Cuando Joel Villagra ingresó al recinto los ojos se le llenaron de lágrimas. Inquieto, quería verlo todo cuando los 360 miembros del coro comenzaron a vocalizar. Quedó perplejo. Las emociones se mezclaron cuando lo invitaron a subir al escenario para sumar su voz.
“¡Fue abrumador!”, resume aún emocionado por la experiencia. Villagra es cantante, director, músico y productor artístico de música y de espectáculos, y desde el 18 de marzo último es el primer argentino en integrar uno de los coros más grandes y antiguos del mundo, The Tabernacle Choir, con sede en Salt Lake City, Utah, en los Estados Unidos. El destacado grupo, que recorrió varios países del mundo, es acompañado por los 110 miembros de la Orchestra at Temple Square con quienes ensayan y realizan sus presentaciones cada semana de manera voluntaria.
Hasta 2023, el coro estaba conformado solamente por residentes de Salt Lake City, la sede donde realizan los ensayos y las transmisiones semanales desde el mítico Tabernáculo, o ciudades cercanas, pero ese año decidieron incorporar a 50 cantantes fuera de los Estados Unidos con el objetivo de tener representantes de distintas naciones durante los próximos cinco años. Entre los seleccionados están Joel y Florencia Battista, su esposa. Ambos ya representan a la Argentina.
“Haber sido elegido fue como ganar mi propio Mundial. Todo lo que viví fue muy interesante y muy enriquecedor”, expresa Joel sin ocultar la gran satisfacción por formar parte del coro que desde 1929, cuando fue creado, se caracteriza por su excelencia y difícil que es formar parte de él: exigen una sólida formación musical, un exigente programa de audiciones y una destacada preparación para poder ingresar.
Camino a la gloria
Fueron 18 días, entre marzo y abril de 2024, a puro ensayo. Joel se instaló este tiempo en los Estados Unidos con la emoción de saberse el primer argentino en estar en ese lugar. “Fui seleccionado junto a otros once participantes de Francia, Suecia, Ghana, Corea del Sur, Dinamarca, Austria, Chile, Guatemala e Inglaterra. Luego nos presentamos en la Conferencia General de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”, dice y más orgulloso aún cuenta que en octubre será el turno de Florencia Battista, cantante, directora, música y productora artística, y madre de sus tres hijos.
“Mi esposa será la primera mujer argentina en participar en el coro, que es uno de los más prestigiosos del mundo. Estamos más que felices. Durante esos 18 días estaré al cuidado de nuestros hijos”, y asegura que llegar hasta allí fue como recibir un premio de oro en su carrera musical. Por su trayectoria se convirtió en uno de los 40 convocados como candidatos sudamericanos para vivir esa experiencia y en uno de los 10 cantantes seleccionados de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. “Estaban necesitando representantes de esta zona y nos llamaron a Florencia y a mí. De esos diez quedamos nosotros dos y a mi me tocó viajar el 12 de marzo en representación de la Argentina. De la región había una cantante de Chile, otro de Guatemala y llegamos junto a dos franceses, dos suecas y una cantante de ópera de Dinamarca”, detalla.
Entusiasmado cuenta: “Este coro es muy conocido en los Estados Unidos y a nivel mundial por tratarse de una agrupación muy grande con años de historia, pero además porque sus discos ganaron premios Grammy. ¡Es muy groso el trabajo que hacen! Desde que lo conozco me produce una admiración total y pensar en ser parte era imposible para quienes no vivíamos en Estados Unidos, lo que era una condición hasta el año pasado. Se abrió esa posibilidad y ahora ser parte es un privilegio enorme. ¡Es un sueño cumplido!”.
Como productor de espectáculos, actividad que desarrolla en Buenos Aires, realizó espectáculos como Navidad en las películas, con más de 150 artistas en escena en el icónico estadio Luna Park y también produjo “It ‘happen’ to be show!”, un show de jazz en el Teatro El Nacional. Esa faceta lo hizo ser un gran observador de cada uno de los detalles que veía a su alrededor mientras cantaba en el Tabernáculo.
“Como director todo lo que vi me maravilló. Fui una esponja constante y no me dejaba de sorprender, de asombrar por todo lo que había, por todo lo que estaba viviendo... ¡Todavía estoy asimilando toda esa información y realmente abrumante”, se sincera.
Ser parte del coro más antiguo
El Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo, anteriormente conocido como Coro del Tabernáculo Mormón, es el conjunto coral estadounidense formado por miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, fue fundado en 1847 y su lugar principal de actuación es el Tabernáculo de Salt Lake City, Utah, donde está el órgano de 11.623 tubos. Desde el año 2000 tienen una orquesta. El actual director musical del coro es Mack Wilberg.
En 2007, el coro recibió el premio Emmy por las cuatro mil transmisiones radiales ininterrumpidas desde 1929 del programa “Música y Palabras de Inspiración”. También realizó más de 150 grabaciones, ganó cinco discos de oro y dos de platino, y un premio Grammy. Se presentó en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 y fue invitado a numerosas tomas de posesión de presidentes estadounidenses, como la de Donald Trump, en 2017; entre muchas participaciones y actividades que realizaron.
Y a ellos se sumó Joel. “Porque para mí haber podido hacer esta formación con ellos y saber que en estos cinco años tendré en algún otro momento un lugar es emocionante. Traté de dar lo mejor de mí de para dejar al país lo mejor parado posible y demostrar que la formación que tenemos en Argentina es de un excelente nivel. Fueron 18 días de entrenamiento super intensivo, que es lo que se exige para poder ser parte del coro”, destaca y cuenta que las audiciones para llegar hasta allí comenzaron en noviembre.
“Los ensayos fueron exigentes porque había que lograr el sonido que tiene el coro, requisitos técnicos que se deben cumplir y lograrlo implica un esfuerzo grande. Entre ellos, aprender todas las piezas de memoria, todas las obras, y eso no es algo que todos los coros del mundo hagan”, subraya.
De esa exigida formación destaca: “La forma de cantar cada palabra. La técnica vocal que se usa también es muy particular; y yo no tengo esa formación musical, es algo totalmente diferente a lo que conocía y notar cómo se llega a la perfección es maravilloso porque fue un ensamble de 360 voces y es normal pensar que en toda esa magnitud de gente una voz más no puede cambiar la ecuación, pero sí cambia”, explica el cantante que actualmente cuenta con la tutela de Craig Jessop, el anterior y prestigioso director del Tabernacle Choir.
Conmovido, Joel recuerda que su amor por la música inició desde muy pequeño y de manera autodidacta. En la adolescencia comenzó a cantar tango y folclore en Zárate, la ciudad donde vivía y donde pronto se hizo conocido.
“Tenía 15 años y era llamativo en ese momento que alguien de esa edad eligiera ese género. Y me anoté en los Torneos Bonaerenses, que era de deportes y cultura, y gané cantando tango”, recuerda. De allí pasa a su presente y es inevitable volver los pies a tierra porque todo lo que vivió está aún a flor de piel, por eso destaca la magnitud de la orquesta: “Estar ahí era como estar en una nave espacial. Veía el órgano, al coro que estaba vocalizando y escuchar ese sonido tan potente logrado por 360 personas cantando... eran muchas aves cantando juntas que luego empezaron a vocalizar y yo ahí... ¡Fue mucha información! Y cuando nos invitaron a subir fue hermoso porque fueron muy cálidos. Para ellos era como un privilegio que estuviéramos ahí porque éramos representantes de otros países y así nos recibieron. Cantamos con ellos y después nos sentamos a observar. ¡Fue lo más increíble que viví, un sueño hecho realidad!”, finaliza.