La cumbre del G20 fue el canal de acceso. El 15 y 16 de noviembre de 2022 se celebró en Bali, la capital de Indonesia, la decimoséptima reunión de líderes globales. Scholas Ocurrentes participó de ese encuentro: se reunió con personalidades de la política, la cultura, de las áreas educativas y sociales, se entrevistó con referentes de la comunicación asiática a efectos de enseñar su innovador modelo educativo y exponer su interés por implementar métodos pedagógicos alternativos en la región. El olivo que plantaron como símbolo de compromiso en la visita a la aldea de Genggelang en la isla de Lombok no dejó de crecer.
Al año siguiente, el Ministro de Tecnología y Juventud de Indonesia, Ditto Aryatidjo, visitó al Papa Francisco y la sede de Scholas en el Vaticano. Ese cónclave significó el germen de una colaboración en pos de desarrollar un plan de acción integral adaptado a Indonesia, destinado a fomentar la ciudadanía global entre los jóvenes. Un equipo interdisciplinario de Scholas viajó para empaparse de la cultura local y diseñar así una estrategia de articulación efectiva. Rescató una selección de doce universitarios de carreras afines a la docencia, la filosofía y la psicología para formarlos en la sede de Scholas en Granada. Volvieron instruidos y con instrucciones para formar a otros cincuenta profesionales que instrumenten las actividades bajo el mismo registro metodológico con los estudiantes de nivel secundario de sus propias comunidades. El plan estaba en marcha.
Supuso un caso paradigmático y singular: por tradiciones, imposiciones culturales y regímenes políticos inflexibles, no existía una entidad extranjera -mucho menos vaticana- que accione directamente en la currícula de las escuelas públicas en Indonesia. La solicitud partió de una sensación de peligro: “Temían que los jóvenes tomaran posturas radicalizadas y veían en la propuesta, en el método que tenía Scholas de generar diálogo a través del arte y la cultura, un antídoto”, expresó José María del Corral, teólogo, pedagogo, fundador y actual director mundial de Scholas Occurrentes, la transcripción en latín de “escuelas para el encuentro”.
El ministro Aryatidjo le solicitó al mismo papa Francisco que Scholas no solamente fuera a hacer una actividad sino que acudiera a permanecer, a abrir una sede en el país. Establecieron, primero, un diagnóstico o lo que su director califica como un estudio de cardiología pedagógica. No se fijaron en encuestas, en estadísticas, en sondeos, sino que acudieron directamente al corazón de las juventudes para comprender su pulsión, su ritmo, sus sensaciones.
Invitaron a quinientos estudiantes de distintos niveles educativos a compartir una experiencia. No fueron a clases, sino que acudieron a un mismo sitio. Hicieron lo que Scholas denomina “escuela ciudadanía”: dos semanas de inmersión donde los jóvenes identifican problemáticas, votan en asambleas, investigan, acuerdan soluciones, presentan proyectos para lograr un cambio positivo. Es un programa de cuatro pasos sobre una metodología madre concebida en tres conceptos: escuchar, crear, celebrar.
En esos encuentros del programa Scholas Occurrentes x Tunas Bineka (“generar encuentros” en dialecto local) surgieron revelaciones: expresaron sus preocupaciones sobre la falta de espacios de escucha, la crisis de identidad y el bullying. “Están sufriendo y padeciendo el bullying a pesar de la diversidad religiosa que hay. El bullying parte de cómo te ven los demás, desde lo físico, desde lo social. A pesar de que ellos están acostumbrados a las diferencias, hay algo que los sorprendió. Te pongo un ejemplo -enseña José María del Corral-. Las escuelas públicas tienen número, pero no es como en Argentina. A la uno van los mejores promedios. Es decir, si sos un joven que te va bien en el colegio, te vas a la uno. Es un método estandarizado con todas las escuelas. Eso hace, obviamente, que haya muchos problemas de relacionamiento. Nadie estaba acostumbrado a que se juntaran uno, dos y tres públicas, privadas, católicas, protestantes, musulmanas, hinduistas. Estar todos juntos pintando, jugando, pensando problemas, debatiendo, dialogando, es absolutamente imposible para ellos. Les genera un impacto positivo enorme. No pueden creer cómo habían vivido tanto tiempo, por decirlo así, a oscuras”.
El director de Scholas distingue que los jóvenes precisan otros ámbitos más allá de la escuela que les dé sentido de pertenencia. El programa, dice, destapó una necesidad de compartir sus falencias, sus deudas, su angustia. Compartió el caso de una joven que en las actividades presentó una hoja rayada cargada de violencia, con la inscripción “odio” y un señalamiento al Papa por la muerte de su padre cuando era chica. “Nadie lo sabía, ni los profesores, ni los compañeros. No lo había compartido nunca y lo trajo a uno de los encuentros. Era una chica muy depresiva, pero nunca había exteriorizado el odio que tenía adentro”, relata. Habla, José María del Corral, de una iniciativa profunda, que cala hondo, que busca liberar las angustias, expulsar la pus.
El 4 de septiembre el papa Francisco asistirá a un encuentro con los jóvenes y docentes de la comunidad de Scholas en Indonesia. Inaugurará la primera sede regional en el sudeste asiático. Extenderá así el compromiso educativo que comenzó hace décadas en la diócesis de Buenos Aires y que se concentra, por vocación, en los adolescentes. José María del Corral dice: “Mi primera intuición con Jorge Bergoglio fue que si queremos saber cómo está la sociedad, vayamos a tomar la temperatura adolescente”.
Lo que proponen es cambiar el concepto de escuela. Procuran ampliarlo, dimensionarlo. “El problema lo tenemos en la calle y lo que tenemos que hacer es tomar la calle, llevar la educación a la calle. La educación se salva si realmente se convierte en un hecho cultural y la calle se convierte en un espacio educativo”, precisa. Porque entienden a la educación no como un suceso reducido al ámbito escolar: fomentan un cambio de paradigma. “La educación tiene que ver con una propuesta cultural. Mi abuela tenía hasta tercer grado pero era mucho más educada que muchísimos que terminan máster y doctorados afuera. Sabía decir gracias, miraba a los ojos, tenía códigos, una educación impecable porque la propuesta educativa, la propuesta cultural era íntegra”. Según su visión, la propuesta del colegio está agotada. “Se ve en el mundo entero. Hoy estamos hablando de clima tóxico en Indonesia y de detectores de metales en las escuelas en Florida. El pobre docente queda encerrado dentro de ese sistema y sufre toda la porquería de la sociedad que se lo tira dentro del colegio, porque los padres no nos hacemos responsables de la educación de nuestros hijos, pensamos que por pagar una cuota el que se tiene que hacer cargo de la educación de mi hijo es la maestra o la directora. Todo este sistema está absolutamente viciado. Si hago lo mismo voy a obtener el mismo resultado. Entonces tenés que ir a otro lado, a un lado mucho más profundo, que es el corazón de la sociedad”.