En las imágenes se ven a a una decenas de personas y de fondo la murga Carnaval toda la vida. Se escucha el clásico “dale campeón” y humo de colores. No es el festejo de un campeonato de un equipo de fútbol, ni un joven que se recibe en la universidad. Se trata de la historia de Ítalo, un chico de apenas 5 años, pronto a cumplir 6, que celebró su última quimioterapia en el Hospital Privado de Comunidad de Mar del Plata. Detrás de los clips emotivos, del nene que toca la campana que anuncia el final del tratamiento, hay una familia que sufrió los impactos y los cambios que trajo aparejada la enfermedad de uno de sus hijos (el nene tiene dos hermanos menores, Beltrán y Malvina).
Todo comenzó a principios de marzo con un dolor de espalda. José Robetto, papá de Ítalo, cuenta en diálogo con Infobae que “enseguida fuimos a su pediatra. Lo revisó y nos pidió esperar unos días a ver cómo seguía”. La molestia en la zona lumbar continuó. “Es un chico deportista que jugaba al fútbol en un club de acá del barrio en Mar del Plata y que también nadaba”, relata el padre.
La semana que cambió la vida de Ítalo
Dos días después de vuelta en la pediatra con el dolor. La médica le pidió una ecografía en la Clínica del Niño y la Madre. “En ese estudio le sale una masa blanca y quedó internado durante el fin de semana que continuaron los estudios. Todo esto ocurrió en una semana desde que se quejó de un dolor de espalda el lunes hasta tener el diagnóstico a los 7 días”, recuerda José.
Ese domingo, cuando se cumplía el día 6 de todo este proceso, José y Agustina tuvieron la charla con los médicos que impactó para siempre en la familia Robetto Risso. “Nos dijeron que Ítalo tenía leucemia por un linfoma surgido en su intestino. Escuchamos los que nos decían los médicos y el mundo te da vuelta. Ya no volvés a ser el mismo”, admite José al recordar ese momento que sucedió hace menos de 5 meses.
En ese mismo instante, mientras digieren la noticia sobre la salud de uno de sus hijos, José y Agustina tuvieron que empezar a tomar decisiones rápidas. “Nos avisan que en este sanatorio no tratan la enfermedad. Que en Mar del Plata había dos opciones. El materno infantil que es público y el Hospital Privado de Comunidad. Empecé a mover mis contactos. Buscaba que sea el mejor lugar para salvar la vida de mi hijo. Evaluamos con Agustina tratarlo en Buenos Aires. Al final nos dieron el nombre de una médica especialista que es de la ciudad: Silvia Dos Santos. Una doctora que todos nos habían dado muy buenas referencias como oncóloga”.
El impacto familiar
En ese momento, José se autoimpuso no googlear sobre la enfermedad de su hijo. “Era una manera de no entrar en pánico. Y también como muestra de confianza a los especialistas que lo iban a tratar -explica Robetto-. Además, tratarlo en Mar del Plata nos dio mucha más tranquilidad en cuanto a la contención nuestra y de los dos hermanos de Ítalo que podían seguir más cerca de su vida cotidiana”.
El nene de 5 años pasó por seis sesiones de quimioterapia. Cada una de ellas se extendieron por 5 días. “Después de esos momentos, algunas veces volvíamos a casa, pero otras quedaba internado. En total, todo el proceso fueron 160 días, de los cuales 140 estuvo en el hospital. Cuando volvía al hogar siempre a los 7 o 10 días le subía la fiebre por alguna infección, ya que tenía muy bajas las defensas. En esos momentos, los médicos nos decían que había una hora de oro. Que era el tiempo en el que teníamos para llevarlo al hospital para que tratarlo con antibióticos”, relata José.
Otro de los temas familiares fue cómo contarle al nene lo que iba a atravesar. “Siempre le hablamos con la verdad. Es más, algunos médicos nos criticaron porque le contamos lo que tenía con todas las palabras. Habíamos viajado a México e Ítalo se hizo fan de la lucha libre. Entonces le dijimos que sus glóbulos blancos no alcanzaban para luchar contra unos bichos malos. Entonces, le iban a hacer la quimioterapia para ayudarlos a pelear contra ellos”.
El nene conocía al pie de la letra todo su tratamiento con las palabras técnicas y todo. “Llegaba un médico y le decía hay que chequear el potasio. Y él ya sabía que eso significaba un pinchazo. De hecho, muchas veces intervenía cuando un doctor nos daba un parte”, cuenta José.
Mientras el nene pasaba por las quimioterapias, la familia pasaba por una revolución de su vida cotidiana. “Acomodamos la casa a la nueva realidad. Sacamos muebles y pintamos las paredes con pintura antihongos. Con Agustina hasta dormíamos con barbijo para evitar infecciones”, recuerda el papá del nene.
