Se cumplen cuatro meses del derrumbe en Caballito en el que fallecieron dos hermanos de 75 y 77 años y las 14 familias damnificadas aún conviven con el trágico suceso. “Cada día que pasa estamos siendo dañados por estar lejos de nuestras vidas”, aseguró Elisa Muñoz (40) a Infobae. Ella es una de las vecinas que todavía sufre las consecuencias del colapso del pasado 8 de febrero en la obra en construcción de Pedro Goyena al 500 que afectó al edificio lindero, que sigue inhabitable.
“Estamos en una situación desastrosa porque no ha cambiado nada, el drama sigue existiendo. Dejamos de ser noticia, ya no somos prioridad”, enfatizó Elisa.
La vecina se encontraba fuera del país al momento del derrumbe. Pasaba sus vacaciones junto a su hija de 11 años, quien también se vio afectada por el cambio rotundo de vida luego de que les impidieran volver a su casa.
En un principio, madre e hija estuvieron viviendo en la casa de unos amigos, hasta que finalmente lograron volver al barrio. Sin embargo, la menor recibe asistencia psicológica para sobrellevar el momento. “Queremos volver a nuestra casa”, remarcó conmovida.
Tras presionar a la empresa constructora con su abogado, Elisa contó que lograron que se hicieran cargo del gasto del nuevo alquiler. De todas formas, el temor sigue latente porque los contratos son por seis meses y pesa la incertidumbre sobre qué pasará a futuro.
Los vecinos afirman que la mayoría de las viviendas están intactas o tienen daños menores, por lo que piden celeridad para ingresar a retirar sus pertenencias y realizar tareas de mantenimiento. Uno de los motivos principales tiene que ver con que, por la falta control en estos meses, aparecieron grietas que anticipan lo que podría ser otra tragedia evitable. Asimismo, se produjeron dos inundaciones en este lapso de tiempo.
Lucas Romagnano (28) es otro de los damnificados. Según lo manifestado ante este medio, por ahora “hubo parches, no soluciones”. Además de haber tardado dos meses para conseguir un departamento en Caballito, donde tuvo que vivir en la casa de un amigo, lo peor para él es la herida emocional que le generó la situación que atravesaron en febrero pasado.
“Ahora si llueve es traumático para mí porque pienso que todo se puede volver a caer otra vez”, subrayó Lucas, quien también trabaja en la misma cuadra donde solía vivir junto a su familia.
Pese a las señales de alerta, nunca hubo una solución concreta para terminar con el conflicto. “Todo se logró porque hicimos lío”, sostuvo Ingrid Vadala (44), quien venía reclamando judicialmente por la situación desde noviembre del 2022, con cinco audiencias de conciliación de por medio. “Después lo arreglamos, no pasa nada”, era la respuesta habitual que recibían cada vez que planteaban lo que sucedía ante quienes estaban a cargo de la obra en construcción.
El día del colapso, Ingrid tuvo que ser rescatada junto a sus dos hijos, quienes salieron solo con lo puesto ante el aviso de que debían abandonar el lugar. En un primer momento, el ofrecimiento del Gobierno porteño fue trasladarse a un hotel por unos días. Primero se mudó a Parque Chacabuco, donde el primer mes de alquiler tuvo que pagarlo sin recibir ningún tipo de ayuda.
Después, la empresa constructora MAB INVERSIONES S.R.L. se hizo cargo gracias a la gestión del abogado de la víctima: “Se escaparon como ratas, no dieron la cara”, acusó Vadala. Asimismo, durante este tiempo perdió algunos trabajos y tuvo que vivir con ropa prestada. Ahora, regresó a Caballito, alquila a unas pocas cuadras de su casa.
A Vicente y Cristina La Rocca se les derrumbó el pasillo de su casa el día del colapso y tuvieron que irse a vivir parcialmente a otra casa familiar. “Más de tres meses después del derrumbe apareció una autoridad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para tener una reunión y asistió sin saber nada del caso”, cuestionó Maximiliano (33), hijo de la pareja. “De parte de la constructora no quisieron responsabilizarse”, acotó sobre la estresante situación que atraviesan.
