River salió campeón del torneo Clausura 2004 el mismo día que Atlético de Rafaela se salvó del descenso directo. El título número treinta y dos en torneos locales de River se celebró ese domingo 27 de junio en el estadio Monumental. Marcelo Gallardo convirtió el uno a cero parcial a los treinta y dos minutos del primer tiempo. Iván Juárez marcó el empate de penal en el minuto veintisiete de la segunda etapa. La igualdad dejó contentos a los dos y sembró sin voluntad la suspicacia de un resultado consensuado. A River lo dirigía Rubén Astrada; a Rafaela, Osvaldo Piazza. Ángel David Comizzo, gloria de River con contrato en Rafaela, colgaba los guantes. Era la primera temporada de Atlético de Rafaela en primera división. En River atajó Germán Lux, jugó Javier Mascherano, los delanteros fueron Fernando Cavenaghi y Maxi López, en el segundo tiempo ingresó Marcelo Salas. En Atlético, Hugo Barrientos y Leonardo Di Lorenzo se repartieron la mitad de cancha, Darío Gandín y Rubén Darío Forestello compartían el ataque. Y en la tribuna visitante, dos hinchas le pedían a un desconocido que le sacara una foto.
La imagen retrata una época. En la esquina inferior izquierda, la impresión en naranja de los números 6-27-04 devela la fecha. La tarde se había hecho noche. Él tiene una campera deportiva de Atlético de Rafaela. Ella un gorro, una campera gris y la remera blanca y celeste a bastones de la Crema. Él la abraza por el hombro, ella por la cintura. Los dos sonríen: el empate había postergado la deshonra del descenso. Ellos no saben pero Rafaela perdería su plaza en la máxima categoría una semana después tras caer en la promoción con Huracán de Tres Arroyos, que ascendió en ese julio de 2004 a Primera por única vez en su historia. La postal, sin embargo, condensa la alegría. De fondo, se distinguen la bandera histórica de la popular alta que dice Del Viso, el humo de los festejos en el campo de juego y el antiguo cartel electrónico con la leyenda “River campeón”.
Carlos María Roso lleva veintitrés años de vida hasta ese domingo de invierno. Había nacido en Tostado, provincia de Santa Fe, pero vivió su adultez en Vila, una localidad ubicada a treinta kilómetros de Rafaela. Es su primera vez en la ciudad de Buenos Aires, su primera vez en el Monumental de Núñez: el club había rentado viajes en colectivos para peregrinar hacia un ícono porteño. La televisión le había fabricado un prejuicio: imaginaba al estadio ancho y abierto; lo encuentra más estrecho y cerrado. Está solo, sin amigos ni familiares, pero no tan solo: hay cuatro mil hinchas como él. Luce una gorra azul, una buzo naranja de arquero por encima de su abrigo y le cuelga un bolso negro donde esconde una cámara de fotos con rollo.
“En los cacheos de la entrada, un policía me ve el bolsito, me lo revisa y me dice ‘no podés entrar con esto’. ‘Dejame, es la primera vez que vengo acá, solo quiero sacar unas fotos’, le dije. Insistí tanto que lo convencí y me dejó pasar. Dentro de la cancha me puse a sacar fotos, le pedí a alguien que me sacara fotos a mí, le saqué a la hinchada, cuando River dio la vuelta, cuando Iván Juárez pateó el penal”, dice ahora Carlos desde Vila, ya con cuarenta y tres años, papá de Alejo y de Jazmín, empleado rural y tractorista de oficio.
Recuerda haber revelado las fotos, haberlas guardado en un álbum que, con la conquista de las fotos digitales, pasó a la indiferencia y el olvido. Procuró conservarlas en una caja que postergó en un sitio donde no entorpeciera la cotidianeidad. Juntó polvo encima de un armario, lejos y cerca a la vez. Las recuperó el último domingo, en esas tardes de melancolía que solo los domingos proponen. Buscaba revivir viejos recuerdos personales: las fotos de cuando su esposa era su novia, las primeras fotos de sus hijos, las fotos de sus abuelos, las fotos de sus amigos de Tostado. “Cada tanto bajo la caja y las miro. Pero justo revisé ese álbum, vi la foto de esta pareja y dije ‘los voy a buscar’”, relata.
