Ashgabat, la resplandeciente capital de Turkmenistán, emerge del desierto como una visión de mármol blanco, una ciudad que parece de otra época o incluso de otro mundo. Su panorama urbano es una mezcla inesperada de arquitectura grandiosa y récords mundiales que la hacen única en el globo. Esta urbe no solo se distingue por ser el epicentro político, cultural y económico de Turkmenistán, sino también por su colección de logros inscritos en el Libro de Récords Guinness que capturan la imaginación de quienes la visitan.
Esta es la metrópoli más grande de Turkmenistán y su capital, se erige como el epicentro administrativo, científico, cultural e industrial de este país de Asia Central. Dividida en cuatro sectores denominados “etraps”, la ciudad es emblemática por su posición geográfica única, rodeada por las montañas Kopetdag y el desierto de Karakum, ubicándose a escasos 25 kilómetros de Irán. Este factor contribuye a un clima de extremos, con veranos muy calurosos e inviernos muy fríos, características propias del clima continental extremo de Ashgabat.
Aquí en el desierto se encuentra un impresionante fenómeno natural conocido como la “Puerta del Infierno”. Esta enorme cavidad terrestre, la cual emite llamas continuamente, ha atraído el interés de científicos y turistas de diversas partes del globo. El origen de este peculiar cráter, así como su impacto visual y científico, lo ha convertido en objeto de estudio y destino turístico de relevancia.
Entre sus récords más emblemáticos, se encuentra el de la mayor concentración de edificaciones de mármol blanco del mundo, con 543 edificios envueltos en este material lujoso distribuidos en un área de 4,5 millones de metros cuadrados. Pasear por sus calles es caminar entre un mar de blancura que refleja tanto el sol como la ambición de una nación por destacarse a nivel mundial.
Ashgabat también alberga la noria cubierta más alta del planeta, situada dentro de un complejo de entretenimientos que atrae tanto a locales como a turistas. Además, el Palacio de Bodas de la ciudad, una estructura de proporciones monumentales, ofrece un testimonio de la grandeza que Turkmenistán desea proyectar.
Otro hito destacable es su mayor museo de alfombras del mundo, que no solo sirve como homenaje a la rica tradición artesanal de Turkmenistán, sino que también es hogar de la alfombra hecha a mano más grande, cubriendo 300 metros cuadrados y pesando más de una tonelada. Y en lo alto de la ciudad, se erige la torre de televisión, no solo como el edificio más alto de Turkmenistán, sino también como parte de la estructura arquitectónica con forma de estrella más grande del mundo, un símbolo inconfundible de Ashgabat.
Esta ciudad, sin embargo, no es solo un compendio de récords y arquitectura monumental. Ashgabat es también el corazón palpitante de Turkmenistán, donde se vive una realidad cotidiana bajo un régimen que controla estrechamente aspectos de la vida pública y privada. A pesar del acceso restringido a Internet y la prohibición de antenas parabólicas externas, la ciudad brilla con una limpieza y orden impecables, y sus calles amplias y bien cuidadas transmiten una sensación de calma y serenidad.
Los monumentos y estatuas abundan, muchos de ellos dedicados a figuras políticas del país, reforzando la presencia omnipresente del estado. Pero también hay espacios que celebran la cultura y la historia turcomana, brindando a los visitantes una visión de la rica herencia del país. La vida en Ashgabat es un ejercicio de contrastes, donde la opulencia arquitectónica se encuentra con la simplicidad de la vida cotidiana.
En cuanto a la tecnología, Turkmenistán se cerró al mundo digital mediante el bloqueo de plataformas globales de redes sociales y mensajería, tales como Facebook, Instagram, WhatsApp y YouTube, por orden de su presidente Serdar Berdimuhamedow, imponiendo así restricciones significativas en el acceso a la información global para sus ciudadanos. En un esfuerzo por controlar la narrativa y mantener una firme supervisión de las comunicaciones, el gobierno turkmeno ha lanzado aplicaciones estatales, Bizbarde y Belet Video, para reemplazar los servicios prohibidos. Su padre Gurbanguly, fue el anterior máximo mandatario del país y quien decidió por primera vez esta iniciativa.
Esta situación se desarrolla en un contexto en el que el país, con un censo de un millón de habitantes en 2021 en su capital, Ashgabat, muestra una preocupante limitación en la libertad de expresión y acceso a la información.
La infraestructura digital controlada por el Estado, que excluye a los gigantes tecnológicos occidentales del mercado turkmeno, revela un esfuerzo por mantener una estética y narrativa específica, la cual es respaldada por medidas que regulan desde la apariencia personal de los hombres hasta el color de los vehículos permitidos en la vía pública. Se informa que los hombres menores de 40 años tienen prohibido llevar barba y que los vehículos sucios o de colores distintos al blanco son mal vistos por las autoridades, lo que refleja el control social ejercido por el gobierno sobre sus ciudadanos. Esta iniciativa la comenzó Gurbanguly Berdimuhamedow y la sigue su hijo.
A pesar de ser catalogada como la ciudad más cara del mundo, según la consultora Mercer, y de tener una economía que se beneficia de una de las mayores reservas de gas del mundo, su realidad es más matizada. Los visitantes pueden encontrar, como mencionan algunos youtubers, que aspectos como el transporte, el ocio y la alimentación son notablemente accesibles, ofreciendo una perspectiva diferente de la vida en esta capital.