Andrea Szpektor ya estaba involucrada en el ámbito laboral, era psicóloga, estaba haciendo un posgrado sobre grupalidad, pero no había sido mamá. Cuando nació Olivia, dijo “de esto hay que hacer grupos: grupos de mamás”. A los seis meses de su primera hija, le dio forma a su primer grupo de crianza. “Fue muy hermoso porque cuando empezamos ese grupo tenía un montón de preguntas. Cuando quedé embarazada yo trabajaba a full, trabajaba de gerenta en una clínica de estética con los stilettos puestos y pensé que después de de maternar los primeros meses, iba a volver a la vida normal, como siempre”, contó. Pero no: “La verdad es que fue un cambio rotundo para mí haber sido madre a nivel personal, profesional, laboral. Cambié todo”.
Es codirectora de MAMAM, junto a María Paula Cavanna, con quien crearon una red de grupos coordinados por psicólogas que desde 2019 se dedican a acompañar a las familias en las distintas etapas de la vida. El propósito, dicen, es que cada mujer, en cualquier lugar del mundo, tenga cerca un grupo de pertenencia y de sostén, para que pueda ejercer su maternidad sin juicios, encontrar su modo singular y único de maternar. Cada coordinadora está capacitada para brindar una mirada amorosa, atenta y profesional a la vez, ofrecer información adecuada y, de ser necesario, trabajar en red con otros profesionales que acompañen a la díada. “Un grupo cerca de cada mujer para que todas tengan la posibilidad de encontrarse con otras y vivir una experiencia cuidada y compartida pensado para vos, donde podés sentirte cómoda, escuchada, arropada, con permiso para ser quien sos y como sos, con lugar para desplegar tu estilo único a la hora de criar a tus hijos”, precisa.
Andrea Szpektor aborda su experiencia sobre perinatalidad, crianza. “La grupalidad es lo mejor que podemos hacer en miles de circunstancias, pero en ésta creo que es clave. La psicología perinatal en sí habla mucho de esto, porque la soledad es uno de los factores de riesgo más importantes en el puerperio, en términos de salud mental”, explica. Cree, a su vez, que las mamás están físicamente solas en el principio del puerperio: “Aunque haya un compañero, compañera o madre, familia, que estén por ahí, están por ahí, no están acá realmente y a veces no están ni por ahí”.
Y ejemplifica esa contraste de visiones entre la mamá y el otro: “Cuando hay otro al lado que, por ejemplo, me dice ‘¿y hoy qué hiciste, no hiciste nada? ¿Seguís en pijama?’, me siento más sola aún, aunque esa persona esté parada acá al lado. Me siento sola porque me siento incomprendida por el otro. Más allá de la soledad física que sienten la mayoría de las mamás en el puerperio, está la soledad emocional que genera mucha inseguridad, muchos miedos”, define. “Llega una mamá y dice ‘hoy estoy cansada’, nosotros la entendemos, porque sabemos de qué está hablando. ‘No hace falta que nos digas todo lo que hiciste para llegar acá, ya lo sabemos’”.
Hace doce años es mamá y hace once que coordina grupos. La devolución que recibe de las integrantes es lo que describe como maravilloso: la sensación de cuidado, de seguridad y de sostén que experimentan. “Hay muchas mujeres que traen temas que no los hablaron con nadie, ni con sus maridos, ni con sus hermanas, ni con sus madres. Y lo traen acá porque saben que acá no estamos viendo quién tiene razón. No nos importa otra cosa que decir ‘a ver, ¿en qué te ayudo, cómo te puedo acompañar con esto?’”, distingue.
“Como consejo, yo diría que si estás embarazada, andá juntándote con alguien, con quien sea, no te quedes sola porque esa creo que es la clave. Porque solas nos enroscados en nuestro pensamiento, nos quedamos con nuestro propio miedo, haciéndolo crecer, y en grupo eso se desactiva por completo”, sugiere Andrea, quien a su vez comprende que las madres temen que la vida, tal como la conocían hasta el parte, se acabe y que se conviertan en alguien que no eran. “Un poco es cierto, no somos las que éramos, pero somos nosotras mismas, transformadas. Es parte de nuestro guión de la vida. Es una nueva temporada”.