Los militantes que no se fueron de la plaza: Perón, entre la unidad nacional y el sectarismo vanguardista montonero

Aquel primero de mayo de 1974, la agrupación Montoneros ya tenía decidido manifestarse en contra del gobierno del General Perón. Canciones, abucheos, bataholas y una provocación que hizo que la Plaza de Mayo se convierta en el quiebre de la relación entre el presidente y parte de la militancia. La película completa de un capítulo bisagra de la historia argentina y el movimiento que nació aquel día

“Pese a esos estúpidos que gritan..." fue la frase del General Perón que desató la controversia entre la multitud que se había reunido para celebrar el Día del Trabajador en 1974

Cuando Perón sale al balcón, las columnas de la JP-Montoneros aumentan el volumen de su cántico: “Qué pasa/qué pasa General/está lleno de gorilas/el gobierno popular”. El General pide silencio con las manos e comienza con su discurso. Dice “compañeros, compañeros” una, dos, tres veces, pero el cantito no cesa. El mayor líder popular de la historia argentina intenta iniciar su discurso, y espera el respeto de hacer silencio. Pero no.

Entonces por encima del bullicio suelta su primera frase: “Hoy, hace diecinueve años, que en este mismo balcón y en un día luminoso como éste, hablé por última vez a los trabajadores argentinos…”. Los bombos y el “qué pasa general” impiden escucharlo. Dice una frase más que no llega a ser escuchada por nadie en la Plaza y, ya enojado, desliza: “Pese a esos estúpidos que gritan”.

A partir de allí, la plaza se convierte en una batahola de empujones, palos y trompadas entre las columnas sindicales y las de la JP-Montoneros, que producida la provocación inician la retirada de la plaza.

Esa noche en la Facultad de Derecho donde se concentraban los militantes llegados del interior, se pudo escuchar en boca de algunos líderes montoneros, una frase medio en serio, medio en broma: “Esta noche la conducción de Montoneros sacará un comunicado expulsando a Perón del Movimiento”.

Ese primero de mayo queda plantado el paradigma “Perón nos echó de la Plaza”. Pero los sucesos de la plaza no fueron una sorpresa, sino el desenlace de una historia previa. En los relatos históricos, es un error común quedarse en la imagen de un hecho y desconocer el antes y el después de un acontecimiento, es decir “ver la película completa”.

“Se va acabar/se va acabar la burocracia sindical” y “Rucci, traidor, saludos a Vandor”, entonaban las columnas de Montoneros cada vez que Perón hablaba del sindicalismo

El Perón de la Unidad Nacional

El primero de mayo de 1974 por la mañana, el presidente Juan Domingo Perón inauguraba las sesiones del Congreso Nacional. En su discurso trazaba las bases del Modelo Argentino que presentó “a consideración de todos los argentinos de buena voluntad”. Pero, a la militancia de JP-Montoneros no le interesaba escuchar a Perón y marchaban con una sola consigna: cuestionar al gobierno del cual eran parte.

El Perón de 1973 no era el del ‘55. Dejaba atrás dieciocho años de exilio, de humillaciones y persecuciones sufridas y volvía en la inteligencia de cerrar la grieta del peronismo-anti peronismo. Convocó a sus viejos adversarios: Balbín, Frondizi, Solano Lima. Reconstruyó lazos y propuso debatir un conjunto de ideas sobre las que una mayoría de argentinos pudiese coincidir. A eso le llamó “Modelo Argentino”.

Expresó: “Nuestra Argentina necesita un proyecto nacional perteneciente al país en su totalidad. Estoy persuadido de que si nos pusiéramos todos a realizar este trabajo y si entonces comparáramos nuestro pensamiento, obtendríamos un gran espacio de coincidencia nacional. (…) Como presidente de los argentinos propondré un modelo a la consideración del país, humilde trabajo, fruto de tres décadas de experiencia en el pensamiento y en la acción. Si de allí surgen propuestas que motiven coincidencia, su misión estará más que cumplida”.

