La vida y la obra del Padre Pío de Pietrelcina: curaciones, acusaciones de fraude y profecías del santo de los estigmas

Francisco Forgione nació el 25 de mayo de 1887 en un pueblito cerca de Nápoles, y murió el 23 de septiembre de 1968 en San Giovanni Rotondo, como el Padre Pio. La historia de uno de los santos más populares de Italia, a 56 años de su desaparición física y que en 2002 fue canonizado por el papa Juan Pablo II, en la ceremonia más multitudinaria de la historia de la iglesia

Cada 23 de septiembre, en los aniversarios de su desaparición física, tiene lugar la fiesta litúrgica de San Pío de Pietrelcina. En el barrio porteño de Pompeya se encuentra el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya donde se venera un mitón del Padre Pio

En tiempos de incertidumbre, las historias de milagros y sanaciones atribuidas a figuras santas conforman un faro de esperanza para muchos fieles. El Padre Pío es un caso emblemático: canonizado el 16 de junio de 2002 por Juan Pablo II en una Plaza de San Pedro abarrotada, es el santo italiano que convoca a más devotos en el globo. San Pío podía interpretar los corazones, manifestarse en más de un lugar al mismo tiempo, fue un sacerdote exorcista, acechado por el demonio y perseguido por la Iglesia, que llegó a acusarlo hasta de fraude.

Se cumplen 56 años de la partida física del padre que patentó la frase “reza, ten fe y no te preocupes”. Había nacido con el nombre Francisco Forgione el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, en la provincia italiana de Benevento, cerca de Nápoles. Su madre lo bautizó con el nombre del patrono de Italia, San Francisco de Asís, del cual era devota. Fue un niño muy introvertido: pasaba las horas rezando frente al altar de la iglesia de Santa Ana.

Su vocación se manifestó a partir de los 8 años. Cuando inició su formación religiosa con los frailes capuchinos, Grazio, su padre, emigró a la Argentina para poder pagar sus estudios. A los 15 años, comenzó a vestir la túnica franciscana y tomó el nombre de Fray Pío de Pietrelcina. El 10 de agosto de 1910 fue ordenado sacerdote en Benevento. Aunque en 1916 se instaló en San Giovanni Rotondo, donde viviría hasta su muerte, debido a la fragilidad de su salud regresaba con frecuencia a su pueblito natal. Dos años después, en 1918, contrajo la gripe española, una pandemia que se cobró millones de vidas. Pero él se salvó.

En plena Segunda Guerra Mundial, el Padre Pío inició su obra más grande: el hospital Casa de Alivio del Sufrimiento, en San Giovanni Rotondo. Cuando hablaba de este proyecto con sus hermanos sacerdotes, ellos expresaban que sería imposible concretarlo en medio de la guerra. Sin embargo, gracias a la generosidad de millones de devotos, pudo construirlo. Inaugurado el 24 de julio de 1954, llegó a ser uno de los hospitales más importantes de Italia.

"Cuántas veces me ha sacado de la cama y me ha arrastrado por la habitación”, decía el Padre Pío sobre su interacción con el demonio

Su lucha contra el demonio

En una carta del 18 de enero de 1912, dirigida al padre Agostino, el Padre Pío se expresaba con estas palabras sobre Satanás: “Él ha venido a mí casi asumiendo todas las formas. Desde hace varios días, me viene a visitar, junto con otros de sus espíritus infernales armados de bastones y piedras. Lo que es peor es que ellos vienen con sus semblantes. Cuántas veces me ha sacado de la cama y me ha arrastrado por la habitación”. El Padre Pío se convirtió en exorcista. Siguiendo la metodología de exorcismos de Jesús, decía en tono firme y marcado: “¡Cállate! ¡Basta! ¡Márchate!”. Después de estas palabras, el poseído conseguía la calma. En una única oportunidad, antes de la liberación, el maligno habría gritado: “Padre Pío, nos molestas más que San Miguel”. Otro cura exorcista, el padre Tarcisio da Cervinara, que presenció ese hecho, le preguntó al Padre Pío si había escuchado las palabras del Diablo y el santo le respondió: “Satanás me tiene miedo”.

El misterio de los estigmas

En su biografía oficial, se relata que el 5 y el 7 de agosto de 1918 fue “traspasado el corazón por un misterioso personaje celestial, armado de una lanza; el corazón se parte, las vísceras están estiradas”. Narra, a su vez, que pierde sangre “por todas partes, saliéndole parte por la boca”. El 20 de septiembre de ese año recibió los estigmas. Al principio fueron solo pequeñas heridas, pero unos meses después se agrandaron. Si bien los estigmas eran un hecho extraordinario que convocaba a millones de fieles, no tardaron en llegar las calumnias y la difamación que, por otra parte, lo hicieron blanco de sucesivas inspecciones canónicas y del estudio de un gran número de médicos. El Padre Pío resistió con gran paciencia cada una de esas afrentas.

