“Paremos de hablar boludeces, te vamos a secuestrar”: a 40 años del crimen del empresario Emilio Naum por el clan Puccio

Fue uno de los ejecutados por la banda familiar que raptaba y alojaba a sus víctimas en su propia casona de San Isidro. El propio Arquímedes, jefe de la gavilla, que lo conocía, lo interceptó en la calle, le pidió que lo llevara, y junto a varios cómplices lo masacraron de un balazo cuando se resistió. Alicia Betti, la viuda, escribió un libro donde relata todo lo que le tocó sufrir y cómo le contó el crimen a sus pequeñas hijas

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Emilio Naum, empresario. Hace 40
Emilio Naum, empresario. Hace 40 años fue interceptado en plena calle y asesinado por la banda liderada por Arquímedes Puccio cuando se resistió al secuestro

–Hay gente buena y gente mala en este mundo y a papá lo mató gente mala.

–¿Por qué mamá?

–Porque quisieron cambiarlo… por plata.

–¿Por plata? ¿Cómo por plata?

–Pensaban retener a papá con ellos y mientras tanto pedirme plata a mí para soltarlo, para que volviera a casa.

–¿Y te pidieron?

–No le dieron tiempo, ni me dieron tiempo, ni se dieron tiempo. Lo mataron antes…

El diálogo sucedió entre Alicia Betti y sus pequeñas hijas, Mayra y Florencia, y está contado en el libro Aún Así, testimonio fresco y sin inhibiciones de una mujer argentina que renació ante la adversidad de Editorial Atlántida, que ella misma escribió. Alicia fue la esposa del empresario Emilio Naum, una de las víctimas del tristemente célebre Clan Puccio, liderado por el temible Arquímedes, jefe de la despiadada familia, y secundado nada menos que por dos de sus hijos, Alejandro –ex jugador del CASI y Los Pumas, conocido como Alex o El Zorri- ya fallecido al igual que su padre- y Daniel, alias Maguila. El resto de los hijos, Silvia Inés, Adriana y Guillermo nunca fueron imputados por la justicia.

El clan Puccio en pleno:
El clan Puccio en pleno: Alejandro, Silvia Inés, Daniel, Guillermo, Epifanía Calvo (la esposa), Arquímedes y Adriana en la casa de San Isidro donde ocultaban a las víctimas

También estuvo involucrada su madre, Epifanía Calvo, quien dijo desconocer el rol de su marido, pero igual pasó casi dos años en la cárcel de mujeres de Ezeiza, aunque luego fue liberada. No obstante, era la que preparaba la comida para todos, incluidas las víctimas, que permanecieron alojadas en un cuarto acondicionado como calabozo, y en el baño de su casona de la calle Martín y Omar de San Isidro.

El resto de la banda la conformaban Guillermo Pérez Laborda, el coronel retirado Rodolfo Franco, Roberto Díaz, y el albañil Herculiano Vilca, considerado partícipe necesario al igual que el calificado como “entregador” Gustavo Contepomi.

Alicia Betti, la viuda de
Alicia Betti, la viuda de Naum, contó su calvario en el libro Aún Así, de Editorial Atlántida

Aquel 22 de junio de 1984 Milo, como lo llamaban cariñosamente a Naum, desayunó con Alicia y mientras ella llevó las niñas a la escuela, él se dirigió a sus locales de venta de ropa, perfumes y zapatos masculinos Mc Taylor y Mc Shoes, ubicados en Florida al 700, pleno centro de la ciudad.

Cuando circulaba normalmente con su BMW, sobre la esquina del Museo Sanmartiniano en Palermo observó que el mismísimo Arquímedes Puccio, a quien conocía porque había concurrido en varias oportunidades a su negocio con el fin de abrir una franquicia en San Isidro, le hacía señas desde la vereda, casi bajando a la calle, acompañado por otro hombre que luego se identificó como Guillermo Fernández Laborda, otro integrante de la banda.

Arquímedes Puccio, el cerebro de
Arquímedes Puccio, el cerebro de la banda. Fue condenado a prisión perpetua y salió en libertad en 2008 gracias a la Ley del 2 x 1

Naum se detuvo, lo saludó y subieron a su auto. Pero no advirtió que otras dos personas, el coronel retirado del Ejército Rodolfo Franco y Roberto Díaz, dos secuaces más, comenzaron a perseguirlo desde un Ford Falcon. Puccio viajaba en el asiento del acompañante y Laborda detrás. Emilio les preguntó para dónde iban, se distrajo hablando de negocios, hasta que el jefe del clan le espetó sin vueltas: “Paremos de hablar boludeces, te vamos a secuestrar”. El empresario frenó de golpe, comenzó un forcejeo y se defendió como pudo. Intentaron amordazarlo y atarlo con cadenas y precintos. Alcanzó a pedir socorro: “Ayuda, me matan”, gritó. Una mujer lo oyó y lo atestiguó luego en la investigación. Pero de inmediato se acercaron Díaz y Franco –se comprobó que con su arma fue rematado- cuando se escuchó un disparo que terminó impactando en su pecho y provocándole la muerte. Arquímedes limpió las huellas y los cuatro terminaron huyendo en el Falcon.

Curiosamente, su mujer había recorrido ese camino, casi a la misma hora pasó a la altura del Museo de Bellas Artes, pero en ningún tramo del trayecto de ida y vuelta advirtió nada extraño. La desesperación fue enorme cuando su marido no regresó a su casa. Sus amigas ya le advirtieron que se estaba hablando de un secuestro.

