[El podcast”Medio siglo de teatro” puede escucharse clickeando acá]
El final del gobierno de Fernando De la Rúa fue trágico. Hubo muertos en las calles de la ciudad de Buenos Aires, producto de la represión de las fuerzas de seguridad federales. Y también hubo muertos en otros lugares del país, por la represión de las fuerzas de seguridad provinciales.
La Argentina llevaba varios años de recesión. La desocupación aumentó sideralmente. La crisis económica fue enorme. El corralito pergeñado por Domingo Cavallo, quien era el ministro de Economía, fue lapidario.
Hubo que cambiar de hábitos de consumo, hubo que adaptarse a la falta de efectivo y, sobre todo, hubo un aumento exponencial de la pobreza.
El “corralito” se cerró en noviembre de 2001, semanas antes de la caída del gobierno de la Alianza.
Aquella catástrofe económica afectó a todos los ámbitos y, por supuesto, el teatro no fue la excepción. Carlos Rottemberg cuenta, en el octavo episodio del podcast “Medio siglo de teatro”, que cuando se desató la crisis no tenía “posnet” para cobrar con tarjeta de crédito y, como no había efectivo en las calles, tuvo que pedírselo al dueño de una mercería vecina a una de las salas de Mar del Plata. No sin antes proponerle un negocio: “¿Qué pasa si la gente que llega a la boletería y no tiene efectivo, elige la ubicación, viene acá, vos le vendés la entrada y con el cupón de tu posnet va a la boletería y la retira? Toda la plata te va a entrar a vos. Vos después me la pagás a mí y yo te doy una comisión”?, le preguntó-propuso al dueño de la mercería que aceptó y así solucionó Rottemberg su falencia tecnológica en los primeros meses luego del corralito. Un detalle: el mismo día que se anunció el corralito, Rottemberg había inaugurado un teatro.
En 2002 Rottemberg emigró, o algo parecido. Se fue a España a llevar varias obras de teatro que habían sido exitosas en Argentina y probó suerte con ellas, tanto en Madrid como en Barcelona. Fue por eso que, en España, “Made in Lanús” se transformó en “Made in Argentina”.
En su valija de obras argentinas que podrían funcionar en España cargó a “No seré feliz pero tengo marido”, “Confesiones del pene” y “Acaloradas”, cuyos títulos y temáticas eran perfectamente comprensibles para el público español. Y las obras se montaron en las dos principales ciudades españolas con suertes diversas.
“Durante la crisis, la entrada de una obra en Argentina que alguna vez había tenido un precio de 30 dólares pasó a costar siete y luego cuatro. Pero el principal problema es que no iba la gente y además en algunos casos tuvimos que cerrar las salas por las manifestaciones. Sorteamos la crisis haciendo teatro pero teatro en otro país”, explica Rottemberg quien, con los euros que ganaba en España, mantuvo a flote la empresa que perdía plata en Argentina.
Recuerda que fue bien tratado en España y asegura que no iría a aquel país -ni a ningún otro- para producir obras. Que su vida laboral tiene como ejes Buenos Aires y Mar del Plata: de allí no se mueve. Y, para ejemplificarlo, recuerda una anécdota entrañable que tiene como protagonista a Juan Carlos “Tito” Lectoure, quien fuera el dueño del mítico estadio Luna Park.
En el minuto final del octavo episodio del podcast, Rottemberg habla de su primera esposa Linda Peretz, actriz y madre de Tomás, el hijo mayor del empresario. Contará qué hizo Peretz durante aquella aventura española que ayudó a capear la grave crisis económica y social que en la Argentina comenzó a fines de 2001.