-Café? Parlez vous francais?
-Un peu, le digo, un poco, al hombre canoso y heavy metal.
-Au lait?
-Noir, negro, amargo, sin cortar.
Es una conversación extraña para tener con Frank Gosdzik, alias Blackfire, guitarrista de Sodom, uno de los guitarristas insignia del metal europeo y uno de los responsables de crear el machaque maniático tan distintivo del thrash metal alemán, una pelota enorme de agresión. Pero Blackfire, con su pelo largo ya completamente blanco, 57 años, todavía de gira, todavía con la mano derecha implacable, necesita ese café para vivir.
Amanecidos en el balcón de una suite del crucero Freedom of the Seas el 1° de febrero de este año, Sodom son la estrella principal del 70000 Tons of Metal, el mayor crucero heavy del mundo, tres mil personas, 60 bandas, cuatro días, con el comfort de un evento de Royal Caribbean. 70000 Tons of Metal es, básicamente, una vacación de fantasía, adultos europeos y estadounidenses que se escapan de la nieve y las temperaturas bajo cero para ser felices en alta mar o en la escala caribeña de turno, en el Disneyworld de los adultos metálicos, con un jacuzzi gigante frente al escenario principal.
También es un lugar curioso para tener una conversación con Sodom. No es que hay falso o verdadero metal,; solo hay formas de heavy más reales que otras. Y no hay ninguna banda más real que Sodom. Creados en 1981 en Gelsenkirchen, Alemania, por Tom Angelripper, aquí en el balcón de la suite, echado en una reposera con una remera de Motörhead, Sodom definió con discos como In The Sign of Evil, Obsessed by Cruelty o Agent Orange un sentimiento de ira y de maldad, de mugre, que define al metal mismo. Su música es una expresión de clase obrera, hecha en un pueblo gris y minero, no muy distinto al Birmingham. Inglaterra, que engendró a Black Sabbath y Judas Priest.
No son un hecho generacionl, para nada: son una marca del movimiento. Hay bandas en el crucero como Blind Guardian, Epica, Pentagram, Katatonia, Batushka, Unleashed, Angra, My Dying Bride, muchos de ellos auténticos veteranos, influencers en el término más exacto de la palabra, bandas que educaron a dos generaciones de metaleros y abrieron la puerta a subgéneros enteros. Casi todos ellos crecieron escuchando Sodom. Si uno ve por la calle a un heavy que se ve como un heavy, con cuero, tachas, chaleco de parches, todo, entonces, es un fan de Sodom.
La conversación sigue, con Blackfire y Angelripper. La sensación de heavy viejo, de estar totalmente de vuelta, es refrescante, una sabiduría sin fe.
-Hay una escena de metal en Argentina que los celebra. Chicos de 20, 25, que tocan metal como lo toca Sodom.
Angelripper: Argentina es buenísimo. Fuimos ahí en 2023. Hay muchos chicos que escuchan la música del thrash original, tienen 15 años, menos, vienen y me dicen que les encanta, me hablan de nosotros, de Hellhammer.
-Tenías la misma edad cuando comenzaste.
Angelripper: A los 12, en realidad. Era el único en la escuela que escuchaba metal. Me tenía que hacer mis propios cinturones de balas. Nosotros nunca cambiamos.
-Todos dicen eso.
Angelripper: No nos interesaba lo que nos dijera la compañía de discos, o quien nos publicaba las canciones. 40 años de carrera, sí, pero nunca cambiamos. Tal vez intentamos escribir mejores canciones, ser mejores músicos, pero no cambiamos el espíritu.
-Entonces, ¿qué hace que estos chicos tomen una guitarra y se metan en un sótano a tocar heavy, algo que parece totalmente anacrónico?
Blackfire: La energía, que es fucking brutal. De chicos, nosotros escuchábamos a AC/DC, a Motörhead. Ahora ese rol lo llenamos nosotros, tal vez.
Angelripper: Todavía está esa magia. Todavía funciona.
-¿El heavy se convierte cada vez más en una fantasía de escape? ¿Algo para escapar del mundo en vez de combatirlo?
Blackfire: Definitivamente.
Angelripper: Sí, no hay mensaje político en las letras. Debería haberlo. Pero vivimos en un mundo libre.
-Hasta cierto punto.
Angelripper: Venimos de la crisis del COVID. Ahora está la guerra con Rusia y Ucrania. Antes, tocábamos todo el tiempo en Rusia. Hace cuatro años que no podemos. Si vivís en Rusia y sos heavy, no tenés chance de vernos. No podemos ir. La gente nos quiere ver tocar. El mundo cambió, otra vez. Antes del muro, le enviábamos los cassettes grabados, no podían tener un disco oficial, un LP.
Blackfire: No podemos cambiar la política. Solo podemos hacer que la gente se sienta bien.
-¿Y cómo puede ser el metal peligroso otra vez?
Angelripper: ¡Haciendo música más pesada!
Que lo digan dos de los héroes del metal genuino dice algo. Tal vez, se trate solo de sentirse bien. Y tal vez, todo este crucero sea parte de esa idea. Creado por el promotor suizo Andy Piller, 70000 Tons of Metal navega desde 2011 en la línea Royal Caribbean, un festival flotante de 60 bandas que parte desde el Port Of Miami, Estados Unidos, para cuatro días de música casi sin parar, grupos que tocan desde las 10 AM hasta las 5 AM.
Esta semana, el crucero abrió su venta general de entradas a través de su sitio web oficial para su viaje de 2025, del 30 de enero al 3 de febrero. La escala caribeña, esta vez, es Ocho Ríos, Jamaica, con Emperor, Sepultura, Candlemass, Arcturus, Covenant, Samael, Hammerfall, Stratovarius, Septic Flesh, Tankard, Decapitated, Sonata Arctica, Onslaught, entre otros.
Quedan otras 35 bandas por anunciar.
fotos y video: Federico Fahsbender