Entrar al kibutz en Nir Oz es ingresar a una muestra de lo que fue el terror y muerte que generó la incursión terrorista de Hamas en el sur de Israel el pasado 7 de octubre. Infobae pudo recorrer la comunidad que se ubica a unas 15 cuadras de la Franja de Gaza.
En Nir Oz lo único que se mantiene intacto es la vegetación que rodea a las casas destruidas y quemadas por el ataque. A cada paso, se ve un hogar quemado, con impactos de bala en sus ventanas y todos sus objetos arrasados. Desde una bicicleta doblada por la mitad por el paso de algún vehículo, un oso de peluche quemado, una cuna que ya no podrá usarse y juguetes de chicos abandonados.
Mientras Infobae recorre el kibutz, de fondo se escuchan los sonidos de la guerra. Una ametralladora repica a lo lejos o una bomba se detona desde el lado israelí con un fuerte estruendo. Segundos después, ese proyectil cae en Gaza y una estela de humo se eleva al cielo. El conflicto sigue ahí a casi un paso de Nir Oz.
Revivir el horror
Por los mismos senderos con jardines y árboles en los que ahora camina Infobae, pasaron los terroristas de Hamas que llegaron luego de romper el alambrado de la frontera que separa la Franja de Gaza de Israel.
Casi que al ver el estado de las casas arrasadas se palpa aún suspendido en el aire el miedo que sufrieron los habitantes del kibutz atacado. Se ubica a las familias en esas casas, ahora destruidas, en ese momento en que primero recibieron las alarmas de ataques áereos y luego la incursión de Hamas en las calles tranquilas de Nir Oz. Esos senderos en los que los chicos podían andar en bicicleta o jugar al fútbol sin ninguna restricción.
Durante la caminata se ve la casa de la familia Bibas. Desde ese hogar fueron arrancados Kfir con menos de un año, Ariel de 5 y su mamá Shiri la mañana del 7 de octubre. La casa de los bibas también fue quemada. En la entrada sobreviven los juguetes de los hermanos y la puerta del lavarropas abierta. La comunidad fue una de la más afectada por el ataque. De los 400 habitantes, al menos un cuarto fueron asesinados o secuestrados por Hamas.
Las casas de Nir Oz son todas iguales. Tienen un patio delantero, algunas con parrillas (se notó la influencia argentina en la comunidad) y sólo se diferencian por la decoración que le agregó cada familia. En el interior, ahora en la mayoría de las casas quemadas por Hamas, se ve un living amplio que se continúa con la cocina. Lugar central del hogar. Luego las habitaciones y el cuarto de seguridad preparado para resistir el embate de los cohetes que lanzan desde Gaza.
En el recorrido, Infobae accedió a estos espacios de concreto preparados para resistir los ataques aéreos. Allí se ven restos de los intentos de sobrevivir de las personas. Una TV baleada, una cuna quemada, manchas de sangre por el piso y ventanas destrozadas. En esos sitios, los habitantes de Nir Oz se escondieron la mañana del ataque.
Un tiempo después del ataque se supo que ingresaron al kibutz en tres oleadas. Primero fue la Nugba (las tropas de elite de Hamas), luego otros terroristas menos preparados y por último el pueblo palestino que se enteraba del ataque por los propios videos que los terroristas subían a las redes sociales o por llamados telefónicos a sus amigos y familias en Gaza.
El sueño socialista de los kibutz
Nir Oz había sido fundado en los primeros años, luego de la formación del Estado de Israel en 1948. En esos momentos, era una comunidad cooperativa socialista. Pablo Roitman acompaña a Infobae durante la visita al sur de Israel. A su madre la secuestraron y se la llevaron herida a Gaza ese 7 de octubre. “Cada uno aportaba su trabajo y se llevaba de acuerdo a sus necesidades –explica Pablo, en diálogo con Infobae-. Este lugar siempre fue una comunidad agrícola, abierta a unir a las comunidades a ambos lados de la frontera”.
Ese es el sentimiento que más perdura en los sobrevivientes del 7 de octubre. “Hacíamos mucho por integrar a los palestinos a nuestras vidas. Ya sea con trabajo o hasta encuentros para que las relaciones fluyeran”, explica Roitman. Se cuentan casos de habitantes de Nir Oz que buscaban a palestinos con problemas de salud del otro lado de la frontera para llevarlos a los hospitales israelíes para ser atendidos y luego los llevaban de nuevo a Gaza.
El calvario de Ofelia
La mamá de Pablo, Ofelia Roitman, fue secuestrada la mañana del 7 de octubre. La mujer estaba sola en su casa, porque su marido estaba internado tras un accidente doméstico que le había causado la rotura de la cadera.
Todo comenzó a las 6.45 con las alarmas por los ataques aéreos. “En ese momento, ante la intensidad de las sirenas que se escucharon en varios lugares al mismo tiempo, nos dimos cuenta que no era un ataque como otros que sucedieron antes –Recuerda Roitman-. Después, empezaron a llegar las primeras informaciones sobre terroristas de Hamas que ya circulaban por las calles de Nir Oz”.
