“Tengo un pensamiento que atormenta mi mente todos los días y sucede cuando pienso en lo que padeció Naty en las horas previas a su muerte a merced de sus homicidas, quienes además de violarla la torturaron, no lo puedo soportar. Y no puedo creer que a uno de ellos la justicia le haya permitido salir en libertad, tanto dolor me lastima”, confiesa Gustavo Melmann a Infobae mientras recuerda a su amada hija Natalia, asesinada el 4 de febrero de 2001 por al menos cuatro agentes de la policía de la provincia de Buenos Aires. Tres de ellos, los suboficiales Oscar Alberto Echenique, Ricardo Alfredo Suárez y Ricardo Anselmini fueron sentenciados en setiembre de 2002 a reclusión perpetua como culpables de los delitos de “rapto, abuso sexual con acceso carnal agravado por la pluralidad de personas y homicidio agravado criminis causae”. En el cadáver de la joven de por entonces 15 años se halló ADN de los mencionados.
El cuarto, Ricardo Panadero, recién fue sentenciado a la misma pena en mayo de 2023. Antes había sido absuelto en dos oportunidades por falta de pruebas pese a que en el cuerpo de la víctima se había hallado una prueba clave un vello púbico hallado en el cadáver y que tenía más de 97% de compatibilidad de acuerdo con los indicadores genéticos.
El dolor al que se refiere el papá de Natalia es porque a uno de ellos, Ricardo Anselmini, le acaban de conceder el beneficio de acceder a un régimen de salidas transitorias, según lo dispuso la Cámara de Apelaciones en lo Penal N°1 del Departamento Judicial Mar del Plata, por el cual goza de libertad un domingo cada dos semanas. El argumento para el otorgamiento de la medida de los jueces Gastón De Marco y Esteban Viñas se fundamentó en el tiempo de detención efectiva transcurrido y los informes favorables de conducta recibidos de parte del Servicio Penitenciario Bonaerense. Su defensa ya había pedido varias veces esta medida. Y hasta argumentó que se encontraba en condiciones de cumplir una condena condicional desde hace tres años.
Gustavo se tapa el rostro con las manos y repite que no lo puede creer. Porque a su hija la terminaron secuestrando, torturando, violando y matando quienes debían protegerla. La noche previa al crimen, Natalia había concurrido con amigas al Bar La Cantina, y luego las adolescentes fueron a bailar a la disco Amadeus también de la ciudad de Miramar, donde residían. Alrededor de las siete de la mañana la joven regresaba caminando a su casa cuando la interceptó un soplón marginal con antecedentes penales y entradas a prisión llamado Gustavo Daniel El Gallo Fernández –primero condenado a 25 años y luego le redujeron la pena a 10- que la maniató y la zamarreó, actuando como entregador. El golpe de gracia se lo dio el cabo Anselmini en el parietal izquierdo de la niña, según consta en la causa. Luego la subieron a la camioneta policial y la llevaron a una especie de chalet abandonado sin luz ni agua en un sector alejado de la ciudad conocido como Copacabana.
Allí los policías después de raptarla la violaron, la quemaron con cigarrillos y la estrangularon con el cordón de sus zapatillas. Luego la dejaron abandonada en el vivero Florentino Ameghino ocultada con ramas. Fue encontrada a cuatro días de su desaparición después de intensas búsquedas y marchas que encabezaron desesperados sus padres y vecinos.
Melmann se vuelve a indignar mientras repasa la resolución de la justicia marplatense. Y denuncia: “Anselmini fue declarado persona no grata en Miramar. Entonces va a vivir en el barrio Libertad de Mar del Plata, en la casa donde viven dos policías condenados por abuso sexual que están en libertad condicional. Me solidarizo con los vecinos. El fiscal Marcos Pagella va a apelar la medida y nuestros abogados Federico Paruolo y Yamil Castro también. Mientras tanto sigo luchando y recordándola todo el tiempo.
-Quiero escucharlo recordándola, ríndale homenaje...
-Naty nació en el policlínico bancario. Recuerdo que la acompañe a Laura, era de nochecita. ‘Conseguime una radio y ándate tranquilo para casa’, me dijo. Cuando llego a casa el vecino me avisa que había nacido de parto natural. Me dijo ‘es una nena’. Y volví volando., No existían las ecografías, pensamos que sería otro varón. Ahí descubrí lo que significa el amor a una hija mujer, y ella hacia mí. Los varones son más independientes, Naty me daba un cariño muy especial. Laura, mi mujer, y yo éramos empleados bancarios, vivíamos en Caballito. Un día la fui a buscar a la guardería y fuimos a tomar un café y una chocolatada. Tuvimos nuestra primera charla. Fue la primera vez que hablamos como padre e hija, ya era una personita digo yo. Hablamos del jardín de infantes, de sus cosas...
