Cuando tenía 10 años, la maestra de quinto grado le preguntó a Emanuel Dagfel y a sus compañeros: “¿Qué quieren ser cuando sean grandes?”. Unos decían bomberos, algunos policías y otros médicos, pero él tenía otra idea y su respuesta sorprendió a la docente. “¡Quiero ser buena persona!”, le dijo con la simpleza y certeza que sólo un niño puede tener.
Y eso es, asegura, lo que intenta lograr cada día y lo que le enseña a Jero y a Santi, los hijos que tuvo con su esposa, Lucy Annone. Aunque la familia es muy conocida en Mina Clavero por sus acciones solidarias, un video los hizo virales en toda Córdoba cuando, durante un recorrido por el barrio, mostraron la cantidad de perros que dormían acurrucados en las calles con temperaturas bajo cero.
Aunque sus vecinos ya les había donado mantas y armado camas en las veredas, él sintió que se podía hacer algo más por ellos y recordó la cantidad de cajones de naranjas que tenía en su local gastronómico. No demoró más que unas horas en desarmarlas y convertirlas en cuchas.
“Como familia, estamos siempre sensibles al problema que pueda estar sucediendo en nuestra comunidad y tratamos de dar una mano. Sean personas o animales, siempre que esté a nuestro alcance, las ayudamos”, le dice Emanuel a Infobae.
Buena madera
Hace poco más de un mes, los Dagfel se propusieron poner una solución donde vieron el problema, algo que hacen desde hace años y en distintos áreas de la comunidad de la que forman parte, en la imponente y serena Mina Clavero, en Traslasierras, Córdoba.
“Cuando vimos a los perros muertos de frío, inmediatamente pensamos en qué hacer y cómo. Y empezamos, literalmente, a desarmar los cajoncitos de manzanas o de naranjas que teníamos en casa y en el local, que es un emprendimiento gastronómico de la familia. Empezamos a darle forma de casas porque la necesidad no era sólo el frío sino que también era guarescerlos de la caída del rocío, el agua, el frío y e contacto con el suelo... Había que darle altura y buscar la forma para que no sean tan grandes en sus dimensiones y evitar que ocupara tanto del espacio de la vereda, para no interrumpir el paso ni molestar a los vecinos. Y, quedaron muy confortables”, resume el trabajo que comenzó a principios de junio y que continúa.
Emanuel lo hizo junto a sus hijos de 5 y 2 años. El más chico tomaba algunas maderas y las llevaba de un lado a otro, el más grandes colaboró en apilarlas y dejárselas cerca para que comenzara a clavarlas. Lucy, siempre atenta a sus hijos, miraba la escena con orgullo y también construía las cuchas.
Saben que esta es una solución momentánea frente a la problemática y las faltas de políticas publicas para que no sea necesario intervenir en la comunidad, pero no por ello lo hicimos de manera improvisada sino esperando que cumpla la función primaria que les dio vida.
“Más allá que van a ser descartables los ayuda a pasar el invierno y los cambios en las temperaturas porque esta zona es muy fría por las noches - cuenta el hombre de 38 años-. Seguramente, con el tiempo se irán rompiendo, pero la verdad es que haberlas hecho nos generó una tranquilidad muy grande, no sé si decirte que felicidad, pero poder ver hoy a los perros que estaban durmiendo muertos de frío adentro de sus casas es hermoso. Y saber, sobre todo, que esta idea hizo que mucha gente comparta este gesto en sus redes e incluso se logró que lo empiecen a hacer en otros lados”.
El video (que está en el inicio de esta nota) lo compartió en su Facebook el 12 de junio y en pocos días se viralizó en toda la provincia. “Fue fantástico que algunos vecinos, de este y otros barrios o parajes, nos llamen o nos manden un mensaje por WhatsApp preguntando cómo lo hicimos y que nos cuenten que también lo querían hacer para los perros de sus barrio - explica Emanuel-. Ese era el gran objetivo porque ante la gran problemática de perros en situación de calle no se puede dar una solución definitiva, pero si colaborar para que por lo menos la pasen mejor”.
En ese sentido, cuenta que en el camino de darle lugar a las más de 30 casas caninas, se encontraron “con un montón o con algunos municipios” que le decían que no pusiera las cuchas en las veredas si no tenía el permiso municipal para hacerlo.
“¡Nosotros actuamos mediante nuestra sensibilidad! El problema está y lo importante es accionar en lo inmediato”, dice con la misma sabiduría que demostró tener aquel día en el quinto grado.
Con la voz casi quebrada por la emoción, sigue: “Esta no es la solución definitiva, pero hace que el ‘mientras tanto’ que sea de la mejor manera. Y esta reflexión la tengo frente a una situación en la que haya un perrito, una familia o una persona en particular ¡Hay que actuar desde lo inmediato y hacerle un poquito de caso al corazón, ¿viste? Hay que no temer ser sensible, hacerle caso a la sensibilidad y decir: ‘¡Loco, hagamos algo!’... Si ves perros muertos de frío, ¿cómo no vas a ayudarlos?”, cuestiona y remarca que no tiene ánimo de señalar con el dedo acusador, pero llama a que cada persona actúe cada vez que ve algo que le haga un nudo en la garganta.
Aunque es bastante esquivo a las redes sociales, Emanuel aprendió que mostrar lo que hace con su familia es importante porque además de generar “efecto contagio”, los ayuda para cuando requieren de la colaboración de los vecinos.
“Creo que con tantas cosas que se ven en las redes, muchas de ellas no invitan a tener buenas acciones, cuando se hacen cosas buenas es importante difundirlas. Sobre todo si son gestos nobles. Me parece que las redes sociales tienen una parte muy positiva muchas veces”, opina.
Gracias a la difusión, la familia se puso en contacto con otras causas, con otras movidas solidarias que, agradece Emanuel, los ayuda a aprender y a crecer en humanidad. “Cuando la cosa fluye, se logra que otros hagan cosas, que uno aprenda más, que recibamos consejos o veamos otras problemáticas porque a través de estas casitas generamos un grupo tácito solidario en otras cosas y eso realmente es hermoso. Lo más lindo, en lo personal, es que mis hijos puedan ver este tipo de cosas; porque la idea de hacerlos parte es para que ellos se sientan orgullosos por lo que también hicieron”, explica
Desde hace siete años, la familia es parte de Una Navidad para Todos, la movida solidaria que tiene el objetivo de que ninguna persona esté sola en Nochebuena y que también tenga un regalo para abrir.
“Todo esto nos condiciona como padre y madre de la manera más bonita, que es hacer las cosas un poco mejor”, asegura completamente emocionado. Con la voz quebrada, finaliza: “Ahora, recuerdo ese momento en que le contesté a la señorita Teresita, de Matemáticas, que quería ser buena persona cuando fuera grande, y siento que quizás se lo dije por las situaciones que pasábamos en familia. No sé si lo he logrado, pero te juro que todos los días me levanto y deseo ser un poquito mejor persona y que mis hijos vean que hacerle un bien al otro, darle una mano, te deja una sensación de paz... Creo que ese es un gran camino porque, hoy a nivel social hay demasiadas ofertas e ideas que no sé si van a llegar a un buen puerto; pero, al menos sé que mis hijos están aprendiendo a ser buenas personas”.