La de Claudia Carrasco es una historia de lucha, sacrificio y necesidades, pero también de una asombrosa solidaridad, inspiración y resiliencia. La mujer es madre soltera de Claudio y José, mellizos hipoacúsicos y, aunque no le sobra nada, fundó durante el período más crítico de la pandemia el comedor “Corazones solidarios”, en Guaymallén, Mendoza
La misión de esta familia no queda allí. Con mucha frecuencia sale a brindar las donaciones que reciben a otros barrios. Para eso Claudia se calza el disfraz de Blancanieves y los mellizos se convierten en Batman y Darth Vader.
En definitiva, una historia de pobres que ayudan a pobres, porque ahora es ella, una mujer alegre y llena de proyectos, quien necesita el aporte de la comunidad. El audífono de uno de sus hijos ya no funciona y, para reemplazarlo, necesita reunir una suma imposible de alcanzar: 750 mil pesos.
Solidaridad desde la cuna
Claudia, que aprendió de sus padres los valores de solidaridad y generosidad, salió a reforzar la elaboración de pizzetas caseras y tejidos artesanales para alcanzar ese monto. Le sumó, además, la tarea de planchar para algunos vecinos, algo que también aprendió de muy pequeña, cuando debía ayudar en su casa.
Es que Claudia, según cuenta, nació en el seno de una familia muy pobre pero con valores humanos muy arraigados. Por eso, cuando durante el aislamiento por el Covid observó a numerosas familias que pasaban hambre, acondicionó su casa, salió a pedir ayuda en los comercios cercanos y fundó un comedor que, al día de hoy, sigue recibiendo a mucha gente cada vez más necesitada.
Sin embargo, hoy es ella, sostén de familia y madre orgullosa, quien atraviesa un momento particularmente especial. “José y Claudio, que hoy tienen 32 años, llegaron al mundo con una hipoacusia severa y recién pudieron recibir audífonos hace poco tiempo”, relata. El hecho de no haber podido escuchar hasta entonces les provocó cierto retraso y dificultades para hablar.
“Fue una felicidad total cuando pudieron salir del silencio. Sus vidas cambiaron para siempre. Hoy pueden escucharme y si bien no lo hacen con total normalidad, están conectados con el mundo. Fue un antes y un después”, explica la mujer.
Los audífonos que le cambiaron la vida
Lo cierto es que uno de los audífonos, justamente el de José, sufrió una rotura que no pudo repararse y dejó de funcionar. Cuando Claudia salió a pedir presupuesto, le pasaron una suma que ni siquiera puede pensar en pagar. “No puedo reunir 750 mil pesos - sostiene Claudia-. Por eso tuve que salir a pedir ayuda. Creo que todo es una cadena y estoy segura que se solucionará”.
Claudia tiene 57 años y durante 15 años trabajó en un geriátrico y con ese ingreso mantenía su hogar. Sin embargo, un problema en la columna le impidió continuar con esa tarea que requería esfuerzo físico.
Desde entonces, siempre con el apoyo de sus hijos, se dedica a elaborar pizzetas, tortitas caseras, las típicas “raspaditas” mendocinas y otras delicias para acompañar con el mate. Las ofrecen a través del Whatsapp y casa por casa. También suele planchar para algunas clientas del barrio. José la ayuda en la cocina y Claudio se dedica a las artesanías. También se las ingenia para vender sus producciones, que se van ganando elogios de boca en boca.
“Acá en el barrio soy Doña Claudia y mis hijos crecieron viéndome ayudar a la gente. Por eso yo les digo que son superhéroes solidarios y cuando salimos a repartir víveres lo hacemos interpretando a personajes. José se pone el traje de Batman y Claudio el de Darth Vader, del personaje de la Guerra de las Galaxias, mientras que yo interpreto a Blancanieves”, señala y ríe a carcajadas.
“Damos apoyo escolar y los resultados son hermosos. Es por eso que cada vez que me convocan no puedo negarme. Siempre algo hay para dar y creo que es más lo que recibo que lo que doy”, advierte. Además, señala que todos los chicos que suelen acercarse a su casa reciben alguna herramienta, taller o enseñanza vinculada con el mundo del trabajo. “Porque creo que es la forma de salir adelante. Al menos a nosotros nos da resultado y es lo que tratamos de inculcar”, sostiene Claudia.
Lo cierto es que su casa se transformó, especialmente desde la pandemia, cuando el ingenio se puso a prueba y comenzaron a producir, a donar, a ayudar. “A medida que uno se acerca a mi casa se da cuenta de que allí siempre hay movimiento, hay artesanías, hay gente y hay algo para comer”, remata.
Una lucha y el día tan esperado
José y Claudio nacieron el 23 de noviembre de 1989. El diagnóstico fue un golpe duro, recuerda su mamá. A la hipoacusia severa, que originó en ambos cierto retraso y dificultades en el habla, se le sumó la epilepsia de José, que debe ser tratada. Tiempo después, un tumor en la vesícula que presionaba el hígado, complicó la salud de Claudio.
Sin embargo, Claudia jamás sintió derrumbarse ni se dio por vencida. Por el contrario, sigue para adelante como una “locomotora” que no se detiene y va superando obstáculos. Uno a uno fueron superando adversidades y hoy, más allá del traspié ocasionado en el audífono de José, ambos están atravesando un buen momento de salud.
“En pandemia operaron a Claudio y todo salió bien. Es un chico excepcional con una gran creatividad e imaginación. Un verdadero autodidacta, un artesano que hace productos maravillosos y sale a venderlos. Su hermano es un gran cocinero y juntos trabajamos muchísimo todos los fines de semana y también durante los días hábiles. Ahora el objetivo es reunir el dinero necesario para cambiar los audífonos”, asegura Claudia, quien no disimula el orgullo por sus hijos.
Y vuelve a repasar los primeros años de sus mellizos: “Durante mucho tiempo utilizaron lenguaje de señas. Siempre estuvieron escolarizados en el Instituto E.I.N.N.O de Educación Integral del Niño no Oyente, que funciona en Godoy Cruz”, señala.
Si bien hoy pueden hablar y hacerse entender, su lenguaje es limitado. “Fue muy emocionante el día en que lograron escuchar mi voz, el ruido de los autos y de la calle. Había luchado mucho para eso y lo pudimos concretar, por eso me entristece que hoy no podamos contar con las herramientas necesarias para que José tenga buena calidad de vida”, lamenta.
Ambos reciben la pensión por discapacidad. “Sumado a los ingresos que obtenemos trabajando podemos subsistir y sobrellevar este momento especial de crisis económica que todos estamos atravesando”, dice Claudia.
“El presupuesto de los audífonos es inalcanzable y, además siguen aumentando. Pero sé que todo vuelve y que saldremos adelante”, explica la mujer con optimismo. Quienes deseen ayudar a Claudia Carrasco, pueden contactarse con el teléfono 261-3014855. El alias de su cuenta del Banco Nación es claudiacarrasco66.