Acudió a un tercero para motorizar la búsqueda. Patricio Navarro es @pato99R en Twitter (ahora X): tiene veinticuatro años, casi treinta y tres mil seguidores y es una suerte de influencer de Atlético de Rafaela. Carlos le envió un mensaje que decía “si te paso una foto de una pareja que me pidió en la cancha de River, se la saqué y nunca más los vi, te hablo de 2003-2004, vos entre conocidos la podés pasar o preguntar si alguien los conoce”. Patricio solo tuvo que publicar un tuit: “Twitter es servicio. Ayudemos a encontrar a estos chicos para que vean esta foto veinte años después. No sé si estarán juntos, pero el fulbo tiene estas cosas que me encantan”.
La publicación fue el lunes 2 de septiembre a las 9:12 de la mañana. La magia demoró dos horas en suceder. Constanza Leonardi tiene diecisiete años y cursa el último año de la escuela secundaria. A las 11:47 de la mañana, envió un audio al grupo de la familia. Estaba acelerada, risueña y emocionada: “Ey, ey, se hicieron virales en Twitter ustedes dos. Un tipo que les sacó una foto en la cancha de River en un partido de Atlético hace mil años. Les sacó una foto y los están buscando por Twitter. ¡Se hicieron virales! Perdón…”. El mensaje estaba dirigido a sus papás, salvo la última palabra. Las disculpas fueron a la profesora que acababa de ingresar al aula.
Constanza debió guardar el teléfono ante el apercibimiento de la docente. “Nos avisó Coni a través de un audio desde el colegio muerta de risa. Nos hablaba de una foto de hace mil años y que éramos virales, no entendía nada. Nos decía lo que estaba pasando pero sin enviarnos la foto, no le creíamos”, cuenta hoy Hernán Leonardi, el hombre que en la imagen viste una campera de Atlético de Rafaela. Veinte minutos después, la adolescente completó el mensaje con el envío de la foto en cuestión. Hernán finalmente comprendió: el viaje, el Monumental, el empate, la secuencia de la foto invadieron su memoria.
Hernán está con Alejandra en la foto y cuando recibe el mensaje de su hija. Tiene ahora 49 años, es licenciado en organización industrial, docente universitario y dueño de una consultora. Alejandra tiene un año menos que él, es contadora y trabaja en una empresa. En la foto tienen veinte años menos y llevan tres meses de casados: se habían conocido en un casamiento y consumado el noviazgo en diciembre de 1998. “Como futbolero -dice él-, me acuerdo perfectamente del partido. Atlético con ese empate se salvó del descenso en primera instancia y River casualmente salió campeón. Como espectadores fue genial porque hasta vimos la fiesta del campeonato de River”.
No era la primera vez en esa cancha para él, pero sí para Alejandra. La sensación era de plenitud. El empate alcanzado, el alivio por evitar el descenso directo, el bautismo en el estadio Monumental, la invitación involuntaria a la fiesta del campeón ameritaba un retrato para la posteridad. “Ya había terminado el partido y queríamos tener un recuerdo de ese día -recuerda Alejandra-. No teníamos cámara porque no la habíamos podido ingresar al estadio. Entonces se lo pedimos a un hincha más que estaba ahí. Sabíamos que cuando llegáramos a la ciudad lo íbamos a poder ubicar. Fue muy generoso y nos sacó la foto”. La imagen esconde un secreto: ella estaba embarazada de Máximo, el primer hijo de la pareja, que nació en noviembre de 2004.
Lo que presumían que podría suceder nunca pasó. Carlos vivía en Vila, a treinta kilómetros de Rafaela. No hubo reencuentro, no hubo entrega del retrato. No volvieron a verlo y el tiempo fue relegando el recuerdo hasta su omisión. La pareja de la foto tuvo tres hijos: Máximo, que ya tiene diecinueve, Constanza y Victoria, de once años. Viven en Rafaela con Lázaro, el perro. La publicación de la foto, la difusión de la historia, la respuesta al tuit de Constanza confesando que son sus papás y que siguen juntos provocó la felicidad de la comunidad twittera y la unión del responsable de la viralización, del fotógrafo casual y de la pareja encontrada.
Descubrieron que habían estado cerca todo el tiempo. La tía y la abuela de Carlos viven en la esquina de la casa de los Leonardi. Constanza, la hija del medio, le vende pastelitos a la abuela del hombre que eternizó el abrazo de dos recién hinchas aleatorios en el Monumental hace veinte años. Prometieron hacer la entrega formal de la fotografía el próximo fin de semana: se encontrarán Patricio, Carlos y la familia Leonardi, en un ritual donde se hablará del partido que Atlético de Rafaela jugará contra San Telmo, donde la Crema necesita ganar para escapar del descenso directo de la Primera Nacional.