“Tenía en mi panza un bebé que no tenía vida; cuando me lo confirmaron fue un momento de shock”

Silvana Váttimo comparte su dolor por la pérdida de su hijo Luca dos días antes de la fecha establecida para el parto. Con valentía, subraya el valor que tiene el apoyo emocional, la importancia de hablar sobre la experiencia vivida y de descartar todo tipo de presiones en el proceso de transitar el duelo perinatal que, dice, “está muy invisibilizado”

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Realidades - Silvana Váttimo

Faltaban apenas dos días para que Luca naciera. El embarazo que transitaba estaba a término. Algo pasó. En una charla honesta con Realidades, Silvana Váttimo detalla la dolorosa experiencia de la pérdida. Cuenta, con una entereza conmovedora, el áspero camino del temor inicial a la devastadora confirmación de la ausencia de latidos, y a la difícil situación de seguir adelante a pesar de todo. Cómo, entre el dolor, el shock y la incertidumbre, se enfrentó a su nueva realidad.

¿Cómo es volver a casa con el cuerpo de madre pero sin el bebé? “El cuerpo responde como el de una mamá que va a amamantar a su hijo... y la leche que sale también es un dolor profundo”, dijo angustiada.

Silvana responde a las preguntas más duras: ¿Cuáles son los procedimientos a seguir cuando un parto no llega a término? ¿Qué es el duelo perinatal? “Es un duelo que está muy invisibilizado porque uno dice ‘bueno, no nació’, pero el vínculo está desde que una sabe que está embarazada”. Con estas palabras, destaca que este proceso de duelo comienza mucho antes del nacimiento y que merece ser validado.

La charla explora el impacto emocional de la pérdida, los detalles cruciales de ese día, las decisiones difíciles que tuvo que tomar, cómo afrontar el proceso de duelo y por qué afirma que eso sí se debe hablar.

Íntima y sin eufemismo, Silvana desnuda su alma para que otras mamás puedan seguir adelante a pesar de todo.

En noviembre de 2023, Silvana
En noviembre de 2023, Silvana enfrentó la pérdida de su hijo Luca, luego de un embarazo sin complicaciones. (Candela Teicheira)

—Para los que no conocen tu historia, Silvana,contanos ¿por qué estás acá hoy en Realidades?

— Yo transitaba el año pasado, en el 2023, un embarazo de 40 semanas, llegué al desarrollo en término de ese embarazo; un embarazo que venía con todos los signos correctos, toda la expectativa estaba dada en el nacimiento de Luca. Tenía fecha para el 13 de noviembre; dos días antes de esa fecha probable de parto ya me había hecho monitoreos, todo indicaba también que iba bien, hasta que el sábado 11 de noviembre de 2023, empiezo a notar que no hay movimientos en la panza. Me comunico con mi partera, con mi obstetra, y la partera me recomienda ir a una guardia, siempre con esta intención de “tranquila, seguramente es que no tiene espacio para moverse, está tranquilo, está descansando”, y cuando llego a la guardia, tuve que esperar bastante.

— ¿Qué es “bastante”?

— Habré esperado cerca de una hora. Era un día sábado, tal vez había un movimiento distinto; de hecho, en algún momento tuve que insistir porque veía que iban y volvían con facturas. A medida que pasaba el tiempo, yo también me empezaba a impacientar.

Cuando pasé, primero me atiende un obstetra. Me hace un monitoreo, no se sienten latidos, pero me dice: “Bueno, quedate tranquila porque a veces funciona mal el aparato. Vamos a pasar a una ecografía, donde seguramente ahí nos puedan decir bien cómo está el bebé”.

Al ingresar al estudio, la cara de la persona que practica la ecografía ya indicaba algo que no era demasiado favorable. En ese momento, imaginaba lo peor. Escuché un respirar profundo del técnico, quien me dice: “No hay latidos”. En ese momento, quedé dura. Él se sentó a escribir el informe, y yo creo que quedé pausada un tiempo…

— ¿Él técnico te dijo “no hay latidos” y nada más?

— Y nada más. Al cabo de un tiempo me dice “¿querés que llame a la obstetra?”. Le digo: “sí, por favor, la verdad yo no sé qué hacer”, incluso nadie llamó ni a mi marido ni a mi hija que se acercaron ante el tiempo que había pasado, y tuve que comunicarles con un gesto que Lucaestaba vivo.

— ¿Todo en ese momento?