Una enorme feligresía se abarrotaba para oír sus largas homilías y observar sus estigmas, que el sacerdote ocultaba con mitones. El Padre Pío dedicaba hasta 18 horas diarias al sacramento de la confesión. Pero las autoridades eclesiásticas de la época dudaron de él y le prohibieron por varios años salir de su celda, celebrar misa, contestar cartas y escuchar confesiones. De acuerdo con lo expresado en sus datos biográficos, sin explicación racional alguna, los estigmas del Padre Pío permanecieron abiertos por cincuenta años. Tras su muerte, ocurrida el 23 de septiembre de 1968, desaparecieron sin dejar ninguna señal.

Los fenómenos místicos que experimentó despertaron sospecha en la comunidad eclesiástica: hubo gente que afirmaba que todo eso era un engaño

El científico Pietro Gerardo Violi, médico de la Casa de Alivio del Sufrimiento, dio su opinión científica sobre los estigmas del Padre Pío en una entrevista concedida al diario italiano Avvenire: “Como hombre de ciencia y de fe, puedo decir que me encontré algo extraordinario. Hay preguntas que la ciencia y la medicina no pueden explicar. Donde no llega la ciencia entra la fe”.

“Esas heridas tienen características inexplicables -agregó el doctor Violi-. Por cincuenta años nunca se modificaron, permanecieron siempre iguales en tamaño, forma y actividad. Un hecho raro, ya que todavía no existían los antibióticos, porque en Italia se empezaron a usar en 1948. El médico se pregunta por qué nunca se infectaron. Si fueran lesiones humanas, se agrandarían. Mientras que una persona con una mínima lesión en el pie, en el talón, no se mueve, él caminaba sobre sus llagas, hacía sus actividades diarias. Además usaba las manos normalmente. Como se ve en las fotos de su última misa, Padre Pío tenía los estigmas, que después de pocas horas, cuando murió, desaparecieron completamente, sin dejar cicatriz. Desafío a cualquier científico a darme una explicación”.

Otros religiosos como San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, Santa Rita de Casia, Santa Magdalena de la Cruz, la Beata Ana Catalina Emmerick y Teresa Neumann también portaron en su cuerpo las llagas de Jesucristo. Pero los estigmas del Padre Pío fueron quizás los más estudiados del mundo. A causa de estas heridas sangrantes, sufrió terribles dolores a lo largo de su vida y llegó a perder hasta cien gramos de sangre arterial diaria.

Los restos del Padre Pío de Pietralcina, expuestos en la Basílica de San Pedro para la veneración de los fieles. Una postal del 6 de febrero de 2016 en el Vaticano

Profecías y milagros

En 1947, cuando Karol Wojtyla era apenas un joven sacerdote, fue a San Giovanni Rotondo y se confesó con el fraile capuchino. Dejando en evidencia su don de profecía, el Padre Pío le advirtió que un día sería Papa. En el centenario del nacimiento de Francisco Forgione, ya convertido en el Papa Juan Pablo II, fue a arrodillarse en la tumba del fraile de los estigmas y le dijo a los capuchinos: “Hagan que camine este hermano vuestro. Dense prisa. Este es un santo que tengo que hacer yo”. Finalmente, el 16 de junio de 2002, fue canonizado por el Papa polaco y consagrado como San Pío de Pietrelcina.

El Padre John Zeller, un sacerdote franciscano compartió testimonios extraordinarios que capturaron la atención de creyentes y no creyentes por igual. Según relató el sacerdote al portal Aci Prensa, se habrían constituido hechos milagros de fieles que se acercaron a orar y tocar una reliquia del Padre Pío. Uno de los más recientes y conmovedores atribuidos al Padre Pío ocurrió en el Santuario del Santísimo Sacramento en Hanceville, Alabama, durante la fiesta de la Virgen de Fátima. El evento reunió a una gran cantidad de fieles que fueron a orar y a recibir bendiciones especiales.

En esa ocasión, el Padre Zeller se encontraba rezando mientras sostenía la reliquia del guante del santo capuchino, conocido por haber cubierto las llagas de la estigmatización que el Padre Pío llevó en vida. Entre los asistentes, se encontraba una mujer que padecía un dolor muy fuerte que atravesaba la pierna hasta el pie. Zeller rezó por ella. Después la mujer volvió a su sitio y le dijo a su esposo: “Estoy curada”.

En otra oportunidad, el Padre Zeller fue a visitar una pareja amiga cuya hija padecía una infección de oído que “parecía que no desaparecería”. Primero le acercó el guante del santo a la joven. Luego, el sacerdote explicó: “No pude sostenerla porque no sabía qué estaba pasando, estaba un poco asustado de que algo le hubiera pasado”. Sin embargo, la madre dijo que “estaba en el descanso en el espíritu”. La joven se curó de la infección y no volvió a recaer, según aseveró el cura al portal de noticias.

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