“El mundo nos ha ofrecido dos posibilidades extremas: el capitalismo y el comunismo. Interpreto que ambas carecen de los valores sustanciales que permiten concebirlas como únicas alternativas histórico-políticas. Paralelamente, la concepción cristiana presenta otra posibilidad, pero sin una versión política, suficiente para el ejercicio efectivo del gobierno (…). Alguna vez prediqué la armonía como categoría fundamental de la existencia humana; sigo creyendo en ella como condición inalienable para la configuración de la Argentina que todos anhelamos. Esa básica consonancia excluye la violencia e implica comprender que el único camino para la construcción fértil es partir de ideas, valores y principios, cuya práctica concreta no cercene el cauce de la paz”.

"¡¿Qué pasa, qué pasa/ qué pasa General/ que está lleno de gorilas/ el gobierno popular?!", gritaban los Montoneros desde la Plaza

“Esto no distorsiona en absoluto la vocación de cambio del Justicialismo, concretado en este ‘Modelo Argentino’; ya he afirmado que la doctrina es revolucionaria en su concepción, pero pacífica en su realización. (…) Surge, también, una experiencia importante para nuestros países: hay sectores internos cuyos objetivos coinciden con los de los imperialismos. Obviamente, la capacidad de decisión de estos sectores debe ser debilitada o anulada”.

Perón retomaba los viejos conceptos de justicia social y el desarrollo industrial independiente, e incorporaba los nuevos desafíos de los cuales nadie hablaba hace 47 años: la ecología y las nuevas tecnologías. “Creo que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, y de la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esa marcha, a través de una acción mancomunada internacional”.

“La sociedad que anhelamos para el futuro debe comprender que el problema científico tecnológico está en el corazón de la conquista de la liberación. Sin base científico-tecnológica propia y suficiente, la liberación se hace imposible. (…) En los centros de más alta tecnología se anuncia, entre otras maravillas, que pronto la ropa se cortará con rayos láser y que las amas de casas harán sus compras desde sus hogares por televisión y las pagarán mediante sistemas electrónicos.”

Esta frase parece hoy una obviedad. Pero solo 20 años después (en 1995), tuvimos internet en Argentina. Y, recién en 2003, las amas de casa hicieron sus compras por medios digitales. En estas cosas pensaba Perón 50 años atrás, mientras muchos jóvenes creíamos que era un anciano detenido en el tiempo de sus glorias pasadas.

La plaza se convirtió en una batahola de empujones, palos y trompadas entre las columnas sindicales y las de la JP-Montoneros, que producida la provocación inician la retirada de la plaza

La película completa de la disputa con Perón

Mientras Perón hablaba en el Congreso, en los colectivos fletados por la organización Montoneros. aparte de sus militantes ya decididos a gritarle su bronca, venían cientos de simples simpatizantes peronistas motivados por ver y escuchar a su líder. Solo los gremios y la JP-Montoneros tenían organización y recursos para movilizar gente desde todo el país.

Comencemos por recordar que Perón había propiciado que los jóvenes de la “Tendencia Revolucionaria”, mayoritariamente referenciados con FAR y Montoneros, tengan su cuota de poder en el nuevo gobierno. Los gobernadores de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Salta, San Luis, Santa Cruz y Formosa eran hombres con distintos niveles de acuerdos con la Tendencia; el Ministerio del Interior, el Ministerio de Educación y las universidades nacionales estaban en manos del mismo sector.

Pero el proyecto de la cúpula de FAR y Montoneros nunca terminó de coincidir con el que Perón había concebido para esa etapa. En noviembre del ‘73, Firmenich expresó ante sus cuadros medios que “la ideología de Perón es contradictoria con nuestra ideología porque nosotros somos socialistas (…). Para nosotros la comunidad organizada, la alianza de clases es un proceso de transición al socialismo (...). La contradicción con Perón es insalvable. La solución ideal sería que Perón optara por admitir que la historia va más allá de su proyecto ideológico y que nosotros somos los hijos objetivos del Movimiento Justicialista; y que resignara su proyecto ideológico, adecuándose a esa realidad. Perón sabe que nuestra posición ideológica no es la misma que la de él, y de ahí que tiene una contradicción que vaya a saber como la resolverá”.

