El misterio sobre el supuesto submarino nazi hundido frente a las costas de Quequén, una playa cercana a la ciudad bonaerense de Necochea, podría llegar a su fin. Así lo aseguraron los miembros de la agrupación Eslabón Perdido, quienes desde el hallazgo de unos hierros retorcidos dos años atrás intentan determinar si lo que muestran las imágenes submarinas son los restos de una embarcación que perteneció a la Kriegsmarine nazi, la Armada del Tercer Reich que combatió durante la Segunda Guerra Mundial.
El ingeniero civil Hernán Sotero González, coordinador profesional de la expedición que desde el pasado 9 de abril trabaja en el lugar, aseguró que las últimas imágenes obtenidas son más nítidas y podrían verificar el origen de la embarcación hundida. “Vimos escotillas de presión que no se usan en barcos, una escotilla inclinada de diámetro de torpedo que son de carga diagonal, bitas de amarre y cadenas”, explicó Sotero González en declaraciones periodísticas.
Según el especialista, se trata de una pieza “que se corresponde con el endoesqueleto de un submarino de la Segunda Guerra Mundial”, al tiempo que descartó que se trate de una embarcación de otra nación que haya participado del mayor conflicto bélico de la historia o que sea un barco más antiguo, de una época anterior.
Los restos en cuestión, que corresponderían a un U-Boot Clase IX, están hundidos a una profundidad de 28 metros, a unos cuatro kilómetros de la costa. Según Eslabón Perdido, los datos logrados hasta el momento coinciden con filmaciones obtenidas por la Prefectura Naval Argentina en 2022. Estas imágenes muestran un casco destruido y enterrado hasta la cubierta, con elementos compatibles con lo que serían tanques de aire comprimido, una escotilla, bitas de amarre, una torreta y hasta un periscopio.
Luego de las tareas realizadas por la PNA, Eslabón Perdido obtuvo permiso de las autoridades para trabajar en el lugar, donde fueron utilizadas dos embarcaciones y se tomaron imágenes a través de vehículos de operación remota (ROV), un sistema robótico sumergible que se usa para observar las profundidades del agua.
El periodista Abel Basti, un investigador que sostiene en varios libros publicados que Adolf Hitler escapó de la ruinas humeantes del cercado Berlín y se refugió en Sudamérica, es uno de los impulsores de la expedición. En recientes declaraciones calificó como “operación exitosa” a la tarea llevada adelante por Eslabón Perdido para verificar si los restos se corresponden con un submarino nazi.
Según Basti, “el submarino alemán hundido en Necochea fue destrozado mediante el uso de explosivos para borrar evidencia”, lo que dificulta su posible identificación. Asimismo, afirmó que “además de que el submarino fue volado con explosivos se tiró chatarra en el naufragio para confundir a los investigadores”. En diálogo con Infobae, Basti dijo que esta chatarra fue “plantada” después de la investigación que hizo la Prefectura en 2022.
“Hicimos por primera vez una gran inspección del sitio constatando que han arrojado chatarra. Significa que se ha plantado allí material ferroso en gran volumen que antes no estaba. Es una operación de envergadura, ese es el hecho nuevo”, aseveró Basti.
En esa línea, explicó que se trata de “algo reciente, un material extraño al sitio” y arriesgó que se podría tratar de un intento de “alterar el lugar del naufragio”, algo que sirve para confundir. Para reforzar su análisis, Basti aseguró que en el registro propio anterior y en las ocho horas de filmación de Prefectura “todo eso no estaba”. Lamentó que todo esto provoca que “los peritos tengan que hacer un trabajo detectivesco para identificar piezas”, ya que se trata de una situación que “dificulta la investigación”. Incluso sostuvo que deberán “detener todo trabajo por la contaminación que han realizado del área”.
Mientras tanto, se espera que los datos obtenidos por sonar de barrido lateral y las imágenes de ROV sean analizadas por expertos a los efectos de que se puedan tener más precisiones de las piezas registradas y el contexto general del sitio del naufragio. Los especialistas trabajan bajo la hipótesis de que la unidad naval fue detonada con explosivos.
La expedición se realiza con la financiación de la Fundación Reitich, cuyo fundador Jaime Philippe Reitich Baron, “persigue el esclarecimiento de la verdad histórica jamás revelada”, según indicaron desde la agrupación Eslabón Perdido.
Cómo empezó todo
En 2022, la agrupación Eslabón Perdido descubrió estos hierros retorcidos. Y el doctor Fabio Bisciotti, de La Liga Naval Italiana, evaluó la prueba y confirmó que se trataba de un sumergible de la Segunda Guerra Mundial. El especialista peritó las pruebas recogidas y dictaminó que los restos hallados correspondían a un submarino alemán que fue “deliberadamente explotado”.
La pericia fue firmada por Bisciotti, uno de los máximos expertos internacionales, especializado en identificación de embarcaciones naufragadas de la Segunda Guerra Mundial.
En ese momento, la Prefectura tomó las imágenes con un robot submarino y buzos que se sumergieron. De esa manera, se pudo comprobar la existencia del naufragio. Al mismo tiempo, Bisciotti presentó un plan de acción de tres días para operar en el mar argentino junto a Eslabón Perdido. Se trata del bosquejo que sirvió para que ahora se haya podido avanzar con la expedición.
En cuanto a esto, Basti destacó que con el actual gobierno no tuvieron inconvenientes para operar en la zona y que lograron obtener los permisos correspondientes, algo que no había ocurrido con la gestión anterior.
Submarinos nazis en Mar del Plata
Pese a la tardía ruptura de relaciones de la Argentina con el Tercer Reich en el epílogo de la guerra, era un secreto a voces la buena sintonía entre ambos países o al menos la permisividad de las autoridades locales con las actividades nazis. De hecho en la posguerra numerosos criminales de guerra del régimen de Hitler buscaron refugio en estas tierras.
Tal es así, que los dos últimos submarinos de la Kriegsmarine en enarbolar la bandera blanca lo hicieron en el puerto de Mar del Plata, bastante tiempo después de la rendición nazi. Fueron el U-530 y el U-977. El primero lo hizo el 10 de junio de 1945, mientras que el segundo se entregó el 17 de agosto. Ambos estaban comandados por jóvenes oficiales, Otto Wermuth y Heinz Schaffer.