A las 08:30 del 11 de marzo de 1983, casi un año después del comienzo de la guerra de Malvinas, la corbeta argentina Guerrico navegaba al sur de la península de Valdés con sus radares apagados y en silencio EMCON (es decir, sin emitir señales). Según el sitio especializado en temas de Defensa británico Thin Pinstrip line, que tuvo acceso a informes desclasificados, la tripulación del navío argentino desconocía que su derrotero estaba siendo monitoreado por el submarino de la Royal Navy HMS Osiris en pleno Mar Argentino. El artículo añade que la nave británica, mientras navegaba con la orden de seguir cada movimiento de la fragata, estaba en posición de combate y llevaba a cabo “patrullas secretas de recopilación de inteligencia frente a la costa argentina”.
En el artículo se señala que luego del conflicto del Atlántico Sur, a pesar que todos percibían que nuestro país había abandonado sus intenciones bélicas, la Royal Navy mantuvo un despliegue de submarinos en la región para espiar las actividades militares de nuestra Armada. El texto indica expresamente que “se asignó a la Royal Navy la tarea de estar lista para la guerra contra Argentina mucho después de que el conflicto hubiera terminado”. Mientras la mayor parte de la Task Force regresó al Reino Unido, en Malvinas permaneció un submarino nuclear de ataque (SSN) “para apoyar al Comandante de las Fuerzas Británicas (CBFFI)”. De acuerdo a la información, el operativo se enfocó en “recopilar información estratégica y mantener un nivel de disuasión militar creíble en caso de que surgiera una nueva amenaza”. Según los archivos históricos que citan, “la guerra fue un ejemplo de manual de cómo la fuerza submarina de la Royal Navy, excelentemente entrenada, podía tener un impacto estratégico en la conducción de operaciones”. Y citan un mensaje del 24 de enero de 1983 –referido a Michael Heseltine, miembro del parlamento y flamante Secretario de Estado de Defensa de en ese momento, que “acordó que el SSK (Submarino convencional) HMS OSIRIS se desplegara temporalmente en el Atlántico Sur para reforzar el SSN que ya estaba en la zona. Esto fue en respuesta a una solicitud del CBFFI, a la luz de evaluaciones de inteligencia sobre una mayor amenaza argentina, y se consideró importante aumentar nuestra capacidad de vigilancia submarina en la zona”. Esto fue informado a la primer ministro Margaret Thatcher el 26 de enero.
La orden que recibió el HMS Osiris, replica, fue “dirigirse directamente a un área adyacente a la costa de Bahía Balance (SIC, se presume que es Bahía Blanca) y Mar del Plata, para llevar a cabo vigilancia de las rutas de navegación, monitorear el tráfico aéreo de los aeropuertos militares regionales y recopilar inteligencia sobre la clase de submarinos SSK 209 argentinos con base en Mar del Plata”.
En un memorándum que transcriben y estaba dirigido al Secretario de Estado para la Defensa, se indica que el HMS Osiris fue desplegado, además, por lo que suponían que podía suceder el 2 de mayo de 1983, cuando se cumpliera un año del hundimiento del Crucero General Belgrano, torpedeado por el submarino nuclear Conqueror: “El Secretario de Estado también debe saber que el aniversario del hundimiento del General Belgrano (2 de mayo) coincide con el próximo relevo de SSN (de HMS Valiant al HMS Courageous). Por lo tanto, el Comandante de las Fuerzas Británicas contará con dos submarinos nucleares en la zona durante este período.”
El HMS Osiris era un submarino de la clase Oberon, botado en 1964, que fue operativo hasta 1989, diseñado para misiones que iban desde patrullas convencionales hasta operaciones de fuerzas especiales y recopilación de inteligencia. Durante la guerra, tuvo como misión principal la detección de minas. Terminó sus días vendido a la armada canadiense para ser desguazado y sus partes usadas como respuestos.
Según Thin Pinstripe Line, el navío zarpó desde el Reino Unido y arribó a aguas argentinas el 27 de febrero de 1983. El objetivo del HMS Osiris, subrayan, era “observar el tráfico naval y aéreo, y obtener información sobre los submarinos argentinos”. En el artículo se indica que el HMS Osiris se ubicó frente a la Base Naval Mar del Plata durante diez días, y que el informe que redactó su capitán (que no identifica), señala: “Las operaciones se realizaron a profundidad de periscopio en aguas poco profundas, entre 15 y 40 millas de la costa argentina. El mar por lo general estaba calmo y la intensa bioluminiscencia, el agua clara y el fondo arenoso se sumaban a los peligros operativos”. Para ocultarse, explican, navegaron a la vieja usanza, guiados por sextantes y la posición de las estrellas, sin usar ningún dispositivo electrónico como el DECCA. El informe reservado del submarino añade que “se obtuvieron imágenes frente a Mar Del Plata y entre Cabo Rama y Punta Castre (SIC). Se observaron luces de costa y dispositivos de navegación a distancias de hasta 39 millas. Varios edificios de Mar Del Plata eran visibles a 30 kilómetros durante el día”. El informe señaló, además, que había un importante tráfico de buques mercantes.
También reportaron dos incidentes que calificaron “de interés”. El primero sucedió a las 11.15 de una mañana, a 50 millas de Mar del Plata, cuando detectaron el sonido de sonar a unos 40 kilómetros: era el rompehielos Almirante Irízar. “Se hizo una buena grabación del sonar” de sus “cuatro hélices girando 158 veces por minuto”.
