La pastelera Valeria Ricciardi, una lobense que se crió y vive en Mar del Plata, es una campeona en la tierra de los alfajores. Llegar con sus elaboraciones innovadoras al paladar de Dibu y Messi, es uno de sus logros y una muestra de su resiliencia porque más de una vez sintió que sus sueños se desmoronaban. Al frente de Valeria Pâtissière, su propio emprendimiento y como influencer en redes, hace años se dedica a compartir momentos llenos de dulzura. Sin embargo, no siempre fue así. Los inicios de su carrera fueron una carrera de obstáculos, con momentos amargos que logró superar.
Ricciardi nació hace 47 años en Lobos. Por cuestiones laborales sus padres decidieron mudarse a La Feliz, donde a los 21 años se encontró ya casada con un hijo. Todo había sido muy rápido. A los 19 se había recibido de maestra jardinera, y a los 20 conoció al padre de sus hijos. Quedó embarazada al mes y medio de conocerse. “Fue algo inesperado. Muy pronto, de una relación con alguien que casi no conocía. Pero más allá de todo, decidimos avanzar”, explica.
Mientras se desenvolvía como maestra, iban naciendo sus hijos. Tuvo cuatro varones. Primero llegó Juan Ignacio, después Joaquín, Benjamín y por último, Matías. Fue con el primer hijo que organizando una mesa de dulces para su cumpleaños se encontró con un don, una habilidad desconocida. “Todo el mundo enloquecido, porque no era que yo hacía solamente las mesas dulces tradicionales, sino que personalizaba todo en base a un tema”, explica.
Todavía recuerda las mesas dedicadas a River, a uno de sus hijos, que ya era fanático de chico. Su arte no pasó inadvertido. Hacía una torta personalizada, cupcakes cuando eran furor, bombones, chocolatines. “Me empezaron a pedir amigas de mis amigos y ahí es donde empecé a hacerme conocida en Mar del Plata, porque no existían ese tipo de mesas. Fui como la precursora. Entonces ahí es donde empezaron a hacerme pedidos, no solo para cumpleaños infantiles, sino también casamientos y fiestas de 15. En esa época me contactaban por Facebook”, precisa.
El entusiasmo por la nueva actividad, por ese talento que estaba dormido, comenzó a crecer y también el cansancio, porque trabajaba en salitas de cuatro, de cinco, dos años. Cuando llegaba a su casa tenía a sus nenes chiquitos. A pesar de todo, le dijo a su marido que quería estudiar de noche la carrera de pastelería para profesionalizarse. Iría unas dos veces a la semana.Y él la respaldó. “Cuando me recibí dejé la docencia y me dediqué de lleno a las mesas dulces, que eran mi fuente de ingreso. Al año de todo esto me separo”, desliza.
El final de su relación fue inesperado. El recuerdo de esos años difíciles que siguieron con sus cuatro hijos todavía la angustian. Su voz se apaga del otro lado del teléfono. Él había entrado en una crisis, sentía que no estaba siendo el mejor papá y pensaron que separarse sería lo mejor para ellos dos. En ese entonces el más chiquito tenía tres y el mayor, 12. “Seguí para adelante, que es lo que más me caracteriza. Yo me quedé con los chicos. Él es un papá presente y tenemos una excelente relación”, destaca.
Como el dinero a fin de mes no era suficiente, sus padres le alcanzaban un sobre. Su emprendimiento no rendía lo mismo cada mes, tenía sus altibajos. “Fue un momento muy duro”, rememora. Para tener una estabilidad decidió abandonar el sueño de su emprendimiento como pastelera por un tiempo y consiguió un empleo fijo en el rubro gastronómico que le garantizara llegar a fin de mes. Corría el año 2013.
Valeria fue contratada por alguien que le encargaba dulces y tenía una cadena de heladerías, allá por sus inicios. Ella no tenía experiencia en esa área, sin embargo, a los tres meses, le dieron el puesto de jefa de producción. Cree que por su obsesión por los detalles y por su perseverancia y aprendizaje. “Un obstáculo en vez de frenarme me potencia. Lo voy a hacer de alguna forma, me voy a capacitar y tratar de lograrlo”, explica. “Tenía a cargo la fábrica y además la logística de las sucursales de todo el país, haciendo que el helado llegara en condiciones”, detalla. También se dedicó a la innovación. Creó unos personajes icónicos, que llevan el sello de su imaginación y continúan siendo un éxito. “Eso hoy por hoy me enorgullece terriblemente, porque quieras o no, son como la marca registrada de ellos“. Con ese trabajo, la pastelera pudo poner el foco en sus hijos y en ella. Y logró salir adelante.
