Yanina Niveyro estudiaba odontología en la capital de Corrientes. Apenas terminó el secundario se mudó desde Concordia repleta de sueños. Allí, atravesaba los pasillos universitarios mientras intentaba hacer pie sola y con apenas 18 años lejos de su familia.
En plena ebullición estudiantil, Yanina conoció a Carlos Arechavala, un joven que estudiaba veterinaria y su futuro estaba en los campos familiares. Unas 1.200 hectáreas que rodean la localidad de Villa Berthet en Chaco. Allí se encargaría de cuidar y hacer crecer el ganado y todo quedaría a su nombre un tiempo después.
Amor entre universitarios
Carlos y Yanina comenzaron a salir, estuvieron 4 años de novio. “Viajaba todos los fines de semana de Corrientes a Chaco para verlo. Él ya se había recibido, porque es 5 años mayor”, cuenta Niveyro en diálogo con Infobae. La mujer se recibió de odontóloga y se mudó junto a Carlos al pueblo.
“Convivimos unos 15 años y tuvimos dos hijos Tomás y Mateo – explica Yanina-. En 2017 se le detecta un cáncer de colon a Carlos. Entonces, planificamos el casamiento y un año después nació Martina, nuestra tercera hija”.
Ese casamiento en junio del 2018 fue un parteaguas para el entramado familiar de los Arechavala. “Carlos tenía cuatro hermanas. Nunca fuimos amigas. Me trataban como alguien que viene de afuera y no había una gran confianza. Pero tampoco es que éramos enemigas”, recuerda Niveyro. La odontóloga nunca imaginó lo que vendría después. Viajes misteriosos a Resistencia, ventas de campos a sus hermanas antes de la muerte de Carlos y sus hijos que se quedan sin las propiedades de su padre.
En ese momento se inicia un camino judicial cargado de tensión. “Las hermanas me decían que llevaban a Carlos a un tratamiento contra el dolor. Él ya estaba en un momento terminal. Era agosto del 2022 y se murió en noviembre. Ahora caigo, que en realidad viajaban a Resistencia para firmar las ventas”, admite Yanina.
Enfermedad y casamiento
La principal disputa entre Niveyro y las hermanas Arechavala arranca cuando se le detecta el cáncer a Carlos. “Ellas no estaban de acuerdo con el tratamiento que iniciamos en el Hospital Italiano de Buenos Aires -recuerda la odontóloga-. Me cuestionaban y querían llevarlo a otro lado. Pero intervinieron cuando ya había poco para hacer porque la enfermedad estaba muy avanzada”.
Al mismo tiempo se complica la relación de pareja. Apenas un mes antes de la venta de los campos se realizó la apertura de un expediente de acuerdo de alimentos entre los cónyuges. Este procedimiento no avanzó ante la muerte de Carlos en noviembre de ese año. “La relación estaba muy desgastada y mi marido me trataba muy mal -recuerda Yanina. Yo creía que era por el desgaste neurológico que le había traído la enfermedad”.
Además, en la Justicia Civil de Villa Ángela, localidad cercana a Villa Berthet se abrieron dos causas. Una por la venta de las 1.200 hectáreas de campo y otra por un fideicomiso que quedó al mando de una de las hermanas de Carlos.
Sobre el tema, el abogado de Niveyro, Rogelio Vedoya Ott sostiene que “se trató de una venta fraudulenta. Se hizo muy por debajo de su valor. Fue todo por unos 7 millones de pesos unas 1.000 hectáreas. Eso es un precio irrisorio”. En ese mismo sentido, fuentes con acceso al expediente explican que la figura de simulación podría estar presente en esta operación. “Si se trata de un precio muy bajo o cercanía del comprador, por ejemplo pueden ser indicios de esta figura”, aseguran fuentes judiciales que dialogaron con Infobae.
Conflicto en la Justicia
En el alegato del abogado de Niveyro hay un diálogo con una de las hermanas de Carlos. Allí la mujer cuenta la forma en que pagó los campos. “Él tenia capital pero no tenía la liquidez en el momento que le correspondía por dos cuestiones: su salud y la construcción de su casa. Cada tanto necesitaba de manera urgente efectivo. Se acercaba a mi casa y me pedía 2 millones. Así se fue pagando”, relata la mujer. En tanto, admite que no tiene recibos de ese dinero entregado a Carlos.
Sobre el fideicomiso, constituido antes de la muerte de Carlos también, se determinó que quede a cargo de una de las hermanas Arechavala. Está formado por los 3 hijos de Yanina y Carlos más las 4 hermanas. Esto indica que los chicos quedaron en minoría frente a la familia y no pueden realizar ningún cambio. Durante estos dos años se vendieron unos 500 animales en tres oportunidades, por un valor de 240 millones de pesos. El abogado de Yanina se queja por la falta de transparencia en la ruta de ese dinero. “Creo que era importante como sigue el litigio que se hubiera depositado en el juzgado para su administración”, resalta Vedoya Ott. Fuentes del juzgado se defienden. “Las dos primeras ventas de 400 animales fueron ratificadas por la Cámara. La tercera aún no. Pero todo ese dinero se usó para pagar empleados e impuestos. También por un tema de bienestar animal”, explican.
Yanina atiende en su consultorio hasta en la hora de la siesta, algo raro en Villa Berthet. El supermercado de una de las hermanas de Carlos queda justo enfrente y suelen cruzar miradas casi todos los días. “No nos saludamos, pero ellas eran mis pacientes antes de todo este conflicto. Después no vinieron más”, cuenta Yanina con tono de desilusión.
En noviembre podría estar la sentencia en la causa de la venta de los campos. Primero es necesario que la Cámara de Apelaciones resuelva la recusación que pesa sobre el juez Pablo Malina, quien estaba a cargo del proceso. “Con todas las apelaciones y si llega a la Corte provincial, todo el trámite puede durar más de dos años, cerca de tres”, explican fuentes con acceso al expediente.
Pueblo chico, infierno grande
Yanina cuenta que se queda en el pueblo porque este es el lugar que eligió para desarrollar su profesión de odontóloga. “Todo lo que me sucede a mí y a mis hijos muchas veces siento que estoy dentro de una película o una de esas series de dramas familiares -sostiene Niveyro-. Recuerdo que hasta se llevaron la camioneta que era de mi marido que usaban mis hijos cuando venían al pueblo desde La Plata a visitarme”.
En ese sentido, en los alegatos la defensa de las hermanas sostiene que ese vehículo es usado por la titular del fideicomiso que administra el ganado de los campos que pasaron a manos de la familia Arechavala.
“Sé que me enfrento a una familia muy poderosa y reconocida en Villa Berthet. El papá de Carlos fue intendente del lugar y todos tienen mucha plata. Yo nací en una casa de trabajadores de Concordia y pude estudiar odontología gracias al sacrificio de mis padres”, sostiene Yanina.
Vedoya Ott estima que los campos y el ganado tienen un valor cercano a los 2 millones de dólares. Las más de 1.000 hectáreas cercanas al pueblo fueron vendidas a las hermanas de Carlos, tres meses antes de su muerte en noviembre de 2022. “Mis hijos están en conmoción por todo lo que pasó. La nena, de 4 años, no entiende mucho -explica Yanina-. Los más grandes no pueden entender como hicieron todo eso a espaldas nuestras”.
Niveyro pasa algunas fotos familiares para la nota. Se ve a la pareja y a los chicos mayores en algunas imágenes. En otras, ya aparece Martina, nacida en 2020. Son selfies tomadas en viajes. En alguna se ven montañas del norte argentino y en otra se ve el clásico castillo de Disney.