Aunque eran parte del gobierno constitucional, Montoneros nunca abandonó su accionar armado; solo que sus enemigos dejaron de ser los militares y pasaron a ser los otros sectores del peronismo, en especial la dirigencia sindical.

El 25 de septiembre, dos días después que Perón ganara su tercera presidencia por el 62% de los votos, Montoneros asesinó al secretario general de la CGT José Ignacio Rucci. Según dijo Juan Gelman: “Lo de Rucci se hizo en la concepción de tirarle un cadáver a Perón sobre la mesa para que equilibrase su juego político entre la derecha y la izquierda”. A partir de ese momento, la relación de Montoneros con Perón tomó un tinte cuasi mafioso. Porque tirar un cadáver para sentarse a negociar es una práctica común de la mafia. Sin embargo, Perón los siguió recibiendo en público y en privado.

En enero del ‘74, el gobierno mandó al Congreso un proyecto de modificación del Código Penal. Se intentaba frenar a la guerrilla del ERP que, aprovechando la derogación de las leyes represivas, de julio a diciembre de 1973 habían realizado 185 atentados, en promedio uno por día. Los diputados que respondían a Montoneros se opusieron a los cambios. Perón los recibió, los escuchó pacientemente y les explicó la necesidad de las reformas. Por orden de Firmenich ocho diputados renunciaron a sus bancas.

Durante el mes de febrero se sucedieron una serie de reuniones de Perón con los distintos grupos de JP en las cuales participaron los Montoneros. El 26 de abril, Perón, los recibió nuevamente. Alberto Molinas, de Montoneros, habló sobre el acto del primero de mayo advirtiéndole que “a la Plaza de Mayo van a concurrir todas nuestras organizaciones, que se van a expresar en sus canciones y estribillos”. Luego criticó largamente a la “burocracia sindical” y a otros sectores, y pasó un listado de reclamos al gobierno. Finalizó con una declaración en alusión a que iba a ir a la Plaza en función de la promesa que Perón había hecho el 12 de octubre: “Cada primero de mayo voy a presentarme en la Plaza de Mayo para preguntarle al pueblo si está conforme con el gobierno que realizamos”. El 30 de abril Montoneros publicó una solicitada convocando a la Plaza de Mayo, con el listado de exigencias al gobierno peronista.

Mucho antes de que Perón pronunciara la palabra “imberbes”, Montoneros ya tenía decidido ir a la Plaza a cuestionar su gobierno. Esa concepción incluía la idea de confrontarlo y vaciar el acto. No existió esa situación inesperada y sorpresiva, que describen algunos, en la que un Perón ofuscado echó a los jóvenes de la Plaza.

Montoneros invirtió importantes recursos para movilizar asistentes desde todo el país. Grandes columnas de colectivos confluyeron en Acceso Norte desde la mañana y se fueron a concentrar en la facultad de Derecho en la avenida Figueroa Alcorta, desde donde marcharon las columnas.

El acto tenía características de fiesta, con artistas populares. La JP-Montoneros gritaba tapando a los cantantes “No queremos carnaval/Asamblea popular”. Cuando llegó el momento de la coronación de la reina del trabajo, fue Isabel la encargada de coronarla. Las columnas la abuchearon y corearon: “No rompan más las bolas/Evita hay una sola”.

Juan Domingo Perón recibió a diputados Montoneros en su despacho. Tras la reunión, ocho funcionarios renunciaron a sus bancas por orden de Firmenich

Ante cada mención de algo que tuviera que ver con los gremios, estallaba la consigna: “Se va acabar/se va acabar la burocracia sindical” y “Rucci, traidor, saludos a Vandor”. Se estaba cumpliendo la advertencia que Alberto Molina en nombre de Montoneros le había hecho a Perón: “La gente se va a expresar con sus canciones y estribillos”.

