En la serie Gambito de Dama (Netflix) hay una escena que transmite qué sucede en la cabeza de una ajedrecista de elite cuando no está jugando. La actriz Anya Taylor Joy, protagonista de la ficción, observa en el techo de su habitación a los caballos, alfiles y peones moverse. Así imaginaba jugadas y forma de derrotar a su oponente. El techo se le acerca cada vez más en las jugadas que luego concretará en el tablero real.
En la vida real, en el conurbano bonaerense, hay una chica de 17 años que suele estar todo el día imaginando nuevas jugadas y aperturas para sus partidas. Candela Francisco Guecamburu, que sorprendió al mundo al consagrarse campeona del mundo sub 20 el año pasado, pese a ser de una categoría menor.
“Fue un momento de mucha alegría, porque me preparé mucho para ganar ese torneo. Ya lo había jugado cuatro veces y no se me daba – explica Candela en diálogo con Infobae-. En ese momento pensé que iban a llegar sponsors. Es que soy la primera mujer en ganar este campeonato”.
Premios para Candela
Lo que sí llegó fue el reconocimiento a sus logros. El Comité Olímpico Argentino distinguió a la chica por sus logros en ajedrez. Entones, Candela enumera con su voz adolescente hasta donde llegó en tan poco tiempo. Fueron cinco medallas internacionales de oro en 15 meses. Campeona Panamericana sub16 en Montevideo (julio2022), Campeona Sudamericana sub 16 en Asunción (diciembre 2022), Campeona Sudamericana sub 20 en Santa Cruz de la Sierra (diciembre 2022), Campeona Continental Superior en La Habana (mayo de 2023) y Campeona Mundial Juvenil sub 20 en México (octubre de 2023). Y para cerrar el año el Olimpia de Plata como mejor deportista de su disciplina.
Candela tuvo que esperar un año para que llegue el primer apoyo para sus viajes. “Antes era muy complicado. Muchas veces confirmo el dinero para el pasaje dos días antes de viajar. No está bueno perder el tiempo en eso y desenfocarse del objetivo”.
Ahora, Candela logró el apoyo de Emova, con quienes firmó un acuerdo de sponsoreo para ser acompañada en torneos internacionales. Además, durante el año se desarrollarán diversas acciones para acercar y dar a conocer el universo del ajedrez a los usuarios más jóvenes del subte, mientras que los más experimentados podrán encontrarse frente a una rival sin igual. La primera de estas iniciativas consistirá en la realización de un torneo simultáneo el 10 de mayo, donde Candela desafiará a 20 jugadores que podrán inscribirse a través de las redes sociales de la compañía que concesiona el servicio de subtes porteños.
La joven está terminando el secundario a distancia, mientras pasa gran parte del tiempo jugando partidas online y estudiando para los torneos. Cuando viaja, en general tiene poco tiempo para el esparcimiento. “Es todo el tiempo del aeropuerto al hotel. Del hotel a la sala de juego. Y de ahí de nuevo al hotel, hasta que vuelvo al aeropuerto”, resume Candela.
Candela está muy feliz con su presente. Se la ve jugando esas partidas interminables, puede llegar a durar hasta 5 horas. Y luego compartiendo tiempo con sus colegas en alguna sala del hotel. Allí, pasa tiempo con colegas con los que habla el mismo idioma, el del ajedrez, mientras juegan alguna partida de póker amistosa o simplemente charlan sobre los torneos que vendrán.
En busca de más apoyo
Otro de los problemas que tiene que enfrentar Candela como deportista argentina es la falta de profesores por el incumplimiento en los pagos. “Es muy importante tener esa ayuda para los torneos, porque colaboran con las jugadas y la preparación de las partidas -explica la joven-. En la parte emocional, la que más me ayuda es mi mamá que me acompaña a todos los viajes”.
En cada viaje, la mujer espera a su hija en la habitación del hotel mientras la chica disputa las partidas. “Ella no entiende mucho de ajedrez, sólo sabe mover las piezas -explica Candela risueña-. Pero es clave, porque es la que me contiene entre las partidas cuando a veces la espera se vuelve complicada. Me permite mantener el foco en lo que vendrá y no preocuparme por nada más”.
