Un muerto cada dos horas en siniestros viales: exigen menor velocidad, “alcohol cero” y penas más duras

Según cifras oficiales, en 2023 hubo 4.369 víctimas fatales. Las organizaciones expertas aseguran que son aún más e impulsan leyes más severas en la Ciudad y el Congreso

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Una de cada dos muertes viales se producen en la ruta. En la ciudad, las calles resultan más fatales que las avenidas (Los Andes)
Una de cada dos muertes viales se producen en la ruta. En la ciudad, las calles resultan más fatales que las avenidas (Los Andes)

El registro oficial da cuenta de un muerto cada dos horas. Y las organizaciones especializadas dicen que esa estadística espeluznante se queda corta. Que en realidad cada día mueren entre quince y veinte personas víctimas de algún siniestro vial en algún rincón de la Argentina. Que el subregistro oficial es porque todavía no se contempla como una víctima fatal de un siniestro vial a quien, en vez de morir en las primeras 24 horas tras ese hecho, permanece con vida unos días o semanas más pero igual pierde la vida a causa de ese episodio.

La que explica el matiz que devela que las 12 muertes diarias registradas por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) en 2023 son menos que las reales es Viviam Perrone, histórica referente de la Asociación Madres del Dolor. La impulsó junto a otras mujeres hacia 2004, dos años después de que un auto atropellara y asesinara a su hijo, Kevin, de 14 años, en las inmediaciones de la Quinta de Olivos, sobre la Avenida Del Libertador. Kevin, que murió una semana después de que lo atropellaran, no fue contemplado oficialmente como una víctima vial.

Es Viviam Perrone, también, quien pone blanco sobre negro sobre el escenario cotidiano de la seguridad vial: “De repente alguien se pone a seguir lo que está pasando en términos de hechos viales y puede sentir que está ante una racha de días en los que todos los días pasa algo. Pero lo cierto es que, justamente, cuando ponés tu mirada sobre estos hechos notás que no es una racha: todos los días pasa algo”.

Un repaso de las noticias (viales) de las últimas semanas le da la razón. Hace apenas unos diez días una nena de diez años y su mamá de 44 murieron aplastadas por el container que trasladaba un camión que transitaba por Panamericana. Ese mismo día, aunque con consecuencias más leves, dos colectivos -de las líneas 93 y 176- chocaron en Chacarita y hubo casi una veintena de heridos. Apenas unos días después, la descompensación de un conductor de la línea 71 desencadenó que el colectivo impactara contra un poste y hubiera cinco heridos.

Un choque de colectivos en Caballito ocurrido hace diez días.
Un choque de colectivos en Caballito ocurrido hace diez días.

Más acá en el tiempo, el martes, el acoplado de un camión quedó colgando de la Autopista 25 de Mayo, casi llegando a Constitución: que el container transportado estuviera vacío -y por lo tanto liviano- y que fuera demasiado temprano como para que hubiera mucha gente circulando debajo de la autopista conspiraron a favor de que el episodio no se convirtiera una tragedia. Este miércoles, un hombre de 41 años murió tras el choque entre su auto y un colectivo en Campo de Mayo. Y la lista sigue.

A esos episodios que involucran autos, colectivos, camiones, motos y peatones, se suman otros escenarios en los que los usuarios de transporte -ferroviario y público, en este caso- ven su integridad en riesgo: el 10 de mayo una formación del ferrocarril San Martín impactó contra una locomotora frenada en un puente sobre la Avenida Figueroa Alcorta. Hubo heridos, traslados en helicóptero y una explicación: que el robo de cables había vulnerado el sistema de comunicación entre formaciones, y que eso se estaba haciendo de manera más artesanal y, por ende, más falible. Diez días después, un fallo eléctrico en una formación del ferrocarril Roca a un kilómetro y medio de Constitución obligó a cientos de usuarios a caminar por las vías, exponiéndolos al tendido eléctrico y a la circulación de otras formaciones.

Parece “una racha” pero es el escenario estable de la vialidad en la Argentina. Según el último informe de la ANSV, en 2023 hubo 4.369 víctimas fatales en siniestros viales: de ahí se desprenden las doce muertes diarias. El registro se mantiene estable en el último trienio: cada año hubo entre 4.350 y 4.600 fallecimientos tras un hecho vial, cifra que implica una baja respecto del máximo desde que se lleva registro, en 2008; fue en 2017, año en que se produjeron 5.611 muertes.

Una de cada dos víctimas fatales murió tras un siniestro en la ruta, y en la mitad de los casos esas muertes son luego de una colisión. El vuelco y el atropello a un peatón son los motivos que siguen en la lista, aunque con una incidencia bastante menor respecto de la colisión. El 46% de los siniestros viales se producen de día y el 48% se produce de noche, sobre el 6% restante no hay datos suficientes.