-Qué momento tan feliz, Gustavo.
-Verdad, fue un momento excelente y prematuro, porque ella era muy chiquita pero le gustaba hablar conmigo. Empezó la primaria, era muy delgadita. Laura, mi mujer, sufría de agorafobia (Nota: miedo a los lugares y las situaciones que pueden ocasionar pánico, impotencia o vergüenza-), por eso enseguida buscamos una vida más sana. Nos habíamos mudado al microcentro y decidimos vender y nos fuimos para Miramar, a intentar una nueva vida más tranquila. Pero costó, pasamos momentos duros por falta de trabajo. Yo viajaba a Buenos Aires a ganarme el mango. Era el año 93, si mal no recuerdo.
-¿Qué decía Laura de esa nueva vida?
-A Laura le gustaba el mar. Un amigo que trabajaba conmigo en el banco me habló de Miramar, de que íbamos a estar tranquilos. Vendimos el departamento y compramos la casita donde ahora vive Laura. Nos quedaron unos pesos para empezar un emprendimiento, pero fue muy difícil. Cuando yo viajaba para trabajar, Naty se iba hasta a una estación de servicio Isaura que tenía un teléfono público y me llamaba con cospeles o monedas, no recuerdo bien que se usaba. Me contaba sus cosas, su vida, era una pibita. Yo iba y venía todo el tiempo de aquí para allá para mantener a mi familia.
-¿Cómo era ella de niña?
-Natalia era híper responsable, estudiaba por demás. No era la más inteligente de todas, sino la más tenaz. De levantarse muy temprano, cumplir, superarse, dar lo mejor. En el polimodal fue abanderada el último año. Y después siguió como abanderada sus últimos tres años de vida. Tuvo la oportunidad hacer un viaje con los compañeros porque vendió rifas y pudo ir a Carlos Paz.
-¿Se esforzaba mucho, no?
-No sabés cuanto. Ayudaba a la economía de la casa, vendía diarios y un semanario que se llamaba El Planeta. Era la mejor vendedora, le daban premios a los que más vendían y ella siempre ganaba. Entonces llegaba y se lo regalaba a los hermanos. Fue delegada estudiantil, discutía con los profesores de Sociología y Educación Cívica, sobre todo por una sociedad más justa. Ya tenía muy proyectada su vida. Pensaba pese a su corta edad en ser obstetra, porque la tía era médica y le encantaba. Quería adoptar chicos porque decía que había demasiados en la calle que no tenían padres.
-¿Muy compinche?
-Muy. Compartíamos desayunos, se levantaba muy temprano y yo también. Tomábamos nuestro café con más leche que café y hablábamos de distintas cosas. A veces me aconsejaba, me decía ‘Papi, no cambies tanto de trabajo porque después nos cuesta arrancar de vuelta. Empezá a ver lo que más nos conviene’. Trabajé de todo lo que te puedas imaginar para que no les faltara nada. Ella era puro cariño, amor y paz. Siempre tenía afecto para todos. Cuidaba a la madre, a la hermana, ayudaba en la casa, un ser muy especial. Jamás mereció lo que lo que le hicieron.
-¿Pudo tenerlos cara a cara a los asesinos?
-Sí, a Suárez me lo crucé cuando le extrajeron sangre y quedamos solos con su abogado. Me miró a los ojos y me dijo ‘Los platos fríos son los más ricos para disfrutar, cuando salga de la cárcel te mato’. Es director de Kickboxing en el Penal de Batán donde cumple la condena. Cuando era policía les hacía el submarino seco a los presos y los mataba a palos. Lo habían expulsado de la Asociación de Karate de Miramar por violento. Ahora se viene el pedido de salida de los otros lamentablemente, el 24 de setiembre hay una audiencia al respecto por Echenique.
-¿Por qué el informe del Servicio Penitenciario Anselmini habla de buena conducta?
-Es que los que evalúan la conducta de Anselmini son los propios compañeros, son todos canas, agentes del servicio penitenciario. El tipo está en la alcaldía de Batán aislado de la población, son todos colegas. Los tres están ahí. Va a cumplir en octubre 22 años de pena. Todavía le faltan tres años para cumplir la sentencia. Yo pretendo y exijo que la cumpla, no que salga a pasear como le están permitiendo. El juez de sentencia habló de reclusión perpetua más accesorias y pensé que no iba a salir más.
