El rosarino Leonardo Tiscornia (55) tenía solo 15 años cuando comenzó a interesarse por las exposiciones de perros. No tenía idea de ese mundo hasta que llegó a su casa un cocker inglés de pedigree que había comprado su padre, quien también había llevado a su casa una revista que tenía un perro de la misma raza en su portada. “Me entusiasmé muchísimo con la revista y con la idea de presentar el perro en una exposición. Siempre fui muy competitivo desde pequeño y por eso decidí que quería presentarme con el perro en exposiciones. Entonces hice lo que pude, preparé el perro de la mejor manera, con la poca información que había en ese momento y lo presenté. Por supuesto que no me fue muy bien y a partir de ese momento me obsesioné con la presentaciones de perros de exposición y desde esa edad hasta los 22 años estuve haciéndolo en mi ciudad natal”, nos introduce a su mundo el entrenador canino que hoy es un referente en el rubro y ya acumula 35 años de experiencia entrenando y resolviendo problemas de conducta.
Al principio trabajó la mayor parte del tiempo gratis. Conseguí información con ayuda de criadores y se empezó a dedicar de manera amateur en el entrenamiento de perros para personas, también, gratis para aprender.
Mientras cursaba la carrera de Ciencias Económicas se le dio la oportunidad de ir a vivir a Brasil para trabajar con el líder en esos tiempos en perros de exposición en América del Sur. “Estuve dos años ahí trabajando full time con él y ahí aprendí. A los 22 años era un “handler” profesional [persona que sabe mostrar correctamente un perro, es quien además tiene conocimiento sobre estructura y morfología]. Fue mi base de aprendizaje y siempre mientras estuve presentando perros, siempre me interesó la parte de obediencia, por lo que siempre lo hice también en paralelo. Luego de esos dos años me vine a vivir a Buenos Aires y ya comencé a trabajar de manera profesional, tanto en la presentación de perros de exposición y en la parte de de obediencia y educación”, cuenta el especialista.
Si mira hacia atrás, no recuerda un perro en especial que lo haya marcado, sino todos los perros que pasaron por su vida, que contabiliza unos ocho por día, a lo largo de 35 años. Dice que trabaja 12 horas por día, si suma la tarea administrativa. Al frente de un equipo de colaboradores, también trabaja los fines de semana. “No podría hacerlo si no tuviera tanta pasión por esto. Los fines de semana doy clases grupales. La gente que me conoce no puede creer la dedicación que le doy a mi profesión. Por ende, sí creo que lo disfruto, lo disfruté y lo seguiré disfrutando.
En sus redes sociales, sus seguidores están atentos a sus nuevos contenidos (tiene casi 150 mil seguidores en Tiktok @escuelacanina_ y otros miles en Instagram) donde ya cuenta con un equipo que lo apoya en la grabación y edición. Él se ocupa de crear los contenidos. Su video con más reproducciones, 2,2 millones muestra cómo lleva a socializar en la plaza a un perro gigante, un cane corso llamado Kaiser, al que le temen todos los perros con solo verlo. Nadie quería jugar con él. “Le hago que se eche para que no sea bruto con los perros, porque se asustan”, cuenta en el video. Los seguidores acumulan likes con sus comentarios, como el de Lulú: “Pobrecito mi vida su único delito es ser grandote pero por dentro es un perrito bebé”. Otros reparan en los otros perros de la plaza que forman parte de la escena, como “el pitbull gordito”, que al ser así mencionado por un seguidor se llevó 8 mil “me gusta”.
“Creo que lo más notable que hay entre mis redes es que muestro la vida real de lo que realmente ocurre, eso llama la atención a la gente y sobre todo lo más importante, se sienten identificados con el problema. No es todo final feliz. Lo que se ve en en mis videos y en las redes, realmente es la vida real lo que le está ocurriendo a un dueño cuando tiene un perro y los problemas de conducta que tiene”, asegura.