Y efectivamente el estribillo de la ocasión era el cuestionamiento a su gobierno: “Qué pasa/qué pasa General/está lleno de gorilas/el gobierno popular”. Que no cesó ni cuando Perón pidió varias veces con sus manos el silencio necesario para comenzar su discurso.

Los relatos posteriores dirán que “no hubo orden de irse, la gente se comenzó a ir sola”. Algo de eso es cierto también. Estaba fresco el recuerdo de los incidentes de Ezeiza y los jóvenes de JP movilizados por Montoneros, cuando vieron la reacción de Perón y de los grupos sindicales, su actitud sensata fue retirarse antes de quedarse a una refriega.

La lectura de la cúpula de Montoneros fue que el pueblo había abandonado a Perón para “adoptar la identidad política superadora del peronismo que es la identidad Montonera”. Así lo manifestaron en un documento publicado en el Evita Montonera de octubre del ‘76 (ya en medio de la debacle producida por la represión): “El primero de mayo de 1974, en la Plaza de Mayo, coreando el nombre de Montoneros, la mayoría del pueblo allí presente se retiró enfrentando la política errada del General Perón. Allí, en ese hecho, se manifestó la frustración y el agotamiento del peronismo y el nacimiento de su identidad transformadora”.

La verdad era otra. A partir de ese primer día de mayo de 1974, fue el pueblo peronista el que se alejó cada vez más de los Montoneros, que luego de pasar a la clandestinidad en septiembre del ‘74, se convirtieron en un aparato armado, con mucho dinero, muchas armas, pero huérfanos de acompañamiento popular.

"El Teniente General Juan Domingo Perón ha dado los primeros pasos seguros hacia la Liberación Nacional. Sin embargo, retardatarios y apresurados, desde adentro y desde fuera del Movimiento Peronista, persisten en torcer el rumbo marcado por nuestro conductor", firmaron

No todos se fueron de la plaza

Eduardo el Negro Moreno, viejo combatiente de las FAP, y uno de los líderes de la ruptura de La Lealtad, solía decir que “no todos los que se fueron de la plaza, habían luchado por el regreso de Perón, ni todos los que habíamos luchado nos fuimos”.

El 3 de febrero de 1974 en Baradero, un congreso de la JP Regionales de la Segunda Sección Electoral, hizo pública su ruptura con la conducción de Quieto-Firmenich y dio origen a la JP Lealtad y Montoneros Soldados de Perón.

Aproximadamente un tercio de los cuadros veteranos de Montoneros más gran parte de los grupos juveniles de base abandonaron la organización en disidencia con la línea política de enfrentar a Perón y seguir con la lucha armada en pleno gobierno constitucional.

En una solicitada firmada por Montoneros Soldados de Perón podía leerse: “Nuestro líder, el Teniente General Juan Domingo Perón, ha dado los primeros pasos seguros hacia la Liberación Nacional. Sin embargo, retardatarios y apresurados, desde adentro y desde fuera del Movimiento Peronista y en función de proyectos propios, persisten en torcer el rumbo marcado por nuestro conductor y sabotean sistemáticamente el proceso de Reconstrucción Nacional, haciéndole el juego a nuestros enemigos históricos, replegados pero alertas. Los retardatarios, escudados tras una falsa ortodoxia. Los apresurados, pretendiendo instrumentar un falso monopolio de la lucha y el sacrificio”.

“El retorno a la Patria y al gobierno del general Perón son el resultado de 18 años de guerra integral del pueblo peronista, bajo su conducción estratégica y no solo de la lucha de los últimos años o de las acciones heroicas de un conjunto de militantes”.

“Los firmantes: Columna Oeste del Gran Buenos Aires, Columna Capital Federal, Columna Nordeste de la Provincia de Buenos Aires -ex columna Artigas-, Unidades de la Columna Sur de Gran Buenos Aires y Unidades de la Columna Norte de Gran Buenos Aires, resuelven:

1°) Desconocer a la actual conducción nacional de la organización por ser la responsable directa de las modificaciones inconsultas de nuestra línea política-militar, apoyada sobre sectores recién incorporados al movimiento y a la organización.

