La comunidad judía de Buenos Aires tendrá la oportunidad de vivir y compartir el Sucot, una festividad que trasciende las generaciones y las fronteras uniendo al pueblo judío en torno a su historia y su fe, en distintos puntos de la ciudad. Del 16 al 23 de octubre, las Sucot públicas permitirán a los visitantes participar activamente en la celebración, ya sea diciendo las bendiciones o disfrutando de la experiencia de habitar temporalmente en una Sucá.
Este evento, uno de los más importantes en el calendario judío, conmemora la protección divina brindada al pueblo de Israel durante su travesía de 40 años por el desierto tras su salida de Egipto. La festividad, organizada por Jabad Argentina, invita a la comunidad a participar en los rituales tradicionales, entre ellos la bendición de las cuatro especies y la construcción de las Sucot, cabañas temporales que rememoran las moradas del pueblo judío en el desierto.
“Es la época más alegre del año judío. Y justamente se destaca porque comemos y pasamos siete días en la cabaña, en la Sucá; especialmente el miércoles por la noche”, señaló el rabino Tzvi Grunblatt
“La Sucá quiere decir cabaña y evoca, como dice el texto bíblico, a la cabaña en la cual Dios hizo residir al pueblo judío en su travesía por el desierto 40 años, desde que salió de la tierra de Egipto hasta que llegó a la tierra prometida y tomó posesión de Israel”, precisó el rabino.
“Dentro de esta cabaña Dios hizo recibir a unas nubes de gloria. Nubes de protección que rodeaban al campamento hebreo, protegiéndolo fundamentalmente del sol, de la inclemencia del tiempo, pero también protegiéndolo de sus enemigos. Las flechas que pegaban en esas nubes que rodeaban al campamento rebotaban. Eran millones de personas trasladándose por el desierto. Si hubiera habido subidas y bajadas, hubiera sido una travesía imposible. Estas nubes nos acompañan y nos protegen con la protección divina”, agregó sobre la “protección permanente que tiene el pueblo judío”.
“Son 3300 años desde que los Yehudim celebran la fiesta de Sucá, de Sucot. Y obvio, es algo inquebrantable. Es algo motivo de alegría, motivo de celebración. Pero la Sucá a su vez, implica unión, porque todos los que están bajo el techo de la azúcar están envueltos en la unión”, enfatizó el rabino al recodar que hoy el pueblo judío está en guerra.
“En este momento tan difícil, donde parte de nuestro pueblo está en guerra y el mundo está convulsionando, seguimos celebrando. ¿Por qué? Porque el primer lugar, el primer espacio donde se logra ganar la guerra, es en el espacio interior, en el espacio de la espiritualidad, en el espacio de la convicción, en el espacio de la paz interior, de la convivencia interior. Es ahí donde se gana la guerra y eso es indoblegable”, enfatizó.
En Buenos Aires, Jabad Argentina dispuso cinco Sucot en puntos estratégicos para que todos puedan acercarse a hacer la bendición. Las ubicaciones incluyen: Distrito Arcos, Avenida Scalabrini Ortiz y Avenida Corrientes, Florida y Avenida Corrientes, Dot Baires Shopping y Abasto Shopping.
La Sucá es una estructura temporal construida con cuatro paredes y un techo de vegetación cortada. Según la tradición, estas cabañas simbolizan la protección divina manifestada a través de las “Nubes de Gloria” que rodearon al pueblo judío durante su travesía por el desierto. Este techo debe proporcionar más sombra que sol, pero permitir ver el cielo, recordando que la seguridad viene de Dios y no de las estructuras físicas.
Las cinco Sucot en CABA
La construcción de la Sucá y vivir en ella durante la semana de Sucot tiene un doble significado: no solo rememora la protección divina hacia el pueblo judío, sino que también sirve como un recordatorio de la fragilidad humana y la dependencia constante de una fuerza superior. Al salir de la comodidad del hogar y habitar temporalmente en estas cabañas, los judíos reafirman su vulnerabilidad y confianza en la protección divina.
La forma de la Sucá, que según la tradición debe tener al menos dos paredes completas y una tercera parcial, se asemeja a un brazo que simboliza un abrazo divino. Esto está basado en el versículo del Cantar de los Cantares (2:6) que dice: “Y con su brazo derecho (Dios) me abraza”. Esta imagen refuerza el mensaje de que, tras el juicio del Iom Kipur, Dios acoge a su pueblo y lo protege.
El Talmud menciona que, teóricamente, todo el pueblo judío podría utilizar la misma Sucá, simbolizando la unidad esencial de todos los judíos, sin importar sus diferencias. De hecho, esta unidad se manifiesta en el precepto de las cuatro especies, donde cada judío, con sus características únicas, es una parte necesaria para completar el conjunto.
Precepto de las cuatro especies: Lulav, Etrog, Hadas y Aravá
Durante Sucot, los fieles también cumplen con el precepto de las cuatro especies, compuesto por Etrog (un fruto similar al limón), Lulav (una rama de palmera datilera), Hadas (tres ramas de mirto) y Aravá (dos ramas de sauce).
El Etrog, con su buen aroma y sabor, simboliza a quienes destacan tanto por su sabiduría como por sus buenas acciones. El Lulav tiene gusto (por los dátiles) pero no aroma, y representa a aquellos que poseen conocimiento pero carecen de buenas obras. El Hadas tiene aroma pero no sabor, simbolizando a quienes realizan buenas acciones pero no tienen conocimiento. Finalmente, el Aravá, sin sabor ni aroma, representa a quienes carecen de sabiduría y buenas obras.
La unión de estas cuatro especies en un solo ramo refleja la unidad del pueblo judío, donde cada individuo, independientemente de sus características o nivel espiritual, tiene un papel importante. Solo al juntar las cuatro especies es posible realizar la bendición, lo que subraya la importancia de la interdependencia entre todos los miembros de la comunidad.