Viviam Perrone, una de las fundadoras de "Madres del Dolor" tras perder a su hijo, víctima de un siniestro vial en 2002.
Viviam Perrone, una de las fundadoras de "Madres del Dolor" tras perder a su hijo, víctima de un siniestro vial en 2002.

Tal vez contra lo que podría indicar el sentido común -por las velocidades máximas permitidas en cada caso-, hay más muertes en calles que en avenidas. El 75% de quienes fallecen son varones y el 21% son mujeres, e históricamente la franja etaria más afectada es la que va de los 15 a los 34 años: en ese segmento se concentran casi cuatro de cada diez muertes.

“Es urgente que haya todo el tiempo campañas y también controles, y que esos controles no estén siempre en el mismo lugar porque lo que ocurre en ese caso es que el conductor ya sabe qué calles tiene que evitar”, dice Perrone, y suma: “Con campañas que informen con eficacia cuáles son los efectos del alcohol y de la velocidad al volante y lo que pasa si te quedás en el lugar del hecho en vez de escapar, ya podés mejorar el escenario. Y a eso le sumás controles móviles y leyes claras y la siniestralidad tiene que bajar. Pero estamos lejos de eso”.

Menos velocidad, menos alcohol y penas más largas

Ahora mismo, Madres del Dolor impulsa proyectos legislativos tanto en la Ciudad de Buenos Aires como a nivel nacional, aunque por ahora esos proyectos no tienen señales claras de si lograrán avanzar en la Legislatura o en el Congreso.

Uno de esos proyectos es que se introduzca definitivamente en territorio porteño la Ley de Alcohol Cero, ya que hasta ahora el máximo permitido en los tests de alcoholemia que se hacen en la Ciudad es 0,5 gramos de alcohol por cada litro de sangre. A la vez, la organización empuja una modificación en la velocidad máxima a la que se puede circular por calles, que actualmente es de 40 kilómetros por hora y, asegura Perrone, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomendable es que se circule a un máximo de 30 kilómetros por hora. “Esos diez kilómetros por hora de diferencia pueden salvar vidas”, suma la referente.

La Ciudad de Buenos Aires aún no adoptó el límite de Alcohol Cero. (Crédito: Gentileza Ministerio de Infraestructura CABA)
La Ciudad de Buenos Aires aún no adoptó el límite de Alcohol Cero. (Crédito: Gentileza Ministerio de Infraestructura CABA)

A la vez, hace nada más que una semana Madres del Dolor participó de una reunión con la comisión de la Cámara de Diputados dedicada al transporte. Elevaron allí el pedido de que, en caso de existir agravantes como exceso de velocidad, consumo de alcohol o de estupefacientes o abandono de persona, el mínimo de la pena para un homicidio culposo sea de cuatro años, de forma que sean penas de cumplimiento efectivo en vez de excarcelables. También empujan el pedido de que cuando una persona maneje con una licencia de una categoría que no corresponde con su vehículo eso también se contemple como un agravante.

No son nuevas las Madres del Dolor en estas luchas: dieron la pelea hasta lograr que el exceso de alcohol y de velocidad se contemplen como agravantes, y que el abandono de persona sea mirado desde el lado del victimario, sin importar si hay acompañantes de la víctima que se quedan mientras recibe asistencia. Ahora van por más modificaciones que logren bajar los índices de siniestralidad en la Argentina. “Son todas muertes fácilmente evitables”, dice Perrone.

El peligro también viaja en tren

Hugo Testa es operario de la línea Roca del ferrocarril e integrante de la organización La Bordó, cuyo referente más resonante es Rubén “Pollo” Sobrero, en su seccional Oeste. Testa trabajó sobre la vía durante varios años, ahora está en un puesto de control desde el que coordina la entrada y salida de formaciones de larga distancia. Hace quince años que su vida cotidiana gira alrededor del recorrido de esta línea que serpentea el sur del Conurbano bonaerense.

Hace veinte días, una formación del ferrocarril San Martín chocó contra una locomotora frenada. Foto: Adrián Escandar
Hace veinte días, una formación del ferrocarril San Martín chocó contra una locomotora frenada. Foto: Adrián Escandar

“Lo que se vio del choque en el puente sobre Figueroa Alcorta o de los pasajeros caminando sobre las vías son episodios que no son aislados y que tienen que ver con las condiciones en las que están circulando los trenes. Todo el tiempo estamos expuestos, los trabajadores y los pasajeros, porque se están corriendo riesgos”, sostiene Testa, y detalla: “Hay una falta de repuestos de piezas como cintas de freno o suspensiones que pueden desencadenar un problema grande. Ya hicimos denuncias ante Transporte y ante la CNRT y no nos dieron respuesta. Una formación del Roca debería tener cuatro pantógrafos, que es el mecanismo que permite tomar corriente de la línea aérea. Como hay menos pantógrafos porque se van rompiendo, ahora circulan con dos pantógrafos. Pero en cuanto se rompe uno más ese tren se detiene en medio de su recorrido y, de nuevo, los pasajeros tienen que caminar por las vías, lo que es un peligro tremendo”.

