Hace seis años, Yuyo llegó a la vida de Carina y la de su familia. La mujer es proteccionista de animales y luego de que la policía rescatara al caballo que apenas supera el metro de alto mientras era sometido a la tracción a sangre en el sur del conurbano bonaerense, ella se convirtió en su guarda. Convencida de que el pequeño caballo ya había sufrido lo suficiente, con total amor lo llevó a su vivienda, una casaquinta.
“Desde que lo tenemos con nosotros, se convirtió en un miembro más de la familia. Yuyo no soporta el peso de nadie sobre su lomo. No es una mascota, no carga a nadie ni para jugar, es un integrante más al que cuidamos”, asegura la mujer que, conmocionada le dice a Infobae que este miércoles 30 de octubre, la justicia argentina puede tener un nuevo e importante precedente en cuanto al derecho animal, si condenan al hombre que el primero de agosto de 2023 lo sustrajo de su propia casa.
El juicio oral se realizará en el Juzgado Correccional N° 1 de Morón, donde por primera vez se juzga la sustracción de un caballo, y todo queda en manos de la doctora Giselle Torrandell, de turno. La jueza es quien decidirá si en el hecho hubo o no delito y qué pena le cabe al imputado por hurto.
El día que Yuyo fue sacado de su casa
Era el martes 1 de agosto de 2023, cerca de las 6 de la tarde. Carina hacía la limpieza de la casa y del patio, mientras, como todos los días, Yuyo pastaba. Como vive en una zona de quintas, “el viejito”, como cariñosamente llama al petiso de 16 años, a veces se colaba en la casa del vecino para comer un poco de su césped. Lo que siempre tuvo permitido.
Pero para que no pasara los límites de la vivienda y se quedara en la vereda, Carina decidió atarlo con una soga para mayor seguridad. Todas las alertas se encendieron cuando su hijo mayor le avisa: “¡Mamá, Yuyo no está!”.
Primero pensó que se desató para cruzar a la casa vecina. Le preguntó y su respuesta negativa terminó por asustarla. “En esta zona es muy frecuente el robo de caballos”, lamenta. No se quedó quieta. Comenzó a explorar en las cámaras de seguridad y ahí vio cómo el hombre con el torso desnudo lo desata y se lo lleva caminando para el lado de la ruta.
El dolor invadió a la mujer. “Pensaba en que otra vez lo harían tirar de un carro, porque a los carreros no les importa que sea tan chiquito. Si cuando fue rescatado estaba tirando de uno... Fue víctima de la tracción a sangre”, recuerda con pena.
En ese momento, la rescatista inició una campaña en las redes sociales, y el video pronto se hizo viral entre los proteccionistas de la zona declarados en estado de alerta.
“Empezamos a buscarlo por todo el barrio, por los depósitos y las chatarrerías. Por allí, no hay carros grandes con caballos, pero sí carros ambulantes y pensamos que lo tenían trabajando”, recuerda. Al no encontrarlo, realizó la denuncia en la comisaría Primera de Merlo y en la DDI de Morón, sede en Merlo Norte.
Mientras pasaban las horas, los días y no había noticias de Yuyo, la angustia se acrecentaba. “Pensaba que alguien se lo llevó para consumo, para faenarlo y vender su carne. También hay mucho cuatrerismo en esta zona”.
El fin de la angustia
Diez días después, gracias al trabajo y a los allanamientos realizados por la Fiscalía N° 4 de Morón, a cargo del Dr. Marcos, Yuyo fue rescato el 11 de 2023 por la DDI Policía de Investigaciones Delegación Departamental XI de Morón, a cargo del Comisario Inspector Silvero Juan y Nahuel Curvello, Jefe de Investigaciones de DDI.
“Gracias a la ayuda de la gente que se involucró, logramos dar con la camioneta que fue la que se lo lleva y lo escondieron en una casa. Gracias a la DDI de Morón y a la Policía de Investigaciones pudimos dar con esta gente y ellos realizaron los allanamientos correspondientes ordenados por el fiscal Marcos, no recuerdo el nombre completo, a cargo de la UFI 4. Gracias a todo ese trabajo en conjunto, ellos pudieron encontrar al hombre que lo hurtó y recuperamos a Yuyo”, revive Carina.
Aunque el animal estaba bien, la mujer lo notó nervioso y bajo de peso, sobre todo. “Sabemos que lo vendieron aunque no pudimos saber para qué fin, pero nos dieron a entender que para que vuelva a tirar de un carro.Estaba totalmente cambiado: le cortaron las crines, la cola, lo habían rasurado y estaba muy hambriento, sediento y muy estresado y nervioso”, lamenta el recuerdo e imagina las penurias que el animal debió haber pasado en esos días que para ella fueron de tristeza.
Eso no fue todo: un veterinario que revisó a Yuyo constató que también tenía lastimaduras, y que una lesión crónica en una de sus patas, debido a sus años de explotación en la tracción a sangre, había empeorado y estaba rengo.
“Cuando se lo llevaron, que lo llevaron de tiro en una camioneta y lo pasearon por toda la localidad para poder esconderlo, lo forzaron a una caminata salvaje, a la que no estaba acostumbrado porque nosotros no lo usamos para nada. Nosotros a los caballos no los usamos. Él es un integrante más de la familia y todo el barrio lo quiere. Pero, lamentablemente, la gente que se dedica a robar equinos, generalmente, les producen daños que nos cuesta años revertirlos. Los azotan en la cara hasta dejarlos ciegos. Por eso es tan importante denunciar y buscarlos cuando los roban”, implora.
El Día D
Las imágenes mostraron que cuando el sujeto se apropia de Yuyo no medió fuerza ni agredió a nadie, lo desató y se lo llevó, y eso caratula ese hecho como hurto y no robo, para lo que el Código Penal indica que debe existir “fuerza en las cosas o con violencia física en las personas”.
“Que de todas maneras se lo condene es lo que marcaría un precedente porque acá se roban cualquier cantidad de caballos de familias; o sea, caballos que son considerados como hijos, prácticamente y nunca nadie es sentado en el banquillo de los acusados y ésta es la primera vez que esto sucede”, dice con algo de bronca Carina. Hasta esta instancia, sin el patrocinio de un letrado, llegó sola con el asesoramiento de algunas de las ONG de las que es voluntaria.
“Con este sujeto llegamos a tener una mediación en la él quería pedir solamente unas disculpas, pero opté por no aceptarlas y continué con el proceso legal para que él pueda, de alguna manera, hacerse responsable de sus actos. En algún momento les corresponde ser juzgados por lo que hacen. Aparentemente tendría antecedentes, entonces le resulta más fácil pedir disculpas por lo sucedido y listo. Pero, no. No quise que fuera así y preferí esperar hasta avanzar con el juicio”, subraya su accionar.
Esperanzada en que haya alguna condena ejemplar, finaliza: “Yo tengo que ir al juicio como testigo, como damnificada del hecho; y este hombre será juzgado y puede tener una condena, que no será de cárcel, pero seguramente sea de alguna multa... Lo que sea, será importante si es sentenciado porque de ser así sentaría un importante precedente que se juzgue el hurto de un caballo”.