Después de casi dos meses de aclimatación y siete días de ascenso, el pasado 21 de mayo María Belén Silvestris cumplió uno de sus grandes sueños al hacer cima en el Monte Everest, conocido como “el techo del mundo”. Sin embargo, su hito cobró una relevancia aún mayor por haberse convertido en la persona más joven de Sudamérica en completar el desafío de las Siete Cumbres (Seven Summits, en inglés), que consta en escalar las montañas más altas de cada continente. “Fui probando y a medida que escalaba otras montañas, me iba bien y mi cuerpo se iba adaptando, fui ganando confianza para cumplir este sueño”, reconoció este lunes la argentina de 34 años desde Sao Paulo, Brasil, a donde regresó este domingo después de un largo tiempo fuera de su país de residencia.
Directora del área de marketing y de una unidad de negocio de la multinacional Procter & Gamble (P&G), María Belén se interesó en el andinismo durante un viaje que realizaba por el Tibet, una región autónoma de China ubicada al lado norte de los Himalayas. Sin ningún tipo de experiencia previa en la disciplina, a la oriunda de Buenos Aires la desveló el solo hecho de observar el campamento base de los escaladores que se le animan a los 8.849 metros sobre el nivel del mar del Monte Everest.
“Yo estaba viajando por Tibet, China, llegué al Everest, vi el campamento base de todos los escaladores y dije: ‘Quiero subirlo. ¿Por qué no puedo subirlo?’ No sé cómo ni con qué plata, pero quería hacerlo. No sabía nada de montañismo pero quería intentarlo. Fui probando y a medida que fui escalando otras montañas, me fue yendo bien y mi cuerpo se fue adaptando bien, fui ganando confianza para cumplir este sueño”, contó Silvestris este lunes, durante una entrevista para radio Mitre.
Pero concretar el desafío de las Siete Cumbres no fue nada sencillo, ya que antes de hacer cima en el Everest María Belén tuvo que probarse en otros picos icónicos del mundo. “La primera montaña fue el Kilimanjaro en Tanzania, África. Después fui por Rusia, el Monte Elbrus, y luego a nuestro Aconcagua, que es la más alta fuera de los Himalayas. Y por cómo está ubicada la presión atmosférica, es la más parecida a un 8.000 fuera de los Himalayas”, destacó durante su relato.
En cuanto a la preparación que debió realizar para hacer cumbre en el Everest, el pico más alto de los Himalayas, María Belén contó que el periodo de aclimatación demanda cerca de dos meses porque “hay que adaptar el cuerpo de a poco”. Y respecto al tiempo que necesitó para hacer cumbre, precisó: “Una vez que pasé todas las fases de aclimatación, tardé 7 días en subir el Everest”.
Si bien son muchos los andinistas que se desviven por tocar “el techo del mundo”, una de los mayores riesgos que se enfrentan en esta travesía es la posibilidad de sufrir el congelamiento de las extremidades, dadas las temperaturas hostiles que se pueden presentar a lo largo del recorrido. “Las temperaturas pueden llegar a -40° fácilmente. Obviamente que el viento es un factor fundamental, no sólo el clima, porque pueden hacer -40° pero si hay viento, ahí es donde el riesgo de congelamiento aumenta muchísimo. El principio de congelamiento, especialmente en las extremidades, es una razón bastante normal por la cual las personas son evacuadas de la montaña”, advirtió la escaladora de 34 años.
María Belén documentó su subida al Everest a través de su cuenta de Instagram. Subió fotos y videos de todas las fases de aclimatación previas al ascenso, y dio cuenta de los terrenos y condiciones hostiles a las que se enfrentaba. Y en ese improvisado rol de documentalista, la montañista argentina también subrayó la importancia de los sherpas, a quienes calificó como “fundamentales” para hacer cumbre en el Everest.
“Sin los sherpas, el 90% de las personas que escalan el Everest no podrían escalarlo. Hay diferentes grupos. Primero hay uno que arma el camino para que nosotros los mortales podamos subir con más seguridad. Colocan las cuerdas para estar siempre atado y las famosas escaleras que cierran las grietas. Y además de eso, son los encargados de cargar el oxígeno extra que vos necesitás. Yo llevaba un tanque pero uno sólo para hacer cumbre y volver no alcanza. Te ayudan a cambiar el oxígeno y te dan apoyo”, detalló sobre la encomiable tarea que cumplió Sonam, el sherpa que acompañó a María Belén en su travesía por el Everest.
Luego de casi dos meses de cansadoras caminatas, exigentes ejercicios de aclimatación y descansos en lugares inhóspitos, María Belén llegó a la cima del Everest a las 10.30 de la mañana del pasado martes 21 de mayo. En declaraciones radiales, ella misma aseguró que lo primero que sintió al concretar el desafío de las Siete Cumbres fue “alivio”, pero al mismo tiempo sabía que todavía faltaba la mitad del periplo para volver sana y salva a su casa.
“Lo primero que pensé cuando hice cumbre fue alivio. Es duro, por momentos sufrís frío y cansancio… Obviamente que también hay sensación de felicidad, pero a diferencia de otros deportes, cuando vos ganaste, ganaste, y se terminó el partido. Acá cuando llegaste a la cumbre, en verdad estás a la mitad del camino. Hay que volver sano y salvo. Entonces llegás, tenés un poco de felicidad y alivio, pero después tener que estar enfocado para volver porque, de hecho, la mayoría de los accidentes suelen pasar a la vuelta, cuando la gente ya se relaja y está muy cansada”, lamentó.
“El foco tiene que ser extremo. No sé si lo más difícil es volver, pero sí es cuando las negligencias pasan porque la gente se suele relajar más.”, puntualizó María Belén.
A pesar de ser empleada en relación de dependencia, lo cual podría implicar ciertas limitaciones de tiempo para practicar el deporte que tanto la apasiona, María Belén valoró que siempre contó con el apoyo de la empresa para la cual se desempeña, debido a que siempre le brindaron “facilidades” para poder viajar y cubrirla cuando ella no estaba disponible.
Consumado el gran reto que se había puesto en el horizonte, la deportista argentina ahora piensa tomarse “un recreo” de las montañas para poner su foco, el mismo que durante tanto tiempo le dedicó a subir el Everest, en el próximo paso de su vida: conformar una familia con Tomás, su marido. “Ahora necesito un recreo y creo que el próximo paso en mi vida será formar una familia, que siempre lo pospuse porque sabía que con la montaña tenía el foco 100 por ciento ahí. Una vez que tenés hijos, las prioridades cambian en la vida”, reconoció María Belén, satisfecha por haber quedado en la historia del montañismo sudamericano.
Antes de emprender el extenso camino hasta la cima del Everest, con el objetivo de concretar el ascenso a las Siete Cumbres, María Belén escaló el Puncak Jaya (4.884 msnm, en Oceanía); el macizo Vinson (4.892 msnm, Antártida); el Monte Elbrus (5.642 msnm, Europa); el Kilimanjaro (5.895 msnm, África); el Denali (6.194 msnm, América del Norte) y el Aconcagua (6.961 msnm, Sudamérica).