Diez días antes de ser asesinado por una ráfaga de ametralladora Carlos Mugica no se había ido de la Plaza de Mayo. El 1° de mayo de 1974 las columnas de Montoneros dejaron la concentración convocada por el entonces presidente y máximo líder del justicialismo, el general Juan Domingo Perón. Resonaban aún esos dos calificativos que el viejo presidente les lanzó a los jóvenes que luchaban armados por “la patria socialista”: les había dicho “imberbes y estúpidos”. Aquel día Mugica había marchado al frente de una columna del flamante Movimiento Villero Peronista Leales a Perón.
Mugica, fundador del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, el más destacado de los curas villeros y abiertamente identificado con el peronismo, se quedó con Perón. No siguió a los Montoneros. Si bien Mugica había tenido expresiones que lo acercaron a la lucha armada, luego se manifestó en contra de la posibilidad de matar, aunque estaba dispuesto a morir, especialmente por los desposeídos. La relación entre Mugica y Montoneros se rompió definitivamente luego del 25 de septiembre de 1973 cuando la organización terrorista asesinó a José Ignacio Rucci, por entonces secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT) a quien Perón consideraba “un hijo”. Tiempo atrás el cura había hecho públicas sus diferencias también con José López Rega, la cara más visible de lo que se llamó el peronismo de derecha.
Aquel primer día de mayo, Mugica y los que respaldaban a Perón entonaron la consigna: “¡Estamos conformes, mi General!”. Pero los Montoneros, enfrentados abiertamente con el presidente luego de que asesinaran a Rucci, respondieron: “¡Conformes, conformes; conformes, General; conformes los gorilas; el pueblo va a luchar!”. Mugica estaba con Perón y contra los Montoneros. Así lo había expresado un comunicado del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo de la Capital Federal, el 29 de abril de 1974, que criticó los “modelos ideológicos elitistas para juzgar la presente coyuntura”. Pero como eso no bastara para sentar su posición, lo reafirmó cuando se publicaron declaraciones suyas el 30 de abril de 1974 en la revista Las Bases. Esa publicación se presentaba como “El órgano oficial del Movimiento Nacional Justicialista”, y cuya dirección en los papeles era ejercida por Norma López Rega de Lastiri, hija de la mano derecha de Perón y esposa del diputado y ex presidente interino Raúl Lastiri. En aquel número previo a la convocatoria a la Plaza de Mayo los tres “colaboradores especiales” de la revista eran Perón, María Estela Martínez -más conocida como Isabelita- y José López Rega. El título de tapa era claro y conciso: “Por qué estamos conformes”.
“Yo, fundamentalmente, creo que a un gobierno hay que juzgarlo por sus hechos. En este sentido, sería imposible resumir en pocas líneas todo lo que se hizo”, sentenció Mugica en aquella nota. Y agregó: “La preocupación por los ancianos y los niños; las viviendas que se están haciendo y las que ya se entregaron; los aumentos a los jubilados; el deporte propulsado para las grandes masas populares, y el haber logrado la concertación de voluntades, la coincidencia entre las grandes mayorías nacionales hacia la unidad”. También mencionó “la clara, digna y firme actitud frente a los Estados Unidos, que ha convertido a la Argentina en un país líder de Latinoamérica”. “Todo esto indica, claramente, un criterio cristiano. Por eso estoy conforme”, concluyó el cura.
Días después, Mugica, que había viajado en el avión que trajo de regreso a Perón a la Argentina, se convirtió en el primer religioso asesinado en medio de la violencia política que caracterizó al país en los años setenta. Ocurrió la noche del 11 de mayo de 1974, en la calle Zelada 4771 del barrio porteño de Villa Luro, en la puerta de la iglesia San Francisco Solano. Sin mediar aviso, once disparos indiscretos impactaron en su cuerpo para acabar con su vida, no así con su causa.
