Miguel Angel de Marco: “Roca fue quien puso en plena aplicación las ideas de Alberdi, cuya obra leyó en su totalidad”

La figura del dos veces presidente de la República ha vuelto al candelero a raíz de su reivindicación por el actual Presidente, en contraste con la estigmatización de que fue objeto durante las gestiones kirchneristas. Una nueva biografía pone de relieve su vasta obra como estadista

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Recientemente, un historiador cercano al anterior oficialismo advertía, en reacción al rescate de la figura de Julio A. Roca por parte de Javier Milei, que el dos veces presidente de la República era “estatista”, es decir, un gobernante que consolidó y fortaleció el Estado.

La advertencia llega bastante tarde luego de que cuatro gestiones kirchneristas habilitaran y hasta promovieran la estigmatización de la figura del general Roca, permitiendo incluso la vandalización de los monumentos elevados en su memoria.

De esta manera, pretendidos nacionalistas atacaron y descalificaron al gobernante a quien los argentinos debemos la soberanía sobre la Patagonia y sobre la región chaqueña, además de la delimitación de nuestra frontera con Chile.

Pretendidos defensores del rol del Estado desmerecieron el papel clave de Roca en la federalización de la ciudad de Buenos Aires, que desde 1880 es la capital de todos los argentinos, en la creación de la capital bonaerense (La Plata) y de los Territorios Nacionales de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chaco y Formosa, que más tarde serían provincias, y en leyes como la de Educación pública -.siempre tan elogiada y defendida-, el Registro civil, la unificación del sistema monetario o el servicio militar obligatorio.

Los detractores del personaje se sorprenderían con este Roca, la biografía de Miguel Ángel de Marco que acaba de editar Emecé, al saber por ejemplo que, para atacar su candidatura a la presidencia en 1880, desde el diario La Nación, a instancias de un Bartolomé Mitre que aspiraba a volver a ese cargo, se tildaba a Roca de “mazorquero”, de “símbolo de la barbarie”, de estar “rodeado por caudillos de chiripá y con aro en la oreja”. Roca “era una amenaza de muerte para el pueblo porteño”. Se metían hasta con su edad. Era candidato a presidente con tan solo 36 años. El diario de Mitre lo describía como “un guaso joven que mira de soslayo” y que saca “para comer el cuchillo de la cintura”. La reencarnación de Rosas, de su mano volvía la divisa punzó.

Roca tenía 35 años cuando encabezó la campaña al desierto. Dejó de lado la estrategia defensiva de su antecesor y llegó hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. A los 36 años fue presidente por primera vez
Roca tenía 35 años cuando encabezó la campaña al desierto. Dejó de lado la estrategia defensiva de su antecesor y llegó hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. A los 36 años fue presidente por primera vez

Una descripción que no se condice con la imagen que se ha vendido en estos años, del hombre que hizo efectiva la autoridad del Estado sobre todo el territorio nacional, base indispensable para la construcción de la Nación. Un hombre que, como militar, siempre actuó en el ejército nacional contra las facciones. “Que no haya un solo palmo de tierra argentina que no se halle bajo la jurisdicción de las leyes de la nación”, prometía en su discurso de asunción, el 12 de octubre de 1880.

También les sorprendería saber que su triunfo electoral fue desconocido por el mitrismo porteñista que se levantó en armas una vez más contra la voluntad nacional. “Ya que lo quieren así, sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que formarse, como las pirámides de Egipto y el poder los imperios, a costa de la sangre y sudor de muchas generaciones”, le escribió Roca a Dardo Rocha en abril de 1880.

Eran tiempos en que quienes se negaban a reconocer a los diputados roquistas entraban rifle en mano al Congreso. En los combates que siguieron, y que dejaron un saldo de 3000 muertos, Roca representó la unidad nacional contra el separatismo porteño. Cuando seis años después entregó los atributos presidenciales a su sucesor, destacó que esa sería la primera transmisión pacífica del mando. Era uno de los principales resultados de su gestión.

