Es argentina y visita cárceles de Uruguay para enseñarles a tejer sin agujas a las presas

Gabriela Carpaneto llevó la técnica ancestral, solo de las manos, a la Unidad 5, de Colón, y mientras enseñaba a confeccionar mantas vivió una de las experiencias más emotivas. “Una de las internas me dijo que cuando saliera, en 10 años, se la regalaría a su mamá”, contó

Guardar

Junio de 2024, será para siempre el mes que Gabriela Carpaneto recuerde como el que hizo realidad su deseo de aportar un enorme grano de arena en la vida de un grupo de mujeres que cumplen condena y que gracias al taller que les brindó, ahora saben que es posible tener un nuevo rumbo y pensarse a sí mismas con una herramienta nueva que les dé seguridad y hasta un trabajo cuando recuperen la libertad.

El proyecto Suyai —una experiencia sensorial, motriz y artesanal, que consiste en el descubrimiento de una técnica de tejido ancestral que requiere únicamente de las manos y lana— fue creado por Gabriela en plena pandemia de covid en la ciudad de Montevideo y lo define como el medio a través del cual “las personas logran conectarse sensorialmente con sus raíces”.

Carpaneto, que vive en Uruguay desde 1989, lo comenzó tímidamente con otra argentina y pronto se convirtió en una experiencia que conquistó al país charrúa. “Al conocernos hablamos sobre la necesidad que muchas veces tienen las personas de plasmar sus sentimientos y abrirse a nuevas experiencias, sobre todo, en ese contexto”, recuerda por los acontecimientos que aún se vivían en 2022 y de la necesidad de conectar con la Tierra y el Universo. El objetivo primero era trascender y buscar algo propio que las movilizara para luego poder transmitirlo a los demás, cuenta sobre las sensaciones que compartieron con otra argentina, que les enseñó la técnica inusual. “Así comenzó este viaje hermoso”, asegura.

Una de las mujeres disfruta
Una de las mujeres disfruta el resultado de su experiencia, una de las más nobles en 20 años como privada de su libertad (Rodrigo Vico & NWT Project)

La técnica implica tejer sin agujas, con las manos y brazos como herramientas. “Es una técnica única y poderosa por lo simple y que ofrece resultados inmediatos”. Primero la aprendió y luego se formó como docente en tejido ancestral mientras experimentaba enriquecerla a través de la meditación y la intención. “Así nació Suyai, una evocación a nuestras raíces y una experiencia que tiene que ver con tener esperanza; eso es lo que significa en lengua mapuche”, explica.

Ese mismo concepto, más la experiencia que sumó en este tiempo, fue lo que propuso para llevar a la cárceles de mujeres. “El objetivo principal es brindarle un espacio a cada una para demostrarle que es capaz de hacer algo por sus propios medios y que puede ser fuente de salida laboral y de reinserción a futuro”, dice la mentora que afirma haber vivido una de las experiencias más gratificantes que le dio Suyai.

Tejer, abrigarse y abrazarse

Los talleres fueron tomados en la Unidad 5 Femenino Cárcel Mujeres durante junio reunió a grupos de 5 mujeres en 10 talleres. En la hora libre, Gabriela y su ayudante salían de la Unidad para comer la vianda que llevaban. Durante ese tiempo, los sentimientos, pensamientos y nuevos deseos colmaron su mente. Pero, sobre todo, tuvo una certeza: estaba haciendo lo que debía hacer.

Abrazar el material fue como
Abrazar el material fue como volver a abrazar a un ser querido (Rodrigo Vico & NWT Project)

“Después de dar el primero de los talleres, sentí mucha emoción y una sensación de mucha entrega. Sentí mucha paz, a pesar de que cuando entramos hubo muchos gritos, insultos y hacía mucho frío; pero me quedó mucha paz ante el primer objetivo cumplido, que no fue fácil, porque yo también tenía que ubicarme en el espacio y entender a esa población. Pero lo logramos porque desde el amor, la responsabilidad y el respeto todo se logra, y ellas lo demostraron. Hubo mucho respeto de ellas hacía nosotras y de nuestra parte para con ellas y así lo receptaron”, sostiene.

Si bien algunas mujeres no se mostraron receptivas en el inicio, al dejarse llevar por la propuesta vivieron sus emociones y se animaron a compartir lo que sintieron. Otras no se animaron, pero el silencio y alguna lágrima habló por ellas.