Sin embargo, quedaba latente el sueño de su emprendimiento. Necesitaba realizarlo. Durante la pandemia, cuando muchos se dedicaron a cocinar en sus casas como pasatiempo, en sus ratos libres Valeria, empezó a compartir recetas en las redes sociales y fueron muy valoradas por la audiencia. Tanto que algunos famosos viralizaron sus contenidos. Así revivió su cuenta de Instagram @valeriapatissiere.
Sus ganas de crecer y volver a impulsar su emprendimiento en sus tiempos libres entró en conflicto con los intereses de la cadena en la que trabajaba, sin embargo, subraya que se fue por la puerta grande con una hermosa carta de recomendación luego de 9 años de excelente relación laboral. La mujer apostó por su intuición. “Yo me elegí, me prioricé ante cualquier cosa, por más que no sabía qué era lo que me iba a pasar”. Le dijeron que la calle sería dura, pero continuó adelante.
Lo que le pasó a continuación fue increíble. Mientras daba un curso de alfajores en un local que alquilaba debajo de su departamento, Dibu llegaba triunfal a su Mar del Plata natal, después de ganar el Mundial. Valeria estaba trabajando en una innovación, su producto estrella, el alfajor de almendras, que en lugar de la tradicional cobertura de chocolate, utiliza un baño de almendras caramelizado crujiente. Sus hijos le avisaron que Emiliano Martínez estaría junto a la playa, en Las Toscas, pero ella aprovechó el pedido de una clienta vecina del arquero y se atrevió a llevarle alfajores y una rosca trenzada a su propia casa, lejos de las multitudes enfervorizadas.
La mañana del 24 de diciembre de 2022, nunca la olvidará, porque ese día, gracias a un guardia que habló con otro, fue recibida por Amanda Mandinha Gama, la mujer de Dibu que le abrió la puerta mientras sus hijos miraban atónitos desde el auto. El video que ellos hicieron de esa espera se viralizó ese día. Valeria no lo podía creer. Menos que al entrar se encontró con el arquero de la Selección argentina recostado en una camilla esperando que le tatuaran la Copa.
“Pasa, pasa. Perdón que te reciba así”, le dijo a Valeria que no lo podía creer. Y ella le respondió: “Qué perdón. Qué disculpas. ¿Te puedo dar el abrazo que todos los argentinos te quisieran dar? Le pudo dar el abrazo y cuando le entregó una carta escrita por sus hijos, le contó que estaban en la puerta. Otra vez se volvió a sorprender. “Que bajen”, le pidió. “No me dieron los pies para ir buscarlos”, repasa todavía con emoción. Después le llegaron los elogios, que los alfajores eran “una bomba”. Y poco tiempo después recibió un pedido de Dibu. No tenía un solo alfajor hecho y a la velocidad de la luz hizo cuatro docenas y los llevó a su casa. Luego Martínez le dedicó un video con una recomendación que no la olvidará de por vida porque la catapultó a la fama. “Él lo hizo desinteresadamente y fue un giro para mi carrera”, dice agradecida.
Después de ganar medalla de plata y bronce en el Mundial del alfajor y convertirse en una de sus referentes, en marzo último, llevó sus productos a Lionel Messi en el Inter. Allí conocían su nombre y fama de sus alfajores, por lo que fue traspasando puertas y puertas hasta llegar a estar frente a uno de los mejores jugadores de fútbol de todos los tiempos. Tampoco lo podía creer. Era su meta, más teniendo en cuenta su debilidad por los alfajores. “Imagínate mis nervios. Hice los alfajores y me los llevé en la valija porque dije lo voy a lograr, porque sé que lo voy a lograr. Y pensando que capaz que no, nada que ver. Y fui invitada al entrenamiento y justo di con la persona indicada. Cuando me dijo ¿tenés tiempo? creí que me desmayaba. Le pude dar mis alfajores, le mostré lo que le había armado, que era una caja personalizada donde estaban los nombres de los hijos que le encantó y de Antonella. Y me dijo: voy a tener alfajores para rato”, le dijo el astro quien accedió a firmar camisetas y grabar videos para sus hijos. “Un divino”, expresó.
Valeria Ricciardi fue nombrada Embajadora Turística de Mar del Plata. Ahora está concentrada en la creación de su fábrica. Está invirtiendo en todo lo que necesita para llegar con sus alfajores a todo el país, mientras asesora a empresas. Sus videos en redes sociales, donde comparte recetas y consejos de cocina, acumulan millones de reproducciones.