Homenaje
A medio siglo del crimen, la Universidad del Salvador organiza una actividad en homenaje a su memoria. La actividad se denomina “Educando en el Compromiso y la Fe. A 50 años de su partida” y se llevará a cabo el jueves 19 de septiembre. Es organizada por la Facultad de Ciencias Sociales y el Vicerrectorado de Formación, de esa casa de estudios,
La jornada comenzará a las 17 en el Microcine de la Facultad de Ciencias Jurídicas, ubicada en Callao 660. Allí se proyectará la película: Padre Mugica. A la hora de la luz. Luego, Walter Peña, el director, hará un breve comentario sobre la coyuntura histórica. Más tarde, se llevará a cabo un conversatorio en el Salón San Ignacio de la Universidad del Salvador, Tucumán 1845.
Los expositores son el Obispo Vicario General de Buenos Aires, Gustavo Oscar Carrara, y el Padre Andrés Tocalini, docente de Teología y Ética de la USAL. La charla será moderada por Gabriela Agosto, decana de la Facultad de Ciencias Sociales.
El crimen de Mugica
El sábado 11 de mayo de 1974, a las 20:15, el padre Carlos Mugica fue brutalmente asesinado. En una nota de Infobae publicada para el aniversario de la muerte del religioso, Aldo Duzdevich cuenta que el 1° de mayo, Carlos fue al acto a apoyar a Perón. Allí fue abucheado por algunos jóvenes que se retiraban de la plaza. Aquel enfrentamiento entre los que se mantenían leales a Perón y los que cuestionaban la conducción del General y bregaban por la lucha armada se trasladaron también al interior del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Allí -escribió Duzdevich- habían surgido tres sectores “los movimientistas” donde militaba Mugica, los del “peronismo critico” cercano a la Tendencia y los de “izquierda” cercanos al troskista Ejercito Revolucionario del Pueblo ERP.
El historiador y periodista Marcelo Larraquy cuenta en otro texto de Infobae que la el día en que fue asesinado, un hombre abordó a Mugica después de una homilía, a la salida de la parroquia San Francisco Solano. Le dijo “padre Carlos…”, como le decían todos, le disparó quince balas con una ametralladora y se fugó en un Chevy color verde claro, con techo vinílico negro, que lo esperaba. Antes de las 22 de ese mismo día el padre Carlos Mugica ya estaba muerto en la cama de un hospital.
Larraquy sostiene que su muerte se atribuiría al comisario Rodolfo Almirón, custodio de López Rega en el Ministerio de Bienestar Social, y uno de los jefes operativos de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) por su parecido al identikit que describieron los testigos. Almirón moriría en 2009, poco después de ser extraditado a la Argentina, luego de que se reabriera la causa de los crímenes de la Triple A, y fuesen declarados imprescriptibles.
En tanto, Duzdevich revela otro dato de los días en los que fue asesinado Mugica. El 9 de mayo de 1974, el sacerdote dejó una columna en el diario La Opinión, donde escribía periódicamente. El artículo fue publicado el domingo 12. Allí calificó al socialismo de “aristocratizante”, señaló que “la Tendencia se aleja de los curas del Tercer Mundo como se ha alejado del pueblo y del General Perón” y explicó que la violencia provenía de “grupos ultra-minoritarios, políticamente desesperados”. Si bien la historia oficial refrendada por decisiones judiciales asegura que la Triple A asesinó al cura, el periodista Ceferino Reato, en su libro “Padre Mugica” plantea la hipótesis de que el religioso pudo haber sido ajusticiado por Montoneros, a cuyos fundadores conocía y con los que estaba enfrentado en aquel mayo turbulento de 1974.
A cincuenta años del crimen de Mugica, la Universidad del Salvador lo recuerda con un recorrido por su vida y un conversatorio para analizar cómo pensaba y actuaba el sacerdote que hacía su trabajo pastoral en la Villa 31 de Retiro.