Hace 50 años, María Cristina Fernández fue testigo de un acontecimiento histórico. Sin buscarlo, estuvo en el balcón de la Casa de Gobierno, aquel último acto del 1° de mayo presidido por Juan Domingo Perón, cuando el conflicto de Montoneros escaló al punto de ruptura y el Presidente los echó de la Plaza de Mayo. Pero la presencia de María Cristina en ese balcón obedecía a otro motivo: ese día fue coronada como Reina Nacional del Trabajo por Perón y su esposa. Empleada administrativa en Obras Sanitarias, recuerda sus reuniones con el General e importantes referentes del sindicalismo argentino. “Morocha tenía que ser”, fue lo primero que dijo el Presidente al verla.
Cómo llegó a Reina Nacional del Trabajo
María Cristina Fernández nació en Temperley y vivió allí hasta que se mudó junto con su familia a Mar del Plata. A los 18 años se recibió de maestra y, a finales de 1973, su padre, empleado en Obras Sanitarias, le comentó que estaban buscando gente para emplear en el sindicato. Pronto comenzó a trabajar en la empresa estatal, en la sede de Lomas de Zamora, realizando tareas administrativas.
Por esos días, se realizaba el concurso para elegir a la Reina del Trabajo de 1974, elegida entre representantes de varios gremios. “Un día fue un delegado del sindicato y me preguntó si quería participar”. María Cristina consultó con su madre, que le dio el permiso para hacerlo. Se dirigió entonces al edificio de Obras Sanitarias de Capital, donde estaban los dirigentes del sindicato José Luis Lingeri, Rubén Pereyra y Natividad Serpa, secretario general de la Federación. “Cuando estaba subiendo la escalera, me señalaron y dijeron ‘ella’. No me dieron tiempo ni a concursar y fui elegida como representante de Obras Sanitarias”, cuenta Fernández.
Luego vino la etapa de selección con el resto de los sindicatos, que se llevó a cabo en la CGT, conducida por el ministro de trabajo Ricardo Otero. “Éramos unas 100 chicas y quedamos 39″, recuerda Cristina, que fue acompañada por el sindicalista de su gremio José Luis Lingeri. La selección final se realizó el 29 de abril en la televisión, en canal 7, ante un jurado de renombrados artistas. Después de tres desfiles, el jurado, compuesto por aproximadamente 20 personas, entre los que se encontraban Irma Córdoba, Fernanda Cartier, Antonio Carrizo y Osvaldo Miranda, anunció a las ganadoras. “Se me ocurrió pensar qué iba a decir cuando llegara al trabajo y tener que contar que no había salido electa”, relata sobre el final del concurso. “Entonces siento una mano en la espalda que me empuja, porque me habían nombrado. No había escuchado mi nombre”, agrega.
Con 21 años, fue la ganadora, seguida por la primera princesa Nidia Mónica Roldán, del Sindicato Argentino de Televisión, y la segunda princesa Graciela Liliana Lage, de la Asociación Obrera Textil.
Perón corona a la reina
El 1° de mayo de aquel otoño de 1974, la Plaza de Mayo recibió una multitud de gente en el Día del Trabajador, ocasión en la que el Presidente pronunciaría un discurso y una parte de los presentes generaría incidentes de dramáticas consecuencias. Según la costumbre, el acto era antes que nada una fiesta popular. Y aquel se inició con la coronación de la Reina del Trabajo por parte del General y de la vicepresidente, Isabel Perón.
“Nunca vi tanta gente en la plaza y las calles. Para mí era impresionante porque nunca había vivido algo así”, recuerda María Cristina Fernández. El Presidente, acompañado por Isabel, las recibió en una sala de la Casa Rosada antes de ser coronadas. “Morocha tenía que ser”, fue lo primero que dijo Perón al verla, ya que las dos princesas eran rubias. María Cristina recuerda que lo que más le llamó la atención fue la actitud humilde y sencilla del Presidente.
Un rato después, las elegidas salieron al balcón que daba a a plaza repleta de gente, momento en el que comenzaron los gritos de Montoneros, según recuerda María Cristina. “No queremos carnaval, queremos asamblea popular”, voceaban los más exaltados de la Tendencia, en referencia a la elección de la reina.
La proclamación de la Reina de los Trabajadores era en realidad una tradición que había inaugurado en su tiempo Eva Perón, de quien curiosamente los montoneros se autopostulaban herederos. Por actitudes como ésta, el padre Carlos Mugica los había calificado como “guerrilla antipueblo”. “Son producto de un ensoberbecimiento aristocrático”, decía el cura, que también los tildaba de “pequeño burgueses intelectuales”.
Los atributos de la reina obrera estaban compuestos por una banda y una corona de la joyería Ricciardi, que fueron colocadas por la vicepresidente y en ese instante el sector sindical empezó a corear “¡Isabel, Isabel, Isabel!”.
Pero entonces desde el sector de Montoneros empiezan a surgir los cánticos contra la esposa del General. María Cristina no era completamente consciente de lo que sucedía. “Creo que Perón ahí se quiebra por las insultos a su mujer”, dice sin embargo, y asegura que se lo veía nervioso y enojado. La flamante Reina no pudo presenciar in situ el discurso del Presidente porque, tras la coronación, el grupo se retiró del balcón hacia una sala de la Casa de Gobierno.