Bartolomé Mitre fue el gran adversario de Roca en su primera campaña presidencial porque el tucumano encarnaba a la nación frente al faccionalismo porteño
Bartolomé Mitre fue el gran adversario de Roca en su primera campaña presidencial porque el tucumano encarnaba a la nación frente al faccionalismo porteño

El libro de De Marco es una detallada reconstrucción de la vida y obra de este general tucumano, formado en Entre Ríos, al que los avatares de la organización nacional y su propia trayectoria militar llevaron a encarnar el interés del todo por encima del de la parte.

— ¿Qué piensa de la actual reivindicación de la figura de Roca, en contraste con la estigmatización anterior?

— En realidad son dos visiones de país. Está muy bien que se elogie a Roca en su acción gubernativa. Pero estamos hablando de figuras del pasado. Entonces cuando me preguntan si veo parecidos entre Roca y el actual presidente, digo que no, que nada, porque no se puede comparar gestiones en circunstancias tan diferentes. Roca es quien termina de cerrar el proceso de construcción del Estado en un país que era casi un desierto, donde había que hacerlo todo, empezando por asegurar el territorio.

— Algunos historiadores cercanos a quienes lo trataron de genocida por la Campaña del Desierto, ahora, para contradecir a Milei, rescatan el estatismo de Roca…

— En cuanto al gobierno anterior, se lo estigmatizaba esencialmente por el tema de la ocupación del desierto, de la campaña contra los indios. Era una situación histórica completamente diferente. La posición en todo el mundo hacia las tribus indígenas era la misma. Hoy en cambio no querríamos proceder de tal manera, pero la gente en aquella época quería poder vivir sin temor.

— Se puede decir que la respuesta estaba vinculada a la situación que se vivía en los pueblos de frontera, el robo de ganado, los malones.

— Así es. En el pasado hubo una actitud belicosa por el temor a los malones, pero también con la finalidad estratégica de habilitar espacios vacíos del territorio para el desarrollo del país, el uso de los recursos naturales, el fomento de la inmigración, la construcción de caminos, la expansión del ferrocarril. Por otra parte, las tribus aborígenes que hoy existen en el país son muy maltratadas. Recordemos que hace pocos años hubo denuncias de aborígenes de Chaco y Formosa por la situación social dramática que vivían y no fueron atendidos.

La campaña al desierto le abrió a Roca el camino a la presidencia
La campaña al desierto le abrió a Roca el camino a la presidencia

— ¿Era Roca un liberal?

— Roca fue quien construyó el Estado, mejor dicho quien completó esa obra, que desde Caseros se venía intentando. Costó décadas afianzarlo. Construyó un estado liberal. Pero la filosofía liberal da para mucho y una cosa es el concepto alberdiano y otra ciertas corrientes actuales. Desde ya que Alberdi no era un libertario.

— Usted dice que Roca fue el estadista de cuño alberdiano que dio forma al Estado moderno en la Argentina.

— Sí, yo tomo en realidad ese concepto de Carlos Ibarguren. Roca había leído toda la obra de Alberdi, y como presidente la hizo publicar completa. Le tenía mucha admiración. Roca fue la figura que puso en plena práctica las ideas de Alberdi, con los medios de la época. Y las limitaciones. Por ejemplo, cuando se lo critica por alentar a las oligarquías provinciales, no se tiene en cuenta que esa era la única manera de ocupar un país desierto e invertebrado.

— Se sorprenderían muchos por el nivel de críticas que lanzaba el mitrismo contra Roca, directamente lo trataban de mazorquero, una reencarnación de Rosas con la que volvía la divisa punzó.

