligieron esta postura y en Argentina el veganismo y el vegetarianismo suman cinco millones de voces que, al unísono, buscan un cambio. Esta transformación global refleja un deseo profundo de volver a conectar con la naturaleza y cuestionar una vez más el lugar que ocupamos en ella.