Otro tema que los preocupa es el de los servicios: si bien se cortaron todos los suministros (gas, luz, agua) en el momento del derrumbe, les siguieron cobrando las facturas. La preocupación continúa porque, según expresaron los propios vecinos, “la Ciudad mira como si nada un socavón de 8 metros de profundidad”.
“Lo único que pasó fue el tiempo, no se avanzó en nada en cuanto a lo estructural”, explicó el abogado Isaac Alejandro Romano, dueño de la inmobiliaria de la planta baja del PH de Pedro Goyena 555 que se desplomó. A su vez, relató que en los primeros 20 días se puso un andamio para sostener los muros y no se tocó nada más. Ahora, todo está clausurado con un mínimo vallado, hasta tanto se haga la pericia para determinar las responsabilidades en el caso.
“El tema principal acá fue que se sucedieron una serie de eventos que provocaron el derrumbe: un alto grado de improvisación, la precarización de los obreros y la falta de dirección de obra”, agregó el abogado.
Las víctimas dicen que esto lo hicieron para abaratar el costo de la construcción, aún sabiendo los riesgos que esto tenía. De hecho, en los informes de la causa penal, los dos arquitectos que declararon frente a la fiscalía señalaron esto mismo. Previamente, se habían hecho otros reclamos para alertar que algo se estaba haciendo mal. Inclusive, una mujer terminó con una úlcera en la córnea por la caída de escombros y polvo mientras se hacían las obras.
Según el informe que hicieron semanas antes del derrumbe, respecto al tema de los caños, se comprobaron los daños que ya habían generado y que sabían, por lo menos, desde octubre del 2023.
Nueva reunión
Este jueves 6 de junio, a poco de cumplirse los cuatro meses, se llevó a cabo un encuentro entre los vecinos afectados por el derrumbe, el jefe de Gabinete de la Ciudad de Buenos Aires, Néstor Grindetti, y representantes de la constructora. Allí, desde la empresa se comprometieron a seguir pagando el alquiler de todas las familias por los próximos seis meses, con opción a renovar ese acuerdo por otro semestre más.
Como novedad importante, se destacó la noticia de que la reconstrucción demandaría de seis a nueve meses, después que estén autorizados por la fiscalía, tras las pericias.
Por su parte, desde la Ciudad recalcaron que los ingresos a las viviendas, por el momento, deben ser cuidados, ya que todavía no son lugares habitables. Previamente, estuvieron trabajando en un subsidio extraordinario para la compra vestimenta y útiles escolares. A su vez, se trató en la Legislatura porteña una exención del ABL.
El derrumbe
El colapso en la propiedad lindera a la obra en construcción en Pedro Goyena al 500 sucedió el 8 de febrero pasado, luego de las 12.30. Hubo ocho obreros atrapados, pero sin lesiones, quienes fueron puestos a resguardo mientras buscaban a más sobrevivientes.
Nélida Acuña, de 75 años, fue hallada sin vida y, luego de una intensa búsqueda que incluyó canes, confirmaron que también había muerto su hermano, Ramón Acuña (77).
Ambos jubilados, vivían en la unidad 14 del complejo departamental de Pedro Goyena 555. Según los testimonios de los vecinos, ambos eran muy queridos. Nélida no solía circular por las calles del barrio por los problemas de movilidad que sufría, pero su hermano solía ser el nexo debido a que era conocido por administrar un pet shop situado en José Bonifacio al 400, tan solo a una cuadra de donde ocurrió la tragedia.
Tras el derrumbe, las autoridades no sólo evacuaron a los vecinos del PH de Pedro Goyena 555, sino también a los habitantes del otro edificio lindero a la obra en construcción y clausuraron las tres propiedades. Y aún siguen clausuradas.