La beba más porteña de la historia: se cumplen 20 años del único parto que hubo junto al Obelisco

Sofía Trevisi vino al mundo en una circunstancia extraordinaria. Su mamá rompió bolsa camino al sanatorio donde la esperaba el obstetra y no llegó. Con 3,450 kilos, su alumbramiento fue lejos de una sala aséptica, entre luces de neón y los bocinazos de la calle Corrientes justo el mismo día del cumpleaños de Aníbal Troilo. Ella y su madre recuerdan la curiosa efeméride

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El video con la línea de vida de Sofía Trevisi -que nació hace 20 años frente al Obelisco- para su fiesta de 15.

Nadie puede ser más porteño que Sofía Trevisi. Es una fija. ¿Acaso alguien conoce a otra persona que haya nacido justo frente al Obelisco; y además, el mismo día que cumplía años otro símbolo de Buenos Aires, Aníbal Troilo, “Pichuco”? Así es: cuando abrió los ojos hace exactos 20 años, a Sofi y sus 3,450 kilos de peso la esperaban las manos de su madre y las luces y los bocinazos de la calle Corrientes. No hubo para ella, en el preciso y precioso instante de nacer, un quirófano aséptico y un obstetra con olor a desinfectante en los guantes. Después, claro, mientras su papá convertía el auto familiar en una ambulancia, se prendió a la teta de su mamá, y la singularidad de su parto -que fue un acontecimiento mediático por entonces- le importó un comino.

La noche del sábado 10 de julio de 2004 fue helada. Como cualquiera de estos días. En Lomas de Zamora vivían Ricardo Trevisi, su esposa Viviana Dalponte y sus dos primeros hijos, Matías (que tenía 2 años) y Ramiro (de uno). Un matrimonio como tantos. Ella, una odontóloga recibida en la UBA en 1990, nacida en Banfield, ex alumna del colegio Ntra. Sra. de Lourdes, de monjas; él un abogado y profesor de la Universidad de Lomas de Zamora, oriundo de esa localidad, que había estudiado en el Euskal Echea y el Nacional de Adrogué. Ambos nacidos en 1967, se habían casado en 1999 luego de estar siete años de novios. A eso de las diez de la noche, Viviana sintió las primeras contracciones de su tercer embarazo. Aunque los médicos le habían dicho que el parto sería el 15, su instinto de madre hizo que llamara de inmediato a Carolina, su partera de confianza. Preparó el ajuar a las apuradas y se abrigó con un tapado largo, color manteca. Su esposo encendió el Renault 19 y calentó el motor. Cuando llegó la partera, arrancaron hacia el Sanatorio Otamendi por la avenida Hipólito Yrigoyen. Ya era la una de la madrugada del 11 de julio. El termómetro marcaba 1° bajo cero.

Al poco tiempo de nacer, Sofía en familia: sus hermanos Matías y Ramiro, su papá Ricardo y ella en brazos de su mamá Viviana.
Al poco tiempo de nacer, Sofía en familia: sus hermanos Matías y Ramiro, su papá Ricardo y ella en brazos de su mamá Viviana.

Viviana iba en el asiento del acompañante, con el cinturón de seguridad puesto. No lo sabía aún, pero aquella butaca sería su pequeña sala de partos. En el asiento de atrás iba la partera. “El médico que me atendía (Guillermo Lodeiro Martínez, un conocido defensor del parto natural) era de zona sur, pero como con nuestros otros hijos, a Sofía la íbamos a tener en Capital, en el Sanatorio Otamendi. La partera tardó un poco en venir, no me llegó ni a revisar en casa. Yo noté que esta vez no íbamos a llegar…”, le cuenta Viviana, 20 años después, a Infobae.

Ricardo aceleraba todo lo que podía. Era la madrugada del domingo y por lo menos el frío había menguado un poco el tránsito. Pero a la altura del Puente Pueyrredón, Viviana sintió que todo se precipitaba.

Sofía con su uniforme del colegio Belgrano, de Temperley
Sofía con su uniforme del colegio Belgrano, de Temperley

“Pasando el puente, y ya en la autopista que conecta con la 9 de julio, rompí bolsa”, subraya. El Renault 19 tomó por Pellegrini, la colectora de la 9 de Julio, para después doblar por la avenida Córdoba hasta Azcuénaga, donde se encuentra el sanatorio. Viviana, que tenía 36 años, vio que Sofía asomaba su cabecita. Y justo a la altura del obelisco, en el epicentro de los festejos deportivos, donde se yergue el símbolo porteño por excelencia, Viviana le dijo a Ricardo “¡pará!”, el semáforo se puso en rojo, y comenzó a parir a su hija.