Pablo habló con su mamá hasta las 9:37. Allí le iba pidiendo que se tranquilice y que no salga del cuarto de seguridad, ni le abra la puerta a nadie. Pablo volvió junto a Infobae a la casa de su mamá. Recorrió el living y las habitaciones que son la de su infancia. “Llegué a Israel cuando tenía 13 años –recuerda Roitman, mientras muestra la biblioteca intacta con libros en castellano-. Al principio me costó un poco acomodarme por el tema de mi edad, ya no era un nene. Pero después me acostumbré y llegué a amar esta tierra”.
La noche anterior, Ofelia cenó en la casa otras de sus hijas, la hermana de Pablo, que vive a pocos kilómetros de Nir Oz. La mujer quiso volver a dormir a su casa esa noche. Cuando escuchó los primeros gritos en árabe y los disparos, se metió en el cuarto de seguridad que ahora Pablo recorre junto a Infobae. La docente jubilada se aferró muy fuerte a la manija para evitar el ingreso de los miembros de Hamas.
Después del forcejeo, unos disparos impactaron en el brazo de la mujer. “Por suerte, no había puesto su cuerpo detrás de la puerta. Así pudo evitar una muerte segura”, relata Roitman, mientras con su mirada recorre la calle de su infancia.
Pablo observa las gotas de sangre secas en el piso del cuarto de seguridad en el que resistió su mamá, y continúa con su relato. La subieron a un tractor que se robaron del kibutz y la llevaron hacia Gaza. Ella no estuvo en los túneles. A mi madre la capturó la Jihad Islámica y la mantuvieron en una casa sola y al cuidado de un matrimonio”, explica Pablo.
Las primeras semanas eran de total incertidumbre. “Mi mamá estaba desaparecida. No sabíamos nada de ella. Podía estar en cautiverio, pero también muerta en los campos que rodean a Nir Oz antes de Gaza”, explica. Luego de tres semanas, llegaron las primeras confirmaciones de la inteligencia israelí. Ofelia estaba presa en algún lugar de la Franja desconocido. “Fue un alivio, dentro de tanta angustia”, admite Pablo.
El hombre revela que su mamá no tuvo ningún diálogo o relación con sus captores. “Se dio cuenta que tenían hijos, porque había unos juguetes desparramados en el comedor. Pero nunca vio, ni escuchó a ningún niño”. Antes de estar presa en esta casa, Ofelia fue curada en un hospital de Gaza en el que le detuvieron la hemorragia por el balazo que recibió en el brazo.
Sobrevivir a la locura
Ofelia fue liberada en la primera tanda de rehenes en la que salieron las mujeres y niños. La maestra argentina pasó 49 días sin ver la luz de sol y con escasa comida. “Apenas un pan pita seco a la mañana y una taza de arroz a la noche”, cuenta su hijo. ¿Cómo se sobrevive al cautiverio? “Mi mamá es una mujer inteligente y desde el primer momento su objetivo era no volverse loca”, resalta Pablo.
Entonces, lo primero que hizo la mujer fue tratar de saber diferenciar el día y la noche ya que estaba en una habitación sin luz solar. Ofelia le preguntó a sus captores los horarios de los rezos musulmanes (tres veces al día). De esa manera lograba seguir la rutina y marcar los cambios horarios de esa manera. El otro punto era lograr ocupar el tiempo, ya que no hablaba con nadie. “Mi mamá primero empezó a hacer ejercicios para recuperar el movimiento de la mano herida -explica Pablo-. Además, pidió lápiz y papel. Así, escribió sus sentimientos y sensaciones de esos 49 días de cautiverio”.
Los textos de Ofelia fueron quemados por los terroristas antes de la liberación. La mujer fue trasladada unos días antes al hospital de la Franja y de allí entregada a los mediadores que se encargaron de la liberación. Ahora, la docente argentina ya trabaja en una nueva versión y su proyecto es publicar un libro sobre los 49 días que pasó secuestrada en Gaza y cómo hizo para sobrevivir.
En los caminos de Nir Oz, hay varios grupos de soldados que llegan para conocer la historia de primera mano. La idea es que sepan qué pasó y las causas por las que son enviados a Gaza a recorrer los túneles de Hamas. Además, hay unos 50 gatos que viven entre las casas destruidas y los árboles de Nir Oz. Dos mujeres se acercan todos los días a traerle comida para asegurar su subsistencia.
En tanto, Pablo sube con Infobae al techo de un refugio que quedó en pie muy cerca del cerco del kibutz. Desde allí se ven los edificios de Gaza a una distancia muy corta, unas 15 cuadras. Entonces, Infobae pregunta: “¿Qué siente cuando mira hacia la Franja?”. Roitman se queda en silencio, piensa unos segundos y dice: “generaron mucho dolor. Mataron a mujeres y niños con crueldad. No sé cómo puede seguir esto. Las personas a la que le abrimos las puertas de nuestras casas, nos marcaron y le dieron información a Hamas. Todavía no puedo ver un futuro, hay mucho dolor”.