El predio sigue ahí intacto en pleno barrio de La Paternal en una calles tranquilas entre las avenidas Juan b. Justo y Gaona . Muchas de las casas chorizo o algunos chalets siguen intactos como la vieja fábrica de medias Balux, fundada por una familia suiza inmigrante en la década del 30. En esa época, los vecinos escuchaban los silbatos que marcaba el ingreso del personal durante el comienzo de la mañana. Las calles del barrio se volvían a colmar con la salida de los obreros a la tarde.
En la década del 60 entra en escena la familia Poliszuk, que compran las instalaciones para producir las medias de mujer. “Mi abuelo era un inmigrante polaco que llegó a la Argentina en los años 30 –explica la nieta Johanna en diálogo con Infobae-. Empezó como intermediario. Iba a Once a comprar para vender luego en otros negocios”.
En ese momento, el abuelo Poliszuk veía que los fabricantes de medias tenían los mejores autos. “Entonces decidió que tenía que dedicarse a ese rubro. Y así fue”, recuerda Johanna.
Tras la adquisición de la planta de La Paternal, los Poliszuk le hicieron una reforma en el sector de oficinas. Los nuevos espacios fueron diseñados por el arquitecto Horacio Baliero y el estudio Aisenson, con equipamiento de Interieur forma
Al recorrer los pasillos de Balux en la actualidad ya no suenan las máquinas textiles que combinaban los hilados de nylon, pero persisten las huellas de cada etapa con la fisonomía clásica de una fábrica que atravesó todo el siglo XX. Se ven los techos de hormigón pintado, ventanas altas y pisos con baldosas de granito pulido. Los hermanos preservaron el fichero de la entrada, las máquinas circulares, la caldera, las estanterías, escritorios y mesas de corte, moldes de piernas y una vitrina con los packs de medias y modelos que se produjeron a lo largo de la historia.
El relato familiar continúa como en muchos casos de inmigrantes con el negocio que pasa de padre a hijo. Mauricio se hizo cargo de la fábrica y se focalizó en medias para mujer. Allí, con la moda del momento los productos de Balux se popularizaron y la empresa creció. Todas las mujeres usaban las medibachas de nylon con las primeras minifaldas de la época. El movimiento de camiones con pedidos y de obreros textiles era incesante en las calles de La Paternal.
Tras pasar por varias devaluaciones y crisis económicas como las de 1976, 89 y 2001, entre otras, Balux cerró en el 2012. Allí, entraron a tallar los hijos de Mauricio, Johanna y Sebastián Poliszuk.
Los hermanos tomaron las riendas de la ex fábrica, apagaron las máquinas y crearon el Espacio Balux. Allí, pueden convivir un sillón de época una producción fotográfica, la filmación de alguna escena para una serie de esas que generan millones de views en las plataformas. Todo sucede, en armonía en las entrañas de la fábrica que sus antepasados compraron en la década del 60 para llevar adelante el negocio familiar.
La planta de Balux está ubicada un un predio de 5.000 metros cuadrados, más otros 200 de terraza. Allí, los Poliszuk crearon un espacio de coworking que recibe artistas, diseñadores y emprendedores. La ex fábrica tiene salida a tres calles y estacionamiento propio, también se alojan talleres, cursos y eventos culturales, así como depósitos temporales y un rental de utilería.
En los espacios de Balux se filmaron los últimos éxitos de las series nacionales que se produjeron en las plataformas. “Aquí se filmaron partes de El amor después del amor, División Palermo y el Jardín de Bronce, entre otras –enumera Johanna-. Es uno de los pocos espacios de Buenos Aires que tienen preservado todo ese mobiliario de la década del 60. A eso se agrega las dimensiones de toda la planta que lo hacen muy cómodo para trabajar en este tipo de producciones”.
Este año, la cantidad de producciones de ficción bajaron en forma notoria. “Se produce muy poca ficción local en Buenos Aires. Y eso se nota en los pedidos para nuestro espacio”, sostiene Johanna.
Cada vez que los hermanos Poliszuk recorren los pasillos de la planta se les vienen a su memoria toda su infancia. Son esos momentos, en que los recuerdos funcionan como un flashback y las escenas comienzan a aparecer ante la mujer. “Cuando era chica jugaba a trabajar en estas oficinas como si fuera una secretaria o empleada administrativa –relata la mujer-. También, paso por otro espacio y me veo de chica tomando mate con el químico que se encargaba de las tinturas de las medias”.
El flashback sigue y Johanna recorre con su mirada el galpón donde trabajaban las costureras. “Ahí jugaba con mi hermano a armar las cajas que después se iban a usar para el envío de las medias a todos los comercios”, explica la mujer.
Así, el alma de Balux sigue presente en pleno barrio de La Paternal. Ya no se fabrican las medias de moda, ni hay obreros en las calles que rodean a la fábrica. Sin embargo, en el interior de la planta la magia se sigue produciendo como si las máquinas de coser aún estuvieran funcionando a pleno.