Los ojos turquesas del cura Carlos Mugica iluminaron de dignidad el barrio Comunicaciones, un cúmulo de ranchitos de madera levantados en Retiro por trabajadores del puerto de Buenos Aires, todavía lejos de convertirse en la inmensa y multicultural villa 31 de la actualidad. A aquellos ojos los apagaron a tiros 50 años atrás, pero no lograron matar su mirada, puesta siempre en el otro. De eso se trata “Padre Mugica, a la hora de la luz”: un documental que narra la entrega total del sacerdote, su muerte y su resurrección en la obra de las nuevas generaciones de curas villeros.
“En ese momento había 4% de pobres. Hoy hay 55% y tenemos el peligro de acostumbrarnos. ‘Perdóname por haberme acostumbrado’, rezaba Mugica en su oración”, evocó uno de los curas villeros que siguió su camino, monseñor Gustavo Carrara. El obispo auxiliar de Buenos Aires dijo pocas palabras pero contundentes, de pie, delante de la pantalla del cine donde este martes se estrenó el documental: en la fila los escuchaban desde León Gieco hasta Moria Casán, de Víctor Laplace al Padre Pepe.
Con testimonios variados y valiosos, los directores Walter Peña y Nicolás Cuiñas armaron un documental de algo más de una hora de extensión que narra la parábola del compromiso del sacerdote con los pobres, su muerte y la vigencia que tiene su entrega total.
Es un relato coral de vecinos de la villa -jóvenes en aquellos iniciales ‘70, hoy sexagenarios- marcados por la fuerza amorosa de Mugica; amigos, como Fernando “Pato” Galmarini, Marilina Ross o Víctor Laplace, y otros sacerdotes en opción por los pobres, como Domingo Brescia, el padre Pepe Di Paola o el propio Carrara.
“Esta película es un esfuerzo muy bueno. No se puede vivir de nostalgia. Muchos conocimos a los compañeros de Mugica, pudimos charlar con ellos muchísimo, nos contaron sus vivencias, sus luchas. El equipo de curas de las villas toma ese espíritu y trata de mantenerlo en el tiempo, con los desafíos que nos tocaron”, comentó Pepe, vestido con una campera negra del Club Atlético Huracán.
El fútbol está presente en la película. De manera lateral, claro. Ahí aparecen los villeros amigos de Mugica, recordándolo en los partidos que se jugaban cerca de la capilla Cristo Obrero, que el propio sacerdote levantó cuando todavía era un barrial con ranchos y containers.
Uno de ellos cuenta que la tarde noche que lo mataron Mugica venía recién bañado de jugar un picado. Pero sin dudas la parte más risueña es cuando Galmarini cuenta: “Yo iba más con él a la canchita que a la iglesia”. En la proyección, que lo tuvo presente al ex secretario de Deportes nacional, su pareja, la diva Moria Casán, también en la sala, no pudo evitar la carcajada.
“Le gustaba el fútbol. No era un habilidoso pero era muy fuerte, se entrenaba con la bolsa de boxeo. Jugué paquetes de partidos, te tiraba al carajo, más de una vez el referí lo retaba y él le decía ‘Jjesús perdoname lo que he hecho’”, contó Galmarini a Infobae.
Más que escenas divertidas, “Padre Mugica, a la hora de la luz” es un recorrido emotivo y emocionante, con una prolija edición, imágenes de archivo y un coro de entrevistados que da la talla. Quizá no es del todo claro cuando aborda los momentos de su asesinato, adjudicado mayormente a la Triple A y sugerido en el film, aunque no se la menciona.
Sentado en la fila 4 del cine, a León Gieco, autor de la canción “Los guardianes de Mugica” y uno de los testimonios incluidos en el film, le salió de adentro un “pero qué hijos de puta” cuando en la película se cuenta la historia de amistad y amor que unió a Mugica con la joven militante Lucía Cullen, y cómo el gobierno militar la desapareció en junio del 76, tres años después que al cura.
“El acostumbramiento mata al amor, mata el compromiso, mata el poner la vida a disposición de los más pequeños, los más rotos, los más frágiles. Este documental hecho en comunidad nos puede ayudar a mirar la vida de Mugica y sacudirnos un poco del letargo, del acostumbramiento y a redoblar nuestro compromiso, que vaya si hoy necesitamos redoblarlo”, consideró monseñor Carrara.
Unas filas más abajo miró el documental del que forma parte Víctor Laplace. “Más allá de conocerlo en un momento de la vida hace muchos años, cuando me senté a verla me sentí muy conmovido. Se generó una cosa muy hermosa al hacerla. Cuando los vi a León, Marilina, los curas. Sería importante que todos los jóvenes que no conocieron a Mugica, sepan quién fue el cura, el padre, el villeros. Los jóvenes tienen que saber que hay algo a favor de la fe”, consideró a este medio el actor.
“Me gustó la peli, me hizo llorar”, coincidió Galmarini, que se considera muy amigo de Mugica y recuerda la importancia que tuvo para su vida haber viajado con Perón en su regreso, con el famoso vuelo de Alitalia. “Eso fue trascendental para él. Carlos fue un fenómeno, fue mucho más que un cura”, consideró el “Pato”.
La película se estrenará en plataformas más cerca de fin de año. Mientras tanto, tendrá una serie de proyecciones gratuitas y a demanda para entidades sin fines de lucro, en distintos barrios, parroquias y comunidades del país (para coordinar las proyecciones es necesario escribir a pastoralvillera@gmail.com).
“Con la película construimos una comunidad y no la vamos a dejar que la desarmen. Se llama ‘Padre Mugica a la hora de la luz’ porque eso es lo último que dice la oración que escribió Mugica en la villa y en la cual meditaba todo el tiempo. Y a la hora de la luz no como un final, sino como un comienzo, que es la hora de la luz, de la justicia social. Su luz sigue estando. Él sigue iluminando adentro de los barrios”, comentó a Infobae uno de los directores, Walter Peña.
“El espíritu de Mugica no es pensar qué hacemos sino qué haría él, qué harían esos curas que se la jugaban. Cómo hacemos para que los chicos que están tirados puedan recuperarse. Pensamos qué haría Mugica hoy. Estaría sin dudas trabajando, luchando y levantando a los pibes que están caídos”, se emocionó Pepe Di Paola.
Fotos: Luciano González