El segundo fue el contacto con la corbeta Guerrico, cuando el HMS Osiris había dejado la zona costera de Mar del Plata y se dirigía al sur. Dice el sitio: “Se encontraba realizando un barrido frente a la costa argentina. Su sonar tipo 2007 detectó un contacto a 20 mil yardas (18 kilómetros) y la búsqueda del periscopio detectó un solo mástil que proporcionaba contacto visual. Un seguimiento más cercano, aproximadamente a 8 mil yardas reveló que se trataba de un buque de guerra. Y a 5 mil yardas, que era una corbeta A69″. En ese momento, informó el capitán, el submarino estaba sumergido a 120 pies: “La clasificación inicial fue la de un buque mercante de un eje y cuatro palas. La detección promedio de tales contactos ha sido de 35 a 40 mil yardas. El A69 es obviamente un barco silencioso con detección inicial a sólo 20.000 metros”. El contacto duró 40 minutos en total.
Como conclusión, indicaron la ausencia de amenazas inmediatas. No obstante, la nave británica se mantuvo en la zona para conocer cuál era el nivel de la actividad naval argentina en la región, ya que –de acuerdo a la información suministrada en el artículo–, la Armada Argentina planeaba “importantes ejercicios navales”, y citan un memorándum oficial que expresa: “aunque no hay indicaciones de una intención agresiva, solo por razones de recopilación de inteligencia, parecería sensato mantener el SSK (Nota: un tipo de submarino convencional) en la zona mientras continúa esta actividad”.
Pero no fue sólo durante 1983 que sucedieron este tipo de operaciones. El artículo explica que la Royal Navy mantuvo su presencia “durante gran parte de los primeros años de la década de 1980″. Y asegura que “la mayoría de los ejercicios navales importantes de Argentina casi con certeza tuvieron observadores encubiertos de la Royal Navy presentes bajo el agua, observando, grabando y escuchando”. Luego, continúa la cita, “hacia finales de la década de 1980, sin embargo, varios factores contribuyeron a la reducción de estas operaciones. Los problemas técnicos en los reactores de los submarinos nucleares, junto con los recortes presupuestarios y la disminución de la amenaza argentina, llevaron a que la presencia de submarinos en el Atlántico Sur se volviera menos frecuente”. Sin embargo, deja entrever que los submarinos continuaron desplegándose durante los ejercicios navales argentinos a comienzos de la década del ‘90.
Mariano Sciaroni (abogado y magister en Estrategia y Geopolítica) es autor de “Malvinas, tras los submarinos ingleses (Instituto de Publicaciones Navales, 2010), había anticipado esta presencia en un artículo que publicó en 2010 en El snorkel, órgano de la Comunidad Submarinista Latinoamericana. Luego de analizar la publicación de Thin Pinstriped Line de este 21 de septiembre, le dijo a Infobae que “el artículo es muy verosímil, porque toma documentos del National Archive. Por la información, son archivos desclasificados hace muy poco o bastante oscura. Es decir, que es pública pero nadie tiene acceso. Esto corrobora en forma oficial lo que escribí hace 14 años. Porque aquella información la obtuve en forma extraoficial con relatos de tripulantes o alguna noticia que se había filtrado”.
Para poner el contexto esta nueva revelación, Sciaroni subraya que “después de la guerra, los británicos tuvieron el temor de alguna recuperación de Malvinas o alguna acción ofensiva por parte de Argentina. Por lo tanto desplegaron submarinos. Lo que tiene el submarino es que cuando sale del puerto uno no sabe si está allí o no. Los enviaban a 12 millas y a veces entraron dentro de ellas. De hecho, en 1987 el Sea Lion apareció en Malvinas con dos ‘dagas’, que significa que hicieron una operación de comandos en territorio hostil en el Atlántico Sur. Y no había otro enemigo en el Atlántico Sur para Inglaterra que Argentina. En otro caso, el Courageous, que menciona este artículo, se metió dentro de una flota pesquera argentina y sacó el periscopio para que los buques argentinos reportaran su presencia. Y como no lo veían sacó la vela entera, para decirle a la Armada ‘miren que estoy acá en capacidad de hacer daño’. Esa es la disuasión. No es un tema menor, porque hoy Argentina carece de capacidad antisubmarina, aunque nuestra Armada hizo detecciones de submarinos que no eran propios, en aguas territoriales o en aguas cercanas. Esos submarinos, se entiende, podían ser británicos. La mayoría de esos contactos están clasificados. Esto no es extraño para la Armada”.
A principios de la década del ‘90, la clase Oberon de submarinos fue retirada del servicio y de los 12 submarinos clase Upholder que planeaba sumar la Royal Navy sólo se construyeron cuatro. El informe señala que la presencia en el Atlántico Sur se redujo al 42% de los años de la posguerra de Malvinas. Un memorándum al Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINAF), señaló: “En resumen, dada la futura reducción en el tamaño de la flota de SSK (submarinos nucleares), ya no será factible planear el despliegue de SSK al Atlántico Sur después del final de este año”. La conclusión del memorándum fue contundente: “No hay ninguna indicación de una amenaza militar creíble argentina contra las Malvinas, ni ningún signo de una intención política argentina de hacerlo en un futuro.”