Cuenta Leonardo que después de dedicarse durante 20 años a presentar perros de exposición, comenzó a sentir aburrimiento y lo dejó un poco de lado para dedicarse de lleno a la educación canina, y a especializarse en la resolución de problemas de conducta, que “son los casos más difíciles porque particularmente en Argentina, considero que la gente se deja estar demasiado en la educación de su perro, directamente no lo educa y solamente considera que debe intervenir un profesional en el momento en que el perro empieza a tener problemas. Dejan pasar el tiempo y lo que puede llegar a ser sencillo se convierte en una tarea dificultosa porque se generan hábitos”, explica. Y lo contrasta con sus clientes extranjeros de la Ciudad de Buenos Aires -donde trabaja y vive hace muchos años- quienes educan desde un inicio a su perro.
Tiscornia no solo educa perros que mastican zapatillas cuando están solos en casa, comen lo primero que encuentran en la calle o “no saben presentarse” ante otros perros. A lo largo de estos años, junto con su experiencia se acumularon “puntos” en un brazo, por perros con conducta agresiva. “Debo tener en total diez puntos en mi brazo por mordidas de perro. Que sea entrenador de perros no significa que puedo evitar que las mordidas me duelan menos o que puedo llegar a tener una habilidad innata o a través de la experiencia que si me muerde sea más rápida la solución. Para cualquier entrenador ser mordido por un perro es una frustración porque no es lo que queremos, no es lo que queremos llegar a la agresión. Pero sí he tenido algunos casos, pero ninguno fue grave. Fueron pequeñas mordidas y siempre me siento frustrado cuando esos eventos ocurren. Los últimos cinco años no he recibido ninguna mordida extrema”, asegura.
Uno de los problemas que dejó la pandemia, según el especialista en educación canina, fue la intolerancia a estar solos. “Estaban acompañados las 24 horas, los 7 días de la semana, y luego los dueños volvieron al trabajo presencial, y eso dejó al perro en un estado de ansiedad extremo”, precisa.
El perro que nadó hasta su dueña
Entre tantos perros que educó que tenían problemas de comportamiento, recuerda a uno con mucho cariño. “Hace algunos años me contrataron para entrenar un perro en un country del Delta. El perro era muy agresivo con otros perros que estaban en otras casas del lugar. Se trataba de un perro rescatado”, relata el especialista. La dueña que lo había rescatado lo había encontrado en el agua y debido a estos problemas de conducta, le prohibieron tenerlo en este country, que era abierto y además se le escapaba. La solución en ese momento fue darle el perro en estado semi salvaje a un poblador, que estaba a unos 20 kilómetros. El entrenador cree que el perro sobrevivía de la caza. “A los dos o tres días, el perro volvió nadando y cruzando todas las islas hasta volver a encontrarse con la mujer que lo había rescatado. Eso me conmovió siempre porque increíblemente el perro pasó por un montón de vicisitudes para poder volver a la persona que lo había rescatado. Entonces, ella decidió contratarme para lograr que el perro dejara de ser agresivo. El perro se adaptó. Luego vivió en Caballito y se adaptó perfectamente a vivir en un ambiente urbano”, relata.
Siempre le preguntan a Leonardo qué perro tiene y si está sumamente entrenado. Y la respuesta es que en su casa se aplica en casa de herrero, cuchillo de palo. “En mi casa tenemos un solo perro, que sale lo justo e indispensable por una cuestión de que al estar todo el día trabajando con perros, cuando regreso a mi hogar trato de dejar en manos de mi hija la educación de la perra. Y si ella no lo hace, la perra no va a aprender”, confiesa.
El entrenador que es viral en TikTok dice que el perro, al tener instintivamente una fascinación con el ser humano, hace que tener un perro sea sumamente gratificante. “Por eso considero que lo mejor para una familia, para una persona, es estar en constante contacto y tener su propio perro”, concluye.