En tanto, hermanos trataban de vivir una vida lo más normal posible. Beltrán, de 3 años, y Malvina (en honor al abuelo ex combatiente de Malvinas), de 2, se fueron a vivir con la abuela y dejaron de ir al jardín para evitar alguna chance de contagio a Ítalo. “Estuvimos 2 meses sin ver a los chicos para evitar algún contagio, hasta que una psicóloga nos recomendó que era mejor no perder el contacto - admite José-. Así nos acomodamos a la nueva realidad con la ayuda familiar, por suerte”.
Luego de la tercera sesión de quimioterapia, llegó la primera buena noticia. La médula de Ítalo estaba libre de cáncer. Sin embargo, todavía quedaban células malignas en el intestino, donde se había iniciado la enfermedad. “Los médicos decidieron operarlo para cortar el problema de raíz -explica Robetto-. Pasamos por la intervención y por suerte los estudios indicaron que todo había quedado limpio”.
Quedaban tres sesiones de quimio en las cuales se acumulaba la toxicidad. Esto acrecentaba las chances de infecciones que podrían convertirse en mortales para el nene. “Dormía poco. Porque había sesiones que duraban 23 horas y quería mantenerme alerta. Nos turnábamos con Agustina para acompañar a Ítalo -recuerda José-. Pero cuando el sueño me vencía es como que sentía que todo lo que pasaba iba a quedar ahí. Que me iba a despertar en la vida anterior con Ítalo sano”.
El día después del cáncer
Entonces llegó el día de la última sesión de quimioterapia y los videos que se viralizan. Que emocionan a los cientos de miles de personas que ven a ese nene con gorrito que sale del hospital como un pequeño gigante. Pero, ¿qué sucede el día después? “Ítalo tendrá que seguir con los cuidados durante 2 o 3 meses hasta que le suban las defensas a niveles normales. Sus hermanos ya pasan las tardes con él. Por ejemplo Beltrán está pendiente de los juguetes de su hermano. Piensa que todos son de él, que no puede tocarlos. Malvina, en cambio, es más chiquita y todavía no expresa tanto lo que siente”.
El nene tiene que seguir con los chequeos mensuales, ya que se mantiene en su cuerpo los niveles de toxicidad que generó la quimioterapia. “Le recomendaron que va a tener que hacer vida sana todo el tiempo. Evitar el alcohol y el tabaco, por ejemplo”, explica José.
La familia le cuenta a infobae que están a disposición de otros padres que pasen por una situación similar. “Nuestra experiencia puede servir para contenerlos y saber de antemano todo lo que van a vivir. Muchas veces, el que no pasó por estas situaciones no sabe todo lo que se sufre”. Para eso, el papá de Ítalo pone a disposición un Instagram para que se comuniquen con ellos y queden en contacto.
En tanto en los 160 días en los que Ítalo estuvo en el hospital unas 59 personas fueron las encargadas de atenderlo. Desde médicos, enfermeras, hasta mozos y personal de limpieza. “Les prometí que los iba a nombrar a todos, porque son responsables de la salud de mi hijo. No quería dejar a nadie afuera”, sostiene José e infobae cumplirá con su promesa. Cada uno de ellos aportó ese granito de arena para que Ítalo tocara la campana y salir caminando entre decenas de ojos llorosos que lo miraban.
Acá la lista completa
Oncólogas: Silvia Dos Santos y Cecilia Serralunga. Cirujanos: Diego Abrego y Sergio Polliotto. Nutricionista: Melisa Maldonado, Valentina Devia, Tobias Garcia Gumier y Virginia Desantadina. Pediatras: Paula Martín, Florencia Torres Lucero, Joaquin Fariña, Camila Rodríguez Vera, Diana Ramírez, Guadalupe Mateos, Sofía Ayul, Laura Neme, Josefina Rodriguez Eyras, Pedro Bove, Nazareth Ganim, Anabella Coronel y Nadia Kolos.
Enfermeras: Mariela Troncoso, Lorena Cortes, Sara Ayciriex, Ailin Mega, Verónica Gutiérrez, Adriana Somoza, Natalia Marcolin, Brenda Anís, Alejandra Orduna, Tamara D Onofrio, Mónica Lanfranco, Laura Pisto, Florencia Toledo, Micaela Perri, Constanza Pensa, Camila Cancino, Cintia Puccineri, Mara Echizarto, Constanza Prado, Yesica Gonzalez, Roxana Mignino, Maricel Brito del Pino, Estefania Maiquez, Lorena Sanmiguel y Patricia Mas (Nutrihome).
Camareros: Ana González, Paula Cabrera, Sandra Salbat, Yesica Medina, Mariana Soria, Mariela Russo, Yésica Segura, Mayra Herrero y Cristian. Limpieza: Jimena Tamagno, Mariana Azcona, Priscila Kiwata y Cristina Gauna.