Cuando supo que lo habían matado de un disparo todo en su vida se desmoronó. Para colmo nada terminó ahí. Empezó a padecer asaltos en los negocios de la cadena de una manera como antes nunca había ocurrido. Y sintió que la propia policía y hasta la justicia empezó a sospechar de ella cuando un determinado día debió concurrir al lugar donde ocurrió el crimen. “No comprendo ese método de inquisición, pero lo padecí y afortunadamente no me condené a mí misma sólo para que me dejaran en paz”, reflexionó Alicia en su libro.

Daniel "Maguila" Puccio. Estuvo muy
Daniel "Maguila" Puccio. Estuvo muy poco tiempo preso. Aprovechó un fallo judicial para marcharse del pais. Regresó cuando ya no corría riesgo de ir a prisión

No fue todo. La banda fue por más. Llegaron a llamarla por teléfono reclamándole 350 mil dólares de una incomprobable deuda de su marido. Ella sospechó de inmediato que venía de parte de quienes lo asesinaron. Hasta le indicaron cómo entregar el dinero siguiendo indicaciones impartidas.

Lo denunció y los investigadores le indicaron que esperara otra llamada de los delincuentes. Cuando se produjo se escuchó: “Mañana a las 14 horas en uno de los baños del ACA van a estar las instrucciones”. Monitoreada por una decena de policías de civil a distancia fue hasta allí pero no encontró nada. Al parecer alguien advirtió a Arquímedes de la maniobra para cazarlo y decidió abortar el operativo. Luego se comprobó por declaraciones de sus propios cómplices en el expediente que era él mismo quien hacía las llamadas.

Alejandro Puccio era rugbier del
Alejandro Puccio era rugbier del CASI y jugó en Los Pumas. Condenado, intentó suicidarse varias veces. Murió de cáncer

Aterrada Alicia decidió trasladarse a Río de Janeiro junto a sus hijas. Una tarde sonó el teléfono de su cuarto y del otro lado le colocaron música brasileña como para que se enterara de que sabían dónde se encontraba.

Más allá de los padecimientos regresó y siguió luchando para que se hiciera justicia de una vez por todas. El secuestro de su marido había sido el tercero de la banda. Antes, habían raptado a Eduardo Manoukian en 1982, por el que la familia pagó un rescate de 250 mil dólares. Pero igual decidieron asesinarlo de tres tiros en la nuca. Manoukian solía jugar al tenis y al fútbol con Alejandro Puccio.

Las víctimas del clan Puccio:
Las víctimas del clan Puccio: Eduardo Aulet, Eduardo Manoukian, Emilio Naum y Nélida Bollini de Prado, la única que fue rescatada con vida

Contra el ingeniero industrial Eduardo Aulet la emprendieron en el 83. Lo secuestraron el 5 de mayo y pese a que también su familia acordó pagar 150 mil dólares lo terminaron matando, aunque el cadáver recién apareció cuatro años más tarde.

En 1985 la víctima resultó Nélida Bollini de Prado. La mantuvieron cautiva un mes, pero como los venían investigando a través de escuchas y buchones –informantes-, se organizó un operativo que término siendo exitoso, pudieron liberarla el 23 de agosto y detener a parte del clan cuando intentaban cobrar el rescate. Arquímedes, Laborda y Maguila fueron detenidos en Floresta. Y Alejandro y su novia Mónica durante el allanamiento.

En el sótano de la
En el sótano de la casa mantuvieron cautiva 32 días a la empresaria Nélida Bollini del Prado. Fue una prisión casera en pleno San Isidro. 162

La investigación dio un gran avance también gracias a los testimonios de Díaz y Laborda, que abrieron la boca y permitieron confirmar muchas teorías sobre el proceder del clan.

Lo que continuó para la banda fue pura condena, muerte y destrucción familiar.

Roberto Díaz resultó sentenciado a reclusión perpetua como coautor del homicidio de Eduardo Aulet y en 2006 se le otorgó la prisión domiciliaria. El albañil Vilca cumplió siete años en la cárcel de Caseros. Contepomi, el entregador, murió tras las rejas. El ex coronel Franco en 1998 recibió la prisión domiciliaria, luego de estar detenido trece años porque se comprobó que con su arma mataron a Emilio Naum. Guillermo Fernández Laborda permaneció veinte años en prisión, lo liberaron en 2007, y volvió a caer por otra causa.

Arquímedes Puccio pasó sus últimos
Arquímedes Puccio pasó sus últimos años en La Pampa. Murió en 2013 y fue enterrado en una fosa común porque nadie reclamó sus restos

Condenado a prisión perpetua, Alejandro Puccio estuvo preso casi veinte años, tuvo varios intentos de suicidio y murió en 2008, meses después de quedar en libertad.

Maguila, sentenciado a 14 años de prisión como partícipe secundario solo estuvo tres detenido. Debió ser liberado porque recurrió al Pacto de San José de Costa Rica y cuando la sentencia estuvo firme ya no estaba en el país. Recién regresó cuando la causa prescribió.

Arquímedes fue condenado a prisión perpetua, salió en libertad en 2008 gracias a la famosa Ley del 2 x 1 y se instaló en General Pico, La Pampa. En 2013 sufrió un ACV y murió el 4 de mayo sin reconocer que había sido el líder de una banda que secuestraba y mataba. Como nadie reclamó por él fue enterrado en una fosa común.

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