2°) Reafirmar la nunca desmentida conducción del General Perón, como líder de la clase trabajadora argentina y de la Revolución Justicialista.

3°) Convocar a todos los peronistas a ampliar su organización en la lealtad y su participación activa en la defensa del gobierno del pueblo”.

Firmaban “Montoneros Soldados de Perón” acompañados por el tradicional “Perón o Muerte. Viva la Patria”.

El primero de mayo, la JP Lealtad ingresó a la plaza con una nutrida columna detrás de un cartel que decía “Lealtad”, que hoy suele verse mucho en las fotos que circulan por internet. Entre quienes se quedaron en la plaza aquel día, hubo alguien que años después sería muy importante en la historia argentina: Néstor Kirchner marchó junto al grupo de JP La Plata que lideraba el entonces diputado Carlos Negri. Su novia Cristina Fernández, según contó ella misma, ese día se quedó en La Plata. Se quedaron también en la plaza, otros que ya eran famosos, como Don Arturo Jauretche y el padre Carlos Mugica, quien incluso fue increpado por algunos que se marchaban.

"Es reconfortante advertir en una reciente solicitada de los sectores más combativos de nuestra juventud el rechazo categórico al socialismo dogmático y la afirmación rotunda de la Doctrina Justicialista", sostuvo el Padre Mugica

Carlos Mugica manifiesta su apoyo a la Lealtad

El 19 de marzo, en el diario Mayoría Mugica publicó una columna titulada “La encrucijada de la juventud: de la alineación ideologista al realismo cristiano.” En el texto, expresaba su apoyo a la JP Lealtad y reforzaba los argumentos de la solicitada de los “Montoneros Soldados de Perón”.

Carlos Mugica: ”Es reconfortante advertir en una reciente solicitada de los sectores más combativos de nuestra juventud el rechazo categórico al socialismo dogmático y la afirmación rotunda de la Doctrina Justicialista (…). En estos días hubo dos manifestaciones públicas. Una en el estadio de Atlanta. Muchos jóvenes, pocos obreros. Allí prevaleció la ideología por sobre la realidad (en referencia al acto donde habló Firmenich). Otra en Plaza de Mayo. Esos trabajadores auténticos cabecitas no especulaban cuando gritaban ‘Perón - Zorilla un solo corazón’. Estaban reclamando condiciones dignas de trabajo y carne barata para el pueblo”.

“La encrucijada de la juventud es dramática. Y nos envuelve a todos. Porque sin ella no vamos ni a la esquina. Y la responsabilidad de nosotros, sacerdotes, educadores, es enorme”.

“Si la juventud renuncia a buscar la revolución en los libros (con el peligro de morirse en un error de imprenta) y asciende al pueblo asumiendo sus problemas reales y su lucha por acabar con el gran pecado de nuestro tiempo, la explotación del hombre por el hombre, el destino de la Revolución Justicialista quedará asegurado”.

El diario de Montoneros, Noticias, dirigido por Miguel Bonasso, en un pequeño recuadro de su página central le respondió a Carlos Mugica con el título: “Nuevas ideas del Padre Mugica”. El breve comentario concluía con una frase de clara intención descalificatoria: “Durante la campaña electoral, Mugica solía ser aclamado al grito de ‘Mugica Montonero’, calificativo que una vez desestimó diciendo, ‘no me da el cuero’”. Bonasso usó la obvia acusación de cobarde, la chicana preferida de la organización contra los que disentían con su conducción. Un Carlos Mugica que no se cansaba de repetir: “Estoy dispuesto a que me maten pero no a matar”. Una convicción y valor que diez días después pagó con su vida.

Lamentablemente muchos no escuchamos a Perón esa mañana. Su mensaje, su legado del Modelo Argentino conserva hoy absoluta actualidad.

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