El diario de “la Ana Frank soviética”: la muerte de toda una familia en Leningrado en sólo 9 frases

Hace 80 años moría Tatiana Savicheva, una chica de 14 años. Durante la invasión nazi a la Unión Soviética consignó la muerte de cada miembro de su entorno. El origen de la libreta y cómo fue encontrada

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Hace 80 años moría tatiana Salicheva. Tenía 14 años. En su diario, una pequeña libreta, había registrado los hechos terribles que habían ocurrido en su familia durante el peor momento de Sitio de Leningrado.
Hace 80 años moría tatiana Salicheva. Tenía 14 años. En su diario, una pequeña libreta, había registrado los hechos terribles que habían ocurrido en su familia durante el peor momento de Sitio de Leningrado.

Muchos la llaman la Ana Frank soviética. Tatiana Savicheva tenía doce años, llevaba un diario y fue, junto a su familia, víctima del nazismo. Su diario no guarda situaciones nimias, ni cotidianas, ni siquiera, la desacomodada vida familiar en un escondite. Tampoco el nacimiento de algún amor o el temor ante el acecho del mal, ante la probable muerte. Alguien puede confundirlo con un registro burocrático, con un catálogo fúnebre. Pero es mucho más que eso. Es el registro de como la muerte devora una familia, un pueblo.

Son apenas nueve frases en nueve páginas. Como un sismógrafo del hambre y la desesperación, la letra infantil cada vez se deforma más, el trazo se retuerce con el dolor. Un espeluznante diario de muerte escrito por una chica de 12 años.

Sufrir la Segunda Guerra Mundial

La familia Savicheva vivía en Leningrado. Padre panadero, madre costurera, cinco hijos. Tatiana era la menor. En 1936 muere el padre. La madre sigue adelante con la familia. Se reponen. Está la abuela y los tíos que ayudan. Todos viven cerca. Son, como pueden, felices. Pero llega la guerra. Y los nazis. Los planes de mudarse a otra zona del país quedan frustrados. El hijo mayor se alista en el ejército y parte al frente de batalla.

El cerco sobre Leningrado se estrecha. Comienza el sitio. Para ese entonces la guerra domina todo. Cada conversación, cada movimiento, cada pensamiento.

Todos los miembros de la familia trabajaban en algo relacionado con la guerra. Su hermano Lekha pilotaba aviones, su hermana Zhenya en la fábrica de municiones, la otra, Nina, ayudaba en la construcción de defensas antiaéreas además de acompañar varias jornadas a Zhenya en la fábrica. Tatiana, pese a su corta edad, no estaba exenta del trabajo de defensa; ayudaba a cavar trincheras y a trasladar material para que construyeran bombas incendiarias.

Mientras tanto el ejército nazi ahogaba Leningrado. El sitio a la ciudad había vuelto insoportable la vida. Muy pronto la comida comenzó a faltar. El racionamiento estableció cuotas muy magras de alimento para los habitantes. Las temperaturas eran muy bajas: llegaron a los 40 grados bajo cero. El invierno que cubrió los años 41 y 42 fue intenso y cruel. Tal vez tanto como cualquier otro en ese lugar, pero bajo el ataque enemigo y con la debilidad por la mala alimentación se sentía más.

Si la comida era escasa, todo empeoró cuando la aviación alemana bombardeó varios hangares en el que se almacenaban alimentos. La situación se volvió desesperante. La gente empezó a comer palomas y ratas. Pero en pocas semanas también escasearon. Entonces fueron por aquello que abundaba: cadáveres humanos. Varios investigadores históricos probaron los casos de canibalismo y hasta la existencia de un mercado negro de cadáveres.

Tatiana Salicheva era la hermana menor. tenía otros cuatro hermanos. Vívía con su madre, su abuela y dos tíos. Todos murieron en el Sitio de Leningrado
Tatiana Salicheva era la hermana menor. tenía otros cuatro hermanos. Vívía con su madre, su abuela y dos tíos. Todos murieron en el Sitio de Leningrado

La población moría de hambre y de frío. Tampoco había energía. Ni leña ni carbón para poder tener un poco de calor. Las familias sacrificaban todo lo que podía alimentar el fuego dentro del hogar y así poder tener un poco de calor.

Uno de los elementos que alimentó el fuego en la casa de la familia Salichev fue el diario que llevaba Tatiana, la hija menor. La chica anotaba en un cuaderno grande y de tapas duras sus actividades diarias, sus deseos, sus sueños. Ni siquiera se lo tuvieron que pedir. Cuando ya no había más papel para alimentar el fuego, ella acercó su diario.

A los pocos días, Nina no volvió a su casa. La familia asumió que había muerto bajo un bombardeo, como tantos otros. Pero había sido evacuada de urgencia con un grupo de jóvenes que trabajaba con ella. De esa manera salvó su vida pero quedó incomunicada de su familia.

Lo mismo pasaba con el hermano mayor que, al no saberse más nada sobre él, dedujeron que había sido uno de los millones caídos en el frente.

Tras la desaparición de Nina, la madre le regaló a Tatiana una pequeña libreta que había pertenecido a su hermana mayor. No era su cuaderno imponente, con hojas de buen papel, que ella había llenado de frase y dibujos pero al menos era un lugar en el que escribir, en el que asentar los momentos importantes. Y Nina, como entendiendo la gravedad de lo que ocurría, sólo anotó, en esa pequeña libreta, lo trascendental.

