Nació el 11 de julio de 1914 en pleno barrio del Abasto, en Buenos Aires. Y conquistó el mundo entero haciendo llorar como nadie a su fuelle. A tal punto que en 2005, tres décadas después de su muerte ocurrida el 18 de mayo de 1975, el Congreso de la Nación decidió declarar su fecha de su nacimiento como el Día del Bandoneón. Y hoy, marcando un hito histórico, al conmemorarse los 110 años de su llegada al mundo, Aníbal Troilo será homenajeado desde la Argentina hasta la lejana Singapur.
“Nosotros vamos a realizar una celebración en el Museo Carlos Gardel, donde hay una muestra con documentos, obras y fotos inéditas de Pichuco, desde las 15 hasta las 20 hs. Y vamos a estar saliendo en vivo por La 2x4. Porque, más que recordar su muerte, a quienes mantenemos vivo su legado nos gusta conmemorar su nacimiento y eso es lo que venimos haciendo desde su partida. Pero este es un año muy especial porque, al mismo tiempo, se va a estar inaugurando una réplica de la escultura en su honor que está en Diagonal Norte, a metros del obelisco, en Singapur. Esta sería la primera obra conmemorativa que se le hace fuera del país, así que estamos muy contentos”, cuenta Francisco Torné, nieto político de Troilo, en diálogo con Infobae.
El prestigioso bandoneonista, compositor y director de orquesta de la época de oro del tango argentino no tuvo hijos. Sin embargo, se casó con la griega Ida Dudui Kalacci, a quien todos conocían como Zita, que era madre de Edith, de un matrimonio anterior. Y él no solo adoptó a la hija de su esposa como si fuera propia, sino que también se convirtió en el abuelo perfecto para los herederos de ésta, Edith, Juan Carlos y Francisco, quienes hoy son los responsables de bregar por su obra y se muestran orgullosos por este logro.
La escultura que se alzó sobre la principal avenida comercial de Singapur, Orchard Road, se titula Bellows (Fuelle en inglés) y fue realizada por el arquitecto y escultor Daniel Brandimarte. Se trata de una pieza gemela a la original, que fue inaugurada en diciembre de 2021, cuyo diseño evoca el movimiento típico del maestro al tocar su bandoneón. Y la idea de la misma es generar una especie de “hermanamiento en clave escultórica” entre la Argentina y el país asiático, donde Troilo es considerado como un verdadero ídolo, en el cincuentenario del comienzo de sus relaciones diplomáticas.
“En el 2025 se van a cumplir 50 años de la desaparición física de Pichuco, así que lograr esto me parece muy importante. Viajaron a Singapur Silvina Damiani, del equipo del legendario Salón Marabú, y el escultor para estar presentes en la inauguración”, cuenta Torné. La obra será presentada en sociedad por el Ministro de Relaciones exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan, el Embajador Argentino en Singapur, Mauricio Nine, y el Embajador de Singapur en Argentina, Leong Horn Kee, en tanto que un bandoneonista local interpretará las piezas de Troilo y una pareja de tango será la encargada de engalanar con su baile el encuentro.
¿Por qué este acontecimiento es tan importante para la familia? ”Desde que falleció Pichuco en 1975 hasta que murió mi abuela en 1997, fue ella la que se ocupó de mantener viva su memoria. Y, a partir de ese 11 de julio en el que Zita ya no estuvo, fuimos sus nietos los encargados de seguir con ese legado. La idea es continuar recordándolo, pero también ir acompañando a un montón de músicos que quieren interpretar o reversionar sus temas. De la misma manera que apoyamos a muchos que han escrito libros o han hecho documentales sobre Troilo. Y la verdad es que, a 110 años de su nacimiento, sentimos que está tan vigente como siempre y que eso es gracias a que contamos con la complicidad de mucha gente que lo ama para homenajearlo”, explica Torné.
Aníbal tenía apenas 10 años de edad cuando convenció a su madre, Felisa Bagnoli, de que le comprara su primer bandoneón. Ella, viuda de Aníbal Troilo padre y madre también de Marcos y Concepción, lo consiguió a 140 pesos de entonces a pagar en 14 cuotas, pero después de la cuarta el vendedor desapareció. Y Pichuco, tal como lo había apodado su progenitor, conservó el instrumento toda su vida. “Al momento de morir, tenía cuatro fuelles y siempre había más de uno en su cuarto. El primero que le habían comprado era uno cadenero, pero no era de una gran calidad. Así que, cuando pudo, se compró un doble AA, y al otro lo mantuvo, pero no era de usarlo. El que más utilizaba era uno negro y otro marrón, que aparece en la grabación de Quejas de Bandoneón”, recuerda Torné.
Debutó a los 11 años en un bar pegado al mítico Mercado del Abasto, luego integró una orquesta de señoritas y, cuando cumplió los 14, formó su primer quinteto. Tocó junto a Osvaldo Pugliese, Juan Pacho Maglio, Julio de Caro, Juan D’Arienzo, Ángel D’Agostino, Juan Carlos Cobián y grabó a dúo con el maestro Astor Piazzolla. Hasta que el 1 de julio de 1937 debutó con su Orquesta Típica en la boite Marabú, junto a Orlando Goñi, Enrique Kicho Díaz, Roberto Gianitelli, Juan Miguel Toto Rodríguez y el cantor Francisco Fiorentino. Y, con el tiempo, cantaron junto a él Roberto Rufino, Roberto Goyeneche, Elba Berón, Tito Reyes y Nelly Vázquez. Pero, entrados los años ‘60, decidió empezar a correrse del rol de ejecutante para dedicarse de lleno a la dirección.
Para Troilo, los instrumentos tenían que ser ejecutados. Y como nadie de su familia se dedicó a la música, su viuda había decidido regalar los suyos. “Uno se lo dio a Raúl Garello, otro a Osvaldo Piro y otro a Astor Piazzolla. Y el viejo cadenero lo mandó a la Casa del Teatro. Con el tiempo, gracias a nuestra amistad con Garello y con Piro, los bandoneones volvieron uno a la Academia Nacional del Tango y otro a la familia. En la Academia lo utilizan grandes bandoneonistas. Y al otro suelo llevarlo yo a todas partes del mundo para que sea tocado por otros maestros”, confiesa Torné.
¿Qué dicen los artistas cuando tienen en sus manos el fuelle de Troilo? “Que sienten una gran emoción y una gran responsabilidad. De hecho, muchos hasta se cohíben un poco a la hora de ejecutarlo, porque sienten un gran peso al saber que los dedos de Pichuco estuvieron en esas teclas”, explica el nieto del maestro. Y dice que no intenta presionar a sus descendientes para que tomen el legado del creador de obras como Garúa o La última curda, entre tantas otras: “Así como hicieron con nosotros, que nunca nos presionaron y dejaron que todo se fuera dando naturalmente, yo dejo que ellos tomen lo que quieran a su tiempo. Porque, como decía el abuelo: ‘El tango te espera’”.