-¿Qué opinión tiene de las investigaciones y los juicios a los que fueron sometidos?
-Una vergüenza. A Panadero primero lo absolvieron. Era tan brutal lo que había hecho la policía bonaerense que los salieron a cubrir, antes que investigar y buscar la verdad. Intentaron ocultar el crimen. Hasta que apareció Matías de la Cruz, el Procurador de la provincia de Buenos Aires, que formó una comisión especial y apartó a la policía. En el pueblo todos empezaron a hablar de ellos como responsables. También los involucraban en otros dos asesinatos de mujeres. Para mí eran parte de un escuadrón de la muerte que mataban chicas en Mar del Plata. Había 35 desparecidas. Y 40 jóvenes asesinadas, una era turista.
-¿Qué siente cuando los asesinos de su hija reclaman salir en libertad?
-Indignación y dolor, van paralelos. Los otros dos también van a pedir el beneficio. Como te conté, ahora el 24 de setiembre Echenique va a estar pidiendo las salidas transitorias. Y después las va a solicitar Suárez, seguramente. A Panadero no le corresponde porque lo condenaron dos años atrás, le falta bastante. Seguro va a pedir la domiciliaria por la edad. Todos participaron del delito, las pruebas fundamentales fueron que se encontraron restos genéticos de ellos. En el parasol del coche de Suárez y en el baúl hallaron sangre de Natalia, cuando la trasladaron para descartarla. También se encontró sangre en la casa donde la mataron gracias a la intervención de un geólogo. Tomó las muestras y descubrió que la tierra que Natalia tenía en los pantalones y en las zapatillas era de la casa de Copacabana donde la asesinaron. La vivienda era de un policía de apellido Diez. La genetista también hizo un trabajo muy importante porque pudo determinar cinco ADN distintos, es decir un vello púbico y cuatro ADN. Estaba todo preparado para que no se descubriera nada.
-Cuénteme qué pasó antes de la autopsia.
-Una barbaridad, un papelón. Delante mío le cortaron las uñas para eliminar pruebas, tuve que soportar eso. Una tipa lo hizo en la morgue. Me dijo ‘esto lo pide urgente el fiscal’, y yo como un boludo no sabía que eso solo podían hacerlo en la autopsia, no antes. Nunca supimos ni quién era. Tenía marcas de cigarrillos, moretones en sus muslos, desgarros, golpes. El Gallo Fernández fue el entregador y el que también los buchoneó, dio los primeros nombres de estos tres tipos: Anselmini, Echenique y Suárez. El vello púbico era de Panadero. Echenique al otro día del crimen llegó recién a las 11.30 al destacamento, tarde, sin poder justificarlo. Suárez también aparece en el libro de guardia a las 11 diciendo que había tenido una detención. Anselmini casi zafa. Pero apareció una chica que pudimos encontrar a último momento y declaró que vio cuando él le pegó una trompada en la cabeza, en el parietal izquierdo. Y la metió dentro del patrullero. Igual nos falta encontrar la identidad de uno de los que participaron, hay un ADN hallado que no sabemos a quién pertenece. Ese hasta ahora zafó, pero no bajaremos los brazos hasta encontrarlo.
-¿El dolor alguna vez disminuye o siempre es tan intenso?
-Te juro que me desgarro cuando intento recorrer lo que le hicieron en esas cuatro horas que la tuvieron para ellos, fue tremendo. Imagino las veces que debe haber rogado por favor que la dejaran, que no la estrangularan. El colmo fue que eran todos policías, quienes debían cuidarla, no someterla. Estos tipos son perversos. La Policía Bonaerense recaudaba reclutando mujeres.
-Anselmini ya debe haber gozado de su libertad el último domingo.
-La Cámara le dio autorización para salir bajo su palabra de honor. No va a tener el control de nada, se va a poder mover con libertad, lo cual es una barbaridad. La psicóloga indicó que debe hacer un curso de “deconstrucción de masculinidades”, una cargada. ¿Quién va a controlar que lo haga? Hablan de “salidas transitorias por revinculación”. Los jueces Viñas y De Marco lo terminan dejando libre, más allá de que sus exámenes dicen que tiene rasgos psicopáticos de sádico y que no asume lo que hizo, no tiene sentido de culpa. Yo no duermo de noche, a Laura, le pasa lo mismo, padece enfermedades, mis hijos y seres queridos sufren. Y los policías que nos dejaron sin ella están mejor que nunca. Para ellos fue una diversión, un placer que se permitieron No tendrían por qué estar en la calle, son una amenaza y un peligro para todos.