Según Testa, la reducción de personal que puede verse en estaciones como Lanús, Remedios de Escalada o Banfield pueden tener un impacto exponencial en caso de un siniestro allí. “En los últimos meses la empresa empezó a cerrar salidas para evitar poner personal de control de evasión, que es el que, por ejemplo, te habilita el molinete si no te anda la SUBE, si sos una persona con discapacidad o si necesitás asistencia. En Lanús, que es una estación multitudinaria, dejaron sólo una salida habilitada para esas personas. El resto están con un candado o soldadas. Si vos tenés la SUBE habilitada podés salir por esos lugares, pero un jubilado o un discapacitado necesita asistencia y hay cada vez menos personal para eso. Y el día que haya un siniestro en una estación en esas condiciones y haya sólo una salida habilitada va a ser una tragedia”, advierte Testa.

El casco, el alcohol y la educación vial en el centro de las campañas

“Desde que impulsamos la Ley de Alcohol Cero, hace un año, la siniestralidad ligada a ese consumo bajó 67%”, le dice Jorge D’Onofrio, ministro de Transporte de la Provincia, a Infobae. A esa medida, que tiene su correlato en la mayoría del territorio argentino, se le suman otras con el objetivo de disminuir los siniestros viales.

Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cuatro de cada diez muertes viales son de motociclistas. Se trata de la víctima más frecuente de este tipo de hechos. A la vez, la falta de uso o incluso el mal uso del casco impactan directamente en esa siniestralidad. “Uno de los trabajos que venimos impulsando es en relación al buen uso del casco, sobre todo entre los más jóvenes, que son los más afectados por esto”, dice el ministro bonaerense.

Los motociclistas son las víctimas más frecuentes en episodios de inseguridad vial.
Los motociclistas son las víctimas más frecuentes en episodios de inseguridad vial.

En ese sentido, anticipa, desde junio la Provincia pondrá en marcha la “Licencia Joven”: se trata de un curso obligatorio de nueve módulos sobre educación vial que se dictará en el último año de las escuelas secundarias que, sumado a un examen, reemplazará al tradicional examen teórico para obtener la licencia de conducir. Más allá de si el estudiante quiere sacar esa licencia, el cursado de los nueve módulos no es optativo, describe el funcionario. Según asegura, “desde diciembre bajó mucho la presencia del personal de campo de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, que realiza controles, y eso tiene mucho impacto; a la vez, las rutas nacionales también están deterioradas y no hay obras ahora mismo para sanear ese deterioro”.

“Uno de los objetivos prioritarios de este Gobierno de la Ciudad es mejorar la convivencia vial. Ahora mismo estamos trabajando en el Tercer Plan de Seguridad Vial, que sigue una política que ya lleva unos diez años en la Ciudad, y que está alineado con la agenda fijada por la ONU, que implica reducir en un 50% la siniestralidad vial para 2030″, describe a Infobae Pablo Bereciartua, ministro de Infraestructura porteño. Según anticipa a este medio, el 10 de junio, que es el Día Internacional de la Seguridad Vial, se anunciarán los lineamientos principales de ese plan, que por estos días está en plena definición.

Entre las medidas más recientes que puso en marcha la cartera que dirige el funcionario porteño, se cuenta la presencia de agentes de tránsito en avenidas, la colocación de stickers que advierten a los conductores antes de sancionarlos con una multa, y el fin del giro a la izquierda en varias avenidas. “Esos giros generan una congestión que puede terminar en accidentes menores. A la vez, hay avenidas como Garay, por ejemplo, que tienen carriles con anchos diferentes: eso lo vamos a corregir. Y pondremos en orden los contenedores de basura, que ocupan lugares importantes en avenidas y también pueden generar problemas”, describe Bereciartua.

Este mayo fue el primero en el que Buenos Aires se alineó a Mayo Amarillo, una iniciativa internacional destinada a la concientización sobre la seguridad vial y que supuso varias actividades destinadas a la educación sobre normas de tránsito.

Ante la consulta de Infobae sobre la implementación del Alcohol Cero en territorio porteño, el ministro responde: “Lo estamos analizando, tal vez entre en el anuncio del 10 de junio”. Es una de las varias medidas que esperan las Madres del Dolor y que logran reducir la siniestralidad. Mientras tanto, la estadística sigue espeluznante como al principio de esta nota: al menos una persona muere cada dos horas en un siniestro vial evitable en la Argentina. Y las organizaciones denuncian un escenario todavía más trágico que, año a año, se mantiene estable.

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