— Todo en ese momento. Me acuerdo como si fuera hoy que Faustina me decía: “Bueno, mami, tranquila, volvamos mañana que seguramente Luca va a estar mejor”. “No, Fausti, Luca no va a venir”, le tuve que decir. Pero fue juntar fuerzas en ese momento de shock para poder transitar...

Al ratito llega la obstetra y me dice: “Bueno, sos fuerte, lamento mucho. Acabo de llamar a tu obstetra y a tu partera para que vengan, están en camino”. Me hicieron pasar a una habitación donde esperé. Al ratito llegó la partera, y lo que te dicen es: “Tenés distintas opciones”, porque yo no sabía qué pasaba de ahí en más. Yo sabía que tenía en mi panza un bebé que ya no tenía vida, un hijo, pero no sabía después cómo eran los procedimientos médicos. La partera, por supuesto, me lo aclaró muy bien. Primero, me tomó la dilatación del útero y me dicen: “Falta un poquito”, entonces me dicen que me pueden dar algo y volvía a mi casa, la otra opción era hacer un trabajo de parto prolongado manteniéndome dentro de la clínica, y la otra era: “en una hora, en el quirófano, practicamos una cesárea”.

La verdad que, en el momento, con todo lo que tenía para procesar, mi respuesta fue: “En una hora vamos al quirófano”. Tal vez después pensé: no sé si tomé la decisión correcta, pero en ese momento es lo que pude, lo que salió.

—Antes de escuchar las palabras “no hay latidos”, ¿te imaginabas algo, presentías algo?

— Uno puede intuir, pero claramente el momento en que te lo confirman es un momento de shock, es como un quiebre. Sin embargo, había cierta intuición, no sé cómo llamarlo, pero era algo que no me tenía tranquila durante ese día. De hecho, yo empecé a escribir mucho cuando falleció Luca, pero antes de que él falleciera, unos días antes, había empezado a escribir. Creo que era un 8 de noviembre, antes del 11, y ya decía que sentía mucho miedo, muchas emociones que me contradecían, pero que lo esperaba, lo amaba y deseaba que pudiera estar en mis brazos.

Durante el embarazo me pasaba mucho de cantarle una canción que no es tampoco tan accesible, que era “Era en abril” de Baglietto. En realidad, yo repetía siempre la misma estrofa que decía: “Era en abril, el chiquitito que danzaba dentro del vientre, un prado en flor era su lecho y el ombligo era el sol”, y me repetía esa parte que habla de algo tal vez metafórico, donde hay un niño vivo en la panza. Mucho tiempo después, cuando sucede lo de Luca, tuve muchas ganas de conectar con historias, con otras personas que habían pasado por lo mismo, y una mamá me habló de un grupo de Facebook que se llama “Era en abril”. Quise buscar el texto completo y, claro, esa canción habla de la historia de dos papás que perdieron a su niño. Comienza, de hecho, diciendo: “No sabes, hermano, lo triste que estoy, se ha muerto mi niño”, y una parte que a mí me impactó mucho es cuando habla de los pechos de su mujer: “Han quedado sus pechos”, decía, refiriéndose a su mujer, “llenos de leche y dolor”. Es un poco también lo que pasa cuando uno llega a este estadio del embarazo y no tiene a su hijo. El cuerpo responde como el de una mamá que va a amamantar a su hijo, que va a tener en brazos a su hijo, y la leche que sale y el cuerpo puerperal que uno tiene... también es un dolor profundo que atraviesa, solo el sentimiento de pérdida.

“El vínculo está desde que uno sabe que está embarazada, no importa si el bebé no nace con vida”.

Silvanna Váttimo: "Tuve la suerte
Silvanna Váttimo: "Tuve la suerte de tener tiempo para despedirme de Luca, algo que no siempre se ofrece en todos los lugares". (Candela Teicheira)

— ¿Cómo te rearmaste y cómo se sigue?

—Quiero contar que estoy en proceso también, porque esto fue en noviembre, y la realidad es que van nueve meses de esta pérdida. Seguramente haya muchas cosas por contar; es un trabajo y es un proceso.

Quiero focalizarme en el momento de la cesárea. Ya estaban mi médico, la partera y el equipo de enfermeros. Me hicieron varias preguntas, entre ellas: “¿Vas a querer estar despierta o te sedamos por completo?” y “¿Vas a querer tener en tus brazos a Luca cuando él salga de adentro tuyo?” Mi respuesta fue: “No sé, ayudame a pensar”, porque tenía mucho miedo y me temblaba todo el cuerpo. Me dijeron: “Te recomiendo que sí, porque es un momento duro y difícil, pero lo vas a tener con vos, lo vas a poder tocar, lo vas a poder ver”. Acepté, y ese fue un momento difícil pero necesario. Recuerdo que la anestesista me acarició y me dio una palabra de tranquilidad que no olvido.