Comenzaron con una meditación, que pese a tener resistencia, se realizó y ablandó a más de una que se mostraba reacia a la experiencia. Luego llegó el primer contacto con el material que para algunas de las mujeres fue como volver a abrazar a un ser querido. “Una de ellas me contó que duerme con una almohadita que le regaló su hijo, y que la abraza todas las noches pensando que es él”, revela emocionada.

Antes de comenzar a tejer,
Antes de comenzar a tejer, Gabriela las guió en una meditación (Rodrigo Vico & NWT Project)

Este tipo de experiencia, que no se trata solamente de tejer, es un vaivén emocional para cualquier persona que practica la técnica, por eso caló tan profundo en estas mujeres que desde hace más de 10 o 20 años están en prisión y que saben que les falta ese tiempo y o más para volver a la calle.

Durante el taller hubo muchas sonrisas, lágrimas. Muchas lloraron, muchas. Esto sucede porque hay una conexión muy grande que te hace ir para atrás, a los recuerdos. Yo las voy guiando y entonces llegan esos recuerdo y, entonces, se produjo algo muy interesante porque me decían era muy difícil llorar allí, donde viven como si fueran robots, sin poder expresar esas emociones. Pasaron del ‘no’ o ‘no puedo’, como primera reacción a la entrega: todas tejieron sus mantas, para algunas fue difícil o les costó más, pero todas lo hicieron”, detalla la vivencia.

Al finalizar, la satisfacción de ambos lados de la lana fue el objetivo cumplido. Y, una vez, las emociones se hicieron presentes. “Al principio, casi todas querían quedarse con sus mantas para tener un abrigo en la cárcel, pero después, a medida que iba pasando el taller y los minutos, empezó aflorar la sensibilidad... Una decía que le regalaría la manta a su hijo cuando la visite porque desde hace 3 años que no lo ve; otra dijo: ‘Yo se la voy a dar a mi mamá cuando salga, dentro de 10 años’... No es como podemos decir, ‘este fin de semana’, ¡no! ¡son 10 años! Y eso te genera muchas cosas. Fue un trabajo muy humano, muy humano que se realizó con mucho respeto de parte nuestra, del personal de la Unidad (desde la subdirectora, las operarias, las mujeres privadas de libertad). En un momento parecía que sucedía la magia, porque un ámbito carcelario puede ser violento en lo cotidiano, pero sucedió la magia. Después, llegaron los abrazos y pidiéndome que por favor vuelva. Ellas tienen otros talleres, pero esa sensación general que se vivió es inexplicable”.

Usar los brazos y las
Usar los brazos y las manos para tejer, una técnica ancestral (Rodrigo Vico & NWT Project)

Esta propuesta, cuenta Carpaneto, fue declarada de “interés educativo” por el Ministerio de Educación y Cultura, y de “interés educativo y promoción de los derechos humanos por el OEI (Organización de Estados Iberoamericanos) y el Programa Sembrando de INR (Instituto Nacional de Rehabilitación), contó con la colaboración de Cecilia Saucedo, del proyecto social en Unidad 5, y se pudo llevar a cabo gracias al apoyo de empresas como Lanera Engraw, Trinidad, Tops Fray Marcos, Logifor S.A. y Sacromonte, que cedieron el material o ayudaron a comprarlo (en esta instancia se usaron 125 kg. de lana para 50 internas). La mentora, señala que, además de tener fines educativos y sociales, “busca transmitir las bondades que tiene tejer, como la concentración, la paz y el desarrollo de las matemáticas”, como contó en el pedido formal que hizo para que le permitieran entrar a la unidad par dar este taller. También explicó que cada taller se inicia con una sesión de meditación, “para concientizar sobre la relación con el medio ambiente y el material, y así lograr conectar con el ovillo la entrega a la práctica, para poder confeccionar con los brazos y manos un abrigo que sea útil para temperaturas extremas”.

Antes, esta cárcel era un hospital psiquiátrico y ahora una unidad penal superpoblada que se divide en sectores según la gravedad del delito; también hay pabellones para mujeres con sus hijas o hijos hasta 5 años, otras que cometieron delitos muy graves y que, prácticamente no tienen contacto con otras internas.

“Entendiendo que los talleres que brinda Suyai son replicables en todas aquellas comunidades en estado de necesidad, creemos que se podría capacitar a trabajadores sociales para poder llegar a otras personas interesadas en el aprendizaje y los beneficios de esta técnica”, asevera y dice: “La idea es replicarlo en el interior del país y en Montevideo, pero siempre de acuerdo al apoyo que logremos porque sin eso es complejo”.

*Todo el trabajo que realiza puede verlo en el Instagram @suyai_uy

Guardar