A partir de ese momento, cuando 1941 estaba terminando y por un lapso de cinco meses, la muerte se ensañó con la familia de Tatiana (y con cientos de miles, tal vez millones, de personas en la ciudad sitiada).

Primero fue su hermana Zhenya, el 28 de diciembre de 1941. A ella siguió la abuela, luego el hermano Lekha. Más tarde sus dos tías. La última en morir, el 13 de mayo de 1942, fue su madre.

Mientras tanto, mientras caían de a uno, mientras recluidos en el hogar se miraban para adivinar quién sería el próximo, Tatiana quebraba los muebles para que esos fragmentos de madera alimentaran el fuego que cobijaba en algo a los agonizantes.

La chica de 12 años consignó cada una de estas muertes, con su fecha y su hora, en su diario.

Y nada más.

Ese diario personal quedó convertido en un angustiante inventario de muertes familiares, de la desaparición de todos sus seres queridos. 6 muertes y 3 frases desesperadas.

Sólo 9 páginas. 9 líneas.

Zhenia murió el 28 de diciembre de 1941, a las 12:30 horas.

La abuelita murió el 25 de enero de 1942, a las 3:00 p.m.

Leka murió el 17 de marzo de 1942, a las 5:00 a.m.

El tío Vasia murió el 13 de abril de 1942, 2 horas después de la medianoche.

El tío Lesha el 10 de mayo de 1942 a las 4:00 p.m.

Mamá el 13 de mayo de 1942 a las 7.30 a.m.

Los Savichev murieron.

Murieron todos.

Solo quedó Tanya.

Las 9 páginas en las que Tatiana consignó las muertes de sus seres queridos
Las 9 páginas en las que Tatiana consignó las muertes de sus seres queridos

No es el diario abigarrado, repleto de emociones, ilusiones y temores de Ana Frank. No muestra el recorrido de una familia en la clandestinidad ni el ímpetu de una chica en plena adolescencia, creciendo a pesar de las circunstancias. Es la chica anotando la hora y la fecha en que sus seres queridos se van yendo. Hasta que reconoce y consigna lo inevitable: “Los Savichev murieron. Murieron todos. Sólo queda Tatiana”.

Algunos especialistas que analizaron el contenido de este breve diario afirmaron que en las últimas anotaciones que consignan muertes hay errores gramaticales y que eso demostraría el mal estado y el deterioro de Tatiana. Según ellos falta la palabra “murió” cuando habla del tío Lesha y de su madre. Tal vez no fue un error, ni siquiera un olvido. Tal vez quiso evitar la redundancia. Tal vez la presencia de la muerte era tan absoluta, cubría cada centímetro de la casa y cada minuto, que la dio por sobreentendida. Como si lo único que se pudiera consignar, lo único que pudiera suceder, fueran muertes.

Una detrás de otra. Inevitables, previsibles.

Después de la muerte de su madre, Tatiana, al quedar sola, tomó las pocas pertenencias que quedaban en la casa familiar y fue hasta lo de una vecina, que la recibió y la cobijó unos días. Pero no había comida para todos y el estado de salud de la chica era muy preocupante. Fue llevada con una tía que al encontrarla tan mal, la derivó a un orfanato en el que podían darle cuidados médicos.

Tiempo después Tatiana fue evacuada junto con otros 140 niños del orfanato hacia la ciudad de Krasny Bor. Allí fue hospitalizada.

Alguien del hospital logró escribirle a su hermano mayor para decirle dónde se encontraba Tatiana y lo enferma que estaba. El hombre no pudo llegar hasta el lugar.

Tatiana murió en el hospital el 1 de julio de 1944, hace ochenta años.

El de Tatiana muchas veces fue comparado con el Diario de Ana Frank
El de Tatiana muchas veces fue comparado con el Diario de Ana Frank

Su hermano mayor Mikhail y su hermana Nina fueron los únicos sobrevivientes de los Salichev. Ambos pudieron regresar a la ciudad familiar luego de la caída del cerco. No encontraron a ningún familiar con vida. En la casa todavía había olor a muerte y frío. Nina en un rincón reconoció su pequeña libreta. La hojeó sin esperanza, con nostalgia. Y allí en 9 páginas separadas encontró la letra de su hermana y el registro minucioso de cómo y cuándo su familia se había extinguido.

Nina quiso conservar el diario pese a que las autoridades, cuando se enteraron de su existencia, exigieron que lo entregara. Ella se resistió hasta que un hombre mayor, un historiador, argumentó que esa libretita, de gran valor personal, no sólo era un inestimable recuerdo familiar. Era mucho más que eso: era un monumento, un memorial, que consignaba la vida y el destino de cientos de miles que habían vivido, luchado y muerto en Leningrado.

Ese diario, escueto y contundente, podía contar mejor la tragedia que cualquier historiador en el futuro. Ese diario integra un género de uno solo: un diario de muerte.

Nina entregó la que había sido su pequeña libreta.

Los fiscales utilizaron el diario de Tatiana Salichev como una de las pruebas en el Juicio de Nuremberg.

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