El día que salió campeona del mundo, lo primero que hizo la chica fue ir corriendo a buscar a su mamá. “Me saludaba mucha gente y hasta querían que haga una nota con los organizadores. Frené todo y dije ‘esperen que primero le tengo que avisar a mi mamá que gané'”. Con esa simpleza, Candela describe el momento en que llegó a la, por ahora, cumbre de su carrera. Entró a la habitación y se abrazó con la mujer que siempre la acompaña y la apoya a cumplir sus sueños, desde aquel momento en que se dio cuenta que el ajedrez era la pasión de una nena que apenas empezaba a mover las piezas sobre el tablero.
Candela disfruta viajar a jugar torneos en el exterior. De esa manera, dice que “conoce nuevas formas de encarar las partidas, ligadas a sus propias culturas”. Así, la chica asegura que una de sus fortalezas es adelantar las jugadas que hará su oponente. “Muchas veces puedo predecir lo que hará mi rival. En general eso se cumple. ”, sostiene Francisco. Durante una partida, en su cabeza empieza a correr la película de la partida. Es como que Candela, sabe el final antes. Y eso muchas veces se cumple y ella gana.
Sobre la partida final del Mundial, Candela recuerda una jugada que fue un quiebre para su rival. El sacrificio de la dama. Candela explica que “entregué la dama por un caballo. Eso la complicó a ella y encima ya le quedaba poco tiempo”. Así, tablero de por medio esta chica de mirada tierna puede generar ese tipo de reacciones en las mentes de sus oponentes cuando hay un tablero de por medio.
Los inicios de Candela
Candela tenía 9 años y vivía en Pilar. Hasta ahí era una nena más que iba al colegio, vivía con sus padres, dos perros y una gata. Pero como en toda historia, hay un momento que genera una vuelta en el relato. Que lo construye y lo hace llegar hasta que la chica obtiene la medalla de campeona del mundo. Fue la primera vez que estuvo frente a u tablero de ajedrez. Podemos imaginar en su cabeza, como si fuera la protagonista de la serie Gambito de Dama, las piezas moviéndose cada vez más rápido.
“Mis papás ayudaban en un comedor de niños, en Villa Rosa, Pilar los sábados por la mañana”, recuerda Candela. Y agrega: “Durante ese tiempo me anoté para realizar alguna actividad recreativa cerca de casa. Descubrí que en un shopping de Pilar daban clases de ajedrez todos los sábados en ese horario. Me llevaba y me iba a buscar mi abuela, porque mis papás estaban en el comedor”.
La nena volvió de esa primera clase donde apenas había empezado a entender que había piezas negras y blancas. Y que había que defender al rey del ataque del oponente. “Al terminar mis papás me preguntaron si me había gustado y si quería volver. Yo les respondí que sí”, explica de manera simple Candela.
Así, Candela esperaba cada sábado para volver a su clase de ajedrez. “Luego de un par de meses de clases, el profesor pide hablar con mi mamá y le dice que tenía condiciones”, cuenta Candela.
“A través de mi abuelo encontramos que había una escuela municipal de ajedrez en Pilar. Entonces empecé a ir con mis queridos profes Raúl Pérez y Boris Pápez – relata la chica-. Al tiempo el profesor nos comenta que había un torneo en Villaguay, Entre Ríos y decidimos ir”
Ese primer torneo tiene una anécdota que Cande siempre recuerda. Antes de empezar estaba muy nerviosa y habla con su mamá. “Le digo ´ no sé jugar con las piezas negras´ y ella me contesta, ´¿no es lo mismo?´”. Hubo un silencio y Candela siguió adelante. “Cuestión que termina el torneo y quedé tercera. Después me enteré que era el Nacional, el torneo más importante de Argentina”. La chica había jugado con frescura e inocencia y había quedado entre las tres mejores de su categoría de todo el país con apenas unos meses de clases.
Además de estudiar para el ajedrez, Candela tiene su tiempo libre para descansar. Hasta hace poco iba a clases de tenis. Le gusta además andar en bicicleta por el barrio y salir a caminar con sus padres por el centro de Pilar. “En mi vida, mi prioridad es Dios. Soy cristiana y voy a la iglesia tres veces por semana. Estudio el secundario a distancia en el SEADEA del Ejército argentino. Igual me quedaron amigas de mi colegio anterior de acá de Pilar”, sostiene la joven ajedrecista.