— ¿Qué palabra fue?

— “Tranquila, acá estamos”, me dijeron mientras me agarraban la mano y me acompañaban. En el momento en que Luca salió y finalizaron todo el procedimiento, fui a una habitación donde me lo dejaron tener. Creo que esto es muy importante porque no todas las mamás han tenido esta suerte. Entiendo que hoy en día se ofrece más, pero aún hay lugares donde esto no se practica. Me dieron todo el tiempo que necesité. Me preguntaron si quería que un cura me acompañara, y acepté. Pudimos estar el tiempo suficiente para despedirnos de Luca, después llegó el momento en que se lo tenían que llevar. También me preguntaron si quería realizar una autopsia, lo cual acepté, para tratar de entender, ya que en ese momento no había explicaciones. Uno se pregunta por qué, y no hay respuestas, lo que a veces es muy difícil de procesar.

— ¿Cómo se continúa luego de la despedida?

— Y ahí vas a una habitación, una habitación donde yo había pasado antes por la experiencia de parto y ser mamá, en este caso era una habitación vacía, una habitación donde estaba sola, una habitación que, por supuesto estaba mi marido, pero no estaba el bebé y me acuerdo que la primera enfermera que vino me dijo “lamento mucho, quiero decirte que yo pasé por lo mismo y se puede, se sale”. Ese momento tuvo una fuerza tremenda porque yo estaba destruida por dentro y por fuera, y que una persona me dijera “acá estoy, estoy parada, estoy para ayudarte y se sale” significó un montón.

— ¿Cómo fue volver a casa?

— Difícil, difícil porque en casa había una cuna, había una habitación, había ropa, había una casa preparada para recibir a otro integrante. Además, hay un montón de trámites en donde uno tiene que estar involucrado, por supuesto que ayuda la familia, pero hay trámites que no. Me acuerdo ir a la casa de sepelios y que te aparezca una ficha que diga “hacer firmar a la parturienta”, un papel que se habían olvidado de sacar; y donde estaba el nombre decía “NN”, le digo “pero tiene nombre, tiene un nombre”, “perdón, pero estos son los trámites administrativos”, me respondieron. Claro, no llegó a nacer con vida entonces no tiene una entidad dentro del Estado. Compartirlo en lo más íntimo del núcleo y buscar en internet.

—¿Qué querés decir con “buscar en internet?

—Sí, compartir y visibilizar tiene mucho que ver con esto. Hay una necesidad de hacer red, de comunicar y de visibilizar. En ese momento, yo necesitaba saber que había alguien cercano, como la hermana del padrino de mi hija, que había pasado por lo mismo. Esa persona fue fundamental para mí, no solo como apoyo emocional, sino también para orientarme, porque a veces uno no sabe hacia dónde ir.

“Tuve la suerte de tener tiempo para despedirme de Luca, algo que no siempre se ofrece en todos los lugares”

Silvana Váttimo: "En los trámites
Silvana Váttimo: "En los trámites administrativos, el nombre de mi hijo figuraba como ‘NN’". (Candela Teicheira)

—¿Qué pasa con el papá al que también se le murió el hijo? ¿cómo vive un padre esta situación?

— Creo que también hay ciertas dificultades porque a veces existe la expectativa de que el hombre debe ser fuerte y ofrecer sostén. Eso ocurrió un poco en nuestro caso. Por supuesto, ambos vivimos una pérdida fuerte, sufrimos mucho y nos acompañamos mutuamente. Sin embargo, a menudo el padre parece regresar más rápidamente a la actividad, a intentar sostener la situación. En cambio, yo me permití sentirme mal y admitir que estaba pasando por un momento difícil. Sí, quería salir adelante, pero me di el permiso de estar mal cuando lo necesitaba.

Vi algo similar con otras mamás. Cuando me uní a la Fundación Aiken, que me brindó una gran ayuda, me incorporé a un grupo de duelo perinatal. Este grupo está compuesto por mujeres y familias que atraviesan una pérdida de bebé. La Fundación Aiken acompaña a niños, adolescentes y familias en situaciones de duelo. El duelo perinatal se refiere a la pérdida de un bebé entre las 28 semanas de gestación y los siete días de vida.

— Desde este duelo perinatal, ¿qué es lo que hay que saber?