“Estábamos con la Plaza de la República y el Obelisco enfrente, parados en el semáforo, abajo del lugar donde ahora está el McDonald’s… Me di cuenta que Sofi nacía, y me asistí a mi misma. No es que paramos y la partera llegó al asiento de adelante. La bebé nació, la recibí yo. Lo primero que hice fue tomarla en mis brazos, abrigarla con mi tapado y apretarla contra el pecho. Enseguida reaccionó. La partera nos dijo que pongamos la calefacción al máximo, por el frío. Ricardo se había bajado para pedir ayuda, pero no llegó a hacerlo, así que volvió al auto. No me olvido nunca su cara al mirarme, no lo podía creer. Me dijo ‘¿ya nació?’ Y después llegó rápido al Otamendi. La partera había enviado un mensaje al médico que tuviera todo listo y cuando llegamos estaban en el estacionamiento y ahí mismo cortaron el cordón. La nena se fue con mi esposo y la partera hacia neonatología para revisar su estado, y a mí me llevaron a la sala de partos para, digamos, controlar el alumbramiento”.

A las tres de la mañana, apenas una hora y media después, los tres estaban en una habitación del Otamendi. “No hubo ningún inconveniente. Gracias a Dios, la nena estuvo sólo un ratito en observación. Yo siempre me sentí bien. Obviamente tenía los temores propios de saber cómo estaba, si no había tenido ningún problema con las bajas temperaturas. Fijate lo rápido que fue todo. Según me dijeron, fue un ‘parto en avalancha’, aunque no lo tengo chequeado”, sostiene Viviana.

La tapa de Clarín con la única foto que tienen del momento posterior al nacimiento en el Obelisco, en la habitación del Sanatorio Otamendi
La tapa de Clarín con la única foto que tienen del momento posterior al nacimiento en el Obelisco, en la habitación del Sanatorio Otamendi

Ahí estaban, tranquilos y felices después de un lindo baile. Lo de felices dura hasta hoy. Lo de tranquilos… Un hermano de Ricardo, Pablo (que hoy vive en Córcega, Francia) era periodista de la Agencia de Noticias DYN y escribió un cable contando la odisea con final feliz. “Decía que había nacido ‘la más porteña de todas’ en el Obelisco, y que era el cumpleaños de Aníbal Troilo. A partir de ese momento se hizo toda una historia. Y empezaron a llegar medios. Nos invitaban de todos lados., vinieron los diarios, canales de televisión. En un punto, de la dirección del sanatorio me pidieron que no demos más notas”. El martes 13, Viviana, Ricardo y Sofía fueron tapa de Clarín. Es la única fotografía que tienen de su paso por el Otamendi.

Todo ese movimiento alrededor del increíble nacimiento de Sofía duró hasta el 2005. “Cuando cumplió un año, nos invitó Guillermo Andino que hacía un magazine con Paula Cahen D’Anvers. Justo eran las vacaciones de invierno y fuimos al piso con los tres nenes, que parecían trillizos. Trajeron una torta para que Sofi sople las velitas, y estaba Barney, que era un muñeco que estaba en boga por esa época. Fue lindo, emotivo. Esa es un poco la historia de Sofi. Es una linda historia. Cuando era chiquita decía ‘soy famosa porque nací en el Obelisco’, era muy cómica. Y ahora es una chica divina, como mis otros hijos…”, cuenta orgullosa la mamá.

La familia, para los 15 de Sofía: Ramiro, Ricardo, Sofía, Viviana y Matías
La familia, para los 15 de Sofía: Ramiro, Ricardo, Sofía, Viviana y Matías

Al lado de Viviana está Sofía. La chica que nació en el Obelisco la noche que los planetas se alinearon para que suceda algo único. Hasta hoy, cada vez que conoce a alguien y le pregunta dónde nació, es tema de conversación. “Siempre está presente. Mi mamá me había hecho una carpeta con todos los recortes de diarios, yo la tenía en mi habitación y cada tanto la abría. Fue algo raro lo que pasó…”

Hasta el papá de su novio, Matías, se sorprendió con el dato cuando la conoció. Él también recordaba el caso. Ahora tiene como nuera a la protagonista.

Sofía, antes de su cumpleaños número 20. Estudia odontología, como su mamá
Sofía, antes de su cumpleaños número 20. Estudia odontología, como su mamá

Sofía fue toda su vida al mismo colegio, el Belgrano de Temperley, y es fanática de los deportes: hizo gimnasia deportiva, natación y ahora va al gimnasio. También le gusta el arte: de chica hizo ballet, pero hoy disfruta de pintar y dibujar. Como su mamá, eligió la carrera de odontología. El año pasado terminó el CBC en la UBA, y acaba de finalizar el primer cuatrimestre del segundo año.

Hoy es su cumpleaños número 20, pero como tiene cursada en la facultad, aplazó el festejo con su familia y sus amigos para el sábado por la tarde: habrá una merienda. Sofía tiene una vida sencilla, como la de muchísimas chicas, y una familia hermosa. Sólo que un día, hace dos décadas, apuró un rato la salida de la panza de su mamá. Y entonces sucedió una cosa extraordinaria: la esperaban las luces de neón.

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