El discurso de Perón
Antes de que Perón comenzara con su discurso, Montoneros empezó a corear la consigna “Qué pasa, qué pasa, qué pasa General, que está lleno de gorilas el gobierno popular” y “Se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical”. El sector gremial tapó los cantos insultantes con el grito de “¡No afloje General”, pero el daño simbólico ya estaba hecho. Perón había esperado 19 largos años para hablarle nuevamente a los trabajadores y un sector minoritario le estaba arruinando el tan ansiado reencuentro con sus trabajadores. Su furia era indisimulable, como recuerda María Cristina. La mayoría de la plaza siguió con el clásico “Perón, Perón, Perón”. El Presidente no esperó más: “Compañeros: hoy, hace 21 años que en este mismo balcón, y con un día luminoso como el de hoy, hablé por última vez a los trabajadores argentinos. Fue entonces cuando les recomendé que ajustaran sus organizaciones, porque venían días difíciles. No me equivoqué, ni en la apreciación de los días que venían, ni en la calidad de la organización sindical, que a través de 20 años, pese a estos estúpidos que gritan...”, dijo el General.
“Decía que, a través de estos 21 años, las organizaciones sindicales se han mantenido inconmovibles, y hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más mérito que los que durante 20 años lucharon..”, continuó Perón, poniendo las cosas en su lugar.
En ese momento, se retiraron las columnas de la Tendencia. Perón siguió su discurso con tono enérgico, alabando al movimiento obrero, y culminó recordando a Evita y esperando volver a ver al pueblo en la plaza el siguiente 17 de octubre. Muchos militantes dejaron la organización y el general, pese a todo, intentó tender puentes para intentar disuadir al mayor número del uso de la violencia.
Además del grueso error histórico de Montoneros de enfrentarse con Perón, su alejamiento ideológico también se manifestaba en el hecho de menospreciar la coronación de la Reina del Trabajo, una creación de Eva Perón que pensaba que las “princesas” no debían surgir sólo a las clases acomodadas. La promoción de los trabajadores que llevó adelante el Justicialismo fue integral: iba desde la participación política -Perón llegó incluso a crear las agregadurías obreras en las embajadas- hasta lo simbólico, como fue la elección de la Reina del Trabajo. Algo que “los pequeño burgueses intelectuales” no entendían y sobre todo no sentían.
Después del 1° de mayo
Las tres ganadoras recibieron numerosos obsequios, una medalla recordatoria, y hasta un viaje a Europa que María Cristina realizó acompañada por su madre. Luego de la coronación, el secretario general de Obras Sanitarias, Serpa, pidió a sus compañeros Lingeri y Pereyra que homenajearan a la nueva reina con todos los honores en el sindicato. Sus vecinos de Temperley, en su mayoría peronistas, la recibieron en el barrio con algarabía. María Cristina recorrió los principales canales de televisión y hasta fue invitada a almorzar con Mirtha Legrand y al programa de Pipo Mancera. Participó como jurado en muchísimos concursos, recorrió el país para asistir a celebraciones como la Fiesta del Sol en San Juan, la de la Vendimia en Mendoza y la de los Estudiantes en Jujuy. También incursionó en las pasarelas con María Fernanda Cartier, reconocida modelo y conductora de la época.
El último encuentro de María Cristina con el General
Como Reina de los Trabajadores y empleada de Obras Sanitarias, el 15 de mayo de aquel mismo año María Cristina debió acompañar a los dirigentes del sindicato, que fueron recibidos por Perón por el Día del Sanitarista. Fue así como asistió a un encuentro en la Casa de Gobierno, en el que el General volvió a demostrar su afabilidad, recuerda ella. “Había 20 personas sentadas en una mesa y, cuando llegué, no había sillas. Entonces, se levantó Perón y me cedió el sillón presidencial. En ese momento, se levantaron todos a cederme el lugar”.
Lo que ella no sabía es que ese sería el último encuentro con el Presidente, que falleció menos de dos meses después, el 1° de julio de 1974. María Cristina se encontraba en la Federación de Obras Sanitarias cuando recibió la noticia del triste desenlace y aún conserva en su retina el llanto de sus compañeros al enterarse de la muerte del líder. Ella sintió una gran tristeza el día en que murió el General y fue a despedirlo. “Me impresionó el dolor de la gente humilde. Era un estadista”, destaca sobre su figura. La flamante reina peronista tuvo el privilegio de poder estar cerca del féretro del Presidente fallecido. Con gran pesar y gratitud, se acercó a despedirlo junto a los sindicalistas Rubén Pereyra y José Luis Lingeri, dirigentes de su sindicato. “Nunca vi tanto dolor”, todavía recuerda.
Fin del reinado
María Cristina continuó como reina obrera durante los meses siguientes y en ese tiempo fue recibida por todo el ámbito social, cultural y político de la época. Culminó su período el 1° de mayo de 1975 cuando traspasó la corona a otra compañera trabajadora. Producido el golpe militar de 1976, continuó trabajando en Obras Sanitarias, pero en la seccional de Mar del Plata, ciudad en la que se casó y tuvo tres hijos.
Quedaron muy atrás sus años de Reina de los Trabajadores y su contacto con Perón y los líderes gremiales. Sin embargo, aún hoy, María Cristina Fernández recuerda con emoción y cariño al presidente Perón.