— A ver, no puedo especificar derechos legales, pero sí es importante visibilizar esta mirada. A veces, en el duelo por la pérdida de un bebé, se minimiza el sufrimiento porque el niño no nació o no tuvo suficiente desarrollo. Cuando el bebé nace ya con algunos días de vida, el vínculo está claramente establecido desde el embarazo, y en algunos casos incluso antes, ya que muchas madres desean serlo mucho antes de concebir. Este duelo está muy invisibilizado. La idea de que “no nació” a veces hace que se subestime el dolor, y muchas madres sienten culpa y se preguntan si hicieron algo que causó la muerte del bebé. En mi caso, me preguntaba constantemente cuál fue la causa de la muerte de Luca. Tras muchos estudios y recibir el informe de la autopsia, me dijeron que no se encontraron causas específicas. En términos simples, se trató de una especie de muerte súbita intrauterina, sin una causa identificable. Me preguntaba si habría sido diferente si no hubiese salido a pasear ese día, o si no hubiera ido al gimnasio. Uno trata de encontrar explicaciones que a menudo solo generan más culpabilidad. Además, existe la tendencia de que las madres callen su dolor o el entorno prefiera no preguntar para evitar causar más sufrimiento.

— De eso no se habla.

— De eso no se habla.

— ¿Y por qué creés que hay que hablar?

— Porque es muy importante hablar. Yo agradezco cada vez que alguien me pregunta por él, agradezco a este espacio, agradezco la posibilidad de hablar de Luca. A mí me hace bien hablar de él, primero porque siento que está, que lo tengo presente, que lo traigo al recuerdo, él siempre va a estar de una manera u otra. Pero también porque uno necesita elaborar, a mí la palabra me ayudó mucho, a mí la palabra me salvó, siempre digo que fue como mi salvavidas.

—¿Qué le dirías a las mujeres que pasaron por tu misma situación? ¿qué te gustaría que sepan?

— Que se puede, que se transita, pero que hay que permitirse estar con sus altibajos, que hay que buscar ayuda si uno necesita, que hay que conectar con otras historias que hay, a mí me ayudó a conectar con otras historias, escuchar, dejarse ayudar por otras personas que tal vez vivieron algo parecido. Y darse tiempo, porque a veces está la presión del entorno y está la presión de uno mismo porque hay también ciertos mandatos que uno se impone.

“Hablar de él me hace bien... siento que lo tengo presente, que lo traigo al recuerdo”.

(Candela Teicheira)
(Candela Teicheira)

— Hablaste de presión ¿ a qué presión te referís?

— Está la presión del tiempo: “ya pasó un tiempo, ya vas a salir adelante”. Hay muchas frases que se dicen con buena intención, pero que no siempre ayudan. A veces, la simple presencia, el estar allí, es lo más valioso para quien acompaña. No es necesario llenar el espacio con frases o con intentos de consolar cuando no se sabe qué decir. La presión del tiempo es algo que deberíamos evitar, porque puede hacer que uno se sienta en falta: “¿cómo es posible que después de tantos meses aún esté así?”. Y sí, es así.

La realidad es que uno va aceptando algunas cosas. En un primer momento, hay preguntas como “¿por qué a mí? ¿por qué nos tocó a nosotros?”; es una cuestión egoísta porque, aunque hay muchas personas que enfrentan situaciones duras, cuando te sucede a vos en primera persona, te cuestionás aún más. Mi hija me preguntaba: “¿por qué nos tocó a nosotros?”. Y la verdad es que no hay respuesta.

Quiero destacar lo importante que fue para mí una persona que me acompañó y a quien agradezco infinitamente: Agustina, la hermana de un gran amigo que pasó por una situación similar. Apenas ocurrió lo que pasó, me dijo: “Sil, estoy acá. Yo viví lo mismo que vos y estoy acá”. Ella me enviaba mensajes de WhatsApp todos los días, diciendo: “Sé lo que sentís hoy, estoy acá, se puede”. Para mí, eso fue invaluable.

— Para finalizar, ¿qué te gustaría decirle a Agustina?

— Gracias, gracias. Le debo un montón porque habiendo vivido una pérdida tan grande ella tuvo mucha valentía de acompañar, de estar ahí. La quiero mucho, para mí es una persona muy importante.

Mirá la entrevista completa:

Realidades - Silvana Battimo

* Realidades es un programa de entrevistas que intenta visibilizar problemáticas que comúnmente se ocultan por miedo al rechazo, vergüenza y prejuicios, contadas por sus propios protagonistas. Escribimos y contamos tu historia a: realidades@infobae.com

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