— Eran expresiones de circunstancia. Eso de la divisa punzó era porque originariamente Roca era federal, por la amistad de su padre con los gobernadores de Tucumán, además de que él fue oficial del ejército de la Confederación contra MItre. Encarnaba una postura más provincial que porteña. Durante la Guerra del Paraguay, siempre hablaba en términos muy negativos de Mitre. Con el paso del tiempo iban a llegar a coincidencias. La historia no es algo canónico que se puede describir como una ciencia exacta. Está hecha de experiencias de vida humanas. Esa generación quería construir casi de la nada una Nación rica que desarrollara sus recursos naturales, con inmigración… Tenían una mirada idílica de un país futuro. Pero pensemos que hombres como Roca y Mitre habían conocido un país en el cual un viaje de Tucumán a Buenos Aires en carreta podía llevar meses. Para esa enormidad de leguas, imaginaron ferrocarriles y telégrafo.

— Bueno hay un tramo de su último discurso al concluir su segundo mandato presidencial, en 1904, en el que él mismo hace el balance de su gestión, diciendo: “No hay una sola región del país, por apartada que esté, en la cual no se haya inaugurado, o no esté en vías de construcción, una escuela primaria o superior, o de enseñanza agrícola, un ferrocarril, un camino, un puente, un puerto, una línea telegráfica, un hospital, un cuartel.”

— En cada memoria anual al Congreso, Roca reiteraba eso. Y hay algo más. Las Relaciones Exteriores, atendía esos temas con mucho cuidado. Buscó inmigración hasta de Japón.

Julio Argentino Roca, en su primera presidencia
Julio Argentino Roca, en su primera presidencia

— Suele suceder que quienes protagonizaron la guerra son los más activos en buscar la paz.

— Es así. Eso Roca lo expresó en varias ocasiones. Por haber vivido esos horrores de la guerra, quería la paz a todo trance. Sabía por ejemplo que, con Chile, una guerra habría sido desastrosa. A la vez estaba atento al interés argentino y quiso asegurarse la Patagonia y aprovechó el momento favorable para ello.

— Son llamativos los preconceptos y los reduccionismos que hay en torno a la figura de Roca.

— Además, hay enormes incongruencias. Por ejemplo, algunos dicen que el peronismo es la antítesis de Roca, pero cuando Perón nacionalizó los ferrocarriles, al del sur le puso de nombre Roca, en reconocimiento al rol que tuvo éste en la consolidación del sur argentino.

— Me llamó la atención el hecho de que, en la primera campaña presidencial de Roca, sus adversarios le hacían mandar falsos telegramas desde el interior pidiéndole que se baje de la competencia. Son métodos muy parecidos a los de ahora con las redes. También era muy agresiva la prensa; muchas cosas no han cambiado.

— La prensa de la época de Roca era tremendamente bravía. Nos quejamos de la prensa actual, de que se les va la mano, pero la de aquella época no dudaba en lanzar agravios e injurias. En contraste con los tiempos de Rosas, había una libertad de prensa bastante irrestricta.

— ¿Qué diferencia de enfoque o de contenido puede encontrar el lector en este libro respecto a otras biografías sobre Roca?

— Bueno, está por un lado la obra icónica de Félix Luna, Soy Roca, pero es literatura y es ficcional. Las demás biografías son muy antiguas o no son integrales o son demasiado sucintas. Alguien dijo que parecía que, cuando llegaban a los años 80, los historiadores dejaban de escribir. Hay poco sobre esa etapa.

— ¿Le queda pendiente escribir la biografía de algún otro protagonista importante de nuestra historia?

— Por lo general, cuando presento un libro ya anuncio el próximo. Escribo rápido. Eso es resultado de mis años de trabajo como periodista; fui jefe de edición en el diario La Capital de Rosario durante mucho tiempo. Quiero escribir la biografía de Alberdi. También estoy pensando en escribir mis memorias. En mis tiempos en La Capital, conocí a muchos presidentes. Luego fui corresponsal naval, después pasé al escalafón de historiadores y tengo el grado honorífico de Comodoro de Marina.

Roca volvió a la presidencia en 1898 por un segudno período de seis años. Murió en 1914
Roca volvió a la presidencia en 1898 por un segudno período de seis años. Murió en 1914
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