El Contraalmirante Pablo Germán Basso conoce la Escuela Naval Militar Río Santiago como la palma de su mano. Estuvo en esta institución dos veces anteriores en distintos cargos. Fue oficial instructor de la camada 2003 y acompañó a los cadetes en su viaje de bautismo en la Fragata Libertad. Antes, en 1992, Basso, hizo su travesía propia en este velero insignia de la Armada en 1992. “Me tocó el año del quinto centenario del descubrimiento de América. Hicimos el mismo viaje que Cristóbal Colón desde Europa a América Central. El momento en que la fragata navega a vela y se escora para avanzar es una sensación única e inolvidable”, relata el marino con pasión. En sus ojos se ve como si volviera a ese año en el que atravesó el Océano Atlántico.
Basso volvió a la institución para dirigirla como Director de la Escuela Naval Militar ubicada en la isla Santiago, en el partido de Ensenada, en las afueras de la Ciudad de La Plata. El Contraalmirante detalla: “Existen tres forma de ingresar aquí. Una es como cadete de la escuela de oficiales que es necesario secundario aprobado y tener menos de 22 años. Otra es como profesional para realizar un curso de 6 meses llamado de integración naval. Esto hace que abogados, médicos o profesores de educación física, entre otras profesiones puedan ingresar a la Armada. La tercera es con un curso que permite que suboficiales se conviertan en oficiales”.
La Fragata Libertad, el broche de oro de la instrucción
En el caso de la carrera de oficiales tiene una duración de cinco años. “Son cuatro años de educación aquí en Ensenada y el quinto es el viaje en la Fragata Libertad -explica Basso en diálogo con Infobae-. El viaje en el velero insignia es una gran experiencia y aprendizaje para los cadetes que participan de la travesía”.
En la escuela todo está reglado por horarios. “Es una forma de acostumbrarse a la vida militar”, explica Basso. Mientras Infobae recorre las instalaciones, pasan grupos de cadetes de primer año al trote rumbo al almuerzo. La imagen es igual a las películas de Hollywood sobre marines. Antes del almuerzo, suena la diana (trompeta) como también a la hora de levantarse de madrugada. Una cadeta es la encargada del instrumento de viento y se nota que aprende las notas a tocar con las jornadas de estudio en la escuela, mientras se prepara para recibirse como guardiamarina.
Este año la inscripción para primer año cierra el 30 de septiembre. Los postulantes tienen un examen académica que incluye matemática, física, química y comprensión de texto. En general, todos los años se presentan unos 900 jóvenes. Luego de ese primer filtro quedan unos 400 a los cuales se les realiza exámenes médicos psicofísicos. El siguiente paso es un curso de un mes en la Escuela Naval para hacer una primera adaptación al estilo de vida militar. “En primer año quedan unos 180 cadetes. Con el tiempo algunos dejan la escuela porque no se acostumbran a la vida militar. En los siguientes cursos hasta cuarte hay entre 55 y 65 cadetes”, explica Basso.
Durante las cursadas los cadetes cobran un salario mínimo (a partir de octubre ascenderá a 271.000 pesos) y en quinto año tienen un sueldo de guardamarina, el primer grado con el que se recibirán en la Escuela Naval. “Desde el 2002 ingresan mujeres a formarse. No hay cupo para ellas. Hacen los exámenes en igualdad de condiciones -explica Basso-. En la actualidad, en promedio, un tercio de todos los cadetes son mujeres”.
Aprender navegando
“Lo mejor de la educación es que los cadetes puedan realizar en la práctica todo lo que aprenden en las aulas de la escuela naval -sostiene Basso, mientras recorre el predio con Infobae-. Todo lo que ven en las diferentes materias es bueno que lo puedan poner en acciones concretas”.
Es por eso que la escuela de Ensenada cuenta con cuatro simuladores en los cuales los cadetes pueden practicar salidas de puerto y navegación en las distintas posiciones del puente de mando de una nave de la Armada.
Los equipos son muy similares a videojuegos. En la pantallas se ve la visión del puente de un barco y desde allí tienen que practicar la salida de un puerto como el de Mar del Plata o Bahía Blanca. “Los docentes tienen acceso a lo que hacen los alumnos. Le agregan diferentes dificultades como viento u oleaje para que ellos se enfrenten a situaciones parecidas a las reales”, explica el Contraalmirante.
En las pruebas participan alumnos de todos los años, uno en cada función. Se hace más complejo con el paso de los años. En cuarto son los encargados de dirigir el barco. Son los comandantes virtuales del puente de mando. “Por ejemplo, en la salida de puerto a veces les aparece un barco en tránsito y tienen que respetar las normas marítimas de maniobras”, cuenta Basso.
Eso no es todo, desde el año pasado la Escuela Naval cuenta con dos lanchas en las que los jóvenes pueden hacer las prácticas en forma directa en el agua. Todos los fines de semana, las embarcaciones Ciudad de Berisso y Ensenada salen a navegar con 33 cadetes por jornada. Allí realizan maniobras de salvataje para cuando un hombre cae al mar u otro tipo de acciones que antes aprendieron en la teoría.
El barco tiene dos camarotes para los cadetes, dormitorios para los oficiales que supervisan y controlan la navegación y los suboficiales que también acompañan. “Nunca es cómodo dormir en los barcos. Hay poco espacio. Por eso, este tipo de prácticas es también una prueba para los cadetes de si están preparados para esta vida que eligieron”, cuenta.
El Contraalmirante Basso tiene su casa dentro de la Escuela. Allí pasa toda la semana junto a los 315 cadetes que se preparan y sueñan con un futuro surcando los mares del mundo. Un grupo de jóvenes cruza la plaza de armas al trote. Otros ya están embarcados en uno de los barcos escuela y se preparan para zarpar. Hasta el 30 de septiembre muchos tendrán la chance de anotarse para ser parte de la Armada. Y empezar el proceso que los llevará a ocupar un lugar entre los cadetes de la Escuela Militar Naval.